Báculo
De Enciclopedia Católica
Contenido
Uso
El báculo es un ornamento eclesiástico que se le confiere al obispo en su consagración y a los abades mitrados en su investidura, y el cual estos prelados usan al realizar ciertas funciones solemnes. A veces se afirma que los arzobispos no usan el báculo, lo cual no es así. La verdad es que además del báculo pastoral, ellos tienen el derecho a que se lleve la cruz arzobispal delante de ellos dentro del territorio de su jurisdicción.
De acuerdo al uso presente (1908) el romano pontífice no utiliza el báculo. Ahora se ha establecido totalmente que esta práctica es una desviación de la disciplina primitiva, pues el báculo se ve en las primeras representaciones de los Papas que se encuentran en tablas, monedas y otros monumentos (Kraus, Geschichte der christlichen Kunst, II, 500). Pero en el siglo XI esto debe haber desaparecido, ya que Inocencio III (m. 1216) da a entender que ya no prevalecía (Epistola ad Patr. Const.). Los simbolistas alegan que una razón por la que el Papa no usa el báculo es porque San Pedro entregó su bastón a uno de sus discípulos para que resucitara a un compañero muerto
Simbolismo
El báculo es símbolo de autoridad y jurisdicción. Esta idea queda claramente expresada en las palabras del Pontificio Romano con las que presenta el báculo al obispo electo: "Accipe baculum pastoralis officii; et sis in corrigendis vitiis pies viens, judicium sine irâ tenens, in fovendis virtutibus auditorum animos mulcens, en tranquillitate severitatis censuram non deserens" (Pont. Rom. 77). Como dice Durando (Rationale Divin. Off., III, XV), los prelados lo portan para denotar su autoridad para corregir los vicios, estimular la piedad, administrar el castigo y así regir y gobernar con una ternura que se templa con la severidad. Ese mismo autor además dice que, así como la vara de Moisés era el sello y emblema de su comisión divina así como el instrumento de los milagros que obró, el báculo episcopal es el símbolo de ese poder doctrinal y disciplinario de los obispos en virtud de la cual pueden sostener a los débiles y vacilantes, confirmar a los que vacilan en la fe y conducir a los que yerran al redil verdadero.
Barbosa (Pastoralis Sollicitudinis, etc., Tit. I, ch. V), al aludir a la forma prevaleciente del báculo, dice que el extremo inferior es afilado y puntiagudo para pinchar y aguijonear al perezoso, el medio es recto para denotar un gobierno justo, mientras que la cabeza está inclinada o torcida para atraer y llevar almas a los caminos de Dios. Bona (rerum liturgic., I, XXIV) dice que es báculo es para los obispos lo que el cetro es para los reyes. En deferencia a este simbolismo, los obispos siempre llevan el báculo con la curvatura hacia afuera, mientras que los prelados inferiores lo sostienen con la cabeza invertida. Además, los báculos de los abades no son tan grandes como los báculos episcopales, y son cubiertos con un velo cuando el obispo está presente.
Origen
El origen del báculo pastoral se asocia a veces con el cayado del pastor, pero es dudoso que el uso se haya tomado de esa fuente. Algunos escritores trazan una afinidad con el lituus, o vara utilizada por los augures romanos en sus adivinaciones, mientras que otros ven en el báculo una adaptación de los bastones ordinarios que se usaban como apoyo en los viajes y en las iglesias antes de la introducción de los asientos (Catalani, Pont. Rom., Proleg.,XX). En todo caso, desde una fecha muy temprana se convirtió en una de las principales insignias del oficio episcopal. No es fácil de determinar cuán pronto, ya que en los primeros pasajes de los Padres en los que aparece la palabra no se puede determinar si debe tomarse literal o metafóricamente (ver 1 Cor. 4,21) o si designa un ornamento eclesiástico.
En el uso litúrgico probablemente se remonta al siglo V (Kirchenlex., s.v. Hirtenstab). Se le menciona en una carta del Papa Celestino I (m. 432) a los obispos de Vienne y Narbonne. De hecho, se han encontrado en las catacumbas báculos que datan del siglo IV, pero no se ha establecido su carácter ceremonial. La primera referencia inequívoca al báculo como instrumento litúrgico se da en el vigésimo séptimo canon del Concilio de Toledo (633). Al presente (a 1908) lo emplean los obispos siempre que desempeñan funciones pontificias solemnes, por derecho en sus propias diócesis y por privilegio fuera de ellas, y por prelados inferiores siempre que tengan el privilegio de ejercer funciones pontificias.
Forma y Desarrollo
Es de mucho interés la evolución del báculo. Los estudiosos eclesiales distinguen tres formas tempranas: La primera era un una vara de madera doblada o torcida en la parte superior y puntiaguda en el extremo inferior; esta es la forma más antigua y se conocía como pedum. El segundo tenía, en lugar de la curvatura, un pomo que a menudo estaba coronado por una cruz, y se llamaba ferula o cambuta, y el cual a veces era utilizado por los Papas. En la tercera forma el extremo superior consistía de una crux decussata, o T griega, y los brazos de la cruz a menudo estaban tan torcidos que representaban dos serpientes opuestas. Esta, conocida como crocia, era llevada por abades y obispos en el rito oriental.
El material original era generalmente madera de ciprés, a menudo revestida o con incrustaciones de oro o plata. Más tarde, los báculos se hacían de marfil macizo, oro, plata y metal esmaltado. De los muchos ejemplares conservados en las iglesias, así como de las representaciones en esculturas, pinturas y miniaturas antiguas, se puede formar una idea del desarrollo artístico del báculo y de la perfección que alcanzó. En la catedral de Brujas se conserva el báculo de San Macuto, obispo del siglo VI. El báculo consta de varias piezas de marfil unidas por doce tiras de cobre; pero la empuñadura es moderna (Reusens, Elém. d'arch. chr t., I, 504).
Los siglos XI y XII son testigos de una elaborada exhibición de la más exquisita ornamentación otorgada a la cabeza del báculo. La empuñadura a menudo terminaba en un dragón empalado por una cruz, o en alguna otra figura alegórica, mientras que una rica decoración floral llenaba la curva. En el siglo XIII los espacios entre las espirales de la empuñadura ornamentada se rellenaban con temas religiosos, estatuas de santos y escenas de los reinos animal y vegetal, mientras que en los de forma gótica el pomo estaba engastado en piedras preciosas y adornado con una guirnalda de ornamentación alegórica. Se conserva un buen número de estos ricos y valiosos esfuerzos de habilidad artística, y uno o más pueden verse en casi todas las catedrales antiguas de Inglaterra y el continente. Oxford posee tres patrones muy antiguos e interesantes, que se conservan en el New College, y que pertenecieron a William de Wykeham. Se dice que el báculo de San Pedro se conserva en la catedral de Tréveris. La leyenda puede verse en Barbosa (Pastoralis Sollicitudinis, etc., Tit. I, cap. V). En cuanto al báculo de una abadesa vea el artículo ABADESA.
Bibliografía: BONA, Rerum liturgicarum libri duo (Turín, 1745), I, XXIV; CATALANI, Pontificale Romanum (Roma, 1850). I, Prolegomena xx; MART NE, De antiquis ecclesi ritibus (Amberes, 1784, I, VIII; REUSENS, El ments d'arch. chrét. (Dublín, 1885) I, 502; II, 453; LEROSEY, Manuel liturgique (París, 1890), I, 258 MACALISTER, Ecclesiastical Vestments (Londres, 1896), 56, 124; PUGIN, Glossary of Ecclesiastical Onament (Londres, 1868); KRAUS, Gesch. der christl. Kunst (Freiburg im Br., 1897) I, 522, II, 500; DE FLEURY, La Messe (París, 1889), VIII, 75-110; BOCK, Gesch. der liturg. Gew nder (Bonn. 1856-62), II, 218 ss.; CAHIER, Mélanges d'archéol. (París, 1886), IV, 139.
Fuente: Morrisroe, Patrick. "Crosier." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4, págs. 515-516. New York: Robert Appleton Company, 1908. 7 sept. 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/04515c.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina