Septimio Severo
De Enciclopedia Católica
Fundador de la dinastía africana de emperadores romanos; nació en Leptis Magna en África el 11 de abril de 146 y murió en York, Inglaterra, el 4 de febrero de 211. Provenía de una familia que se habían convertido en ciudadanos romanos. En su carrera como funcionario en Roma y en sus provincias había sido favorecido por el emperador Marco Aurelio. En el reinado de Cómodo fue nombrado delegado de la cuarta legión en el Éufrates, lo que le dio la oportunidad de familiarizarse con asuntos de Oriente. Se casó con Julia Domna, un miembro de una familia sacerdotal de Emesa, la cual era madre de Caracalla y Geta.
Cuando el emperador Pertinax fue asesinado por los soldados amotinados en Roma, las legiones en el Danubio proclamaron emperador a Severo en Carnuncio, quien era entonces gobernador de la Alta Panonia. El hecho de que los líderes de las tropas en las zonas oriental y occidental del imperio estuvieron a la vez dispuestos a seguirlo es evidencia de que el propio Severo había tomado parte en la conspiración contra el emperador muerto. Severo tenía una visión política clara, sin embargo, no le importaban nada los intereses de Roma y de Italia. Él alimentó dentro de sí el odio púnico del espíritu e instinto romanos y favorecía a los provinciales en todos los sentidos. Era vengativo y cruel hacia sus oponentes, y fue influenciado por una creencia ciegamente supersticiosa en su destino según estaba escrito en las estrellas. Trabajó con voluntad de hierro para reorganizar el Imperio Romano sobre el modelo de un despotismo oriental. Las tropas en el Oriente habían proclamado como emperador al hábil gobernador de Siria, Pescenio Níger; las legiones en Gran Bretaña, el gobernador Clodio Albino. Por otro lado los soldados en Italia y los senadores se alinearon al lado de Severo; Juliano, el prefecto de la guardia pretoriana, fue ejecutado.
Severo basaba su poder principalmente en las legiones de tropas bárbaras; las inmortalizó en la acuñación de moneda; les concedió, además de grandes regalos de dinero y el derecho al matrimonio, un gran número de privilegios en el servicio militar y civil, de modo que poco a poco las razas que vivían en las fronteras fueron capaces de forzar a Roma a hacer su voluntad. La guardia pretoriana se convirtió en una tropa de hombres escogidos de las provincias; en los primeros años del reinado del emperador su comandante fue el astuto Cayo Fulvio Plauciano, que ejerció una gran influencia sobre Severo. Después de hacer una cuidadosa preparación para la lucha decisiva, y haber asegurado su oponente en el Reino Unido por la concesión del título de César, Severo entró en una campaña contra su peligroso rival, Níger. Derrotó al subordinado de Níger, Ascellio Emilio en Cícico y a Níger mismo en Isos. A continuación, avanzó hacia la Mesopotamia, estableció la nueva Provincia de Osroene y la nueva legión llamada los partos. Dividió varias antiguas provincias en pequeños distritos administrativos.
Después de esto, estando en Antioquía, le declaró la guerra a Albino y regresó a Europa a marchas forzadas. En 197 libró la batalla decisiva con Albino cerca de Lyon en la Galia. Albino tenía bajo su mando las legiones de Britania, Galia, Alemania y España, sin embargo, a pesar de graves pérdidas Severo fue el vencedor. Albino fue asesinado, sus partidarios fueron completamente destruidos en una guerra civil sangrienta, y sus propiedades fueron confiscadas por el emperador. Los soldados rasos recibieron el derecho de entrar al Senado y a la orden ecuestre. Para la mayor seguridad del poder la legión parta estaba guarnecida en el monte Alba, cerca de Roma. Severo se fue a Asia por segunda vez, atravesó los países sobre el Éufrates y el Tigris, fortaleciendo así la supremacía romana, y dio a los nativos los mismos derechos que los italianos. A continuación, pasó a Egipto, donde le concedió a la ciudad de Alejandría el privilegio de la autonomía.
Durante el reinado de Severo estalló la quinta persecución contra los cristianos. Prohibió la conversión al judaísmo y al cristianismo. La persecución arreció especialmente en Siria y África. En 203 Santas Felicidad y Perpetua y sus compañeros sufrieron el martirio en Cartago. El emperador regresó a Roma para la celebración del décimo año de su reinado, erigió el arco de triunfo que todavía existe, y afianzó sus hordas de mercenarios mediante regalos constantes de dinero y el otorgamiento de favores en detrimento de la disciplina militar. El Senado fue sustituido por el Consistorium principis, uno de cuyos miembros fue el famoso jurista Papiniano. A pesar de haber sufrido durante años de la gota reumática, Severo se fue a Gran Bretaña, donde habían surgido problemas, a fin de dar ocupación a sus hijos, que estaban en una enemistad mortal entre sí. Él restauró la Muralla de Adriano, y se fortaleció de nuevo el poder romano en Gran Bretaña.
Bibliografía: SCHILLER. Gesch. der rom. Kaiserzeit, I (Gotha, 1883); REVILLE, La religion a Rome sous les Sereres (París, 1886); NEUMANN, Der romische Staat und die allgemeine Kirche, I (Leipzig, 1890); DE CAVALIERI, La Passio SS. Perpetuae et Felicitatis (Roma, 1896); VON DOMASZEWSKI, Gesch. der römischen Kaiser (Leipzig, 1909); DURUY, Hist. of Rome, tr. RIPLEY (Boston, 1894).
Fuente: Hoeber, Karl. "Septimius Severus." The Catholic Encyclopedia. Vol. 13. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/13721a.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina.