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Martes, 3 de diciembre de 2024

Baron von Ketteler

De Enciclopedia Católica

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Introducción

Wilhelm Emmanuel von Ketteler (Baron): Obispo de Mainz, nació en Münster, Westfalia, el 25 de diciembre de 1811; murió en Birghausen, el 13 de julio de 1877. Iba a entrar a la burocracia prusiana en 1837, cuando la persecución conducida por Prusia contra el Arzobispo Droste-Vischering de Colonia tocó su espíritu religioso y lo llevó a renunciar. En 1841 estudió teología en la Universidad de Munich, y en 1842 completó su preparación para el sacerdocio en el Seminario de Münster. En 1844 se convirtió en cura en Beckum y en 1846 rector de Hopsten en Westfalia. Electo por el Distrito de Tecklenburg y Warendor al Parlamento de Frankfort en 1848, Ketteler se distinguió por su inteligencia amplia y discernidora de los movimientos sociales de su época. En el discurso que pronunció el 21 de septiembre de 1848 en el funeral del General Auerswald y Príncipe Lichnowsky, víctimas de un motín, exoneró al gran cuerpo del pueblo alemán de la responsabilidad del crimen. En el Congreso Católico de Mainz (octubre de 1848), una de las primeras grandes reuniones de católicos en Alemania, ofreció un brindis a la “gente sencilla” y declaró que según la religión necesita de la libertad, así mismo la libertad necesita de la religión. Finalmente, durante el Adviento de 1848, predicó dos sermones en Mainz sobre la teoría católica de la propiedad y los deberes de la caridad cristiana, desarrollando la teología de Santo Tomás de Aquino, y demostrando la manera en la cual llenaba todas las necesidades sociales de sus tiempos. Se convirtió en rector de San Hedwig en Berlín en octubre de 1849, donde el Obispo Diepenbrock de Breslau le confió la tarea de traer de nuevo al catolicismo a la novelista protestante Ida von Hahn-Hahn. Organizó el gran Hospital de San Hedwig, y por primera vez desde la Reforma condujo una procesión de Corpus Christi por las calles de Berlín.

En 1849 la nominación del Profesor Schmid como Obispo por los cánones de Mainz fue rechazada por Pío IX, para el cual las opiniones de Schmid eran justamente objeto de sospecha. El capítulo después de alguna oposición le propuso tres nombres a Pío IX, entre ellos el de Ketteler, y el 15 de marzo de 1850 el Papa lo nombró obispo de dicha sede. Las circunstancias de su nominación y su aceptación por el gran ducado Gobierno de Hesse marcó una derrota para la burocracia josefista, la cual por veinticinco años había tiranizado a la Iglesia en todos los pequeños estados de la provincia eclesiástica del Alto Rin. Ketteler inmediatamente le infligió dos derrotas más a esta burocracia: reabrió en 1851 el seminario teológico de Mainz y con esto liberó a su clero de la influencia de la facultad teológica de Giessen, donde, hasta ese momento, el estado había obligado a estudiar a los seminaristas católicos; además, convocó un “concursus” para llenar algunas rectorías vacantes sin pedir el permiso del estado. A través de su institución de las conferencias diocesanas y la introducción de numerosas congregaciones masculinas y femeninas, Mainz se convirtió en una diócesis modelo. Los Hermanos de San José y las Hermanas de la Providencia, dos órdenes fundadas por Ketteler, estaban destinadas a un mayor crecimiento. En cuanto a las relaciones entre iglesia y estado en el Gran Ducado de Hesse, ellas descansaban mayormente sobre el buen entendimiento entre Ketteler y el ministro Dalwigk. Su acuerdo escrito (1854) no fue aprobado por Roma, la cual prefería que todos los obispos de las provincias eclesiásticas del Alto Rin debían actuar como una unidad en su lucha contra la legislación que los estados alemanes más pequeños buscaban imponerles a todos ellos. El nuevo acuerdo que, después de una visita a Roma, Ketteler negoció con Dalwigk (1856), fue enviado a Roma por el obispo para la aprobación, pero nunca fue devuelto. Hasta 1870 la paz religiosa se mantuvo en Hesse gracias a las relaciones armoniosas entre el obispo y el ministro.

Conflictos Religiosos en Baden

Ketteler desempeñó una parte muy activa en las dificultades que se desataron entre el gobierno de Baden y el Arzobispo Vicari; el publicó un folleto defendiendo a éste último y en una visita de Ketteler a Karlsruhe en enero de 1854 casi surgió un entendimiento entre Vicari y el príncipe regente de Baden. Bismarck, sin embargo, entonces plenipotenciario prusiano en Frankfort, ejerció una influencia tan poderosa sobre el ministro de Baden, que el intento de reconciliación fracasó. En 1865, cuando la oposición de los católicos a la escuela de leyes de Baden causó una severa persecución, Ketteler solicitó la intervención del Emperador Francisco José, y en dos panfletos refutó la formula del ministro Lamey, según la cual “la ley era la conciencia pública superior a las conciencias privadas.” Después de la muerte del arzobispo Viari (1868) fue Ketteler de nuevo quien defendió contra el ministro Jolly los derechos electorales de los canónigos de Friburgo. A sugerencia de Ketteler, en ocasión del onceavo centenario de San Bonifacio, se inauguraron las conferencias de obispos alemanes; desde ahí han sido más frecuentes y se han celebrado casi anualmente desde 1869. De ese modo él fue el promotor principal de una institución que por los pasados cuarenta años había ayudado grandemente a la cohesión y fuerza del episcopado alemán. Durante 1864-66 su nombre fue mencionado para los arzobispados de Posen o Colonia, y Bismarck pareció de momento favorecer la nominación.

Ketteler Como un Reformador Social

Ketteler pensó que él no se estaba excediendo en sus derechos como obispo cuando habló autoritariamente sobre cuestiones sociales. En 1848 el creyó que la reforma social debía comenzar con la regeneración interior del alma. Luego entraría más profundamente a los problemas económicos. Cuando en 1863 el liberal Schulze-Delitzsch y el socialista Lassalle hicieron enérgicos llamamientos a los obreros alemanes, Ketteler estudió sus doctrinas y aun consultó a Lassalle en una carta anónima sobre el proyecto de fundar cinco pequeñas asociaciones cooperativas de trabajadores.

El Asunto Del Trabajo y el Cristianismo

En un libro publicado en 1864, “El asunto del trabajo y el cristianismo,” él adoptó el criticismo de Lassalle sobre el tratamiento moderno al trabajo, y admitió la realidad de una ley invencible. En oposición a Schulze-Delitzsch señaló la futilidad de los remedios propuestos por los liberales; propugnó las asociaciones obreras, y aun aceptó la idea de que se estableciesen uniones cooperativas, no según el deseo de Lassalle, por subvención del estado, sino mediante la generosa ayuda de los capitalistas cristianos. En una reunión socialista en Rondsdorf el 23 de mayo de 1864, Lassalle le rindió homenaje al libro de Ketteler. Por su parte, Ketteler, al cual tres obreros católicos le habían preguntado en 1866 si ellos podían concienzudamente unirse a la “asociación de obreros” fundada por Lassalle, estaba dispuesto a disuadirlos de hacerlo debido al espíritu antirreligioso de los sucesores de Lassalle; sin embargo, en su respuesta él reconoció debidamente “el reconocimiento respetuoso de la profundidad y verdad del cristianismo” por parte de Lassalle. En esa época él contaba particularmente con la iniciativa de la caridad cristiana para la organización de asociaciones cooperativas productivas destinadas a restaurar la justicia social a una escala más equitativa. En 1869 el fue aún más lejos: en un sermón predicado cerca de Offenback el 25 de julio de ese año, él especificó ciertas reformas urgentes (aumentos de sueldo, menos horas de trabajo, prohibición de que los niños trabajaran en fábricas, prohibición del trabajo a mujeres y niñas jóvenes); estos reclamos, pensaba, debían ser presentados a las autoridades públicas. En septiembre de 1869, en la conferencia de obispos alemanes en Fulda, expuso cuan necesaria (v. necesidad) era la intervención de la Iglesia para la erradicación de los males sociales, en nombre de la fe, la moral y la caridad. También hizo claro el derecho de los obreros a protección legal y urgió a que en cada diócesis se seleccionaran sacerdotes para hacer un estudio sobre asuntos económicos (v. economía política). Este discurso de Ketteler en Fulda llevó a la Iglesia alemana a unas relaciones más estrechas con la nueva actividad social; por otro lado, su programa para la protección del trabajo, reanudado de nuevo en 1873 en su panfleto sobre “Católicos en el Imperio Alemán,” sirvió por mucho tiempo al Centro Alemán como base para sus reclamos sociales.

Controlvesias Doctrinales; El Concilio Vaticano I

Aunque no era un teólogo profesional, Ketteler logró que su influencia se sintiera en las varias controversias doctrinales de su tiempo. En su “Libertad, Autoridad e Iglesia” (1862) depuso sobre el asunto del liberalismo y estableció la actitud cristiana hacia los varios significados de la palabra libertad. La “escuela” teológica establecida por Ketteler en su seminario de Mainz, y cuyos representantes eran Moufang y Heinrich, era notable por su adherencia a la teología escolástica (v. escolasticismo) y su hostilidad a las tendencias anti-romanas del “germanismo” y de la “ciencia alemana” representadas por Döllingerer y la Escuela de Munich. El primero insistía con mucha tenacidad en los seminarios teológicos, como preferibles a las facultades teológicas de las universidades, para la educación del clero católico, y desde 1862 luchó con ahínco para el establecimiento de esa universidad católica gratuita en Alemania, la cual es todavía un desiderátum. A pesar de esta firme actitud, Ketteler tenía gran caridad intelectual y podía entender las opiniones teológicas que diferían algo de las suyas, y cuando era necesario podía defenderlas; era indudable para él que Kuhn de Tübingen estaba endeudo por escapar a la condenación de Roma.

En vísperas del Concilio Vaticano, Ketteler no estaba inclinado muy favorablemente hacia la definición dogmática de la infalibilidad papal: “En nuestro tiempo no es oportuno aumentar el número de dogmas,” le escribió al obispo Dupanloup. Ya que era enemigo de la centralización y el absolutismo políticos, temía que una declaración de infalibilidad papal podría resultar en la centralización y absolutismo religioso. Sometió a la asamblea episcopal en Fulda (1 de septiembre de 1869) una serie de observaciones que él le había solicitado a Francis Brentano, profesor en Würzburg, y en las cuales la definición de infalibilidad papal era tildada de inoportuna; al mismo tiempo preparó el borrador de la carta en la cual esta asamblea exhortaba a todos los cristianos a someterse al futuro concilio. Aunque pertenecía a la minoría en el concilio, el protestó más de una vez contra las “Cartas Romanas” de Döllingerer, publicadas en Munich bajo el seudónimo de “Quirino.” Él distribuyó en el concilio un panfleto de la Quarella Jesuita (v. Compañía de Jesús), el cual en algunos aspectos parecía militar contra la doctrina de la infalibilidad, pero él personalmente no aceptaba todas las teorías de esta obra. Fue él quien sugirió la petición de mayo de 1870, en la cual un número de obispos demandaba que se adoptaran los once estatutos del “Esquema” sobre la Iglesia antes de entrar a la discusión de la infalibilidad. El 23 de mayo declaró en una reunión plenaria que él siempre había creído en la infalibilidad papal, pero preguntó si las pruebas teológicas propuestas bastaban para justificar su definición dogmática. No estuvo presente en la votación final y dejó Roma después de una declaración jurada que sometió de antemano a la decisión del concilio. En septiembre de 1870 firmó, junto con otros obispos alemanes, la declaración de Fulda a favor del recién definido dogma.

Ketteler y la Unidad Alemana

Los cambios políticos que tuvieron lugar en Alemania, y el efecto indirecto que podían tener sobre los intereses católicos, le producían mucha ansiedad. Cuando la derrota de Austria en Sadowa (1866) llenó a los católicos alemanes de consternación, y probó que había terminado su sueño de una Alemania Austriaca, Ketteler trató de revivir su valor en su “Alemania después de la Guerra de 1866.” Él les aconsejó hacer concesiones con los cambios venideros, y no dejar que nadie los superara en su amor por la patria alemana. Por otro lado, le suplicó a Prusia el no dejarse desviar por aquellos que la harían un instrumento del protestantismo o de ciertas teorías filosóficas, y les instó a respetar todas las autonomías políticas y sociales existentes.

Después del establecimiento de la unidad alemana (1870-71) la preocupación principal de Ketteler fue obtener para los católicos alemanes en el nuevo imperio las mismas libertades y garantías que la constitución le otorgaba a ellos en Prusia. Todo esto le requerió a Bismarck en una carta (1 octubre 1870), también durante una visita que le hizo en la primavera de 1871, y en un discurso en el Reichstag (3 de abril de 1871), donde sirvió de diputado de los constituyentes de Baden de Waldürn-Tauberbischofsheim. El Partido Liberal Nacional, por el contrario, urgía al nuevo imperio hacia la persecución religiosa. Ketteler trató de nuevo con Bismarck el 16 de marzo de 1871, y de nuevo le suplicó por los católicos, y entonces, el 14 de marzo de 1872, renunció a su puesto en el Parlamento Alemán. Se mantuvo en contacto, sin embargo, con las políticas religiosas y escribió importantes panfletos contra el Kulturkampf prusiano, también contra medidas similares que los Liberales Nacionales, aún influenciados por los sucesores de Dalwigk, estaban inaugurando en Hesse. Durante el Kulturkampf sus contribuciones en las conferencias episcopales de Fulda fueron a menudo predominantes. Él y los arzobispos Melchers de Colonia fueron poderosos en la decisión aprobada en 1873, la cual urgía a los obispos a oponerse a las Leyes de Mayo mediante una resistencia pasiva absoluta, y, por otro lado, propugnando una actitud conciliatoria hacia la ley prusiana sobre la administración de la propiedad eclesiástica. En 1873 sus opiniones sobre los derechos del cristianismo y de un obispo lo llevaron a entrar al campo político más amplio en su libro sobre “Los Católicos en el Imperio Alemán” en el cual redactó una plataforma para el Partido de Centro y ofrecía dirección sabia al estado. El contrastaba frecuentemente el liberalismo de 1848, sinceramente respetuoso de las creencias religiosas, con el “Liberalismo Nacional” de la Alemania de Bismarck, la vieja idea alemana de autonomía local con la idea de centralización tomada prestada a Francia. El odiaba (v. odio) en la Alemania de Bismarck la expansión del absolutismo político justamente como en el industrialismo moderno él odiaba el desarrollo del absolutismo capitalista. El espíritu de iniciativa que caracterizaba a este obispo está muy bien descrito en una carta escrita el 6 de mayo de 1870 a Haffner, futuro obispo de Mainz: “Yo estoy adherido con corazón y alma a las nuevas formas que en días venideros las viejas verdades cristianas crearán para todas las relaciones humanas.” Windthorst dijo de él en 1890: “Lo veneramos unánimemente como el doctor y paladín principal de las aspiraciones sociales católicas.”


Fuente: RAICH, Briefe von und an Ketteler (Mainz, 1879); PFUELF, Bischof Ketteler (Ibid., 1899), trabajo en tres volúmenes de importancia de primera clase; IDEM, en Stimmen aus Maria Laach (1908), 550-561, una descripción de las ideas de Ketteler sobre el asunto de la escuela y reformas eclesiásticas; DE GIRARD, Ketteler et la question ouvriere (Berne, 1896); DECURTINS, preface to Oeuvres choisies de Mgr de Ketteler (Bale, 1892); GOYAU, L'Allemagne religieuse: le catholicisme, 1800-1870, II-IV (Paris, 1905-1909); IDEM, Ketteler (Paris, 1907), trata de las ideas sociales principales de Ketteler. Bibliografía completa de los trabajos de Ketteler se encuentra al final del tercer volumen de Pfuelf.


Goyau, Georges. "Wilhelm Emmanuel, Baron von Ketteler." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/08629c.htm>.

Traducido por L H M.