Diferencia entre revisiones de «Órgano»
De Enciclopedia Católica
Línea 1: | Línea 1: | ||
− | [[Archivo:Órgano II.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:3220877324 87777b43be z.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Xcxcxc.jpg|300px|thumb|left|]] | + | [[Archivo:Órgano II.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:3220877324 87777b43be z.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Xcxcxc.jpg|300px|thumb|left|]][[Archivo:Órganao.jpg|300px|thumb|left|]] |
(Griego, organon, "un instrumento") | (Griego, organon, "un instrumento") | ||
Revisión de 05:36 27 jul 2012
(Griego, organon, "un instrumento")
Instrumento musical que consiste de una o varias series de tubos, de los cuales cada tubo da un solo tono, y el cual es soplado y tocado por medios mecánicos.
Contenido
Origen y desarrollo
En cuanto al material de sonido se refiere, el órgano tiene su prototipo en la siringa, o tubo de pan, un pequeño instrumento que consiste en varios tubos de diferente longitud atados juntos en una fila. La aplicación del mecanismo se acredita a Ctesibio, un mecánico que vivió en Alejandría alrededor del 300 a.C. De acuerdo a las descripciones de Vitrubio (que ahora se cree generalmente que escribió alrededor del año 60 d.C.) y Herón (algo más tarde que Vitruvio), el órgano de Ctesibio fue un instrumento de tal perfección que no se volvió a lograr hasta el siglo XVIII. Los fuelles diseñados por Ctesibio consistían de dos partes, igual que en el órgano moderno: la primera servía para comprimir el aire (los “alimentadores”); la segunda, para almacenar el aire comprimido, el “viento”, y mantenerlo a una presión uniforme (el “depósito”). Para el primer propósito Ctesibio utilizó bombas de aire con manijas para trabajar cómodamente. La segunda, la parte más interesante de su invento, fue construida de la siguiente manera: un vaso en forma de campana colocado boca abajo en un recipiente de bronce era apoyado a un par de pulgadas sobre el fondo de la vasija por unos cuantos bloques. Luego se vertía agua en la vasija hasta que pasara a cierta distancia por encima de la boca de la campana. En la parte superior de la campana se instalaban tubos que conectaban con las bombas de aire, así como otros que conectaban con los tubos del órgano. Por tanto, cuando se accionaban las bombas de aire, el aire dentro de la campana se comprimía y empujaba un poco del agua en el fondo del envase. En consecuencia, el nivel del agua subía y mantenía el aire dentro comprimido. Cualquier aire tomado de la campana para suministrar las tuberías, naturalmente, tenía una tendencia a elevar el nivel del agua en la campana y a disminuir el del agua afuera. Pero si el suministro desde las bombas de aire se mantenía ligeramente en exceso de la demanda de los tubos, de modo que siempre escapase parte del aire a través del agua en burbujas, siempre se mantendría una presión muy pareja. Esto es lo que se hizo en realidad, y el burbujeo del agua, a veces descrito como "hirviendo", siempre fue importante en los relatos del instrumento.
Sobre la vasija se colocó una caja plana que contenía una serie de canales que correspondían al número de filas de tubos. Vitruvio habla de órganos que tenían cuatro, seis u ocho filas de tubos, con igual cantidad de tantos canales. A cada canal se le suministraba el aire de la campana por un tubo de conexión, y se le insertaba un grifo a cada tubo para cortar el viento a voluntad. Sobre la caja que contenía los canales se colocó una tabla, en cuyo lado inferior se cortaron surcos transversales a los canales, y en los surcos se insertaron correderas que se podían mover hacia adentro y hacia afuera. En las intersecciones de los canales y surcos, se cortaron verticalmente agujeros a través de la placa superior y, en consecuencia, a través de la cubierta superior de los canales. Entonces los tubos quedaban sobre los agujeros de la tabla superior, y cada fila representaba una progresión en forma de escala, de pie junto a su propio canal, y todos los tubos pertenecientes a la misma tecla de pie sobre el mismo surco. Los reguladores también fueron perforados, y sus agujeros correspondían a los de la tabla superior y al techo de los canales. Por lo tanto, cuando la corredera se colocaba de manera que sus agujeros estaban alineados con los orificios superiores e inferiores, el viento podría pasar a través de los tres agujeros hacia el tubo de arriba; pero si se sacaba un poco la corredera, sus porciones sólidas reducían la conexión entre los agujeros en el techo de los canales y los de la tabla superior, y el viento no podía pasar. Hubo, pues, un doble control de los tubos. Por medio de los grifos, se podía admitir el viento a cualquiera de los canales, y así proveerle a todos los tubos sobre ese canal, pero sólo obtendrían aire los tubos cuya corredera estuviese en la posición correcta. Una vez más, por medio de la corredera, se podía dejar pasar el aire a los tubos que estaban en la fila transversal, pero sólo entraría aire a los tubos a cuyos canales se había dejado pasar el aire por medio de los grifos. Este doble control sigue siendo un principio rector en la actual construcción de órganos, y una hilera de tubos, que difieren en el tono, pero con la misma calidad de sonido, se llama una parada, ya que su suministro de aire puede ser detenido por una acción. No es muy seguro que significaban las paradas en los órganos antiguos. Es muy poco probable que las diferentes paradas representasen diferentes calidades de tono, como en el órgano moderno. Lo más probable es que representaban diferentes "modos". Para la conveniencia en el manejo de las correderas cada una estaba provista de una palanca angular, de modo que al presionar hacia abajo un brazo de la palanca, la corredera se empujaba hacia dentro; si se soltaba la palanca, un resorte empujaba la corredera hacia afuera.
Este órgano, llamado hydraulus, u organum hydraulicum, por el agua utilizada en el fuelle, gozó de gran popularidad. Escritores como Cicerón son fuertes en su alabanza. Incluso los emperadores se enorgullecían de tocarlo. Se utilizaba para aumentar los placeres en los banquetes y se asociaba especialmente con el teatro y el circo. Numerosas representaciones, sobre todo en las monedas llamadas contorniatos, también dan testimonio de su reputación general. En un primer período nos encontramos con órganos en los que los fuelles eran sustituidos por bombas de aire. No es seguro si en estos órganos se prescindía del aparato de agua. Sin embargo, sería extraño que se hubiese descontinuado el uso de este importante medio de regular la presión del aire, mientras que el hydraulus aún estaba en boga.
Alrededor del siglo VI la construcción de órganos parece haber pasado a la Europa Occidental, mientras que continuó en el Imperio de Oriente. Fue un gran acontecimiento cuando, en 757, el emperador Constantino V Coprónimo le regaló un órgano al rey Pipino. En 826 un sacerdote veneciano llamado Georgio construyó un órgano en Aquisgrán, posiblemente siguiendo las instrucciones dejadas por Vitruvio. Poco después la construcción de órganos parece haber florecido en Alemania, pues se nos dice ( Baluze, "Misc."., V, 480) que el Papa Juan VIII (872-80) le pidió a Anno, el obispo de Freising, que le enviara un buen órgano y un organista.
Para esta época el aparato hidráulico para la igualación de la presión del aire sin duda había sido abandonado probablemente porque en los climas nórdicos el agua podía congelarse en invierno. Por lo tanto, se le suministraba el viento a las tuberías directamente desde el fuelle. Para conseguir algo parecido a un flujo regular de viento, era necesario contar con un número de fuelles operados por varios hombres. Así, un órgano en la catedral de Winchester, construido en 951, el cual contenía 400 tubos y veintiséis fuelle, necesitaba setenta hombres para soplar. Estos setenta hombres, evidentemente, trabajaban en relevos. Es muy probable que un hombre accionara un fuelle, pero el trabajo era tan agotador que cada hombre podía continuar sólo por un corto tiempo. Los fuelles se oprimían, ya sea por medio de una manija o por el ventilador que había sobre ellos. Parece que el dispositivo de dar peso a los fuelles ---de modo que el ventilador se limitara solamente a levantar la placa superior y dejar que el peso lo presionara de nuevo hacia abajo--- fue descubierto a principios del siglo XVI.
Otro punto en el que el órgano medieval fue inferior al hydraulus, fue la ausencia de paradas. Había, de hecho, varias hileras de tubos, pero no podían ser detenidos. Todos los tubos que pertenecían a una de las teclas sonaban siempre juntos, cuando se oprimía esa tecla. Así, el órgano Winchester tenía diez tubos para cada tecla. No sabemos qué diferenciaba estos varios tubos; pero parece que en una fecha temprana se introdujeron tubos para reforzar los armónicos del tono principal, que daban la octava, duodécima y sus duplicados en octavas aún más altas. Entonces, para compensar estos tubos de alta frecuencia, se sumaron otros que daban la octava más baja, e incluso la segunda octava más baja. A falta de una acción de parada, la variedad de la calidad del sonido era, por supuesto, inalcanzable, a menos que se tuviesen diferentes órganos tocando alternadamente. Incluso el órgano Winchester tenía dos teclados, que representaban prácticamente dos órganos (algunas autoridades piensan que había tres). A partir de una descripción contemporánea nos enteramos de que había dos organistas (o tres, según algunos), cada uno manejando su propio "alfabeto". El término alfabeto se explica por el hecho de que cada corredera tenía escrito el nombre alfabético de la nota. El nombre moderno “clave” se refiere al mismo hecho, sin embargo, de acuerdo a Zarlino ("Istitutioni armoniche", 1558), de manera indirecta: dice que las letras del alfabeto colocadas al comienzo del pentagrama guidoniano (vea neuma , p. 772, col. 2) fueron llamadas claves (claves, clefs) ya que revelaban los secretos del pentagrama, y que, por lo tanto, el mismo nombre se aplicó a las palancas de instrumentos como el órgano inscritas con las mismas letras alfabéticas.
Mientras que en el órgano de Winchester, los dos teclados principales pertenecían a un órgano, sabemos que solía haber dos órganos totalmente independientes en el mismo edificio. A los más pequeños de ellos se les llamaba “portátiles” porque podían ser transportados. Éstos se conocían en Francia en el siglo X (Viollet-le-Duc, “Instruments de musique”, p. 298). A uno más grande se le llamó "positivo", ya que estaba fijo, pero, de nuevo, parece haber sido distinto de un instrumento aún más grande conocido simplemente como el órgano. Más tarde, cuando en realidad se combinaron varios órganos en el mismo instrumento, a una de las divisiones más livianos se le llamó "positivo". Este nombre se conserva todavía en el continente, mientras que en los países angloparlantes se ha cambiado a "órgano de coro".
Hubo aún otro instrumento de la clase órgano llamado un "real". Su particularidad era que, en vez de tubos, tenía cañas, fijadas en un extremo y libres para vibrar en el otro, el cual fue, por lo tanto, el precursor de nuestro moderno armonio. En el siglo XIV se construían los órganos con diferentes teclados colocados uno sobre el otro, donde cada uno controlaba su propia división del órgano. Poco después se diseñaron acopladores, es decir, aparatos mecánicos por los cual una tecla pulsada en un teclado (o manual) al mismo tiempo tiraría hacia abajo la tecla correspondiente en el otro. La invención de un teclado especial para ser tocado con los pies, y por lo tanto llamado "pedales", también se coloca en el siglo XIV. A veces las teclas del pedal simplemente bajaban claves manuales por medio de una cuerda; a veces tenían sus propias filas de tubos, como en algunos órganos suecos del siglo XIV se descritos por C.F . Hennerberg en una ponencia leída en el Congreso Internacional de Música en Viena, en 1909 ("Bericht", 91 ss., Viena y Leipzig, 1909).
Organeros famosos
Ya hemos mencionado a Ctesibio, el inventor del hydraulus, y el veneciano Georgio, que construyó el primer órgano del norte de los Alpes. Es interesante encontrar un Papa entre los organeros de la historia: Silvestre II (999-1003), quien parece haber construido un órgano hidráulico (Pretorio, "Syntagma Musicum", II, 92). También podemos recordar aquí las primeras instrucciones sobre la construcción de órganos desde los tiempos de Vitruvio y Herón, que aparecen en una obra, "Diversarum artium schedula”, de Teófilo, un monje, que parece haber escrito antes de 1100 (Degering, "Die Orgel ", p. 65). Después de estos nombres, son escasos hasta el siglo XIII. Entonces oímos en Alemania de un gran órgano en la catedral de Colonia, construido, probablemente, por un tal Johann, mientras que no se conocen los constructores de órganos famosos en la catedral de Erfurt (1225) y en San Pedro, cerca de Erfurt (1226). Un maestro Guncelin de Frankfort construyó un órgano grande para la catedral de Estrasburgo en 1292, y un Maestro Raspo, también de Frankfort, probablemente construyó uno para la catedral de Basilea en 1303.
El órgano famoso en Halberstadt, con cuatro teclados, fue construido entre 1359 y 1361 por Nicholas Faber, un sacerdote. Del siglo XV mencionaremos sólo a Steffan de Breslau, que construyó un nuevo órgano para la catedral de Erfurt en 1483. En el siglo XVI Gregorio Vogel era famoso por la belleza y la variedad de tonos de sus paradas. En los siglos XVII y XVIII la familia Silbermann era reconocida. El primero de ellos en emprender la construcción de órganos fue Andreas Silbermann (1678-1733); su hermano Gottfried (1683-1753), el órgano más famoso organero de la familia, también fue uno de los primeros en construir pianos. Tres hijos de Andreas continuaron el trabajo de su padre y su tío: Johann Andreas (1712-83), Johann Daniel (1717 - 1766), y Johann Heinrich (1727 - 1799), los dos últimos construyeron pianos principalmente. En una tercera generación nos encontramos con Johann Josias (m. 1786), hijo de Johann Andreas, y Johann Friedrich (1762-1817), hijo de Johann Heinrich. En el siglo XIX podemos mencionar a Moser, quien, en 1830, construyó un gran órgano para Friburgo en Suiza, donde imitan tormentas eléctricas; Schulze de Paulinzelle, Ladegast de Weissenfels, Walcker de Ludwigsburg, Mauracher de Graz, Sauer de Frankfort-on-the-Oder, Weigle de Stuttgart, Stahlhuth de Aquisgrán.
En Inglaterra se oye en el siglo XIV de Juan el Organero y de Walter el Organero, que también era relojero. Desde los siglos XV y XVI nos han llegado los nombres de un gran número de organeros, mostrando que la construcción de órganos estaba en una condición floreciente, pero los puritanos destruyeron la mayoría de los órganos y los organeros casi desaparecieron. Cuando se reanudó la construcción de órganos en 1660, hubo escasez de constructores competentes, y Bernard Schmidt, con sus dos sobrinos Gerardo y Bernardo, vinieron de Alemania. A Bernardo, el mayor, se le conocía comúnmente como el Padre Smith, para distinguirlo de su sobrino. Al mismo tiempo, John Harris, hijo de Thomas Harris, de Salisbury, que había estado trabajando en Francia, regresó a Inglaterra. Su hijo, Renato, se convirtió en el principal rival del Padre Smith. En el siglo siguiente, otro alemán, Juan Snetzler (1710-c. 1800) se estableció en Inglaterra y se hizo famoso por la calidad de los tubos de su órgano. Su negocio con el tiempo se convirtió en W. Hill e Hijo, Londres. En el siglo XIX, el constructor más destacado fue Henry Willis (1821-1901), quien diseñó varias formas ingeniosas de acciones neumáticas y llevó la entonación de las cañas a una gran perfección. Cabe mencionar también a R. Hope-Jones, de Birkenhead, cuya acción electro-neumática marcó un gran paso adelante.
En Italia la familia Antegnati se destacó durante los siglos XV y XVI. Bartolomeo Antegnati construyó un órgano en 1486 para la catedral de Brescia, donde fue organista. Tuvo tres hijos: Giovan Francesco, Giovan Giacomo y Giovan Battista. Francesco también fue conocido como fabricante de clavicordios. G. Giacomo fue el organista de la catedral de Milán y construyó un órgano de coro para la catedral de Brescia, que fue famoso en su tiempo. Graziado, un hijo de G. Battista, construyó un nuevo gran órgano para Brescia en 1580. Su hijo Costanzo (n. 1557) fue un organista y compositor de renombre. En el prefacio a una colección de ricercari (1608) da una lista de 135 órganos creados por miembros de su familia (cf. Damián Muoni, "Elgi Antegnati", Milán, 1883). Vincenzo Columbi construyó un buen órgano para San Juan de Letrán en 1549. En Francia se oye hablar de un órgano en la abadía de Fécamp en el siglo XII.
En el siglo XVIII, un organero muy conocido fue Joh. En 1761 Nicolaus Le Ferre construyó un órgano de 51 paradas en París. Más famoso es Don Bedos de Celles (1714-97), quien también escribió un libro importante, "L'art du facteur d'Orgues" (París, 1766-1778). En el siglo XIX una empresa de renombre fue la de Daublaine & Co., fundada en 1838; en 1845 se convirtió en Ducrocquet & Co. y envió un órgano a la Exposición de Londres de 1851; en 1855 cambió su nombre otra vez a Merklin, Schütze & Co. y construyó algunos de los primeros órganos electroneumáticos. El constructor más famoso de los tiempos modernos, sin embargo, fue Aristide Cavaillé-Col (1811-1899), descendiente de una antigua familia de organeros, mencionado anteriormente en relación con la invención de Barker de la palanca de neumáticos; fue también muy apreciado por la entonación de sus cañas.
En Estados Unidos el primer órgano construido fue importado de Europa en 1713 para la Capilla de la Reina, en Boston. Fue seguido por varios otros, también importados. En 1745 Edward Broomfield de Boston construyó el primer órgano en Estados Unidos. Más famoso fue W. M. Goodrich, que inició operaciones en la misma ciudad en 1800. El más conocido de los organeros americanos es Hilborne L. Roosevelt de Nueva York, quien, con su hijo Frank, efectuó muchas mejoras notables en la construcción de órganos. En 1894 John Austin Turnell patentó su "cofre de aire universal", una caja de aire lo suficientemente grande para admitir a un hombre para las reparaciones y que contenía todo el mecanismo, así como el depósito para almacenar el aire y mantenerlo a la misma presión (Mathews, "Un Manual del órgano").
El órgano al servicio de la Iglesia
En los primeros siglos la objeción de la Iglesia a la música instrumental se aplicó también a los órganos, lo cual no es sorprendente, si recordamos la asociación de los hydraulus con el teatro y el circo. Según Platina ("De vitis Pontificum", Colonia, 1593), el Papa San Vitaliano (657-72) introdujo el órgano al servicio de la iglesia. Esto, sin embargo, es muy dudoso. En todo caso, una fuerte objeción al órgano en el servicio de la iglesia se mantuvo bastante general hasta el siglo XII, que puede explicarse en parte por la imperfección del tono en los órganos de la época. Pero desde el siglo XII en adelante, el órgano se convirtió en el instrumento privilegiado, la majestad y el carácter desapasionado de su tono lo hicieron el medio especialmente propicio para añadir solemnidad al culto divino.
De acuerdo a la legislación presente, se permite la música de órgano en todas las ocasiones alegres, tanto para piezas puramente instrumentales (voluntarios) y como acompañamiento. El órgano sólo puede incluso tomar el lugar de las voces en los versos alternos en la Misa o en el Oficio, siempre que el texto a ser tratado sea recitado por alguien en voz audible mientras se toca el órgano. Sólo el Credo se exceptúa de este tratamiento, y en todo caso se deben cantar el primer verso de cada canto y todos los versos en que se lleve a cabo alguna acción litúrgica ---como el "Te ergo quaesumus", el "Tantum ergo", el "Gloria Patri".
Con algunas excepciones, el órgano no se ha de tocar durante el Adviento y la Cuaresma. Puede ser tocado en el tercer domingo de Adviento (domingo de gaudete) y en el cuarto de Cuaresma (domingo de laetare) en la Misa y vísperas, el Jueves Santo en el Gloria, y el Sábado Santo en y, según los usos generales, después del Gloria. Por otra parte, puede ser tocado, incluso en el Adviento y la Cuaresma, en las fiestas solemnes de los santos y con motivo de cualquier celebración gozosa, como por ejemplo, la Comunión de los niños [S.R.C., 11 de mayo de 1878, 3448 (5728)]. Por otra parte, por una especie de indulto, al parecer, el órgano se admite, incluso en Cuaresma y Adviento, para apoyar el canto del coro, pero en este caso, debe cesar con el canto. Este permiso, sin embargo, no se extiende a los tres últimos días de la Semana Santa (SRC, 20 de marzo de 1903, 4009). En el Oficio de Difuntos se excluye la música de órgano; en las Misas de Réquiem, sin embargo, puede ser utilizado para el acompañamiento del coro, como antes.
Es conveniente tocar el órgano al comienzo y al final de la Misa, especialmente cuando un obispo ente solemnemente o sale de la iglesia. Si el órgano se toca durante la elevación, debe ser en tonos más suaves, pero parece que el silencio absoluto es más adecuado para este augusto momento. Lo mismo puede decirse sobre el acto de la bendición con el Santísimo Sacramento. Cabe señalar que la legislación de la Iglesia se refiere únicamente a los servicios litúrgicos. No tiene en cuenta las cosas como cantar en la Misa rezada o las devociones populares. Pero es conveniente, por supuesto, observar en tales ocasiones las instrucciones dadas para los servicios litúrgicos.
Ejecución del órgano
En los tiempos antiguos y en la temprana Edad Media el toque del órgano, por supuesto, se limitaba a la ejecución de una melodía. Pero no es improbable que los primeros intentos de música polifónica, de aproximadamente el siglo IX en adelante, se hicieron con el órgano, ya que estos intentos recibieron el nombre de organum. Nos han llegado algunas composiciones del siglo XIII bajo ese nombre sin ningún tipo de texto, y probablemente destinadas al órgano. En el siglo XIV se oye hablar de un famoso organista, el músico ciego Francesco Landino de Florencia, y en el XV de otro organista florentino, Squarcialupi. En este momento Konrad Paumann floreció en Alemania, algunas de cuyas composiciones todavía existen, y muestran la característica que distingue a la música de órganos, como toda música instrumental, de la música vocal, a saber, la disminución o la figuración, ornamentación, de las melodías. Con Paumann esta figuración se limita todavía a la melodía propiamente dicha, la parte superior. Con Claudio Merulo (1533-1604) nos encontramos la figuración extendida también a las partes de acompañamiento. Una obra más madura fue producida por Giovanni Gabrieli (1557-1612) en su "Canzone e Sonate" (1597 y 1615). Un mayor desarrollo de un verdadero estilo instrumental fue producido por Samuel Scheidt (1587 a 1654). A continuación siguen una serie de ilustres compositores para órgano, de los cuales podemos mencionar a Girolamo Frescobaldi (1583-1644), Johann Jacob Froberger (m. en 1667), Dietrich Buxtehude (m. 1707), y Johann Sebastian Bach (1685-1750), en cuyas manos la composición para órganos llegó a su punto más alto.
Después de Bach, el desarrollo general de la música, que se dirigió a una expresión más individual y una emoción constantemente variable, no fue favorable para las composiciones para órganos. En consecuencia, ninguno de los mejores hombres volvió su atención hacia el órgano, siendo las composiciones de Mendelssohn para el instrumento una excepción notable. En los tiempos modernos un gran número de compositores han escrito música respetable para el órgano, entre los cuales podemos mencionar los franceses Guilmant y Widor y el alemán Rheinberger y Reger. Pero ninguno de ellos, con la posible excepción de Reger, se puede considerar como compositor de primera clase. La escasez de composiciones para órgano modernas realmente buenas ha llevado a los organistas al uso prolongado de los arreglos. Si estos arreglos se hacen con el debido respeto a la naturaleza del órgano, no se les puede objetar del todo. Pero es evidente que no representan el ideal de la música de órgano. Como la belleza característica del tono de órgano se encuentra en su continuación uniforme, incluso, el toque legato debe ser el normal para el órgano, incluso más que para otros instrumentos. Si bien, por lo tanto, el toque staccato no se puede excluir absolutamente, y su uso ocasional es incluso deseable, en aras de la variedad, aunque la tendencia moderna a tocar todo staccato o mezzolegato está abierta a grandes objeciones. La alternancia y el contraste de la coloración del tono ofrecida por la variedad de las paradas y la presencia de varios manuales es un dispositivo legítimo y valioso. Pero demasiada variedad es poco artística, y, en particular, un uso excesivo de paradas en solitario es ajeno al verdadero estilo del órgano.
Se puede añadir una palabra sobre la situación local del órgano en la iglesia. Las consideraciones que determinan esta cuestión son tres: la proximidad del órgano a los cantantes, el efecto acústico y la adecuación arquitectónica. La combinación de estas tres reclamaciones en las iglesias existentes es causa frecuente de dificultad considerable. Por lo tanto, es deseable que en la planificación de las nuevas iglesias se les requiera a los arquitectos que provean un salón amplio para un órgano.
Bibliografía
No hay una buena historia del órgano. Un buen libro sobre el órgano antiguo es DEGERING, Die Orgel (Münster, 1905); cf. MACLEAN, The Principle of the Hydraulic Organ in Quarterly Mag. of the International Musical Society, pt. 2 (Leipzig, 1905), y Schlesinger, Researches into the Origin of the Organs of the Ancients, ibid., pt. 2 (Leipzig, 1901). Sobre la historia posterior, WILLIAMS, The Story of the Organ (Londres, 1903) es bastante confiable. La parte histórica de HOPKINS Y RIMBAULT, The Organ, Its history and Construction (London, 1877), aunque fuera de fecha, todavía es útil. Obras adicionales son: RITTER Zur Geschichte des Orgelspiels im 14. bis 18. Jahrhundert (Leipzig, 1884): WANGEMANN, Geschichte der Orgel (Leipzig, 1887); GRÉGOIRE, Histoire de l'orgue (Amberes, 1865); HINTON, Story of the Electric Organ (Londres, 1909); BEWERUNGE, Die Röhrenpneumatik in Kirchenmusikalisches Jahrbuch (Ratisbona, 1905); BUHLE., Die musikalischen Instrumente in den Miniaturen des frühen Mittelalters; I. Die Blasinstrumente (Leipzig, 1903); VIOLLET-LE-DUC, Dictionnaire raissonné du mobilier français de l'époque Carolingienne à la Renaissance: II. Instruments de musique (Pari}ís, 1874).
Las principales obras sobre la construcción del órgano son: AUDSLEY, The Art of Organ-Building (2 vols., 4º, Nueva York y Londres, 1905); ROBERTSON, A Practical Treatise on Organ-Building (Londres, 1897); TÖPFER-ALLIHN, Die Theorie und Praxis des Orgelbaues (Weimar, 1888) HILL, Organ Cases and Organs of the Middle Ages and Renaissance (2 vols., folio, Londres, 1883, 1891); WEDGWOOD, Dictionary of Organ Stops (Londres, 1905); MATTHEWS, A handbook of the Organ (Londres, 1897) (trata también del toque del órgano); DIENEL, Die moderne Orgel (Berlin, 1891); SCHWEITZER, Deutsche u. französische Orgelbaukunst und Orgel-kunst (Leipzig. 1906); CASSON, The Modern Organ (Denbigh, 1883); IDEM, The Pedal Organ (Londres, 1905); IDEM, Modern Pneumatic Organ Mechanism (Londres, 1908); SWANTON, Lecture on Organ Blowing (Londres, 1905); International Rules for Organ Building, issued by the Third Congress of the International Musical Society (Leipzig, 1909).
La legislación eclesiástica sobre el toque del órgano aparece en el Cæremoniale Episcoporum y en los Decretos de la Sagrada Congregación de Ritos. Esta última, en la medida que concierne al tema, aparecen juntas convenientemente en AUER, Die Entscheidungen der h. Riten-Kongregation in Bezug auf Kirchenmusik (Ratisbona y Nueva York, 1901).
Fuente: Bewerunge, Henry. "Organ." The Catholic Encyclopedia. Vol. 11. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/11297a.htm>.
Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina.