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Martes, 3 de diciembre de 2024

Vespasiano

De Enciclopedia Católica

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(TITO FLAVIO VESPASIANO)

Emperador romano. Nació en Reate (ahora Rieti), la antigua capital de los sabinos, el 18 de noviembre de 9 d.C.; murió allí el 23 de junio de 79. Su padre era un próspero colector de impuestos y prestamista, y quizás por el hecho de que un hermano de su madre era senador pudo haberle animado a entrar en el servicio público. Al comenzar su carrera pudo familiarizarse con las condiciones del Levante donde sirvió como cuestor; antes de cumplir 44 años había ocupado aún más importantes magistraturas. Después de servir en el ejército en Alemania realizó una exitosa expedición al sur de Britania al mando de la Segunda Legión y obtuvo el rango consular el 51 d.C. Diez años más tarde era procónsul en África. Aparece por primera vez en la historia como miembro del séquito imperial que acompañaba a Nerón en su viaje por Grecia; pero Vespasiano no era un buen cortesano, pues se dice que se quedó dormido en presencia de Nerón mientras éste recitaba uno de sus propios poemas. A pesar de esta conducta ofensiva, y quizás porque Nerón era lo suficientemente sensible para olvidar animosidades personales cuando lo demandaban razones de estado, o porque no encontraba a otro mejor, el caso es que le encargó la dirección de la guerra contra los judíos, lo que fue causa inmediata de su elevación a la púrpura imperial.

Debido a la opresión de los sucesivos gobernadores romanos, que culminó con las atrocidades de Gesio Floro, se produjo una insurrección en la que los judíos masacraron a la guarnición romana de Jerusalén. Muchas consideraciones obligaron a la corte romana a tomar en serio esta rebelión, y no fue la menos importante la creencia extendida de que un nuevo poder originado en Judea estaba destinado a suplantar a Roma en el dominio del mundo. Llevando consigo a su hijo Tito, Vespasiano invadió Judea en el año 66 d.C. entrando de lleno en la última guerra en la que los judíos tomarían parte como nación. El cerco de Jerusalén, en el que perecieron más de medio millón de sus habitantes, fue dirigido por Tito y terminó con la caída de la ciudad, (2 de septiembre del año 70) y la destrucción final del Templo. Mientras tanto la carrera de Nerón terminó en suicidio y su sucesor, Galba, había sido asesinado por Otón y éste a su vez, destronado por los partidarios de Vitelio, siguió el ejemplo de Nerón. Mientras continuaba la guerra contra los judíos, los soldados en Egipto proclamaron emperador a Vespasiano (1 de julio del 69) y sus camaradas en Judea confirmaron la elección. No había intentado, al menos ostensiblemente, conseguir la diadema, pero los soldados estaban sinceramente unidos a él y el corrupto Vitelio, que era el parásito y favorito de Nerón, y a quien habían proclamado las legiones de Germania era una nulidad tanto desde el punto de vista militar como moral. Vespasiano se mantuvo en su puesto en Judea, mientras que su lugarteniente, Antonio Primo, con los ejércitos de Panonia y de la Península Balcánica, invadió Italia, derrotó a las fuerzas de Vitelio cerca de Cremona y se lanzó sobre Roma, defendida por la guardia pretoriana y el populacho (20 de diciembre de 69). No fue hasta el verano siguiente que el nuevo emperador dejó la conducción de los asuntos palestinos a su hijo Tito y se presentó en Roma para recibir la confirmación del senado.

La asunción de Vespasiano a la autoridad imperial terminó con los esfuerzos de guerra civil que agitaban a Roma a intervalos incluso desde los días de Mario y Sula. Su reinado fue claramente un tiempo de reformas. Tito, que se iba a convertir en una de los más benéficos gobernantes paganos de la historia, fue asociado como César al gobierno de su padre. Se dio nuevo impulso a la dignidad del senado romano, en general suprimiendo a los elementos desacreditados. Se derogó la ley de la traición, que era una odiosa cobertura legal de la tiranía; se reformaron los tribunales de justicia; se restauró sobre bases seguras la disciplina militar. Vespasiano era un maestro en la administración financiera y sabía como acrecentar y utilizar su riqueza y el esplendor de de la ciudad imperial; y fue bajo su gobierno que se comenzó a construir el Coliseo.

En el extranjero, la conquista final de Judea fue seguida por la supresión de un serio levantamiento en la Galia y la consolidación de la autoridad romana en Britania por Cneo Agrícola, quien construyó una cadena de torres defensivas entre los estuarios de Clyde y Forth. Aún más importante para el progreso de la civilización fue el período de tranquilidad para la Iglesia naciente, que comenzaba bajo este reinado. Las clases oficiales de Roma veían el cristianismo como una secta judía y por ello estaba sujeta a un impuesto de medio siclo para reconstruir el templo capitolino, destruido cuando Roma fue tomada por Vespasiano, pero este impuesto no parece haber sido ocasión de un tratamiento cruel. Tertuliano (Apología) y Eusebio (Hist. Ecl.) están de acuerdo en no culpar a Vespasiano de persecución. No se puede probar que San Lino, el Papa que murió durante ese período, fuese martirizado, mientras que San Apolinar de Rávena, aunque mártir puede muy bien haberlo sufrido a manos de una revuelta local.

El carácter de este emperador mostraba muy poco, si nada, del tirano pagano. Aunque no era un hombre de cultura literaria, se convirtió en protector de su prisionero de guerra, el historiador judío Flavio Josefo, adorador del Dios Único, y hasta le permitió usar su propio nombre familiar (Flavio). Quizá su generosidad estuviera causada por la sagaz profecía de Josefo que le dijo que llegaría a ser emperador, pero sin duda hay otros ejemplos en los que se le ve dispuesto a premiar el mérito a personas por las que no sentía simpatía personal. Tuvo la distinción de ser el primer emperador romano que transmitió el poder a su hijo. También es notable en la historia romana por haber llegado a los 70 años y morir de muerte natural. Debido a su débil salud, se retiró a su pueblo natal (Reate) para beneficiarse del aire puro en los “campos cubiertos de rocío” (rosei campi) del país de los sabinos. Tuvo dos hijos de su mujer Flavia Domitila, Tito y Domiciano, y una hija, Domitila, a través de la cual el nombre de la emperatriz esposa de Vespasiano pasó a una nieta que es reverenciada como confesora de la fe.


Bibliografía: TACITO, Historia; SUETONIO, Vidas de los doce Césares: Vespasiano; JOSEFO, De bello jud.; TERTULIANO, Apología, V; ALLARD, Hist. des persecutions pendant les deux premiers siecles (París, 1892); IDEM, Le Christianisme et l'Empire Romain (Paris, 1898); MERIVALE, Hist. de los Romanos bajo el Imperio (Londres, 1865); HENDERSON, Guerra Civil y Rebelión en el Imperio Romano, 69- 70 d.C.

Fuente: Macpherson, Ewan. "Vespasian." The Catholic Encyclopedia. Vol. 15. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/15379a.htm>.

Traducido por Pedro Royo. L H M.