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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Credo de Nicea»

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El Credo de Nicea.
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[[Archivo:Council of Nicea - Nuremberg chronicles f 130v 3.jpg|300px|thumb|left|]]El origen y la historia del [[Credo]] de Nicea se establecen en los artículos: [[Primer Concilio de Nicea]], [[Segundo Concilio de Nicea]], [[Arrio]], [[arrianismo]], [[Eusebio de Cesarea]]; [[Filioque]].
  
Es la profesión de la fe cristiana, común a la iglesia Católica, a todas las iglesias orientales separadas de Roma, y a la mayoría de las denominaciones protestantes, tal como se aprobó en forma ampliada en el Concilio de Constantinopla. Poco después del Concilio de Nicea se compusieron muchas y nuevas fórmulas de fe, siendo la mayoría de ellas variaciones del Símbolo de Nicea, para hacer frente a nuevas fases del arrianismo. Al menos hubo cuatro antes del concilio de Sardica en 341, y en él se presentó una nueva fórmula que se puso en las Actas, aunque no la aceptó el concilio. El Símbolo Niceno, sin embargo, continuó siendo el único en uso entre los defensores de la Fe. Gradualmente fue siendo reconocido como la profesión apropiada para los candidatos al bautismo. Su alteración en la fórmula Niceno-Constantinopolitana, la que ahora usamos, se suele atribuir al concilio de Constantinopla, puesto que el de Calcedonia (451) , que lo designó como “El Credo del Concilio de Constantinopla de 381” hizo que se leyera dos veces y que se pusiera en las Actas. Los historiadores Sócrates, Sozomen y Teodoreto no mencionan ésto, aunque que testimonian que los obispos que permanecieron en el concilio tras la partida de los Macedonios, confirmaron la fe de Nicea. Hefele (II,9) admite la posibilidad de que nuestro credo actual sea una condensación del “Tomo” ( Gr. tomos),i.e., la exposición de las doctrinas sobre la Trinidad hechas por el concilio de Constantinopla, pero prefiere la opinión de Rémi Ceillier y Tillemont, que rastrean la nueva fórmula al "Ancoratus" de Epifanio escrito en 374. Hort, Caspari, Harnack, y otros son de la opinión de que la forma Constantinopolitana no se originó en el concilio de Constantinopla, ya que no está en las Actas del concilio de 381, y que se insertó más tarde, porque Gregorio Nacianceno que estuvo en el concilio sólo menciona la fórmula nicena advirtiendo que está incompleta en lo que se refiere al Espíritu Santo, lo que muestra que no supo de la forma constantinopolitana que corrige esa deficiencia y porque los Padres latinos aparentemente nada saben de ella antes de mediado el siglo quinto.
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Tal como fue aprobado en forma ampliada en el [[Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla|Concilio de Constantinopla]] (381), es la profesión de la [[fe]] [[cristianismo|cristiana]], común a [[la Iglesia]] [[católico|Católica]], a todas las [[Iglesias Orientales]] separadas de [[Roma]] y a la [[mayoría]] de las [[secta|denominaciones]] [[protestantismo|protestantes]].
La siguiente es una traducción literal del texto griego de la fórmula Constantinopolitana, Los paréntesis indican las palabras alteradas o añadidas en la forma litúrgica occidental actualmente en uso:
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Nosotros creemos (yo creo) en un Dios, el Padre Todopoderoso, hacedor del cielo y tierra, y de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un Señor Jesús Cristo, el unigénito hijo de Dios y nacido del Padre antes de todas las edades. (Dios de Dios), luz de luz, verdadero hijo de Dios verdadero. Engendrado, no creado, consustancial al padre, por quien todas las cosas fueron hechas. Quien para nosotros hombres y por nuestra salvación bajó del cielo. Y se encarnó del Espíritu Santo y de la Virgen Maria y se hizo hombre, fue crucificado también por nosotros, bajo Poncio Pilato, sufrió y fue sepultado y al tercer día se levantó de nuevo según las Escrituras. Y ascendió al cielo, se sienta a la derecha del Padre y vendrá de nuevo con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos, de cuyo reino no tendrá fin. Y (yo creo) en el Espíritu Santo , el Señor y Dador de vida, que procede del padre ( y del Hijo) quien junto con el Padre y el Hijo ha de ser adorado y glorificado, que habló por los Profetas. Y una santa católica y apostólica iglesia. Nosotros confesamos (yo confieso) un bautismo para la remisión de los pecados. Y esperamos ( yo espero) la resurrección de los muertos y la vida del mundo que vendrá. Amén  
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Poco después del [[Primer Concilio de Nicea]] se compusieron nuevas fórmulas de fe, la mayoría de ellas variaciones del Símbolo Niceno, para hacer frente a nuevas fases del [[arrianismo]]. Al menos hubo cuatro antes del [[Concilio de Sárdica]] en 341, y en ese [[concilio]] se presentó e insertó en las actas una nueva fórmula, aunque no la aceptó el concilio.   Sin embargo, el Símbolo Niceno continuó siendo el único en uso entre los defensores de la fe. Gradualmente llegó a ser reconocido como la profesión de fe apropiada para los candidatos al [[bautismo]]. Su alteración a la fórmula Niceno-Constantinopolitana, la que ahora usamos, se suele atribuir al Concilio de [[Constantinopla]], puesto que el [[Concilio de Calcedonia]] (451), que lo designó como “El Credo del Concilio de Constantinopla de 381” hizo que se leyera dos veces y se incluyera en las Actas. Los historiadores [[Sócrates]], [[Salaminio Hermias Sozomeno|Sozomen]] y [[Teodoreto]] no mencionan esto, aunque de que hay constancia de que los [[obispo]]s que permanecieron en el concilio tras la partida de los [[macedonios]] confirmaron la fe nicena.   [[Karl Joseph von Hefele|Hefele]] (II, 9) admite la posibilidad de que nuestro [[credo]] actual sea una condensación del “Tomo” (griego ''tomos''|), es decir, la exposición de las doctrinas sobre la [[Santísima Trinidad]] hecha por el Concilio de Constantinopla, pero prefiere la opinión de [[Rémi Ceillier]] y [[Louis-Sébastien Le Nain de Tillemont|Tillemont]], que rastrean la nueva fórmula al "Ancoratus" de [[San Epifanio]] escrito en 374.   Hort, Caspari, Harnack y otros opinan que la forma constantinopolitana no se originó en el Concilio de Constantinopla, ya que no está en las Actas del concilio de 381, sino que se insertó más tarde; porque [[San Gregorio Nacianceno]] que estuvo en el concilio sólo menciona la fórmula nicena advirtiendo que está incompleta en lo que se refiere al [[Espíritu Santo]], lo que muestra que no [[conocimiento|conocía]] la forma constantinopolitana que corrige esa deficiencia; y porque los [[Padres de la Iglesia|Padres]] [[Iglesia Latina|latinos]] aparentemente nada sabían de ella antes de mediados del siglo V.
(Nota del Traductor: Esta es una traducción literal del texto inglés de este artículo de esta Enciclopedia),
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En ésta fórmula del artículo de Nicea sobre el Espíritu Santo se amplia con varias palabras, en especial las dos frases “de la sustancia del Padre” y se omiten “Dios de Dios”  y los anatemas. Se añaden diez cláusulas y en cinco lugares las palabras están colocadas en distintos lugares. En general, las dos fórmulas contienen lo que es común a todas las fórmulas bautismales de la Iglesia primitiva. Vossius (1577-1649) fue el primero en detectar la semejanza entre el credo del "Ancoratus" y la formula bautismal de la iglesia de Jerusalén. Hort (1876) mantiene que el símbolo es una revisión de la fórmula de Jerusalén, en la que se han insertado las más importantes aseveraciones sobre el Espíritu Santo El autor de la revisión puede haber sido S. Cirilo de Jerusalén (315-386). Se ofrecen varias hipótesis sobre la tradición de que el símbolo niceno-constantinopolitano se originó con el concilio de Constantinopla, pero ninguna es satisfactoria. Sea cual fuere su origen, lo cierto es que el concilio de Calcedonia (451) se lo atribuyó al de Constantinopla y si de hecho no se compuso en él, fue adoptado y autorizado por los Padres reunidos en la asamblea como verdadera expresión de la Fe. La historia del Credo se completa en el artículo Filioque ( ver también ARRIO, EUSEBIO DE CESAREA)
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La siguiente es una traducción literal del texto [[Grecia|griego]] de la fórmula constantinopolitana; los paréntesis [ ] indican las palabras alteradas o añadidas en la forma [[liturgia|litúrgica]] [[Iglesia Latina|occidental]] en uso al presente.
J. WILHELM
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Transcrito por Fr. Rick Losch
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:[[creencia|Creemos]] (Creo) en un sólo [[Dios]], Padre [[omnipotencia|Todopoderoso]], creador del [[cielo]] y de la tierra, de todo lo visible y lo [[ángeles|invisible]]. Y en un sólo Señor [[Jesucristo]], [[Hijo de Dios|Hijo]] único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:  (Dios de Dios), luz de luz, Dios [[verdad]]ero de Dios verdadero, engendrado, no [[Creación|creado]], de la [[Homoousion|misma naturaleza]] del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los [[hombre]]s, y por nuestra [[salvación]] bajó del cielo, por obra del Espíritu Santo se [[la Encarnación|encarnó]] de la [[virginidad|Virgen]] [[María]],  y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en [[tiempo]]s de [[Poncio Pilato]]; padeció y fue [[entierro cristiano|sepultado]]; y [[Resurrección de Jesucristo|resucitó]] al tercer día, según las [[Biblia|Escrituras]]. Y [[Ascensión|subió al cielo]] y está sentado a la derecha del Padre y de nuevo vendrá con [[gloria]] para juzgar a vivos y muertos y su [[Reino de Dios|reino]] no tendrá fin. Y (creo) en el Espíritu Santo, Señor y dador de [[vida]], que procede del Padre (y del Hijo), que con el Padre y el Hijo recibe una misma [[adoración]] y gloria y que habló por los [[profecía, profeta y profetisa|profetas]]. Y en [[la Iglesia]], que es una, [[santidad|santa]], [[católico|católica]] y [[apostolicidad|apostólica]]. Confesamos (Confieso) que hay un sólo [[bautismo]] para el perdón de los [[pecado]]s. Esperamos (Espero) la [[resurrección general|resurrección]] de los muertos y la vida del mundo futuro. [[Amén]].
Traducido por Pedro Royo
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En esta fórmula se amplía el artículo niceno sobre el Espíritu Santo; se omiten varias palabras, en especial las dos frases “de la [[substancia]] del Padre” y “Dios de [Dios]]”, así como también los [[anatema]]s; se añaden diez cláusulas; y en cinco lugares las palabras están colocadas en distintos lugares. En general, las dos fórmulas contienen lo que es común a todas las fórmulas bautismales de la Iglesia primitiva.   Vossius (1577-1649) fue el primero en detectar la semejanza entre el [[credo]] establecido en el "Ancoratus" y la formula bautismal de la Iglesia de [[Jerusalén]]. Hort (1876) sostiene que el símbolo es una revisión de la fórmula de Jerusalén, en la que se han insertado las más importantes declaraciones nicenas sobre el [[Espíritu Santo]].  El autor de la revisión puede haber sido [[San Cirilo de Jerusalén]] (315-386). Se ofrecen varias hipótesis para explicar la tradición de que el símbolo niceno-constantinopolitano se originó en el [[Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla|Concilio de Constantinopla]], pero ninguna es satisfactoria.   Sea cual fuere su origen, el hecho es que el [[Concilio de Calcedonia]] (451) se lo atribuyó al de [[Constantinopla]] y si realmente no se compuso en ese [[concilio]], fue adoptado y autorizado por los Padres reunidos en la asamblea como una [[verdad]]era expresión de la [[fe]]. La historia del Credo se completa en el artículo [[Filioque]] (ver también [[Arrio]], [[Eusebio de Cesarea]]).
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Texto relacionado y recomendado: Los [[Padres de la Iglesia]] comentan el Credo (Bertrand de Margerie S.J.): http://www.aciprensa.com/catequesis/credo.htm
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'''Fuente''':  Wilhelm, Joseph. "The Nicene Creed." The Catholic Encyclopedia. Vol. 11. New York: Robert Appleton Company, 1911. 16 Jan. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/11049a.htm>.
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Traducido por Pedro Royo.  rc
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Sitio de interés: [[Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima]] [http://www.ftpcl.edu.pe/]

Última revisión de 18:30 22 oct 2013

Council of Nicea - Nuremberg chronicles f 130v 3.jpg
El origen y la historia del Credo de Nicea se establecen en los artículos: Primer Concilio de Nicea, Segundo Concilio de Nicea, Arrio, arrianismo, Eusebio de Cesarea; Filioque.

Tal como fue aprobado en forma ampliada en el Concilio de Constantinopla (381), es la profesión de la fe cristiana, común a la Iglesia Católica, a todas las Iglesias Orientales separadas de Roma y a la mayoría de las denominaciones protestantes.

Poco después del Primer Concilio de Nicea se compusieron nuevas fórmulas de fe, la mayoría de ellas variaciones del Símbolo Niceno, para hacer frente a nuevas fases del arrianismo. Al menos hubo cuatro antes del Concilio de Sárdica en 341, y en ese concilio se presentó e insertó en las actas una nueva fórmula, aunque no la aceptó el concilio. Sin embargo, el Símbolo Niceno continuó siendo el único en uso entre los defensores de la fe. Gradualmente llegó a ser reconocido como la profesión de fe apropiada para los candidatos al bautismo. Su alteración a la fórmula Niceno-Constantinopolitana, la que ahora usamos, se suele atribuir al Concilio de Constantinopla, puesto que el Concilio de Calcedonia (451), que lo designó como “El Credo del Concilio de Constantinopla de 381” hizo que se leyera dos veces y se incluyera en las Actas. Los historiadores Sócrates, Sozomen y Teodoreto no mencionan esto, aunque de que hay constancia de que los obispos que permanecieron en el concilio tras la partida de los macedonios confirmaron la fe nicena. Hefele (II, 9) admite la posibilidad de que nuestro credo actual sea una condensación del “Tomo” (griego tomos|), es decir, la exposición de las doctrinas sobre la Santísima Trinidad hecha por el Concilio de Constantinopla, pero prefiere la opinión de Rémi Ceillier y Tillemont, que rastrean la nueva fórmula al "Ancoratus" de San Epifanio escrito en 374. Hort, Caspari, Harnack y otros opinan que la forma constantinopolitana no se originó en el Concilio de Constantinopla, ya que no está en las Actas del concilio de 381, sino que se insertó más tarde; porque San Gregorio Nacianceno que estuvo en el concilio sólo menciona la fórmula nicena advirtiendo que está incompleta en lo que se refiere al Espíritu Santo, lo que muestra que no conocía la forma constantinopolitana que corrige esa deficiencia; y porque los Padres latinos aparentemente nada sabían de ella antes de mediados del siglo V.

La siguiente es una traducción literal del texto griego de la fórmula constantinopolitana; los paréntesis [ ] indican las palabras alteradas o añadidas en la forma litúrgica occidental en uso al presente.

Creemos (Creo) en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Y en un sólo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: (Dios de Dios), luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, por obra del Espíritu Santo se encarnó de la Virgen María, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado; y resucitó al tercer día, según las Escrituras. Y subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin. Y (creo) en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre (y del Hijo), que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria y que habló por los profetas. Y en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confesamos (Confieso) que hay un sólo bautismo para el perdón de los pecados. Esperamos (Espero) la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

En esta fórmula se amplía el artículo niceno sobre el Espíritu Santo; se omiten varias palabras, en especial las dos frases “de la substancia del Padre” y “Dios de [Dios]]”, así como también los anatemas; se añaden diez cláusulas; y en cinco lugares las palabras están colocadas en distintos lugares. En general, las dos fórmulas contienen lo que es común a todas las fórmulas bautismales de la Iglesia primitiva. Vossius (1577-1649) fue el primero en detectar la semejanza entre el credo establecido en el "Ancoratus" y la formula bautismal de la Iglesia de Jerusalén. Hort (1876) sostiene que el símbolo es una revisión de la fórmula de Jerusalén, en la que se han insertado las más importantes declaraciones nicenas sobre el Espíritu Santo. El autor de la revisión puede haber sido San Cirilo de Jerusalén (315-386). Se ofrecen varias hipótesis para explicar la tradición de que el símbolo niceno-constantinopolitano se originó en el Concilio de Constantinopla, pero ninguna es satisfactoria. Sea cual fuere su origen, el hecho es que el Concilio de Calcedonia (451) se lo atribuyó al de Constantinopla y si realmente no se compuso en ese concilio, fue adoptado y autorizado por los Padres reunidos en la asamblea como una verdadera expresión de la fe. La historia del Credo se completa en el artículo Filioque (ver también Arrio, Eusebio de Cesarea).


Texto relacionado y recomendado: Los Padres de la Iglesia comentan el Credo (Bertrand de Margerie S.J.): http://www.aciprensa.com/catequesis/credo.htm

Fuente: Wilhelm, Joseph. "The Nicene Creed." The Catholic Encyclopedia. Vol. 11. New York: Robert Appleton Company, 1911. 16 Jan. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/11049a.htm>.

Traducido por Pedro Royo. rc

Sitio de interés: Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima [1]