Empirismo
De Enciclopedia Católica
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Definición
Empirismo (latín, empirismus, (es el punto de vista de un sistema basado en la experiencia). Principalmente, y en su aplicación psicológica, el término significa la teoría de que los fenómenos de la consciencia son simplemente el producto de la experiencia sensorial, es decir, de sensaciones asociadas y dispuestas de diversas formas. Así se distingue del nativismo o innatismo. En segundo lugar, y en su uso lógico (epistemológico), designa la teoría de que todo el conocimiento humano se deriva exclusivamente de la experiencia, y este último término significa, ya sea explícita o implícitamente, percepciones sensoriales externas y representaciones e inferencias internas exclusivas de cualquier factor intelectual superorgánico (inmaterial). En este sentido, se opone al intelectualismo, al racionalismo, al apriorismo. Los dos usos evidentemente designan sólo dos aspectos inseparables de una misma teoría, al ser el aspecto epistemológico la aplicación del aspecto psicológico al problema del conocimiento. El empirismo aparece en la historia de la filosofía bajo tres formas principales: (1) materialismo, (2) sensualismo y (3) positivismo.
Materialismo
El materialismo en su forma más cruda fue enseñado por los antiguos atomistas (Demócrito, Leucipo, Epicuro, Lucrecio), quienes redujeron la suma de toda la realidad a átomos y movimiento, y enseñaron que la experiencia, a partir de la cual afirmaban se constituía el conocimiento, es generada por imágenes reflejadas desde los objetos materiales a través de los órganos sensoriales hasta el alma. El alma, un mero complejo de los átomos más finos, percibe no los objetos sino sus imágenes efluentes. Los materialistas modernos (Helvetius, d'Holbach, Diderot, Feuerbach, Moleschott, Büchner, Vogt, etc.), explican el conocimiento por la secreción cerebral o por el movimiento; mientras que Häcket lo ve como un proceso fisiológico efectuado por ciertas células cerebrales. Avenarius, Willy, Mach, etc. sutilizan este proceso hasta el punto de reducir toda experiencia a interna (empirocriticismo).
Sensualismo
Todos los materialistas son, por supuesto, sensualistas. Aunque no ocurre lo contrario, sin embargo, al negar cualquier diferencia esencial entre sensaciones e ideas (estados intelectuales), el sensualismo implica lógicamente el materialismo. El sensualismo, que se encuentra con Empédocles y Protágoras entre los antiguos, recibió su primera forma sistemática por Locke (m. 1704), aunque Bacon (m. 1626) y Hobbes (m. 1679) habían preparado los datos.
Locke deriva todas las ideas simples de la experiencia externa (sensaciones), todas las ideas compuestas (modos, sustancias, relaciones) de la experiencia interna (reflexión). Sustancia y causa son simplemente asociaciones de fenómenos subjetivos; las ideas universales son meras invenciones mentales. Locke admite la existencia, aunque niega la demostrabilidad, en el hombre de un principio inmaterial e inmortal: el alma.
Berkeley (m. 1753), al aceptar la enseñanza de Locke de que las ideas son sólo sensaciones transfiguradas, subjetiva no sólo las cualidades sensibles o secundarias de la materia (sensibilia propria, por ejemplo, color y sonido) como había hecho su predecesor, sino también las cualidades primarias (sensibilia communia, extensión, espacio, etc.), que Locke consideraba objetivas. Berkeley niega la base objetiva de las ideas universales y, de hecho, de todo el universo material. Él coloca la realidad de las cosas en su percepción (esse rei est percipi), y esta "percepción" es efectuada en la mente por Dios, no por el objeto o sujeto. Aún conserva la sustancia-realidad del alma humana y de los espíritus en general, incluido Dios.
Hume (m. 1776) está de acuerdo con sus dos predecesores empiristas al enseñar que la mente sólo conoce sus propias impresiones orgánicas subjetivas, de las cuales las ideas no son más que imágenes. Por lo tanto, lo suprasensible es incognoscible; el principio de causalidad se resuelve en un mero sentimiento de sucesión de fenómenos; su necesidad se reduce a un sentimiento subjetivo que resulta de la asociación uniforme experimentada en la consciencia, y la esencia espiritual o ser sustancial del alma se disipa en una serie de estados conscientes.
El sensualismo de Locke fue tomado por Condillac (m. 1780), quien eliminó por completo el factor subjetivo (la "reflexión" de Locke) y buscó explicar todos los estados cognitivos mediante una mera transformación pasiva mecánica de las sensaciones externas. El sensualista francés retuvo el alma espiritual, pero sus seguidores se deshicieron de ella como había hecho Hume con la reliquia del alma de Berkeley. Los herbartianos confunden la imagen con la idea, ni Wundt hace una clara distinción entre conceptos primitivos (empirische Begriffe, representaciones de objetos individuales) y la imagen: "Denken ist Phantasieren in Begriffen und Phantasieren ist Denken in Bildern".
Positivismo
Los positivistas, siguiendo a Comte (m. 1857), no niegan lo suprasensible; lo declaran incognoscible; la única fuente de cognición, afirman, es la experiencia sensorial, el experimento y la inducción a partir de los fenómenos. John Stuart Mill (m. 1870), siguiendo a Hume, reduce todo el conocimiento a una serie de estados conscientes vinculados por asociaciones empíricas y ampliados por procesos inductivos. La mente no tiene certeza de un mundo externo, sino sólo de "una posibilidad permanente de sensaciones" y sentimientos previos y anticipados. Spencer (m. 1903) hace que todo conocimiento sea relativo. La existencia real de las cosas es su persistencia en la consciencia. La consciencia contiene solo sentimientos subjetivos. Lo relativo supone lo absoluto, pero este último nos es incognoscible; es el objeto de la fe y la religión (agnosticismo). Todas las cosas, la mente incluida, han resultado de un proceso cósmico de evolución mecánica en el que todavía están involucradas; por tanto, todos los conceptos y principios están en un flujo continuo.
Enseñanza de la Filosofía Católica
La filosofía católica enseña que la experiencia sensorial es una fuente, y de hecho la fuente principal, del conocimiento humano, pero sostiene que hay otras fuentes más allá de las sensaciones. No hay nada en el intelecto que no haya nacido en el sentido; esta es una de las generalizaciones de la Escuela. Además, aunque todo acto intelectual va acompañado de un movimiento sensorial, y especialmente de alguna representación sensorial (phantasma) evocada en la imaginación, sin embargo, la sensación y la representación sensorial (fantasma, imagen) difieren esencialmente de la idea producida en y por el intelecto, que es un poder o facultad inmaterial, suprasensible y supraorgánico. La teoría aquí propuesta puede denominarse empírico-intelectualismo dado que conjuga un factor sensual con la agencia puramente intelectual o inmaterial en la génesis del conocimiento. Sus bases son las siguientes:
- (a) Las ideas representan la naturaleza o esencia de las cosas, no las meras cualidades sensuales, los fenómenos de las cosas, sino el sujeto subyacente y la causa de ellos, por ejemplo, sustancia, vida, causa, verdad, etc .; mientras que las ideas de cualidades sensuales como tales las representan en abstracto y como universales, por ejemplo, la luz.
- (b) La mente posee ideas de cosas (sustancias y accidente) inmateriales, invisibles, posibles e imposibles, etc., por ejemplo, ideas de Dios, espíritu, etc. —ideas que no pueden formarse a partir de presentaciones o imágenes puramente sensuales.
- (c) Hacemos distinciones claras entre las propiedades y atributos esenciales y accidentales o contingentes de las cosas.
- (d) Toda idea predicada no representa un cúmulo de cualidades sensuales, sino lo que es el sujeto (su esencia), bajo algún aspecto particular.
Ahora bien, ninguna de estas peculiaridades de la idea se puede descubrir en ninguna sensación o imagen, que siempre representa fenómenos sensuales, existentes y concretos. La "reflexión" de Locke y los "procesos de asociación" de Condillac no bastarán para transmutar sensaciones en ideas, ya que estos dos estados son esencialmente, porque objetivamente (representativamente), diferentes. Los positivistas se deslizan inadvertidamente en una agencia inmaterial, por lo que de hecho plantean la pregunta cuando apelan a la inducción para explicar la génesis del conocimiento; el proceso inductivo involucra principios abstractos universales y leyes lógicas que están constituidas por ideas que esencialmente trascienden las sensaciones.
El carácter suprasensible de las ideas se deriva igualmente de su "extensión" o rango de aplicabilidad. Las ideas, como representativas de las esencias, están disponibles como predicados y son los términos de los cuales se constituyen principios absolutamente universales. De ahí que las ideas son universales, mientras que las sensaciones y las imágenes sólo pueden representar objetos que afectan a los órganos sensoriales, es decir, objetos individuales que existen físicamente. Además, las ideas representan los objetos como abstractos, —físicamente abstractos, por ejemplo, cualidades sensibles individuales; matemáticamente abstractos, por ejemplo, extensión y número; metafísicamente abstractos, por ejemplo, naturaleza, entidad, sustancia, verdad, etc. Y de hecho, a menos que las ideas fuesen abstractas, no podría haber ciencia, física, matemática o filosófica; todas estas ciencias consideran sus objetos al margen de las determinaciones individuales concretas. Ningún juicio intelectual sería posible, ya que todo predicado es un término generalizado y, por tanto, en cierto grado abstracto.
La sensación no puede representar un objeto abstracto; pues aunque la vista, por ejemplo, percibe el color aparte del sonido, no obstante
- (a) ningún sentido puede abstraerse del tema —de la existencia e individualidad de su propio objeto; el ojo no ve el color como tal y abstraído, sino el objeto coloreado que existe física e individualmente;
- (b) ningún sentido puede abstraerse de su propio objeto (su estímulo apropiado o cualidad de objeto), ni de su objeto común (cantidad, el objeto extendido);
- (c) a fortiori, ningún sentido puede percibir una dimensión de extensión o un punto matemático, o cosas inexistentes, o formas abstractas como el hombre y la humanidad.
La imagen común tampoco es suficiente para explicar la idea universal como suponen Locke y los herbartianos, pues la imagen común, aunque indistinta, permanece siempre de alguna manera concreta y sensible; ya que la imaginación como primordialmente reproductiva sólo puede representar lo que los sentidos han informado. La consciencia da fe de esto; pues si la imaginación representa, por ejemplo, un triángulo, siempre tiene cierto tamaño y forma; no puede representar un triángulo que sea rectangular, obtuso o agudo; mientras que la idea de un triángulo prescinde de todo tamaño o forma.
Además de la imagen está, por lo tanto, el pensamiento, el concepto intelectual, que difiere esencialmente del primero. De ahí que la imagen común no es predicable de los individuos distributivamente porque todavía es de alguna manera concreta, singular, sensible, material y representa sólo una cualidad. Tampoco se puede predicar que mezcla confusamente a todos sus inferiores, porque el predicado de un juicio se atribuye de acuerdo a la comprensión más que a la extensión. Además, en el mejor de los casos, la imagen es como las cosas; el concepto es idéntico al sujeto del que se predica. Según los empiristas, la imagen común resulta de una comparación de representaciones, de modo que lo que es común a ellas, es decir, alguna cualidad preeminente, se erige como concepto. Pero el intelecto tendría así que percibir y comparar inmediatamente las imágenes, lo que es imposible; tampoco podría formar un concepto a menos que hubieran precedido una serie de percepciones sensoriales y representaciones de una cosa o cosas de la misma especie. Sin embargo, sabemos que formamos inmediatamente un concepto de una cosa, aunque la percibamos una sola vez.
Además, para formar la imagen común debe haber precedido un concepto del objeto; pues para comparar cosas similares debemos haber percibido previamente su semejanza. Ahora bien, percibir su semejanza significa percibir algún aspecto objetivo común en el que las cosas similares coinciden, mientras difieren en otros aspectos. Pero los sentidos no pueden percibir esto; de ahí que debe preceder una percepción intelectual de la nota de acuerdo común a los objetos representados por las imágenes, es decir, una idea universal debe preceder a la imagen común. Por lo tanto, la imagen común no precede sino que sigue al concepto común, del cual es una especie de sombra. Esto es especialmente así en el caso de la imaginación productiva que reordena en nuevas formas imágenes previamente comparadas y por tanto supone reflexión y juicio, operaciones que ningún sentido puede realizar.
El sensualismo implica escepticismo.
- (a) Pues si no percibimos inmediatamente los objetos externos, sino solo nuestras modificaciones sensuales subjetivas, entonces, dado que estas difieren con diferentes individuos (por ejemplo, los diferentes juicios de distancia, calor, frío, etc., cuyos juicios variados requieren una corrección intelectual de la cual los sentidos son incapaces), no podría haber verdad certera y objetiva, cada individuo sería la medida de la verdad, no habría criterio objetivo de certeza, no habría verdades universales.
- (b) Para pasar de una afección subjetiva a un conocimiento de su objeto debemos emplear el principio de causalidad. Ahora bien, en el sensualismo, o el concepto de causa no es objetivo o la causa no se percibe en absoluto; por lo tanto, el principio de causalidad se rechaza o se declara dudoso. De ahí que no puede haber certeza de la existencia objetiva de las cosas. Hume fue muy lógico cuando dedujo el escepticismo universal de la teoría de Locke.
El sensualismo implica la destrucción de toda ciencia.
- (a) La ciencia es el conocimiento de las cosas en y por sus causas; pero los sentidos no pueden percibir las causas.
- (b) Los positivistas afirman que con su método las ciencias han logrado un progreso maravilloso, que mediante el empleo de la observación y la inducción se han descubierto las leyes de la naturaleza. Ahora bien, la observación de los fenómenos conlleva ideas universales según las cuales los fenómenos se clasifican en grupos o especies, mientras que la inducción, para ser legítima y cierta, postula el principio de causalidad. Por lo tanto, las ciencias físicas suponen la abstracción física; la matemática la abstracción matemática; la metafísica, la abstracción metafísica (primitiva, es decir, directa y reflexiva; ontológica, lógica, psicológica). La negación de las ideas universales, necesarias e inmutables esencialmente distintas de las sensaciones significa la destrucción incluso de la ciencia física, a fortiori de las ciencias matemáticas y filosóficas.
El sensualismo destruye los cimientos de la moral y la religión. Pues, como admiten los sensualistas y positivistas, sus teorías no dejan prueba de la espiritualidad y la inmortalidad del alma; de la existencia de la ley moral, su obligación y sanción en una vida futura; de la existencia de Dios y su relación con el hombre. Ahora bien, la historia da testimonio de que estas verdades son fundamentales para la vida religiosa y moral del hombre.
Fuente: Siegfried, Francis. "Empiricism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5, págs. 407-409. New York: Robert Appleton Company, 1909. 7 nov. 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/05407a.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina