Cruzada de los Pastoureaux
De Enciclopedia Católica
Cruzada de los Pastoureaux (o Cruzada de los Pastorcillos) fue uno de los movimientos populares más curiosos inspirados por el deseo de liberar a la Tierra Santa. San Luis, rey de Francia, se había embarcado en la Cruzada (1248), dejando la regencia a su madre, Blanca de Castilla. Derrotado en la batalla de Mansourah (8 feb. 1250) y hecho prisionero, recuperó su libertad mediante la entrega de Damietta; se embarcó para Saint-Jean d'Acre y envió a sus hermanos a Francia para obtener ayuda. Pero Blanca de Castilla trató en vano de enviarle refuerzos, sin que ni los nobles ni el clero mostraran buena voluntad al respecto. En esta coyuntura se levantaron los pastores y obreros y anunciaron que irían al rescate del rey. Hacia Pascua (16 de abril) de 1251, una persona misteriosa, cuyo nombre real se desconoce pero que pronto fue llamado el "Maestro de Hungría", comenzó a predicar la Cruzada a los pastores del norte de Francia en nombre de la Santísima Virgen. Tenía sesenta años y despertaba asombro por su larga barba, su rostro delgado y su mano siempre cerrada, que sostenía, se decía, el mapa que le entregó la Santísima Virgen. Atrajo multitudes con su elocuencia y distribuyó la Cruz entre ellos sin autorización de la Iglesia.
El movimiento se extendió rápidamente, de Picardía a Flandes, luego a Brabante, Henao, Lorena y Borgoña. Pronto se formó un ejército de 30,000 hombres, que portaban un estandarte en el que se representaba a la Santísima Virgen en su aparición al Maestro de Hungría. El movimiento tuvo el mismo éxito en las ciudades, y los ciudadanos de Amiens proporcionaron provisiones al ejército. Sin embargo, los “pastoureaux” pronto se mostraron hostiles al clero, especialmente a los frailes predicadores, a quienes acusaron de haber inducido a San Luis a ir a Palestina. Además, una multitud de holgazanes, ladrones, asesinos y mujeres caídas se unieron a sus filas, y desde entonces con creciente audacia mataron a clérigos y predicaron contra los obispos e incluso contra el Papa. Blanca de Castilla parece haber imaginado que podría enviar a los “pastoureaux” en auxilio de San Luis, y convocando al maestro, lo interrogó y lo despidió con regalos.
Envalentonados por esta recepción, los “pastoureaux” entraron a París, y el gran maestro, vestido con una mitra, predicó desde el púlpito de San Eustaquio. Clérigos y monjes fueron perseguidos, asesinados y arrojados al Sena; el obispo de París fue insultado y la Universidad de París se vio obligada en su propia defensa a cerrar el Petit-Pont entre la Cité y la orilla izquierda del Sena. Luego los “pastoureaux” abandonaron París y se dividieron en varios ejércitos que sembraron el terror por todas partes. En Ruán, el arzobispo y su clero fueron expulsados de la catedral (4 junio 1251). En Orleans, un gran número de clérigos universitarios fueron asesinados y arrojados al Loira (11 junio). En Tours, los “pastoureaux” tomaron por asalto el convento de los dominicos y profanaron las iglesias. El pueblo crédulo los consideraba santos y les traía a los enfermos para que los curaran.
Por fin, Blanca de Castilla se dio cuenta de que se había equivocado y ordenó a los oficiales reales que los arrestaran y destruyeran. Cuando llegaron a Bourges los clérigos y sacerdotes habían huido, tras lo cual se apoderaron de las propiedades de los judíos, saquearon las sinagogas y sometieron la ciudad al pillaje. Se intentó encarcelarlos, pero derribaron las puertas. Una tropa de ciudadanos los persiguió y los detuvo cerca de Villeneuve-sur-Cher. El Maestro de Hungría fue asesinado, junto con un gran número de sus seguidores. Algunos llegaron al valle del Ródano e incluso a Marsella; otros fueron a Burdeos, de donde fueron expulsados por Simón de Montfort, conde de Leicester y gobernador de Guienne en nombre del rey de Inglaterra, quien hizo que su líder fuera arrojado a la Gironda.
Otro líder fue a Inglaterra y reunió a unos pastores que, al enterarse de que los “pastoureaux]] estaban excomulgados, los mataron. Enrique III ordenó al Lord Guardián de las Cinque Ports que tomara medidas para evitar la invasión de su reino. Algunos de ellos se sometieron y, tras haber recibido la Cruz de manos de los clérigos, partieron hacia Tierra Santa. Los cronistas eclesiásticos afirman que los “pastoureaux” habían concluido con el sultán un tratado secreto para someter el cristianismo al mahometismo. "Se dice que han resuelto primero exterminar al clero de la faz de la tierra, luego suprimir a los religiosos, y finalmente caer sobre los caballeros y nobles para que el país así privado de defensa pueda ser entregado más fácilmente a los errores e incursiones de los paganos." (Carta del guardián de los Frailes Menores de París a sus hermanos en Oxford; Chartularium Univ. Parisiensis, París, 1889, I, 225). Esto es obviamente una fábula, pero de hecho este movimiento popular, de origen sincero y algo místico, pronto adquirió un carácter anarquista.
Lo mismo ocurrió con el segundo movimiento de los “pastoureaux” en 1320 durante el reinado de Felipe V. En el norte de Francia, un sacerdote suspendido y un monje desnudo predicaron la Cruzada a una banda de campesinos, tronando contra la indiferencia del rey y los nobles con respecto a la liberación de Palestina. Igual que en 1251, a los místicos ignorantes pronto se les unieron rufianes de todo tipo cuyo objeto era sacar provecho de su sencillez. Vestidos de harapos y armados con palos y cuchillos, marcharon sobre París, liberaron a los prisioneros en el Châtelet y desafiaron al rey, que se limitó a atrincherarse en el palacio de la Cité y en el Louvre. De París fueron a Berry, de allí a Saintonge y Aquitania, en número de hasta 40.000, saqueando sobre la marcha. En Verdun-sur-Garonne, quinientos judíos encarcelados en un calabozo se estrangularon unos a otros para no caer en sus manos. A menudo eran ayudados por gente de las ciudades e incluso los ciudadanos de clase media aplaudieron la masacre de los judíos. En respuesta a la excomunión papal, marcharon a Aviñón y luego resolvieron embarcarse como San Luis a Aigues-Moretes. Pero el senescal de Carcasona reunió a sus hombres en armas, les cerró las puertas de la ciudad y los arrojó a las marismas vecinas, donde el hambre los dispersó. Los soldados organizaron entonces partidas de caza que resultaron en el ahorcamiento de miles de los “pastoureaux”, pero durante mucho tiempo varias de sus bandas continuaron arrasando el sur de Francia.
Bibliografía: Chroniques de St. Denis in Hist. de Fr., XXI, 115 sq.; BERGER, Hist. de Blanche de Castille (París, 1895), 392-402; BEMONT, Simon de Montfort, Comte de Leicester (París, 1884); RÖHRICHT, Die Pastorellen in Zeit. für Kirchengesch. (1884), 290-96; VIDAL, L'émeute des Pastoureaux en 1320 in Annales de St. Louis des Français (1899), 121-74; LEHUGUEUR, Hist. de Philippe le Long (París, 1897), 417-21.
Fuente: Bréhier, Louis. "Crusade of the Pastoureaux." The Catholic Encyclopedia. Vol. 11, pág. 539. New York: Robert Appleton Company, 1911. 30 agosto 2021 <http://www.newadvent.org/cathen/11539a.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina