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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Virtudes Cardinales

De Enciclopedia Católica

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Introducción

Se les llama virtudes cardinales a las cuatro principales virtudes sobre las que giran o descansan las otras virtudes morales, a saber: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

Aquellos que rezan el oficio divino encuentran que recurre constantemente lo que parece ser la primera aparición de la palabra cardinal aplicada a las virtudes. San Ambrosio, al tratar de identificar las ocho bienaventuranzas registradas por San Mateo con las cuatro registradas por San Lucas, hace uso de la expresión: "Hic quattuor velut virtutes amplexus est cardinales". Poco después encontramos cardinal usado de la misma manera por San Agustín (Común de Muchos Mártires, tercer nocturno, segunda serie; también Migne, P.L., XV, 1653; S. Tomás, Summa Theol., I-II.79.1 ad 1). Que San Jerónimo también usa el término es una declaración que descansa en un tratado no escrito por él, pero publicado entre sus obras; se halla en Migne, P.L., XXX, 596.

El término cardo significa gozne, aquello sobre lo que gira una cosa, su punto principal; y a partir de esto Santo Tomás deriva los varios significados de las virtudes como cardinales, ya sea en el sentido genérico, en cuanto que son las cualidades comunes de todas las otras virtudes morales, o en el sentido específico, en cuanto cada una tiene un objeto formal distinto que determina su naturaleza. Toda virtud moral cumple las condiciones de ser bien juzgadas, sirven en condición subordinada al bien común, están restringidas dentro de una medida y tienen firmeza; y estas cuatro condiciones también producen cuatro virtudes distintas.

El Sistema Cuádruple

El origen del sistema cuádruple es rastreable a la filosofía griega; otras fuentes son anteriores, pero la fuente socrática es la más definida. Entre los reporteros de Sócrates, Xenofonte es vago sobre el punto; Platón en “La República” coloca juntas en un sistema las cuatro virtudes adoptadas luego, con modificaciones por Santo Tomás. (En “Las Leyes”, Lb. I, 631, Platón recurre a su división: “La sabiduría es la principal y la líder; luego sigue la templanza, y de la unión de éstas dos con la fortaleza surge la justicia. Estas cuatro virtudes toman precedencia en la clase de bienes divinos”.)

Deseando decir qué es la justicia, el socrático Platón la buscó en la ciudad-estado, donde descubrió cuatro clases de personas. La más baja era la clase productora ---los labradores y artesanos; ellos eran los proveedores para las necesidades corporales, para los apetitos carnales, que requieren la restricción de la templanza (sophrosúne). Luego la clase de policías o soldados, cuya virtud necesaria era la fortaleza (‘andreía). En este par de virtudes cardinales se exhibe una parte no muy precisa de la filosofía griega, que los escolásticos han perpetuado en la división de los apetitos como concupiscible e irascible, al tener el último miembro como su característica que debe buscar su propósito mediante un esfuerzo arduo contra los obstáculos. Esta es una modificación escolástica de tò ’epithumetikòn and tó thumoeidés, ninguna de las cuales son facultades racionales, mientras que ambas están sujetas a la razón (metà lògou); y es la fortaleza especialmente la que ha de ayudar a la razón, como facultad principal (tò ‘egemonikón ), a subyugar la concupiscencia de la primera. Esta idea de liderazgo nos da la tercera virtud cardinal, llamada por Platón sophía y philosophía, pero por Aristóteles phrónesis, la sabiduría práctica que se distingue de la especulativa.

La cuarta virtud cardinal se encuentra fuera del esquema de las otras tres, las cuales agotan la tricotomía psicológica del hombre; tò ’epiphumetikón, tò thumoeidés, tò logikón. La justicia platónica de “La República”, al menos en relación con esto, es la armonía entre estos tres departamentos, en los cuales cada facultad ejerce exactamente su propia función sin interferir en las funciones de las otras. Obviamente los sentidos pueden perturbar la razón; no tan obviamente, aunque claramente, la razón puede perturbar los sentido, si el hombre trata de regular sus virtudes sobre los principios propios de un ángel sin apetitos corporales. En esta idea de justicia, a saber, como el trabajo concordante de las partes dentro de la propia naturaleza del individuo, la noción platónica difiere de la escolástica, la cual es esa justicia que no es estrictamente hacia uno mismo, sino hacia los demás. Aristóteles, con variaciones propias, describe las cuatro virtudes que Platón había esbozado; pero en su "Ética" no las pone en un sistema. Se tratan en su discusión general, que no tiene por objeto una clasificación completa de las virtudes, y deja libres a los intérpretes para dar diferentes enumeraciones.

Los latinos, representados por Cicerón, repitieron a Platón y a Aristóteles: “Cada hombre debe comportarse de modo que la fortaleza aparezca en los trabajos y peligros; la templanza en los placeres precedentes; la prudencia en la selección entre el bien y el mal; la justicia al darle a cada cual lo suyo [in suo cuique tribuendo]” (De Fin., V, XXIII, 67; cf. De Offic., I, II, 5). Esta es una desviación de la idea prominente en la justicia platónica, y está de acuerdo con la definición escolástica. Es un hecho claramente reconocido que en la inspiración de la Sagrada Escritura el autor ministerial puede utilizar medios suministrados por la sabiduría humana. El libro de la Sabiduría está claramente bajo la influencia helénica: por lo tanto, se puede suponer la repetición de las cuatro virtudes platónicas para conectarse con su propósito. En Sab. 8,7, aparece sophía o phrónesis, dikaiosúne, sophrosúne, ’andreía. La misma lista aparece en el apócrifo 4 Macabeos 5,22-23, excepto que se sustituye sophía con e’usébeia. Filón las compara con los cuatro ríos del Edén.

Doctrina de Santo Tomás

Bibliografía: PLATO, Republic, Bk. IV, 427-434; IDEM, Laws, Bk. I, 631; IDEM, Theætetus, 176B; ARISTOTLE, Ethics, VI, 5; V, 1; III, 7 and 10; PETER LOMBARD, Sent., Pt. III, Dist. xxxiii, with the various commentators on the text; ST. THOMAS, Summa Theol., I-II, Q. lxi; WAFFELAERT, Tractatus de Virtutibus Cardinalibus (Bruges, 1886).

Fuente: Rickaby, John. "Cardinal Virtues." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3, pp. 343-345. New York: Robert Appleton Company, 1908. 4 Sept. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/03343a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina