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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Viejos Católicos

De Enciclopedia Católica

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La secta organizada en países de habla alemana para combatir el dogma de la infalibilidad papal.

Llenos de ideas de liberalismo eclesiástico y rechazando el espíritu cristiano de sumisión a las enseñanzas de la Iglesia, casi 1400 alemanes publicaron, en septiembre de 1870, una declaración en la que repudiaban el dogma de la Infalibilidad “como una innovación contraria a la fe tradicional fe de la Iglesia”. Fueron alentados por muchos eruditos, políticos y hombres de estado, y fueron aclamados por la prensa liberal de todo el mundo. La ruptura con la Iglesia comenzó con esa declaración, presentada a pesar de que la mayoría de los obispos alemanes publicaron, en Fulda el 30 de agosto, una carta pastoral común apoyando el dogma. No fue hasta el 10 de abril de 1871 que el obispo Hefele de Rotterdam le emitió a su clero una carta respecto al dogma. A finales de 1870 todos los obispos austriacos y suizos habían hecho lo mismo.

El movimiento contra el dogma se llevó a cabo con tal energía que el primer congreso de Viejos Católicos logró reunirse en Munich el 22-24 de septiembre de 1871. Antes de esto, sin embargo, el arzobispo de Munich había excomulgado a Döllinger el 17 de abril de 1871 y más tarde también a Friedrich. Asistieron al congreso más de 300 delegados de Alemania, Austria y Suiza, además de amigos de Holanda, Francia, España, Brasil, Irlanda y los representantes de la Iglesia Anglicana, con protestantes americanos y alemanes. El espíritu que agitaba en ésta y en las asambleas posteriores era Johann Friedrich von Schulte, el profesor de dogma de Praga. Von Schulte resumió los resultados del congreso de la siguiente manera:

  • Adhesión a la antigua fe católica;
  • Mantenimiento de los derechos de los católicos en cuanto tales;
  • Rechazo de los nuevos dogmas;
  • Adhesión a las constituciones de la antigua Iglesia con el repudio de todo dogma de fe que no estuviera en armonía con la actual conciencia de la Iglesia;
  • Reforma de la Iglesia con participación constitucional del laicado;
  • Preparación del camino para una reunión de las confesiones cristianas;
  • Reforma de la enseñanza y posición del clero;
  • Adhesión al Estado contra los ataques del ultramontanismo;
  • Rechazo de la Compañía de Jesús.
  • Solemne afirmación de las reclamaciones de los católicos como tales a la verdadera propiedad eclesiástica y del título a ella;

También se aprobó una resolución sobre la formación de las comunidades parroquiales, a la que Döllinger se opuso vehementemente y le votó en contra. Al segundo congreso, celebrado en Colonia el 20-22 de septiembre de 1872, asistieron 320 delegados de los Viejos Católicos, además de un Jansenista y tres obispos anglicanos, clero ruso e inglés y otros ministros protestantes. Se decidió sobre la elección de un obispo y entre las resoluciones más importantes que se aprobaron están las de la organización y pastoral de las parroquias. A esta le siguieron los pasos para que varios gobiernos reconociesen a los Viejos Católicos; el sentimiento general de ese tiempo hizo fácil este reconocimiento por parte de Prusia, Baden y Hesse. El Profesor Reinkens de Bonn fue elegido obispo el 4 de junio de 1873 y consagrado en Rotterdam por el obispo jansenista de Deventer, Heydekamp, el 11 de agosto de 1873. Habiendo sido reconocido oficialmente como “obispo católico“ por Prusia el 19 de septiembre, y tras haber tomado el juramento de lealtad el 7 de octubre de 1873, eligió a Bonn como su lugar de residencia. Prusia le concedió al obispo y a su diócesis una suma anual de 4,800 marcos ($1,200).

El Papa Pío IX excomulgó a Reinkens nominalmente el 9 de noviembre de 1873, previo a lo cual, en la primavera de 1872, el arzobispo de Colonia había sido obligado a excomulgar a Hilgers, Langen, Reusch y Knoodt, profesores de teología de Bonn. La misma suerte habían corrido varios profesores de Braunsberg y Breslau. La ficción presentada por Friedrich von Schulte que los Viejos Católicos son los verdaderos católicos fue aceptada por varios gobiernos en Alemania y Suiza, y muchas iglesias católicas fueron transferidas a la secta. Esto se hizo a pesar de que un decreto de la Inquisición, fechado 17 de septiembre de 1871, y un Breve de 12 de marzo de 1873, había mostrado de nuevo que los Viejos Católicos no tenían ninguna conexión con la Iglesia Católica; que por consiguiente representaban a una sociedad religiosa completamente separada de la Iglesia; y que, consecuentemente, no tenía derecho a ninguna reclamación legal de los fondos o edificios para culto de la Iglesia Católica.

El desarrollo de la organización interna de la secta ocupó los congresos celebrados en Friburgo en el Breisgau en 1874, en Breslau en 1876, en Baden-Baden en 1880; y en Krefeld en 1884 así como en los sínodos ordinarios. La constitución sinodal, adoptada por la insistencia de von Schulte, parece que llevó la secta a la ruina, ya que resultó en ilimitadas arbitrariedades y en una ruptura radical con todas las ordenanzas disciplinaras del Catolicismo. Especialmente trascendental fue la abolición del celibato, exigido por la carencia de sacerdotes. Después de la derogación de esa ley cierto número de sacerdotes, cansados del celibato, y ninguno de especial relevancia intelectual, se refugiaron entre los Viejos Católicos. El estatuto de 14 de junio de 1878, para el mantenimiento de la disciplina entre el clero de los Viejos Católicos, sólo tiene valor teórico.

Se creó un fondo para el obispo, un fondo de pensión y fondos suplementarios para los ingresos de los párrocos, gracias a las aportaciones de los gobiernos y de personas privadas. En el otoño de 1877, el obispo Reinkens fundó un seminario residencial para los estudiantes de teología que, el 17 de enero de 1894, fue reconocido como persona jurídica por una orden del gabinete real, con una dotación de 110,000 marcos ($27,500). El 20 de abril de 1898 se fundó una casa de estudios para estudiantes de gimnasio[1], llamada el Paulinum, y se compró una residencia para el obispo. Se publicó un periódico oficial de la iglesia, además de otras publicaciones. Estas declaraciones, que se refieren principalmente a Alemania, pueden también aplicarse en parte a otras pocas comunidades fundadas en Austria, que, sin embargo, nunca han tenido ninguna importancia.

A pesar de la perniciosa agitación, en Suiza solo apostataron tres sacerdotes. Los cantones protestantes ---sobre todo Berna, Basilea y Ginebra--- hicieron todo lo posible para promover el movimiento. En la Universidad de Berna se fundó una facultad teológica viejo-católica en la que daban clase dos protestantes radicales. Al mismo tiempo todas las comunidades viejo-católicas de Suiza se organizaron en una “Iglesia Nacional Católica Cristiana”, en 1875; al año siguiente el Dr. Reinkens consagró obispo al Dr. Herzog, el cual escogió a Berna como su lugar de residencia. Como en Alemania, en Suiza se deshicieron de la confesión, se abolió el celibato y se prescribió el uso de la lengua vernácula para el servicio del altar. Pero fallaron completamente los intentos de extender el Viejo Catolicismo a otros países. Es un asunto de poca importancia el que a finales del siglo XIX un sacerdote apóstata inglés llamado Arnold Mathew, quien por un tiempo fue un unitario, casado, luego se unió con otro sacerdote londinense suspendido llamado O'Halloran, y fue consagrado por el arzobispo jansenista de Utrecht. Mateo se llama a sí mismo un obispo viejo católico, pero prácticamente no tiene seguidores. Algunas de las pocas personas que asisten a su iglesia en Londres lo hacen por ignorancia, en la creencia de que la iglesia es verdaderamente católica.

Las muy radicales ordenanzas litúrgicas, disciplinarias y constitucionales adoptadas en los primeros quince años convencieron gradualmente hasta a los más amigables oficiales gubernamentales que ya no era sostenible la ficción de catolicismo de los Viejos Católicos. Pero el daño estaba ya hecho y el reconocimiento real no se alteró ni tampoco la concesión de fondos. Aunque en Alemania no hubo ningún cambio esencial en este particular, sin embargo, la necesidad política que condujo a un modus vivendi en el Kulturkampf enfrió el interés de los estadistas en los Viejos Católicos, sobre todo porque no habían sido capaces de cumplir sus promesas de nacionalizar la Iglesia en Alemania. El completo fracaso de este intento se debió a la solidaridad de los católicos tan violentamente perseguidos. Familias enteras volvieron a la Iglesia después que hubo pasado la excitación inicial, y la capacidad de victoria de los Viejos Católicos fue decayendo en toda Alemania en el mismo grado en que el Kultarkampf estimulaba poderosamente el sentimiento católico genuino.

El número de Viejos Católicos comenzó a disminuir rápida y continuamente. Para ocultarlo, los líderes del movimiento utilizaron un truco muy singular: hasta entonces se llamaban a sí mismos Viejos Católicos para los registros policiales y el censo; en adelante sus líderes les dijeron que se llamaran simplemente católicos, con lo que lograron ocultar el rápido declinar de la secta, de la que no es posible de esta manera, hacer estadísticas. El que los Viejos Católicos se llamen a sí mismos católicos es de lo más extraño, pues en las doctrinas esenciales y en el culto ellos apenas difieren de una forma liberal de protestantismo.

Sin embargo, el prescrito encubrimiento de la membresía en el cuerpo de los Viejos Católicos tuvo un buen resultado, ya que muchos que se habían alejado secretamente de la secta pudieron volver a la Iglesia sin llamar la atención. Por todo esto solo se pueden dar algunas estadísticas de algunos pocos años. En 1878 había en el Imperio Alemán 122 congregaciones, incluyendo 44 en Baden, 36 en Prusia, 34 en Baviera y alrededor de 52,000 miembros. En 1890 había alrededor de 30,000 debido a una decidida disminución en Baviera. En 1877 había en Suiza alrededor de 73,000; en 1890 solamente 25.000. En Austria en el momento de mayor florecimiento había quizás unos 10,000 miembros y a finales de siglo probablemente no más de 4,000. Se puede decir que el total de Viejos Católicos en toda Europa no superaba los 40.000.

Es extraño que un movimiento que tenía tanto vigor intelectual y que recibía tanto apoyo del Estado se deshiciera tan pronto y tan completamente por mala gestión, teniendo en cuenta además que en Alemania y Suiza iba ayudado por violentos ataques a los católicos. La principal razón es la predominante influencia de los laicos bajo cuyo control fueron colocados los clérigos por la constitución sinodal. La abolición del celibato obligatorio mostró la completa inestabilidad y carencia de fundamentos morales de la secta. Döllinger repetida, aunque infructuosamente, advirtió contra todas esas medidas destructivas, aunque en vano. En general él se abstuvo de ninguna participación activa en los congresos y sínodos, lo que irritaba en gran manera a los líderes del movimiento, pero Döllinger nunca permitió que se utilizase su nombre como pantalla de situaciones que consideraba altamente perniciosas. Sin embargo, nunca se reconcilió con la Iglesia a pesar de los muchos esfuerzos del arzobispo de Munich. Consideradas todas las cosas, el Viejo Catolicismo prácticamente ha dejado de existir, y ya no es de ninguna importancia pública.

Para descripciones de los movimientos y tendencias que condujeron al Viejo Catolicismo vea Johann Joseph Ignaz von Döllinger, Anton Gunther, George Hermes, infalibilidad, Félicité Robert de Lamennais, “Syllabus", Concilio Vaticano I.

NOTA

[1] gimnasio: Una escuela superior académica en algunos países de Europa central, especialmente Alemania, que prepara estudiantes para la universidad.


Bibliografía: FRIEDBERG, Aktenstucke die altkatholische Bewegung betreffend (Tubingen, 1876); VON SCHULTE, Der Altkatholizismus, Geschichte Deutchland (Giessen, 1887); IDEM, Lebenerinnerungen. Mein Worken als Rechtsleher, mein Anteil and der Politik in Kirche und Staat (giessen, 1908); VERING, Kirchenrecht (3ra ed., 1893), hace un buen resumen basado en las autoridades originales. Además de las afirmaciones de los libros de estadísticas hay una buena narración del Viejo-Catolicismo en MACCAFFREY, History of the Catholic Church in the Nineteenth Century. 1789-1909, I (Dublin y Waterford, 1909); MARSHALL, Döllinger and the Old Catholics in Amer. Cath. Quart. Review (Filadelfia, 1890), 267 ss.; cf. Tambien los archivos del London Taablet and Dublin Review (1870-71); Bruck-Kissling, lGeschicte der katholischen Kirche im neunzehnten Jahrhundert (Munster, 1908); MAJUNKE, Geschicte des Kulturkampfes in Preussen-Deutchland (Paderborn, 1882); GRANDERATH-KIRCH, Geschicte des Vatikanischen Konzils (Friburgo, 1903-06); cf. also Friedrich, Geschicte des Vatikanischen Konzils (Bonn, 1877-87); además se debería examinar la literatura polémica de 1868-1872 sobre el concilio y la cuestion de la infalibilidad. Los escritos más importantes se citan en los libros arriba mencionados. Las dos biografías, desde puntos de vista opuestos de Döllinger por FRIEDRICH (Munich, 1891-1901) y MICHAEL (Innsbruck, 1892) contiene mucho material valioso.

Fuente: Baumgarten, Paul Maria. "Old Catholics." The Catholic Encyclopedia. Vol. 11. New York: Robert Appleton Company, 1911. 5 Sept. 2010 <http://www.newadvent.org/cathen/11235b.htm>.

Traducido por Pedro Royo. rc