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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Joseph Führich

De Enciclopedia Católica

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Joseph Führich fue un pintor austriaco; nació en 1800 y murió en 1876. Fue tan católico en su arte como en su vida. Le gustaba confesar sus principios sobre el arte con gran énfasis; declara que religión, arte y naturaleza se combinan armoniosamente en su mente, que no admite que el arte eclesiástico sea su propio fin, sino que su fin sea ser útil en la casa de Dios, no como mera decoración, sino como un medio de instrucción, para manifestar al corazón la vida de fe en la medida de lo posible por medio de los sentidos. Como pintor, sus obras, como las de Overbeck, se inspiraron en la piedad, mientras que en sus concepciones y su expresión se asemeja a Cornelius.

Como hijo de un pintor pobre en la ciudad bohemia de Kratzau, aprendió los elementos del arte en el taller de su padre y practicó el dibujo mientras cuidaba su rebaño, siendo el Niño Jesús y la adoración de los pastores su tema favorito. Su padre lo llevó a los dieciséis años al pintor Bergler en Praga. Este artista quedó tan complacido con dos composiciones que le asignó al novicio, que le aconsejó que exhibiera algunos de sus cuadros. Dos de ellos fueron comprados y varios patrocinadores de arte le consiguieron los fondos necesarios para asistir a la academia. La lectura de poetas románticos pronto lo convirtió en un romántico. Las ilustraciones de “Fausto” de Cornelius y el boceto de Tasso de Overbeck confirmaron esta tendencia.

En sus viajes a Dresden y a Viena se aficionó a las creaciones de Durero. Ilustró el Padre Nuestro en nueve grabados y la "Genoveva" de Tieck en quince. Por recomendación de algunos románticos estaba en deuda por los medios para un viaje a Roma, que inició hacia fines de 1826. En Italia estudió las obras de diferentes épocas del arte, sobre todo adquirió el estilo histórico, estudió la representación de los grandes misterios cristianos, y modificó su método mediante el estudio de las obras de Rafael y Miguel Ángel. Por supuesto, no dejó de conocer a Fray Angélico, un espíritu que simpatizaba con el suyo. En Roma se unió inmediatamente a la Escuela Nazarena, aprendió técnica monumental y completó el ciclo Tasso en la Villa Massimi al añadir tres frescos: "Armida y Rinaldo", "Armida en el Bosque Encantado" y "Los cruzados en el Santo Sepulcro". El año 1829 lo volvió a ver en Praga, pero en 1834 se fue a Viena, donde vivió hasta su muerte.

Es notable que dos de sus primeros cuadros, pintados poco después de su regreso, a saber, "Jacob y Raquel" y "El viaje de María sobre las montañas", se vendieron por cinco veces el precio original, incluso durante su vida. En 1841 se convirtió en profesor en la Academia de Viena y fue elevado a la orden de caballería en 1854, y en adelante se le llamó comúnmente Ritter von Führich. Ejecutados con el mismo cuidado que las pinturas antes mencionadas están "Booz y Rut", "Santa Gúdula", “Cristo en el limbo”, "Cristo en camino al jardín". Pintó cuadros religiosos casi exclusivamente; de los temas del Antiguo Testamento podemos mencionar: "Dios escribe los mandamientos sobre las tablas de piedra", "Josué y la destrucción de Jericó", "Los judíos afligidos"; de imágenes del Nuevo Testamento: "El sueño de José", "José y María en camino a Jerusalén", "El nacimiento de Cristo", "La tormenta en el mar", "La pesca milagrosa". Estas imágenes demuestran la grandeza y la altura de los temas religiosos y dan testimonio de la concepción moral y mística del artista. Pureza en la forma y energía en la expresión, una simple belleza en el movimiento y la vestimenta, sin pretensión y afectación, son sus inconfundibles excelencias. El deseo del artista de aplicar la monumental técnica del fresco en su país natal se cumplió dos veces. En 1844-46 pintó las Estaciones de la Cruz en la iglesia de San Juan Nepomuceno en Viena. La obra fue apreciada por todos lados, y copias de ella han llegado a América y a las misiones más lejanas.

De 1854 a 1861 pintó, junto con otros, la iglesia de Altlerchenfeld en Viena. El propio artista nos ha explicado el plan de esta epopeya cristiana. La actividad de Cristo como Salvador antes, durante y después de su carrera terrenal se presenta aquí a los ojos de los fieles como en una gran Biblia ilustrada; en el vestíbulo, lo que precede a la creación del hombre; en las paredes de la entrada y en las naves, los prototipos del Antiguo Testamento; en la nave, escenas del Nuevo Testamento; los cuadros del transepto representan la próxima preparación para la redención; sobre el altar mayor, la Crucifixión, y en el coro, la vida de Cristo en su Iglesia. El plan, así como la composición, es magnífico, en la ejecución contó con la ayuda de manos menos hábiles, y el colorido es a veces imperfecto, como es el caso de la mayoría de las obras de los nazarenos.

Pero Führich adquirió su mayor fama como dibujante. Aunque a veces extrañemos la individualidad, los personajes extraídos de la vida y el movimiento dramático, hecho que no nos asombrará considerando el carácter ideal de sus sujetos, aún cumple con los requisitos esenciales de su tema, a menudo nos cautiva por su naïveté y piedad, por sus líneas nobles y su ingeniosa invención. Sus cuadros cíclicos se han convertido en el gozo del pueblo cristiano. El maestro logra aquí su ideal de la obra del artista. El artista debe ser un hombre de meditación y de entusiasmo, que pueda traducir el elemento de instrucción de la esfera puramente intelectual a la de la imaginación, convertir la mera inspección en contemplación.

El ciclo de Navidad o "El Camino a Belén" en sus doce números contiene los idilios pictóricos más bellos. Llena de encanto y conmoción está la figura simbólica del alma humana, cuya atención primero es llamada por la personificación del arte cristiano al misterio de la Encarnación y que luego sigue los acontecimientos con la luz de la meditación y la inspiración del arte. Los quince cuadros del ciclo de Pascua, "Ha resucitado", nos sorprenden por la fecundidad de las ideas, por la asombrosa habilidad en el uso del lenguaje simbólico, por su seriedad digna y su profunda verdad. Obras de arte igualmente imperecederas son los once dibujos y aguafuertes titulados "El triunfo de Cristo". En "Thomas à Kempis" (al texto de Guido Görres) Führich encontró la oportunidad de dar forma poética a los principales principios de nuestra religión y, al mismo tiempo, revelar la riqueza de su corazón cristiano.

A estas obras hay que añadir "La vida de María", "La leyenda de San Wendelin", "El Salterio", "El pobre Enrique" y "Memorias de nuestro tiempo". La mayoría de estos dibujos se hicieron para grabados en madera, "El hijo pródigo" y "Ruth" para grabados en cobre. Los principios católicos de estética de Führich se establecen en su hermoso folleto "Von der Kunst", también en "Kunst und ihre Formen". Además, tenemos de su pluma "Briefe aus Italien" y una autobiografía; una nueva edición de esta última, preparada por amigos y enriquecida con adiciones, apareció en 1875 en Viena.


Fuente: Gietmann, Gerhard. "Joseph Führich." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6, págs. 311-312. New York: Robert Appleton Company, 1909. 21 agosto 2021 <http://www.newadvent.org/cathen/06311d.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina