Herramientas personales
En la EC encontrarás artículos autorizados
sobre la fe católica
Jueves, 21 de noviembre de 2024

María Estuardo

De Enciclopedia Católica

(Redirigido desde «María Reina de Escocia»)
Saltar a: navegación, buscar

María Estuardo, nació en Linlithgow, el 8 de Diciembre de 1542; murió en Fotheringay, el 8 de Febrero de 1587. Fue la única hija legítima de James V de Escocia, cuya muerte (el 14 de Diciembre) acaeció inmediatamente después de su nacimiento, convirtiéndola en reina a los 6 días de nacida.

Los Tudor se empeñaron en enfrentarse en una guerra con Eduardo VI de Inglaterra. Sin embargo, María fue enviada a Francia el 7 de Agosto de 1548 donde fue excelentemente bien educada, como ha sido admitido tanto por amigos como por adversarios. El 24 de Abril de 1558, se casó con el delfín Francis y, a la muerte de Enrique II, el 10 de Julio de 1559, se convirtió en la Reina consorte de Francia.

Esta aparente buena fortuna fue ensombrecida con la pérdida de Escocia. Inmediatamente después de la ascensión de Isabel, su consejo hizo planes para “apoyar las divisiones” de Escocia ayudando a aquellos “inclinados hacia la verdadera religión”. La revolución estalló en Mayo y con la ayuda de Isabel, pronto tomó la delantera.

Había razones dinásticas, como religiosas para la política de Isabel. Siendo el nacimiento de Isabel ilegítimo, María, aunque excluida del testamento de Enrique VIII, podría reclamar el trono inglés como su legítima heredera. Dado que el estado de guerra perduró entre los dos países, no había posibilidad que ella fuese aceptada, pero sus heraldos lo hicieron, luego y ensalzaron Inglaterra en sus brazos lo que ofendió profundamente a la Reina inglesa. Los problemas de María continuaron creciendo por los Hugonotes que se levantaban en Francia llamados le tumulte d'Amboise (6-17 Marzo de 1560), haciendo imposible para los franceses socorrer a María en Escocia.

Finalmente, la hambrienta Francia guarnecida en Leith, fue obligada a dar paso a la enorme fuerza inglesa y los representantes de María firmaron el Tratado de Edimburgo (6 de Julio de 1560.) Una cláusula del Tratado excluyó del trono inglés a todos los descendientes de María, entre ellos, la actual casa reinante que reclamaba por ella. María nunca confirmó este tratado. Francis II murió el 5 de Diciembre y María, postrada por un tiempo por la pena, se levantó para encontrar que todo su poder se había ido y sus rivales estaban instalados en su lugar. Aunque los reformistas escoceses habían conspirado en principio abiertamente por su deposición, hubo un cambio y su retorno fue acordado- Isabel le rehusó pasaporte y ordenó a su flota vigilar la nave de María. Ella zarpó esperando lo peor pero llego sana y salva a Leith el 19 de Agosto de 1561.

La revolución política, las vastas apropiaciones de la propiedad de la iglesia, y el frenético odio de los seguidores de Knox hacia el Catolicismo, hicieron imposible cualquier restauración del antiguo orden. María, se afirmó con la nueva y, por su moderación y manejo, dejó tiempo para un gradual regreso a la lealtad. Aunque reinó, no gobernó. Dictó y frecuentemente repitió una proclamación aceptando la religión como ella la había mantenido – el primer edicto de tolerancia en Gran Bretaña. Tuvo lugar un lento pero permanente alivio en la suerte de los Católicos. Al final de su reinado no habían menos que 12.600 comuniones de Pascua de Resurrección en Edimburgo.

En 1562, el Padre Nicolás de Gouda la visitó en nombre del Papa Pío IV, no sin peligro de su vida. Reportó tristemente desilusionado de los obispos escoceses, aunque fue entusiasta respecto a la “devota joven reina” quien “escasamente tenía veinte veranos” y se encuentra “ sin ningún protector o buen consejero”. Aunque ella continua contrarrestando las maquinaciones de los herejes lo mejor que puede no sería un error considerar su posición peligrosa.” Eso era verdad. María era una mujer quien se apoyaba en sus consejeros con total y completa confianza. Aunque, viviendo entre falsos amigos, se torno en una mala jueza de los consejeros masculinos. Todas sus desventuras pueden ser consideradas como causadas por sus equivocadas y rápidas atracciones sin sólidas razones.

Sin duda, otros soberanos han tenido favoritos en personas objetables, pero muy pocos o ninguno ha arriesgado o sacrificado todo por ellas, como María hizo una y otra vez.

Enrique Estuardo, Lord Darnley, bisnieto de Enrique VII de Inglaterra quien pretendía tanto la corona inglesa como la escocesa, siempre fue considerado como posible candidato a la mano de María y mientras pretendientes más poderosos caían, sus posibilidades aumentaban. Él era, sobretodo, Católico, aunque de forma acomodaticia, ya que fue llevado a la corte de Isabel quien en Febrero de 1565 le permitió ir a Escocia. María, al principio fría, pronto se enamoró violentamente. Los lores protestantes, se levantaron en armas e Isabel respaldó su rebelión, pero María los llevó a la victoria desde el campo y se casó con Darnley antes que llegara de Roma la dispensa requerida que removía el impedimento, por el hecho de ser primos hermanos. Pero ella dejó suficiente tiempo para que la dispensa fuera otorgada y eventualmente fue concedida en una forma que hubiera sido suficiente si fuera necesaria a través de una sanatio in radice. En cuanto se logró la victoria, Darnley se tornó imputable, pendenciero y presumiblemente algo vicioso. Se volvió violentamente celoso de David Rizzio quien, al parecer, podemos ver, era perfectamente inocente e inofensivo, una persona alegre que ayudó a la reina en su correspondencia extranjera y algunas veces la entretuvo con música. Luego, Darnley ingresó en la banda de los mismos lores que luego se levantaron en rebeldía contra él: debían secuestrar a Rizzio en presencia de la reina, asesinarlo y obtener la corona por matrimonio para Darnley, quien les aseguraría perdón y recompensa. El complot tuvo éxito: Rizzio fue sacado de la mesa de María, envenenado y colocado fuera de la puerta de la reina (9 de Marzo de 1566). Aunque, María fue puesta prisionera, se las ingenió para escapar y nuevamente triunfó ante sus adversarios; pero ya no era posible el respeto hacia su marido. Ahora su favorito era James Hepburn, Conde de Bothwell quien la sirvió con coraje y lealtad en las crisis posteriores. Luego, un bando fue firmado para asesinar a Darnley en Ainsley por la mayoría de los nobles que habían estado implicados en los complots anteriores. Darnley quien había estado enfermo en Glasgow, fue llevado de regreso a Edimburgo por su esposa y alojó en sus albergues en Kirk o´Field. El 10 de Febrero de 1567, a las dos del día siguiente la casa fue volada con pólvora y el joven (quien hacía poco había logrado su mayoría de edad) fue asesinado. La investigación del asesinado fue muy superficial. Bothwell, quien fuera acusado, fue encontrado inocente por sus pares (12 de Abril) y el 24 llevó a María por la fuerza a Dunbar, donde consintió en casarse con él. Por consiguiente, Bothwell se divorció de su esposa con escandalosa violencia tanto en las cortes Protestante como la Católica, y se casó con María (15 de Mayo.) Exactamente un mes después, los mismos lores de antes se levantaron contra su antiguo confederado y la reina a los que encontraron en Carberry Hill. A Bothwell se le permitió escapar, pero María quien se había rendido en el entendido que sería tratada como reina, fue manejada con ruda violencia y aislada en el Castillo de Lochleven.

Los documentos originales donde se la considera culpable, han desaparecido, y una prolongada controversia se levantó sobre la evidencia aún disponible. Sin embargo, la confusión se debe a largas presunciones. Más adelante, con la disminución del rencor Protestante y el entusiasmo por los Estuardo el conflicto de opiniones ha disminuido bastante. La tendencia de las escuelas modernas ven a María como una partícipe, aunque en menor y aún indeterminado grado de los crímenes arriba mencionados. Los argumentos son muy complicados para ser entregados aquí, pero aquellos dados por autoridad pueden ser indicados. Había algunos representantes Católicos bien informados en Edimburgo durante el período crítico. El Papa había enviado al Padre Edmund Hay, un jesuita; a Philibert Du CROC quien estuvo aquí por Francia, Rubertino Solaro Moretta representante de Saboya y Roche Mamerot, un dominico confesor de la reina entre ellos. Todos ellos, como también el embajador español en Londres, representaron la contienda Bothwell como una desgracia involucrando menosprecio sobre su virtud. Su confesor sólo la defendió de su participación en el asesinato de su esposo. La evidencia documentada más perfecta es la llamada “cartas del ataúd” de las que se decía María habría escrito a Bothwell durante la fatal crisis. Si, por un lado, su autenticidad aún no es una prueba final, sin embargo no existe aún argumento que las invalide como lo prueba ante el criticismo moderno.

La derrota en Carberry Hill y la prisión en Lochleven eran bendiciones disfrazadas. Los lores Protestantes evitaron una investigación tanto como la propia María; y sólo ella sufrió mientras los otros salieron libres de culpa. Esto atrajo una vez mas simpatía a su causa. Se la ingenió para escapar, levantó un ejército aunque fue derrotada en Langside (13 de Mayo de 1568) y viajó a Inglaterra donde nuevamente se encontró prisionera. En esta oportunidad, no rehusó justificarse aunque puso la condición que debía aparecer ante Isabel en persona. Pero Cecil planeó realizar un juicio que finalmente enredó a María con los lores del rey, como fueron llamados (porque habían coronado al infante James) y así mantenían a los dos partidos divididos y ambos dependientes de Inglaterra. Esto fue eventualmente logrado en las conferencias en York y Westminster ante una comisión de pares ingleses bajo el Duque de Norfolk. Las “cartas del ataúd” fueron entonces producidas en contra de María y mil sucios cargos después tomaron cuerpo en la “Detectio” de Buchanan. Sin embargo, María sabiamente rehusó defenderse a no ser que su dignidad como reina fuera respetada. Eventualmente, se llegó a un veredicto abierto. “Nada ha sido suficientemente probado, con lo cual la Reina de Inglaterra pueda tener una mala opinión de su hermana” (10 de Enero de 1569.). La astucia de Cecil se había propasado. Tal veredicto de un enemigo fue considerado por todos como uno de No Culpable y la reputación de María la cual había caído luego del capítulo Bothwell, ahora revivía rápidamente. Su constancia en la fe, que fue claramente la razón principal de sus sufrimientos hizo una profunda impresión en los Católicos y San Pío V le escribió una carta que puede ser considerada como una reconciliación con el Papado. ( 9 de Enero de 1570.)

Incluso antes de esto, había sido sugerido un plan para declarar nulo el matrimonio con Bothwell y posteriormente casarla con el Duque de Norfolk y fue apoyado por lo que podemos ahora llamar el Partido Conservador entre los pares ingleses, un signo que no estaban muy impresionados con los cargos contra la reina escocesa que había sabido recientemente. Sin embargo Norfolk no tenía la iniciativa de llevar a cabo tal plan. Los Católicos en el Norte, se levantaron apoyándolo, pero, al no tener organización el levantamiento colapsó rápidamente ( 14 de Noviembre al 21 de Diciembre de 1569.) María fue llevada rápidamente al sur por sus carceleros con ordenes de matarla antes de permitir su escape. Los mensajeros en aquellos días viajaban tan lento, que el papa, dos meses después del colapso del levantamiento, aunque no había sabido de su inicio, excomulgó a Isabel (25 de Febrero de 1570) de manera de pavimentar el camino a las armas. Ambos, el levantamiento y la excomunión eran tan independientes del principal curso de los acontecimientos que, una vez que la sorpresa se había pasado, el plan para casar a Norfolk retomó su curso previo y un banquero italiano, Ridolfi prometió obtener apoyo papal para ello. La idea equivocada de Lord Acton que Ridolfi habían sido empleados por Pío V para lograr el asesinato de Isabel, al parecer volvió a surgir de una mala interpretación de la Vida Latina de San Pío de Gabucio en las Bolandistas (cf. “Acta SS” Mayo, IV, 1680, pp 657, 658, con Catena “Vita di Pio V” Mantua, 1587, p.75). Eventualmente, Cecil descubrió la intriga; Norfolk fue decapitado el 2 de Junio de 1572 y los Puritanos clamaron por la sangre de María, pero en esto en particular, Isabel no los complació.

Después de esto, el arresto de María continuó con gran rigor por catorce años, bajo el Conde de Shrewsbury y Sir Amias Paulet en el Castillo de Sheffield, Tutbury, Wingfield y Chartley. Pero ella tenía tantos simpatizantes que las notas frecuentemente se contrabandeaban, a pesar de todas las precauciones y las esperanzas de María de una eventual liberación nunca murieron. Las frecuentes conspiraciones de las que nuestros historiadores Protestantes hablan con frecuencia, son rumores vacíos que no resisten la investigación histórica. La vida de Isabel nunca estuvo en peligro. Planes para liberar a María fueron sin dudas ocasionalmente organizados desde el extranjero pero ninguno de ellos lograron realizarse. Su eventual caída se debió a su excesiva confianza en Thomas Morgan, un agente, quien había mostrado grandes habilidades y energía para inventar los medios para pasar las cartas, pero quien asimismo era un vano, pendenciero, sedicioso hombre, siempre dispuesto a traicionar a Isabel. Por lo mismo, los espías de Walsingham se ofrecían con frecuencia para llevarle cartas y eventualmente el alevoso Gilbert Gifford (un seminarista que luego se ordenó sacerdote para llevar a cabo sus engaños con menor sospecha) ideó un canal de correspondencia, donde cada carta enviada a o para María era pasada por las manos del intérprete de Isabel, Thomas Phellips y copiadas por él. Como Morgan ahora se comunicaba con Ballard, el único sacerdote hasta donde sabemos, que cayó víctima de la tentación de conspirar contra Isabel, el peligro para María era ahora grave.

A su debido tiempo Ballard, a través de Anthony Babington, un joven y rico caballero escribió, por medio de Gifford a María. Al parecer los confederados rehusaron unirse a la conspiración sin la aprobación de María y Babington escribió para investigar si María los premiaría si ellos “despachaban al usurpador” y así ponerla en libertad. Como Walsingham tenía dos o tres agentes provocadores junto a los conspiradores, la sospecha es vehemente que Babington fue persuadido a hacer esta arriesgada pregunta, aunque una prueba positiva de esto aún no se ha encontrado.

En contra de los consejos de sus secretarios, María respondió la carta, prometiendo recompensar a aquellos que la ayudaran a escapar, aunque no dijo nada sobre el asesinado (17 de Julio de 1586).

Babington y sus secuaces fueron arrestados, enjuiciados y ejecutados y luego comenzó el juicio de María (14 y 15 de Octubre). El objetivo deseado era una sentencia de muerte y por su puesto, fue obtenida. María libremente confesó que siempre pensó y buscó medios para escapar. En cuanto a las conspiraciones contra la vida de Isabel, ella protestó “su inocencia y que ella no había procurado o alentado ningún daño contra su Majestad”, lo cual era perfectamente cierto. En cuanto al alegato de simple conocimiento de traición sin hacerlo manifiesto, la parte acusadora no lo pudo aislar de manera que moderó el cargo. Mas aún, María siempre sostuvo que la Reina de Escocia no tenía responsabilidades en las conspiraciones de súbditos ingleses, incluso si ella hubiese sabido de ellos. Sin dudas, en aquellos días el privilegio real, su rango podría, en las mentes de muchos hombres, haberla excusado en cualquier caso. Pero Lord Burghley, visualizando el peso del privilegio, le rehusó todo signo de realeza y fue condenada como “María Estuardo, comúnmente llamada Reina de Escocia”.

Durante todo el proceso de su juicio y ejecución, María actuó con magnífico coraje, merecedora de su carácter noble y rango de reina. No puede haber duda que murió con la caridad y magnanimidad de una mártir; como también su ejecución se debió, de parte de sus enemigos, al aborrecimiento de la Fe. El Papa Benedicto XIV opinó que en estas dos cabezas no parece necesitarse requisito alguno para una declaración formal de martirio, si solo los cargos conectados con los nombres de Darnley y Bothwell pudieran ser completamente eliminados” ("Opera omnia", Prato, 1840, III, c.xiii, s. 10.).

En una primera mirada, los retratos de María aparecen como inconsistentes uno con el otro y con cualquier bien parecido original. Pero el criticismo moderno ha reducido los retratos genuinos a un comparativamente pequeño número y muestran como pueden ser reconciliados, mientras que su tiesa apariencia es probablemente solo el resultados de un pintor sin habilidades para representar la calidad de majestad. Tres esbozos en tiza hechos por Clouet (Jeanet) representándola a las edades de 9, 16 y 19 años son las más confiables reseñas. El tercero, “Le Deiul Blanc” ha sido copiado en varias oportunidades en óleo o miniatura. Respecto a su reinado en Escocia, no se conoce ninguna pintura excepto, quizás, las de Lord Leven y Melville cuyo interés radica que nos dan una idea de la vida. Durante su cautiverio, parece ser que fue pintada solo en miniaturas y que de éstos desciende el estilo Sheffield de retratos. Una pintura muy valiosa fue hecha luego de su muerte, mostrando la ejecución; esto, hoy en Blairs y sus copias (en Windsor, etc) son llamados “pinturas conmemorativas”.

J. H. POLLEN Transcrito por Marie Jutras Traducido por Carolina Eyzaguirre Arroyo.