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Lunes, 25 de noviembre de 2024

Viernes Santo

De Enciclopedia Católica

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Definición y etimología

Viernes Santo, llamado Feria VI en Parasceve en el Misal Romano, he hagia kai megale paraskeue (Viernes Santo y Sagrado) en la liturgia griega, Viernes Santo en las lenguas romances, Charfreitag (Viernes Doloroso) en alemán, es la denominación del viernes de la Semana Santa ---es decir, el viernes en el que la Iglesia conmemora el aniversario de la Crucifixión de Jesucristo.

Parasceve, el equivalente latino de paraskeue, preparación (es decir, la preparación que se hacía en el sexto día para el sábado, vea Marcos, 15,42) llegó por metonimia a significar el día en que se hacía la preparación; pero si bien los griegos conservaron este uso de la palabra para aplicarlo a todos los viernes, los latinos limitaron su aplicación a un viernes. San Ireneo y Tertuliano hablan del Viernes Santo como el día de la Pascua; pero los escritores posteriores distinguieron entre la Pascha staurosimon (el paso a la muerte), y la Pascha anastasimon (el paso a la vida, es decir, la Resurrección). Al presente la palabra Pascua se utiliza exclusivamente en el último sentido (vea Nilles, II, 253; también Kirchenlex., s.v. "Charfreitag"). Las dos Pascuas son las fiestas más antiguas en el calendario (Baumer, Vol. I).

Desde los primeros tiempos los cristianos guardan todos los viernes como día de ayuno (Duchesne, 228) y todos los domingos como un día de fiesta (Duchesne, 47); y las razones obvias para tales usos explican por qué la Pascua es el domingo par excellence, y por qué el viernes que marca el aniversario de la muerte de Cristo llegó a ser llamado el Viernes Bueno o Grande o Santo. No está claro el origen del término inglés good (buen). Algunos dicen que proviene del “Viernes de Dios” (Gottes Freitag); otros afirman que viene del alemán Gute Freitag, y no especialmente del inglés. A veces, también, los anglosajones llamaban al día el Viernes Largo; así también hoy día en Dinamarca.

Oficio y ceremonial

No hay, quizás, ningún oficio en toda la liturgia tan peculiar, tan interesante, tan compuesto y tan dramático como el oficio y ceremonial del Viernes Santo. Acerca del oficio de la vigilia, que en los primeros tiempos comenzaba a la medianoche en la Iglesia Romana, y a las 3 a.m. en la Galicana, baste señalar que, desde hace 400 años, se ha adelantado por cinco o seis horas, pero mantiene aquellas características peculiares de duelo que marcan los oficios vespertinos del día anterior y siguiente, y los tres se conocen como el Oficio de Tinieblas.

El oficio mañanero se divide en tres partes distintas. La primera parte consiste de tres lecturas de la Sagrada Escritura (con dos cantos y una oración interpuestos) las cuales son seguidas por una serie de oraciones por varias intenciones; la segunda parte incluye la ceremonia de develación y adoración de la Cruz, acompañada por el canto de los improperios; la tercera parte se conoce como la Misa de Presantificados, la cual es precedida por una procesión y seguida por las vísperas. Cada una de estas partes será reseñada brevemente aquí.

Luego de terminar la hora de nona, el celebrante y los ministros, vestidos con vestimentas negras, vienen al altar y se postran en oración durante unos minutos. Mientras tanto, los acólitos extienden un solo paño sobre el altar desnudo. No se usan luces. Cuando el celebrante y los ministros suben al altar, un lector toma su lugar en el lado de la epístola, y lee una lectura del capítulo 6 de Oseas, lo cual es seguido por un tracto cantado por el coro. Luego viene una oración cantada por el celebrante, la cual es seguida por otra lectura del capítulo 12 del Éxodo, cantada por el subdiácono. Esto es seguido por otro tracto ( Salmo 139), a cuyo final la tercera lectura, es decir, la Pasión según San Juan, es cantada por los diáconos o recitada desde el púlpito desnudo –“dicitur passio super nudum pulpitum”.

Cuando esto se termina, el celebrante canta una larga serie de oraciones por diferentes intenciones, a saber: por la Iglesia, el Papa, obispo de la diócesis, por las diferentes órdenes de la Iglesia, por el emperador romano (ahora omitida fuera de los dominios de Austria), por los catecúmenos… El anterior orden de las lecturas, cantos y oraciones para el Viernes Santo se encuentra en nuestros primeros Ordines Romanis, que datan de alrededor del año 800. Representa, de acuerdo con Duchesne (234), "el orden exacto de la antigua sinaxis sin una liturgia", es decir, el orden de las primeras reuniones de oración cristianas, en las que, sin embargo, no se celebraba la liturgia propiamente dicha, es decir, la Misa.

Este tipo de reunión para el culto se deriva del servicio de la sinagoga judía, y consistía de lecturas, cantos y oraciones. Con el transcurso del tiempo, tan temprano quizás como el año 150 (ver "Orígenes liturgiques" de Cabrol, 137), la celebración de la Eucaristía se combinó con este servicio puramente eucológico para formar un acto solemne de culto cristiano, que llegó a ser llamado la Misa. Hay que señalar que la Misa se encuentra todavía en dos partes bien diferenciadas, la primera consiste en lecturas, cantos y oraciones, y la segunda es la celebración de la Eucaristía (incluye el ofertorio, canon y Comunión. Si bien la Judica, el Introito, y el Gloria in Excelsis Deo han sido añadidos a esta primera parte de la Misa y se ha omitido en ella la larga serie de oraciones, el orden más antiguo de la sinaxis, o reunión sin la Misa, se ha mantenido en el servicio de Viernes Santo.

La forma de las oraciones merece mención. Cada oración consta de tres partes:

  • El celebrante invita a la congregación a orar por una intención específica.
  • El diácono entonces dice “Arrodillémonos” (Flectamus genua); entonces se suponía que el pueblo arrodillado rezara por unos minutos en silencio, pero actualmente inmediatamente después de la invitación a arrodillarse, el subdiácono los invita a ponerse de pie (Levate).
  • El celebrante recoge, por así decirlo, todas sus oraciones, y las pronuncia en voz alta.

La colecta moderna es la representación de esta antigua y solemne forma de oración. La primera parte se limita al Oremus, la segunda parte ha desaparecido, y la tercera parte permanece en su totalidad y ha venido a llamarse la colecta. Es curioso notar en estas muy antiguas oraciones de Viernes Santo que se omite la segunda parte en las oraciones por los judíos, debido, se dice, a que ellos insultaron a Cristo al doblar su rodilla ante Él en señal de burla. Estas oraciones no eran propias de Viernes Santo en los primeros tiempos (se decían el Miércoles de Espionaje (N. de la T.: Miércoles de Espionaje: en Irlanda, el miércoles antes de Pascua, llamado así porque ese día Judas espiaba para el sanedrín) en fecha tan tardía como el siglo VIII); su retención aquí, se piensa, se inspiró en la idea de que la Iglesia debe orar por todas las clases de hombres el día que Cristo murió por todos. Duchesne (172) opina que el Oremus que se dice ahora antes del ofertorio en cada Misa, el cual no es una oración, permanece para mostrar en qué parte de cada Misa se recitaba esta antigua serie de oraciones.

Adoración de la Cruz

Misa del Presantificado

Otras ceremonias

Fuente: Gilmartin, Thomas. "Good Friday." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/06643a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina. rc