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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Motete

De Enciclopedia Católica

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El motete es una pequeña pieza musical con palabras latinas, y cantada en lugar de, o inmediatamente después, del ofertorio, o como un número separado en funciones extra-litúrgicas. El origen del nombre está envuelto en cierta oscuridad. La derivación más generalmente aceptada es del latín motus, "movimiento"; pero también se ha sugerido el francés mot, "palabra" o "frase". El mottetto italiano fue originalmente (en el siglo XIII) una especie de música polifónica profana, al estar en clave de tenor, el aire, o melodía, ocupaba el entonces lugar reconocido del tema de canto fermo o canto llano. Philip de Vitry, quien murió siendo obispo de Meaux, escribió una obra titulada "Ars compositionis de motetis", cuya fecha fue probablemente 1320. Este volumen (ahora en la Biblioteca Nacional de París) contiene nuestros especímenes más antiguos de motetes sagrados, y estos continuaron en boga por más de dos siglos. Gerbert imprimió algunos otros motetes de la primera mitad del siglo XIV, pero no son de ningún interés particular, y están principalmente en dos partes.

No fue sino hasta el comienzo del siglo siguiente, especialmente entre los años 1390 y 1435, que varios compositores distinguidos, —por ejemplo. Dunstable, Power, Dufay, Brasart y Binchois— produjeron motetes polifónicos que aún merecen atención. El ”Quam pulchra es” de Dunstable es un encantador ejemplo de un motete de tres partes, cuyo aleluya final está muy adelantado a cualquier obra similar durante el primer cuarto del siglo XV, y que revela un estilo genuinamente artístico. Igualmente hermosos son los motetes de Lionel Power, cuyos manuscritos se encuentran en Viena, Bolonia y Módena. Uno de sus esfuerzos más felices es un motete de cuatro partes en el que el tratamiento es particularmente melodioso y de sabor irlandés. Dufay, que era valón (N. de la T.: Según el Diccionario de la RAE: natural del territorio belga que ocupa aproximadamente la parte meridional de este país de Europa.), compuso numerosos motetes, incluyendo “Salve Virgo”, “Flos fórum”, “Alma Redemptoris” y “Ave Regina cælorum”; y en su testamento ordenó que los monaguillos y coristas de la catedral de Cambrai cantasen esta última composición en su lecho de muerte. Brasart, también valón, cuyo nombre aparece entre los cantantes pontificios en 1431, compuso motetes, incluyendo un “Fortis cum quevis actio” en cuatro partes y un “Ave Maria” muy hermoso. Binchois (m. 1460), otro nativo de Flandes, dejó algunos motetes en tres partes, incluido el "Beata Dei Genitrix", pero el tratamiento es arcaico y nada comparable a la obra de Power o Dufay. Al igual que Dufay, fue sacerdote y canónigo de Mons.

Desde 1435 hasta 1480, el motete fue tratado por maestros como Caron, Okeghem y Obrecht, y aunque el estilo es muy adelantado a composiciones similares de mediados del siglo XV, no muchos de los especímenes sobrevivientes pueden compararse con los mejores esfuerzos de Power y Dufay. Okeghem fue sacerdote y capellán principal de Carlos VII de Francia y de Luis XI, y posteriormente fue nombrado canónigo y tesorero de la Basílica de San Martín en Tours. Su motete, "Alma Redemptoris", muestra mucho ingenio contrapuntístico, y también escribió un motete para treinta y seis voces, probablemente interpretado por seis coros de seis voces cada uno.

Pero es entre los años 1480 y 1520 que el motete progresó como una forma de arte, favorecido por los nacientes artificios de la escuela moderna, con Josquin Deprés como líder. La característica sobresaliente de los motetes de este período es la habilidad extraordinaria que se muestra al entrelazar el contrapunto melodioso alrededor de una breve frase de canto llano o melodía secular. Josquin (canónigo de San Quintín) era significativamente superior a sus compañeros, y sus motetes estuvieron entre los primeros impresos por Petrucci de 1502-05. En total, se han impreso 150 de sus motetes, el más conocido de los cuales es el hermoso, fundado sobre el tema del canto llano de "Requiem æternam", sobre la muerte de su maestro Okeghem, y la configuración de las genealogías en los Evangelios de San Mateo y San Lucas. Su condiscípulo, Pierre de la Rue, también compuso algunos motetes encantadores, de los cuales se han impreso veinticinco. Uno de los más conocidos se funda en una tema de las Lamentaciones de Jeremías.

Otro famoso escritor de motetes de este período fue Eleazar Genet, más conocido como Carpentras (por el lugar de su nacimiento), sacerdote y nuncio papal. Sus "Motetti della corona" fueron publicados por Petrucci en 1514, pero es mejor conocido por sus "Lamentaciones", que el coro pontificio siguió cantando en Roma hasta 1587. Un tercer escritor de motetes fue Jean Mouton, canónigo de San Quintín, cuya "Quam pulchra es" a menudo se le ha atribuido a Josquin. Un cuarto es Jacques Clément (Clemens non Papa), quien publicó siete libros de motetes, publicados por Phalèse (Lovaina, 1559). Proske ha reimpreso tres especímenes típicos en su "Musica divina". En 1558 Jacob Vaett compuso un motete sobre la muerte de este compositor franceses. John Dygon, prior de la Abadía de San Agustín, Canterbury, fue un compositor de motetes, uno de los cuales fue impreso por Hawkins.

Otros compositores ingleses que cultivaron esta forma de arte en el siglo XVI fueron: Fayrfax, Tallis (quien escribió uno en cuarenta partes), Whyto, Redford, Taverner y Shepherd. Muchos de los motetes latinos de estos músicos se adaptaron posteriormente a las palabras en inglés. Arcadelt, un cantante pontificio, compuso un “Pater Noster” de ocho partes; su mejor conocida “Ave Maria” es de dudosa autenticidad. Willaert, maestro di cappella en San Marcos, Venecia, y “padre del madrigal”, publicó tres colecciones de motetes para cuatro, cinco y seis voces, no pocos de los cuales son sumamente inventivos y melodiosos aunque intrincados.

El apogeo de la composición del motete se alcanzó en el período de 1560 a 1620, cuando florecieron Orlando di Lasso (Rolando de Lattre), Palestrina, Morales, Anerio, Marenzio, Byrd, de Rore, Suriano, Nanini, Gabrieli, Croce y Monteverde, sin olvidar a los compositores católicos ingleses como Bevin, Richard Dering y Peter Philips. Palestrina, quien ha sido llamado acertadamente Princeps Musicæ, compuso sobre 300 motetes, algunos para doce voces, pero en su mayoría para cuatro a ocho voces, de los cuales se imprimieron siete libros. mientras que otro es el mucho más simple "Sicut cervus desiderat". Uno de sus exquisitos motetes es “Fratres, ego enim accepi”, para ocho voces, mientras que otro es el mucho más simple “Sicut cervus desiderat”. Lasso compuso 180 Magníficats y 800 motetes. Los otros maestros mencionados arriba nos han dejado bellos ejemplares. Sin embargo, en el caso de Monteverde (1567-1643), rompió con las antiguas tradiciones y ayudó a crear la escuela de música moderna, al emplear disonancias no preparadas y otros artificios armónicos. Croce, el cual era sacerdote, publicó muchos hermosos motetes, incluyendo “O sacrum convivium”.

A mediados del siglo XVII, debido al conflicto entre las escuelas más antiguas y las más nuevas, no hubo avances apreciables en la escritura de motetes. Los únicos dos compositores que defendieron noblemente la verdadera escuela polifónica fueron Allegri y Casciolini. Allegri era sacerdote y cantante pontificio, y es mejor conocido por su famoso Miserere para nueve voces en dos coros. Todavía se cantan algunos de los motetes de Casciolini. Desde 1660 a 1670 entró en boga el tipo de motete moderno con acompañamiento musical, y el antiguo tratamiento "modal" eclesiástico fue reemplazado por la tonalidad de escala prevalente. Los maestros de esta época fueron Leo, Durante, Scarlatti, Pergolesi, Carissimi, Stradella y Purcell.

Durante el siglo XVIII el motete recibió el tratamiento adecuado a mnos de Johann Sebastian Bach, Keiser, Graun, Hasse, Handel y Bononcini. Otro desarrollo, pero en diferentes líneas, tuvo lugar durante el siglo XIX, cuyos ejemplares se pueden encontrar en las obras publicadas de Mozart, Haydn, Cherubini y Mendelssohn. Sin embargo, el ”motu proprio” del Papa San Pío X ha tenido el feliz efecto de revivir la escuela polifónica de los siglos XVI y principios del XVII, cuando el motete en su forma más verdadera estaba en la cima de la perfección.


Bibliografía: EITNER, Quellenlexikon (Leipzig. 1900-04); GROVE, Dict. of Music and Musicians (nueva ed., Londres, 1904-10); WALKER, Hist. of Music in England (Londres, 1907); DUNSTAN, A Cyclo pædic Dict. of Music (2da ed., Londres, 1909).

Fuente: Grattan-Flood, William. "Motet." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10, págs. 600-601. New York: Robert Appleton Company, 1911. 30 junio 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/10600c.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina