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Miércoles, 30 de octubre de 2024

San Ireneo

De Enciclopedia Católica

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San Ireneo fue obispo de Lyon y Padre de la Iglesia. La información sobre su vida es escasa, y hasta cierto punto, inexacta. Nació en la Asia Proconsular, o al menos en alguna provincia colindante, en la primera mitad del siglo II; la fecha exacta es controvertida, entre los años 115 y 125, de acuerdo con algunos, o, de acuerdo con otros, entre el 130 y 142. Es cierto que, aun siendo muy joven, Ireneo había visto y escuchado al santo obispo Policarpo (m. 155) en Esmirna. Durante la persecución de Marco Aurelio, Ireneo era un sacerdote de la Iglesia de Lyon. El clero de esa ciudad, muchos de los cuales sufrían encarcelamiento por la fe, lo envió (177 ó 178) a Roma con una carta para el Papa Eleuterio respecto al montanismo, y en dicha ocasión dio un testimonio enfático de sus méritos.

De regreso a Galia, Ireneo sucedió al mártir San Potino como obispo de Lyon. Durante la paz religiosa que siguió a la persecución de Marco Aurelio, el nuevo obispo dividió sus actividades entre los deberes de un pastor y los de un misionero (de lo cual tenemos poca información, tardía y no muy cierta) y sus escritos, los cuales, casi todos, iban dirigidos contra el gnosticismo, herejía que se propagaba entre los galos y otros lugares. En 190 o 191 intercedió ante el Papa Víctor para que levantase la sentencia de excomunión impuesta por ese pontífice a las comunidades cristianas de Asia Menor que perseveraban en la práctica de los cuartodecimanos respecto a la celebración de la Pascua (Vea Controversia Pascual). No se sabe nada sobre la fecha de su muerte, la cual debe haber ocurrido a fines del siglo II o inicios del III. A pesar de algunos testimonios aislados y posteriores a tal efecto, no es muy probable que terminara su carrera con el martirio. Su fiesta se celebra el 28 de junio en la Iglesia Latina, y el 23 de agosto en la Griega.

Ireneo escribió en griego muchas obras las cuales le han asegurado un lugar excepcional en la literatura cristiana, debido a que, en asuntos religiosos controvertidos de importancia vital, exhiben el testimonio de un contemporáneo de la era heroica de la Iglesia, de uno que había escuchado a San Policarpo, el discípulo de San Juan, y quien, de cierta manera, perteneció a la era apostólica. Ninguno de estos escritos nos ha llegado en el texto original, aunque muchos grandes fragmentos de ellos existen como citas en escritores posteriores (San Hipólito, Eusebio, etc.). Dos de estas obras, sin embargo, nos han llegado en su totalidad en una versión latina:

  • (1) Un tratado en cinco libros, comúnmente titulado Adversus haereses, y dedicado, de acuerdo a su verdadero título, a la "Detección y Derrocamiento del Conocimiento Falso". (Vea GNOSTICISMO, sección “Refutación del Gnosticismo”) De esta obra poseemos una traducción latina muy antigua, cuya fidelidad escrupulosa está más allá de toda duda. Es la obra principal de Ireneo y verdaderamente la de mayor importancia; contiene una exposición profunda no sólo del gnosticismo bajo sus diferentes formas, sino también de las principales herejías que habían surgido en las diversas comunidades cristianas y así constituye una fuente incalculable de información sobre la más antigua literatura eclesiástica desde sus inicios hasta fines del siglo II. Al refutar los sistemas heterodoxos, Ireneo a menudo les opone la verdadera doctrina cristiana de la Iglesia, y de esta manera provee evidencia positiva y muy temprana de gran importancia. Baste mencionar los pasajes, tan frecuente y completamente comentados por los teólogos y escritores polémicos, respecto al origen del Evangelio según San Juan, la Sagrada Eucaristía y la supremacía de la Iglesia Romana.
  • (2) A principios del siglo XX se descubrió una antigua traducción literal en la lengua armenia de una segunda obra, escrita después del “Adversus Haereses”; esta es la “Prueba de la Predicación Apostólica.” Aquí el objetivo del autor no es confutar a los herejes, sino confirmar a los fieles exponiéndoles la doctrina cristiana y notablemente al demostrar la verdad del Evangelio por medio de las profecías del Antiguo Testamento. Aunque fundamentalmente no contiene, como quien dice, nada que no haya sido expuesto en el “Adversus Haereses”, es un documento del más alto interés y un testimonio magnífico de la profunda y viva fe de Ireneo.

De sus otras obras sólo existen fragmentos dispersos; muchos, sin duda, se conocen sólo a través de las menciones hechas de ellos por escritores posteriores, ni siquiera nos han llegado los fragmentos de dichas obras. Estos son:

  • (3) Un tratado contra los griegos titulado “Sobre el tema del conocimiento” (mencionado por Eusebio);
  • (4) un escrito dirigido al sacerdote romano Florino "Sobre la Monarquía, o como Dios no es la Causa del Mal" (fragmento en Eusebio);
  • (5) *una obra "Sobre el Ogdoad (el Octavo)", probablemente contra el Ogdoad de Valentino el Gnóstico, escrito para el mismo sacerdote Florino, quién se había pasado a la secta de los valentinianos (fragmento en Eusebio);
  • (6) un tratado sobre el cisma, dirigido a Blasto (mencionado por Eusebio);
  • (7) una carta al Papa Víctor contra el sacerdote romano Florino (fragmento conservado en [[Siria |siríaco);
  • (8) otra carta al mismo sobre la Controversia Pascual (extractos en Eusebio):
  • (9) otras cartas a varios corresponsales sobre el mismo tema (mencionado por Eusebio, un fragmento conservado en siríaco);
  • (10) un libro de varios discursos, probablemente una colección de homilías (mencionado por Eusebio); y
  • y otras obras menores para las cuales tenemos testimonios menos claros o ciertos.

Funk probó que eran apócrifos los cuatro fragmentos que Pfaff publicó en 1715, ostensiblemente de un manuscrito de Turín, y Harnack estableció el hecho de que Pfaff mismo los había fabricado.


Fuente: Poncelet, Albert. "St. Irenaeus." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8, págs. 130-131. New York: Robert Appleton Company, 1910. 8 dic. 2019 <http://www.newadvent.org/cathen/08130b.htm>.

Artículo relacionado: Bertrand de Margerie S.J. http://www.aciprensa.com/exegesis/capitulo2.htm

Traducido por Félix Carrera Franco. lmhm