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Lunes, 30 de diciembre de 2024

Sistema baconiano de filosofía

De Enciclopedia Católica

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Vida de Sir Francis Bacon

Este sistema toma su nombre de su fundador, Francis Bacon, Lord Verulam, Vizconde de San Albano, estadista y filósofo; nació el 22 de enero de 1561; murió el 9 de abril de 1626. Fue el segundo hijo de Lord Keeper Bacon y Anne, su segunda esposa, hija de Sir Anthony Cooke y cuñada de Lord Burghley. A los trece años (1573) entró al Colegio Trinidad, en Cambridge, donde estudió bajo la enseñanza de Whitgift. Antes de egresar (1575) ya había adquirido considerable fama por sus habilidades y erudición. Según le confesó luego a Rawley, fue en Cambridge donde le comenzó a disgustar la filosofía aristotélica ---“no por la inutilidad del autor, a quien siempre le atribuiría las más altas cualidades, sino por la infructuosidad del estilo; pues es una filosofía, tal como decía su Señoría, sólo para disputas y controversias, pero estéril para la producción de obras en beneficio del hombre. Mantuvo esa opinión hasta el final de sus días”.

En junio de 1576, fue admitido al Colegio de Abogados de Gray, pues estaba destinado a la profesión legal; pero poco después fue asignado a la embajada francesa de Sir Amyas Paulet. Su padre murió en 1579, dejándole una pequeña provisión, tras lo cual regresó a Inglaterra para continuar sus estudios de derecho y fue admitido como abogado el 27 junio de 1582. Dos años después fue electo al Parlamento por el Distrito de Melcome Regis. Al año siguiente escribió su "Carta de Asesoramiento a la Reina Isabel", un documento de interés considerable para los católicos, que expresaba las opiniones de Bacon respecto al tratamiento que se les daba a éstos. María Estuardo estaba viva todavía, y había complots y rumores de conspiración contra la reina. Había muchos seguidores de la antigua fe; y se podía asegurar la conformidad mediante medidas severas o insidiosas. El joven miembro consideraba a los católicos como enemigos de la reina. Era imposible, pensó, satisfacerlos, y peligroso irritarlos a través de demasiada severidad. Recomendó cambios en el Juramento de Supremacía e incluso fue tan lejos como proponer la tolerancia circunspecta de los sectarios debido a que su enseñanza llevaba a una situación "que su excelentísima Majestad va a desear y a querer”, es decir, la disminución y el debilitamiento de los papistas.

Su vida política y progreso fueron lentos, a pesar de su intriga e incesante petición de puestos; su extraordinaria ambición se vio condenada durante años a la infructuosidad. Tuvo el infortunio de incurrir en el disgusto de la reina por su oposición a una concesión de subvenciones en tal forma que atentaba contra los privilegios de los Comunes. El patrocinio que encontró en Essex le llevó a una amistad tan notable, como tan dramático y desastroso fue su fin. Hasta 1607, cuando Jacobo I había reinado cerca de cuatro años, no había avanzado más lejos en su oficio que el recibir el derecho de sucesión del puesto de Secretario de la Cámara de la Estrella. Pero en 1607 se convirtió en procurador general; desde entonces, hasta su caída, avanzó rápidamente. En 1613 fue nombrado fiscal general. Se convirtió sucesivamente en miembro del Consejo Privado (1616), Señor Guardián del Gran Sello (1617), Lord Canciller (1618). Fue elevado a la nobleza con el título de Barón Verulam (1618) y hecho Vizconde de San Albano (1621). De pronto cayó: fue acusado, como canciller, de aceptar sobornos, cargo del que se declaró culpable. Fue destituido y declarado incapaz de ocupar ningún cargo, lugar o empleo en el Estado. Fue excluido del Parlamento y del Tribunal, se le impuso una multa de 40,000 libras y fue sentenciado a prisión en la Torre hasta que el rey quisiese. Con el tiempo toda su sentencia fue condonada.

Su muerte ocurrió cinco años después; cuando iba a una cena a Highgate, se bajó de su carruaje, compró, mató y rellenó con nieve una gallina a fin de observar los efectos retardadores de la nieve en la putrefacción. Cogió un resfriado que se complicó en una bronquitis. Una semana después murió en la casa del Conde de Arundel; y fue enterrado, según su deseo, en la Abadía de San Albano, en la iglesia de San Miguel.

Su filosofía

La filosofía de Lord Bacon es demasiado fragmentaria para prestarse a una crítica que no sea discursiva, demasiado ampliamente concebida para ser echada a un lado con una simple línea de comentario, demasiado llena de expresión simbólica como para ser establecida exacta y brevemente. Es más bien de la naturaleza de un método que un sistema, y es un método que está incompleto. Pocos intentos de dar una nueva dirección a la búsqueda de la verdad han sido más sobrevalorados; pocos han sido el blanco de tan vigorosa crítica. Podría decirse que Bacon sufrió más en ella al caer en las trampas que él mismo indicaba eran peligrosas para los demás. La confianza que tenía en sus propios poderes era colosal. Pocos hombres pudieron haber escrito como él lo hizo en el "Novum Organum":

"La suerte está echada, el libro está escrito, para ser leído ahora o en la posteridad, no me importa cuándo; puede esperar un siglo para tener un lector, como Dios ha esperado 6,000 años para tener un observador". (Nota del editor: Esto fue escrito por Kepler, no por Bacon).


Su interpretación [|error |errónea]] y minimización del trabajo de los antiguos filósofos --excepto, quizás, Demócrito--- es tan sorprendente como su ignorancia de la ciencia contemporánea de su época o como la aplicación que él hace de sus propios principios; pues las normas incipientes de inducción (cuyo uso ya estaba ejemplificado en el "Analytica Posteriora" de Aristóteles) que encuentran su expresión más exacta en los Cánones de Mill, debieron haber evitado, al menos, sus opiniones científicas más crudas. Con todo su señalamiento de los insidiosos peligros de la Idola, él no pudo librar del todo su entendimiento de las preocupaciones que ellos causaban, incluso en la presentación de su método inductivo. Estos famosos fantasmas de la mente, de los cuales tenemos que luchar por librarnos, son cuatro:

  • el Idola Tribus (preocupaciones comunes a la humanidad);
  • el Idola Specus (pertenecientes al individuo);
  • el Idola Fori (resultante de una confusión de palabras y cosas en el lenguaje común de la plaza del mercado);
  • el Idola Theatri (que consiste de los dogmas recibidos de los filósofos que toman posesión de la mente a causa de una presunta autoridad).

Sin embargo, el hecho que los señaló y puso énfasis en el peligro ya es un adelanto. Sus listas, también, de hechos, su confuso cúmulo de casos, señalan el camino a un examen científico de la naturaleza. Sus contenidos se tratarán por acuerdo, desacuerdo y comparación.

A grandes rasgos, esto equivaldría al uso del método de acuerdo y diferencia, tomado en conjunto con el de las variaciones concomitantes. Lo que no se resalta con prominencia suficiente es el papel sumamente útil desempeñado por la conjetura y la hipótesis en la generalización y agrupación de hechos y casos; pero esto apenas es de extrañar, puesto que Bacon, aunque no le concede gran valor, propuso inaugurar cierto proceso por el cual podrían producirse fácilmente inducciones a partir de hechos por medio de un proceso casi mecánico o matemático.

Es interesante para el filósofo escolástico su tratamiento de causas, y en particular de las causas formales. Hay las cuatro causas usuales; en el esquema de Bacon la formal y la final pertenecen a la investigación metafísica; la eficiente y la material, a la física. El objetivo del autor del "Novum Organum" era desterrar las causas finales del ámbito de la ciencia física. Su limitación de la causa eficiente a la ciencia física arroja luz sobre su abrupta separación de la filosofía y la teología (vide infra). En cuanto a la causa formal del ser, nuestro autor es peculiarmente incoherente. Él usa el término en una sucesión de suposiciones diferentes, de modo que su verdadero significado es eficazmente obscurecido por los varios usos de la palabra. Pero, de un pasaje en el "De Augmetis", podría inferirse que trató con lo que se conoce en el escolasticismo como la forma accidentalis. Propone para investigación ---no las formas de las substancias--- sino las "formas" de color, gravedad, densidad, calor, etc. "de las cuales consisten las esencias, sostenidas por la materia, de todas las criaturas”. Cabe señalar que él dice que las esencias consisten de estas “formas” sostenidas por la materia ---una perspectiva, que con pequeñas modificaciones, se ha de hallar en varios sistemas más modernos.

El objeto de Bacon era abiertamente uno práctico. Dado el conocimiento inductivo de la "forma", deberíamos ser capaces de producir la lógicamente consecuente cualidad en la materia. Concibió como una posibilidad el hacer malabares con las "formas" con mucho, en casi el mismo sentido que el alquimista de los primeros días esperaba transmutar las esencias. Sus propias contribuciones positivas al avance de la ciencia fueron sumamente escasas. Ningún filósofo va a sus obras buscando una guía, ningún científico a buscar información. De hecho, el Dr. Whewell dice que nunca se ha hecho un descubrimiento científico con el método de Bacon. Las brechas en su sistema nunca fueron ponteadas por aquellos procesos que lo harían completo. Pero sería una señal de consideración superficial y una inexactitud histórica el etiquetar el método que el propuso como completamente insustancial o inútil. De hecho, llamó la atención sobre la peligrosidad del descuido de la observación exacta, lo que fue el reproche de los escolásticos posteriores; y proporcionó un incentivo indiscutible para la prosecución de la ciencia positiva. Si hizo poco por elevar la ciencia a la posición de dignidad que ahora ocupa, al menos indicó el camino por el cual debía proceder. Pero al crear el método de inducción, degradó el de deducción; y sin un solo principio general como base, cualquier filosofía, sistemática o matemática, está abierta al cargo de inconsecuente.

La posición de Bacon respecto a la revelación es bien conocida. La razón no puede lograr ningún conocimiento positivo de Dios. Esto debe venir sólo por la fe. La religión está por encima de la razón, pero no se opone a ella. Por el contrario, es el oficio de la razón encontrar objeciones y refutar los argumentos que se presentan contra las verdades de la revelación. Se ha cuestionado si Bacon fue realmente un racionalista o un creyente. Como hombre de estado, fue anglicano y erastiano. Como filósofo, la religión no llegó dentro a su ámbito de competencia. Pero hay pasajes en sus escritos que muestran un espíritu decididamente reverente y religioso, especialmente en algunos de los “Ensayos”.

La siguiente lista contiene las principales obras de Lord Bacon. Las fechas indicadas son las de publicación:

  • ”Advancement of Learning", 1605. (Esta fue ampliada y traducida al latín y editada por Rawley como "Opera F. Baconis de Verulamio...Tomus primus qui contient de Dignitate et Augmentatis Scientiarum libros IX", 1623.)
  • "De Sapientia Veterurm", 1609 (hecha en inglés por Sir A. Gorges, Knight, as "The Wisdom of the Ancients" 1619);
  • "Ensayos; Religious Meditations (en latín); Places of perswasion and disswasion; of the Colours of Good and Civil" (fragmento), 1579. En la segunda edición (1598) las “Meditaciones” están en inglés. En esta primera edición en inglés había diez ensayos; en la segunda (1612), 38; en la tercera (1625), 58.
  • "Historia Ventorum" (Parte III de la "Instauratio Magna"), 1622;
  • "Historia Vitae et Mortis" (2do. Título de parte III, I. M.), 1623;
  • "New Atlantis" (publicada por Rawley), 1627.
  • "Novum Organum", "Distributio Operis"; "Parasceve"; "Catalogues", 1620. (El plan de la totalidad "Instauratio Magna" se establece en el prefacio.
  • "Sylva Sylvarurn" (publicado por Rawley), 1627.

Las principales ediciones de las obras de Bacon fueron hechas por Rawley (1627-57); Tenison (1679); Stephens (1734). "Complete editions" por Blackbourne (1730); Mallet (1740); Birch (1763); Montague (1834); Spedding, Ellis, y Heath (1857-83).


Fuente: Aveling, Francis. "The Baconian System of Philosophy." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. 1 September 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/02192a.htm>.

Traducido por Giovanni E. Reyes. rc

Su filosofía

La filosofía de Lord Bacon es demasiado fragmentaria para prestarse a una crítica que no sea discursiva, demasiado ampliamente concebida para ser echada a un lado con una simple línea de comentario, demasiado llena de expresión simbólica como para ser establecida exacta y brevemente. Es más bien de la naturaleza de un método que un sistema, y es un método que está incompleto. Pocos intentos de dar una nueva dirección a la búsqueda de la verdad han sido más sobrevalorados; pocos han sido el blanco de tan vigorosa crítica. Podría decirse que Bacon sufrió más en ella de caer en las trampas que él mismo indicaba eran peligrosas para los demás. La confianza que tenía en sus propios poderes era colosal. Pocos hombres pudieron haber escrito como él lo hizo en el "Novum Organum":

"La suerte está echada, el libro está escrito, para ser leído ahora o en la posteridad, no me importa cuándo; puede esperar un siglo para tener un lector, como Dios ha esperado 6,000 años para tener un observador". (Nota del editor: Esto fue escrito por Kepler, no por Bacon).

Su interpretación errónea y minimización del trabajo de los antiguos filósofos --excepto, quizás, Demócrito--- es tan sorprendente como su ignorancia de la ciencia contemporánea de su época o como la aplicación que él hace de sus propios principios; pues las normas incipientes de inducción (cuyo uso ya estaba ejemplificado en el "Analytica Posteriora" de Aristóteles) que encuentran su expresión más exacta en los Cánones de Mill, debieron haber evitado, al menos, sus opiniones científicas más crudas. Con toda su señalización de los insidiosos peligros de la Idola, él no pudo librar del todo su entendimiento de las preocupaciones que ellos causaban, incluso en la presentación de su método Inductivo. Estos famosos fantasmas de la mente, de los cuales tenemos que luchar por librarnos, son cuatro:

  • el Idola Tribus (preocupaciones comunes a la humanidad);
  • el Idola Specus (pertenecientes al individuo);
  • el Idola Fori (resultante de una confusión de palabras y cosas en el lenguaje común del mercado);
  • el Idola Theatri (que consiste de los dogmas recibidos de los filósofos que toman posesión de la mente a causa de una presunta autoridad).

Sin embargo, el hecho que los señaló y puso énfasis en el peligro ya es un adelanto. Sus listas, también, de hechos, su confuso cúmulo de casos, señalan el camino a un examen científico de la naturaleza. Sus contenidos se tratarán por acuerdo, desacuerdo y comparación.

A grandes rasgos, esto equivaldría al uso del método de acuerdo y diferencia, tomado en conjunto con el de las variaciones concomitantes. Lo que no se resalta con prominencia suficiente es el papel sumamente útil desempeñado por la conjetura y la hipótesis en la generalización y agrupación de hechos y casos; pero esto apenas es de extrañar, puesto que Bacon, aunque no le concede gran valor, propuso inaugurar cierto proceso por el cual podrían producirse fácilmente inducciones a partir de hechos por medio de un proceso casi mecánico o matemático.

Es interesante para el filósofo escolástico su tratamiento de causas, y en particular de las causas formales. Hay las cuatro causas comunes: la formal y la final, que en el esquema de Bacon pertenecen a la investigación metafísica; la eficiente y la material, a la física. El objetivo del autor del "Novum Organum" era desterrar las causas finales del ámbito de la ciencia física. Su limitación de la causa eficiente a la ciencia física arroja luz sobre su abrupta separación de la filosofía y la teología (vide infra). En cuanto a la causa formal del ser, nuestro autor es peculiarmente incoherente. Él usa el término en una sucesión de suposiciones diferentes, de modo que su verdadero significado es eficazmente obscurecido por los varios usos de la palabra. Pero, de un pasaje en el "De Augmetis", podría inferirse que trató con lo que se conoce en el escolasticismo como la forma accidentalis. Propone para investigación ---no las formas de las substancias--- sino las "formas" de color, gravedad, densidad, calor, etc. "de las cuales consisten las esencias, sostenidas por la materia, de todas las criaturas”. Cabe señalar que él dice que las esencias consisten de estas “formas” sostenidas por la materia ---una perspectiva, que con pequeñas diferencias, se ha de hallar en varios sistemas más modernos.

El objeto de Bacon era abiertamente uno práctico. Dado el conocimiento inductivo de la "forma", deberíamos ser capaces de producir la lógicamente consecuente cualidad en la materia. Concibió como una posibilidad el hacer malabares con las "formas" con mucho, en casi el mismo sentido que el alquimista de los primeros días esperaba transmutar las esencias. Sus propias contribuciones positivas al avance de la ciencia fueron sumamente escasas. Ningún filósofo va a sus obras buscando una guía, ningún científico a buscar información. De hecho, el Dr. Whewell dice que nunca se ha hecho un descubrimiento científico con el método de Bacon. Las brechas en su sistema nunca fueron ponteadas por aquellos procesos que lo harían completo. Pero sería una señal de consideración superficial y una inexactitud histórica el etiquetar el método que el propuso como completamente insustancial o inútil. De hecho, llamó la atención sobre la peligrosidad del descuido de la observación exacta, lo que fue el reproche de los escolásticos posteriores; y proporcionó un incentivo indiscutible para la prosecución de la ciencia positiva. Si hizo poco por elevar la ciencia a la posición de dignidad que ahora ocupa, al menos indicó el camino por el cual debía proceder. Pero al crear el método de inducción, degradó el de deducción; y sin un solo principio general como base, cualquier filosofía, sistemática o matemática, está abierta al cargo de inconsecuente.

La posición de Bacon respecto a la revelación es bien conocida. La razón no puede lograr ningún conocimiento positivo de Dios. Esto debe venir sólo por la fe. La religión está por encima de la razón, pero no se opone a ella. Por el contrario, es el oficio de la razón encontrar objeciones y refutar los argumentos que se presentan contra las verdades de la revelación. Se ha cuestionado si Bacon fue realmente un racionalista o un creyente. Como hombre de estado, fue anglicano y erastiano. Como filósofo, la religión no llegó dentro de su ámbito de competencia. Pero hay pasajes en sus escritos que muestran un espíritu decididamente reverente y religioso, especialmente en algunos de los “Ensayos”.

La siguiente lista contiene las principales obras de Lord Bacon. Las fechas indicadas son las de publicación:

  • ”Advancement of Learning", 1605. (Esta fue ampliada y traducida al latín y editada por Rawley como "Opera F. Baconis de Verulamio...Tomus primus qui contient de Dignitate et Augmentatis Scientiarum libros IX", 1623.)
  • "De Sapientia Veterurm", 1609 (hecha en inglés por Sir A . Gorges, Knight, as "The Wisdom of the Ancients" 1619);
  • "Ensayos; Religious Meditations (en latín); Places of perswasion and disswasion; of the Colours of Good and Civil" (fragmento), 1579. En la segunda edición (1598) las “Meditaciones” están en inglés. En esta primera edición en inglés había diez ensayos; en la segunda (1612), 38; en la tercera (1625), 58.
  • "Historia Ventorum" (Parte III de la "Instauratio Magna"), 1622;
  • "Historia Vitae et Mortis" (2do. Título de parte III, I. M.), 1623;
  • "New Atlantis" (publicada por Rawley), 1627.
  • "Novum Organum", "Distributio Operis"; "Parasceve"; "Catalogues", 1620. (El plan de la totalidad "Instauratio Magna" se establece en el prefacio.
  • "Sylva Sylvarurn" (publicado por Rawley), 1627.

Las principales ediciones de las obras de Bacon fueron hechas por Rawley (1627-57); Tenison (1679); Stephens (1734). "Complete editions" por Blackbourne (1730); Mallet (1740); Birch (1763); Montague (1834); Spedding, Ellis, y Heath (1857-83).


Fuente: Aveling, Francis. "The Baconian System of Philosophy." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/02192a.htm>.

Traducido por Giovanni E. Reyes. rc