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Miércoles, 30 de octubre de 2024

Estilitas

De Enciclopedia Católica

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Los estilitas (santos sobre el pilar) fueron solitarios que fijaban su morada en lo alto de una columna (en griego: stulos), y elegían pasar sus días en medio de las restricciones que ello implicaba y, por lo tanto, en el ejercicio de otras formas de ascetismo. Esta práctica puede ser considerada como el punto culminante de una tendencia que se hizo muy pronunciada en los países orientales en la última parte del siglo IV. La duración y severidad de los ayunos practicados entonces son casi increíbles, pero la evidencia es abrumadora (Butler, Paladio, I, 188, 240-1), y la exactitud general de los relatos conservados apenas está en disputa. Además de la mortificación del apetito, en esa época la sumisión a las restricciones de todo tipo se hizo un fin en sí misma. Paladio nos dice (cap. XLVIII) de un ermitaño en Palestina que habitaba en una cueva en la cima de una montaña y que por espacio de veinticinco años nunca volvió su rostro hacia Occidente. San Gregorio Nacianceno (PG, XXXVII, 1456) habla de un solitario que se mantuvo de pie durante muchos años consecutivos, absorto en la contemplación, sin acostarse nunca. Teodoreto nos asegura que él había visto a un ermitaño que había pasado diez años en una bañera suspendida en el aire de unos postes (Filoteo, cap. XXVIII).

No parece haber ninguna razón para dudar que fue el espíritu ascético manifestado en ejemplos como éstos el que impulsó a los hombres a concebir nuevas y más ingeniosas formas de auto-crucifixión y el que en 423 llevó a San Simeón Estilita el Viejo a ser el primero en tomar su morada en lo alto de un pilar. Los críticos, es cierto, han recordado un pasaje de Luciano (De Dea Syria, cc. XXVIII-XXIX) que habla de una alta columna en Hierápolis a cuya parte superior subía un hombre dos veces al año y pasaba una semana en conversación con los dioses, pero una autoridad como Nöldeke considera poco probable que Simeón hubiese derivado ninguna sugerencia de esta costumbre pagana, que sin duda había desaparecido antes de su época. En cualquier caso, Simeón tuvo una serie continua de imitadores, especialmente en Siria y Palestina. San Daniel el Estilita puede haber sido el primero de ellos, ya que había sido discípulo de San Simeón y comenzó su riguroso modo de vida poco después de la muerte de su maestro. Daniel era sirio de nacimiento pero se estableció cerca de Constantinopla, donde fue visitado tanto por el emperador León como por el emperador Zenón.

San Simeón Estilita el Joven, al igual que su tocayo, vivió cerca de Antioquía; murió en 596, y tuvo como contemporáneo a un no menos famoso estilita en San Alipio, cuyo pilar había sido erigido cerca de Adrianópolis en Paflagonia. Después de haber estado cincuenta y tres años en posición vertical, San Alipio se percató de que sus pies ya no podían sostenerlo, pero en lugar de descender de su columna se acostó de lado y pasó los últimos catorce años de su vida en esa posición. San Lucas el Joven, otro famoso ermitaño de los pilares, cuya vida fue impresa por primera vez en la "Analecta Bollandiana" (1909, pp 5-56), vivió en el siglo X en el monte Olimpo, pero parece también haber sido de ascendencia asiática. Además de éstos, hubo muchos otros que no fueron tan famosos, e incluso se conocieron mujeres estilitas.

Parece que se hicieron uno o dos intentos aislados para introducir este tipo de ascetismo en Occidente, pero se encontró con poco favor. En Oriente, se encontraron casos hasta el siglo XII; en la Iglesia Ortodoxa Rusa duró hasta 1461, y entre los rutenos incluso más tarde. No cabe duda de que para la mayoría de los ermitaños de pilar se mitigó un poco la extrema austeridad de la cual leemos en la vida de los Simeones y de Alipio. Por ejemplo, sobre el tope de algunas de las columnas se construía una pequeña cabaña como refugio contra el sol y la lluvia, y se conoce de otros ermitaños de la misma clase entre los monofisitas, que vivían en el interior de un pilar hueco en lugar de sobre él; pero en todos los casos la vida debe haber sido una de resistencia y privación extraordinarias. Probablemente, la mejor justificación para estos excesos de austeridad se encuentra en el hecho de que, al igual que la gran renunciación de Santa Melania la Joven, en una época de terrible corrupción y decadencia social, inculcaron la necesidad de penitencia más que ninguna otra cosa podría haber hecho en las mentes y la imaginación de los cristianos orientales.


Fuente: Thurston, Herbert. "Stylites (Pillar Saints)." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14. New York: Robert Appleton Company, 1912. 9 Dec. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/14317b.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.