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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Creacionismo

De Enciclopedia Católica

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Creacionismo (latín, creatio):

1. En el sentido más amplio, la doctrina de que el material del universo fue creado por Dios sin un sujeto preexistente. Por tanto, se opone a todas las formas de panteísmo.

2. De manera menos amplia, la doctrina de que las diversas especies de seres vivientes fueron creadas o producidas inmediata y directamente por Dios y, por lo tanto, no son producto de un proceso evolutivo; es así que se opone al transformismo.

3. En un sentido restringido pero más común, la doctrina de que el alma humana individual es el efecto inmediato del acto creativo de Dios; de esta forma se opone al traducianismo.

Las primeras dos acepciones del término se tratan en el artículo CREACIÓN; aquí solo se considerará la tercera.

La proposición de que el alma humana es creada inmediatamente por Dios es un corolario de la espiritualidad del alma. Ciertos fenómenos psíquicos, a saber, intelectual y volitivo —especialmente cuando se refieren a objetos inmateriales —indican que su principio radical subsiste esencial e intrínsecamente independiente del organismo puramente corporal. Esta subsistencia más allá de la materia supone un modo de origen correspondiente; pues el hecho de que el alma debe haber tenido un comienzo se deduce obviamente de su finitud y contingencia. Ese origen no puede ser:

  • a. por emanación de Dios, como declaran los panteístas, ya que la sustancia divina, al ser absolutamente simple, no puede estar sujeta a ningún proceso de emisión;
  • b. ni por generación espiritual de las almas de los padres —como sostenía el teólogo alemán Frohschammer (1821-1893)— porque las almas humanas, al ser esencial e integralmente simples e indivisibles, no pueden producir gérmenes espirituales ni elementos reproductivos;
  • c. menos aún por generación física (como suponen los traducianistas corporales), ya que tal modo de producción choca claramente tanto con la simplicidad esencial y con la espiritualidad del alma.

La única otra fuente inteligible de la existencia del alma es Dios; y dado que el acto característico y exclusivo de la causa divina es la creación, el alma debe deber su origen a esa operación. En cuanto al momento en que se crea el alma individual, la especulación filosófica varía. La antigua doctrina platónica de la existencia prenatal de las almas y su subsiguiente encarcelación en los cuerpos puede omitirse como ficción poética y teoría no científica. Lo mismo puede decirse de la antigua hipótesis de la transmigración, que, sin embargo, aún sobrevive en el budismo y es revivida por la teosofía reciente. Además de ser totalmente gratuita, la metempsicosis se basa en una visión falsa que concibe el cuerpo y el alma como sólo accidental, no esencialmente, combinados en la unidad de la persona humana.

La filosofía tradicional de la Iglesia sostiene que el alma racional se crea en el momento en que es infundida en el nuevo organismo. Santo Tomás, siguiendo la embriología de Aristóteles, enseñó que el feto humano pasa por etapas progresivas de formación en las que es animado sucesivamente por los principios vegetativo, sensitivo y racional, y cada forma sucesiva resume virtualmente las potencias de su predecesor. En consecuencia, el alma racional se crea cuando los principios antecedentes de la vida han convertido al feto en un organismo apropiado para la vida racional, aunque se requiere algún tiempo después del nacimiento antes de que los órganos sensoriales estén suficientemente desarrollados para ayudar en las funciones de la inteligencia. Desde este punto de vista, la historia embrionaria del hombre es un epítome de las etapas por las que los paleontólogos ahora consideran que ha pasado la marcha ascendente de la vida en nuestro globo.

Por otro lado, la mayoría de los neoescolásticos sostienen que el alma racional es creada e infundida en el incipiente ser humano en el momento de la concepción. Cabe señalar que la doctrina del creacionismo no es una apelación a lo sobrenatural o lo "milagroso" para explicar un efecto natural. La creación del alma por la Primera Causa, cuando las segundas causas han propuesto las condiciones pertinentes, cae dentro del orden de la naturaleza; es una llamada "ley de la naturaleza", no una interferencia con ella, como es el caso de un milagro. Hasta aquí el aspecto filosófico o puramente racional del creacionismo.

En cuanto al aspecto teológico, cabe señalar que si bien ninguno de los Padres defendió el traducianismo —la generación parental del alma— como una certeza, algunos de ellos, notablemente San Agustín, al estallar el pelagianismo, comenzaron a dudar de la creación por Dios del alma individual (nunca hubo ninguna duda sobre el origen creado de las almas de Adán y Eva), y se inclinaron a la opinión contraria, que parecía facilitar la explicación de la transmisión del pecado original. Así, en una carta a a San Jerónimo, San Agustín dice: "Si esa opinión de la creación de nuevas almas no se opone a este artículo de fe establecido [sc. pecado original], que sea también mía; si lo es, que no sea tuya" (Ep. CLXVI, n. 25). Teodoro Abucara (Opusc. XXXV), Macario (Hom. XXX) y San Gregorio de Nisa (De Opif., Hom., c. XXIX) favorecieron este punto de vista.

Entre los escolásticos no hubo defensores del traducianismo. Solo Hugo de San Víctor (De Sacr., VII, c. XII) y Alejandro de Hales (Summa, I, Q. LX, mem. 2, a. 3) caracterizan el creacionismo como la opinión más probable; todos los demás escolásticos la consideran como cierta y difieren solo respecto a la censura que se le puede atribuir al error opuesto. Así, Pedro Lombardo simplemente dice: "La Iglesia Católica enseña que las almas son creadas en su infusión en el cuerpo" (Sent. II, d. XVIII); mientras que Santo Tomás es más enfático: "Es herético decir que el alma intelectual se transmite por proceso de generación" (I, Q. CXVIII, a. 2).

Para los demás, la siguiente cita del Doctor Angélico resume las diversas opiniones: "En la antigüedad se expresaron varias opiniones sobre esta cuestión. Algunos sostenían que el alma de un niño es producida por el alma de los padres así como el cuerpo es generado por el cuerpo de los padres. Otros sostuvieron que todas las almas son creadas aparte, además que están unidas con sus respectivos cuerpos, ya sea por su propia voluntad o por el mandato y acción de Dios. Otros declararon que el alma al momento de su creación es infundida en el cuerpo. Aunque estos puntos de vista se mantuvieron durante un tiempo, y aunque era dudoso cuál se acercaba más a la verdad (como aparece en el comentario de Agustín sobre Génesis 10 y en sus libros sobre el origen del alma), la Iglesia posteriormente condenó los dos primeros y aprobó el tercero" (De Potentiâ, Q. III, a. 9).

Otros (por ejemplo, Gregorio de Valencia) hablan del generacionismo como "ciertamente erróneo", o (por ejemplo, Estius) como maxime temerarius. Debe notarse, sin embargo, que si bien la Iglesiano ha formulado autoritativamente definiciones explícitas que justifiquen que llamemos de fide a la doctrina del creacionismo, no obstante, como observa un eminente teólogo, "no puede haber duda en cuanto a cuál opinión es favorecida por la autoridad eclesiástica" (Pesch, Præl. Dogm., V, 3, p. 66). León IX (1050), en el símbolo presentado al obispo Pedro para su suscripción, establece: "Creo y profeso que el alma no es parte de Dios, sino que es creada de la nada, y que, sin el bautismo, está en pecado original" (Denzinger, Enchir., n. 296).

La Iglesia ha condenado repetidamente la ficción de que el alma pecó en su estado preexistente, y por eso fue encarcelada en el cuerpo. Despojada de esta ficción, la teoría de que el alma existe antes de su infusión en el organismo, aunque no explícitamente reprobada, se opone obviamente a la doctrina de la Iglesia, según la cual las almas se multiplican en correspondencia con la multiplicación de los organismos humanos (Conc. Lat. V, en Denzinger, op. cit., 621). Pero despojada de esta ficción, la teoría de que el alma existe antes de su infusión en el organismo, aunque no explícitamente reprobada, se opone obviamente a la doctrina de la Iglesia, según la cual las almas se multiplican en correspondencia con la multiplicación de los organismos humanos (Conc. Lat. V, en Denzinger, op. Cit., 621). Pero es una cuestión abierta para los teólogos si es alma racional es infundida en el organismo al momento de la concepción, como afirma la opinión moderna, o algunas semanas después, como suponen los escolasticismo (Santo Tomás (Q. I a. 2, ad 2) (Kleutgen, Phil. d. Vorzeit, II, 657). (Vea también HOMBRE, METEMPSICOSIS, ALMA, TRADUCIANISMO.)


Bibliografía: MAHER, Psychology (Nueva York, 1903); MIVART, Origin of Human Reason (Londres, 1889); DRISCOLL, The Soul (Nueva York, 1898); MERCIER, La Psychologie (Lovaina, 1905); GUTBERLET, Psychologie (Munich, 1896).

Fuente: Siegfried, Francis. "Creationism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4, págs. 475-476. New York: Robert Appleton Company, 1908. 20 oct. 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/04475a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina