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[[apologética | Apologista]] [[cristianismo | cristiano]] que floreció entre los años 160 y 300, pero se desconoce las [[fechas y datación | fechas]] exactas.  Su "Octavius" tiene muchos puntos de acuerdo con el "Apologeticum" de [[Tertuliano]], semejanzas que han sido explicadas por la teoría de una fuente común ---una apología escrita en latín que se supone que ha desaparecido sin dejar rastro, ni siquiera el nombre del autor. Esta hipótesis ha sido generalmente abandonada. Parece improbable que tal obra, de la cual extrajeron Minucio y Tertuliano, haya desaparecido tan completamente. 
  
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[[Lucio Cecilio Firmiano Lactancio | Lactancio]] (Div. Inst., V, I, 21) enumera a los apologistas que le precedieron y ni siquiera sospecha la existencia de tal escritor. La suposición más normal es que uno de los dos escritores, Minucio o Tertuliano, depende directamente del otro. Anteriormente se consideraba a Minucio posterior a Tertuliano. Las primeras [[duda]]s a este respecto las manifestó Blondel en [[Francia]] en 1641, Dallaeus en 1660; y Dodwell en [[Inglaterra]]. La teoría de la prioridad de Minucio fue defendida por Van Hoven en la segunda edición de Lindner en 1773; en el siglo XIX fue defendida hábilmente por Ebert. La prioridad de Tertuliano ha sido defendida principalmente por Harnack, que ha sido refutado por A. Krueger. 
  
Apologista cristiano que floreció entre los años 160 y 300, pero de fecha desconocida. Su "Octavius" tiene muchos puntos de acuerdo con el "Apologeticum" de Tertuliano, semejanzas que han sido explicadas por la teoría de una fuente común – una apología escrita en latín que ha desaparecido sin dejar rastro, ni siquiera el nombre del autor. Esta hipótesis ha sido ya abandonada. Parece improbable que tal obra, de la cual bebieron Munucio y Tertuliano haya desaparecido tan completamente.
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M. Waltzing, el erudito más familiarizado con Minucio Félix y con lo que se ha escrito sobre él, se inclina a considerarlo anterior a Tertuliano.  Los argumentos a favor de una u otra de estas teorías no son decisivos. Sin embargo se puede decir que en los pasajes tomados de los autores antiguos, como Séneca, Varrón y sobre todo Cicerón, Minucio parece ser más exacto y más cercano al original; en consecuencia parece estar intermedio entre ellos y Tertuliano. Los autores eclesiásticos no estaban mejor informados que nosotros respecto a Minucio.  Lactancio lo sitúa antes que Tertuliano (Div. Inst., I, XI, 55; V, I, 21) y [[San Jerónimo]] después; pero éste se contradice colocándolo después de [[San Cipriano de Cartago|San Cipriano]] (Ep. LXX, (LXXXIII); V; LX; XLVIII; "In Isaiam", VIII, praef.), y en otras partes lo sitúa entre Tertuliano y San Cipriano (De Viris, LVIII).  Minucio menciona a Fronto (m. alrededor de 170). Si el tratado ''Quod idola non dii sint'' es de San Cipriano (m. cerca del 258) no hay [[necesidad]] de ir más allá de esa fecha, pues este tratado se basa en el "Octavius". Es [[verdad]] que la atribución del antedicho tratado a San Cipriano ha sido discutida, aunque sin razones serias. Si se rechaza esto no hay período ''ante quem'' previo a Lactancio.
  
Lactancio (Div. Inst., V, i, 21) enumera a los apologistas que le precedieron y ni siquiera sospecha la existencia de tal escritor. La suposición más normal es que uno de los dos escritores, Minucio o Tertuliano, depende directamente del otro. Minucio era considerado posterior a Tertuliano, aunque la primeras dudas las manifestó el francés Blondel en 1641 y Dallaeus en 1660; en Inglaterra, Dodwell. La teoría de la prioridad de Minucio fue defendida por Van Hoven en la segunda edición de Lindner en 1773 y después por Ebert. La Prioridad de Tertuliano ha sido defendida principalmente por Harnack, que ha sido refutado por A. Krueger.
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Se cree que el lugar de nacimiento del autor es [[África]]. Esto no se [[prueba]] por la imitación por Minucio de los autores africanos, no más que por la semejanza entre Minucio y Tertuliano.  En este período los principales escritores eran africanos y era natural que un latino, no importa de qué provincia fuese, los leería e imitaría. Las alusiones a las [[costumbre]]s y [[creencia]]s de África son numerosas, pero esto se puede explicar por el origen africano del campeón del [[paganismo]]. El "Octavius" es un diálogo que sucede en [[Ostia]]. Cecilio Natalis defiende la causa del paganismo, Octavio Januario la del cristianismo; el autor mismo es el juez del debate. Cecilio Natalis era natural de [[Cirta]]; vivía en [[Roma]] y seguía con interés a Minucio en su actividad de abogadoOctavio había llegado de un país extranjero donde había dejado a su [[familia]]. Minucio vivía en Roma y los tres eran abogados. El nombre Minucio Félix se ha encontrado en inscripciones en [[Tebessa]] y Cartago (Cor. Inscrip. Lat. VIII, 1964 y 12499); el de Octavio Januario en Saldae (Bougie; ib., 8962); y el de Cecilio en la misma Cirta (ib., 7097-7098, 6996). El Cecilio Natalis de las inscripciones tenía importantes [[deber]]es municipales y celebraba festivales paganos con mucha prodigalidad. Puede haber pertenecido a la misma familia que el interlocutor del diálogo. Se ha intentado hacerlos idénticos o establecer relaciones familiares entre ellos; pero éstas son puras hipótesis que dependen de la opinión que se tenga sobre la [[fechas y datación | fecha]] del diálogo.
   
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M. Waltzing, especialista en Minucio Félix y en lo que se ha escrito sobre él se inclina a creer que es anterior a Tertuliano. Ningún argumento a favor o en contra es decisivo. Sin embargo se puede decir que en los pasajes tomados de los autores antiguos, como Séneca, Varrón y sobre todo Cicerón, Minucio parece ser más exacto y más cercano al original; por eso parece estar en medio de ellos y Tertuliano. Los autores eclesiásticos no estaban mejor informados que nosotros respecto a Minucio. Lactancio lo pone antes que Tertuliano (Div. Inst., I, xi, 55; V, i, 21) y S. Jerónimo después, pero éste se contradice poniéndole después de S. Cipriano (Ep. lxx, (lxxxiii); v; lx; xlviii; "In Isaiam", VIII, praef.), y en otras partes lo pone entre Tertuliano y S. Cipriano (De Viris, lviii). Fronto (m. alrededor de 170) es mencionado por Minucio. Si el tratado "Quod idola non dii sint" es de S. Cipriano (m. cerca del 258) no hay necesidad de ir más allá de esa fecha porque este tratado se basa en el "Octavius". Es verdad que la atribución de este tratado a S. Cipriano ha sido discutido, aunque sin razones serias. Si se rechaza esto no hay período ante quem previo a Lactancio.
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Se cree que el lugar de nacimiento del autor es África. No se prueba por la imitación por Minucio de los autores africanos de la misma forma que tampoco lo prueba las similitudes entre Minucio y Tertuliano.
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Las [[persona]]s son reales, y el dialogo pudo haber ocurrido, a pesar de que Minucio lo ha convertido casi en debate judicial lo que debió ser una mera conversación o serie de conversaciones. Debido a que los tribunales se cerraban durante el tiempo de la cosecha, los tres amigos fueron a descansar a Ostia. Caminaban a la orilla del mar, y cuando pasaron ante una [[escultura | estatua]] de Serapis, Cecilio la saludó con el acostumbrado [[beso]]. Octavio expresó su indignación de que Minucio permitiera que su compañero diario cayera en la [[idolatría]]. Reanudan su caminata mientras Octavio relata su viaje; caminan de un lado a otro, de la playa al muelle y ven a los niños que se arrojan al agua.  Este comienzo tiene encanto, es la parte más perfecta de la obra. Durante el paseo, Cecilio, permanece [[silencio]]so por las palabras de Octavio. Ahora se explica y acuerdan resolver el debate. Se sientan en un malecón vacío; Minucio sentado en el centro será el moderador. Cecilio comienza atacando al [[cristianismo]], Minucio dice unas pocas palabras y entonces replica Octavio. Al final Minucio y Cecilio expresan su admiración y  éste último declara que se rinde. Se posponen las explicaciones más pormenorizadas de la nueva [[religión]] hasta el día siguiente. El diálogo por consiguiente consiste de dos discursos, el ataque de Cecilio y a refutación de Octavio.
En este período los principales escritores son africanos y es natural que fueran leídos e imitados en todas partes. Las alusiones a las costumbres y creencias de África son numerosas, pero esto puede ser explicado por el origen africano del campeón del paganismo. El "Octavius" es un diálogo que sucede en Ostia. Caecilius Natalis defiende la causa del paganismo, Octavius Januarius la del cristianismo; el autor es el juez del debate. Caecilius Natalis natural de Cirta vivía en Roma y seguía con interés a Minucio en su actividad de abogado. Octavio había llegado de un país extranjero donde vivía su familia. Minucio vivía en Roma y los tres eran abogados. El nombre Minucio Félix se ha encontrado en inscripciones en Tebessa y Cartago (Cor. Inscrip. Lat. VIII, 1964 y 12499); el de Octavius en Saldae (Bougie; ib., 8962); y el de Cecilio en la misma Cirta (ib., 7097-7098, 6996). El Cecilio Natalis de las inscripciones tenía importantes responsabilidades municipales y celebraba festivales paganos con mucha prodigalidad. Puede haber pertenecido a la misma familia que el interlocutor del diálogo. Se ha dicho que eran el mismo o que tenían relaciones familiares entre ellos, pero son puras hipótesis que dependen de la opinión que se tenga sobre la fecha del diálogo.
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Las personas son reales. Y el dialogo pudo haber ocurrido, a pesar de que Minucio lo ha convertido casi en debate judicial lo que debió ser una mera conversación o serie de conversaciones. Debido a que los tribunales se cerraban durante el tiempo de la cosecha, los tres amigos fueron a descansar a Ostia. Caminaban sobre la arena de la playa y cunado pasaron ante una estatua de Serapis, Cecilio la saludó con el acostumbrado beso. Octavio expresó su indignación de que Minucio permitiera que su compañero cayera en la idolatría. Vuelven a caminar mientras Octavio relata su viaje; caminan de un lado a otro, de la playa al muelle y ven a los niños que se arrojan al agua.
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Este comienzo tiene encanto, es la parte más perfecta de la obra. Durante el paseo, Cecilio, permanece ilencioso por las palabras de Octavio. Ahora se explica y se acuerda resolver el debate. Se sientan en un malecón vacío; Minucio sentado en el centro será el moderador. Cecilio comienza atacando al cristianismo, Minucio dice unas pocas palabras y entonces replica Octavio. Al final Minucio y Cecilio expresan su admiración y éste último declara que se rinde. Se posponen las explicaciones más pormenorizadas de la religión hasta el día siguiente. El diálogo por consiguiente consiste en dos discursos, el ataque de Cecilio y a refutación de Octavio.
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La discusión trata de varios puntos: la posibilidad del que el [[hombre]] llegue a descubrir la [[verdad]], la [[creación]], la [[Divina Providencia|Providencia]], la unidad de [[Dios]], la [[necesidad]] de mantener la religión de sus ancestros y especialmente la ventaja para los romanos del culto a los dioses, el bajo [[carácter]] de los cristianos, su tendencia a ocultarse, sus crímenes ([[incesto]], culto a la cabeza de un asno, la adoración de los órganos reproductores del [[sacerdote]], las [[oración|oraciones]] dirigidas a un criminal, el [[sacrificio]] de los niños) su impía y absurda concepción de la divinidad, su [[doctrina cristiana | doctrina]] del fin del mundo y de la [[resurrección general|resurrección]] de los muertos, la dureza de su vida, amenazada y expuesta sin remedio a toda suerte de peligros, lejos de los placeres de la vida.
  
La discusión trata de varios puntos: la posibilidad del que el hombre llegue a descubrir la verdad,  la creación , la Providencia y unidad de Dios, la necesidad de mantener la religión de sus ancestros y especialmente la ventaja para los romanos de adorar a los dioses, el bajo perfil de los cristianos, tendencia a ocultarse, sus crímenes ( incesto, adoración de la cabeza de un asno, la adoración de los órganos sexuales del sacerdote, oraciones dirigidas a un criminal, el sacrificio de los niños) si impía y absurda concepción de la divinidad, su doctrina del fin del mundo y de la resurrección de los muertos, la dureza de su vida, amenazada y expuesta sin remedio a toda suerte de peligros, lejos de los placeres de la vida.
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En este debate la idea del cristianismo es muy limitada y casi se reduce a que adoran a un solo Dios, la Providencia, la resurrección y el premio tras la muerte. No aparece el nombre de [[Jesucristo|Cristo]]; entre los apologistas del siglo II, solo lo mencionan Arístides, [[San Justino]] y [[Tertuliano]]. Pero Minucio Fénix omite los puntos característicos del cristianismo en el [[dogma]] y culto; lo cual no se debe a que esté obligado por la [[disciplina del secreto]], pues San Justino y Tertuliano no temen entrar en estos detalles. Más aún, Octavio interrumpe abruptamente la discusión misma. Ante la acusación de adorar a un criminal se contenta con replicar que el Crucificado no era un hombre ni culpable (XXIX, 2) y guarda silencio respecto a los [[misterio]]s de la [[Santísima Trinidad|Trinidad]], [[la Encarnación]], la [[redención]], que hubiesen aclarado respuesta.  Simplemente rechaza la acusación de incesto e [[infanticidio]] sin describir el ágape o la [[Eucaristía]] (XXX y XXXI).  No cita las [[Biblia|Escrituras]], o al menos muy poco; no menciona el cumplimiento de las [[profecía]]s. Por otra parte sólo hace una breve alusión a la manera en que se procede contra los cristianos (XXIII, 8). No habla de la lealtad de los cristianos hacia el estado y los emperadores. Las consideraciones políticas y judiciales, que ocupan tanto espacio en Tertuliano, casi están ausentes aquí. Estas omisiones se explican por la limitación [[voluntario|voluntaria]] del tema. Minucio quería solamente eliminar los prejuicios de los [[paganismo|paganos]], atraer a los lectores con discusiones agradables y mostrarles la posibilidad del cristianismo. El mismo indica esta [[intención]] al posponer hasta el día siguiente una discusión más profunda  (XL, 2).  Minucio se dirigía principalmente a los instruidos, a los [[escepticismo|escépticos]], a los cultos; deseaba probarles que no había nada en la nueva religión  que fuera incompatible con los recursos de la dialéctica y la elegancia de la retórica. En una palabra su trabajo es una introducción al cristianismo, un ''Protrepticon''.  
  
En este debate la idea del cristianismo es muy limitada y casi se reduce a que adoran a un solo Dios, la Providencia, la resurrección y el premio tras la muerte. No aparece el nombre de Cristo. Entre los apologistas del segundo siglo solo lo mencionan Arístides, S. Justino y Tertuliano. Pero Minucio Fénix omite los puntos característicos del cristianismo en el dogma y culto. No es porque esté obligado por la disciplina del secreto, porque S. Justino y Tertuliano no temer entrar en estos detalles. Más aún, el la discusión misma, Octavio la interrumpe abruptamente. Ante la acusación de adorar a un criminal se contenta con replicar que el Crucificado no era un hombre ni culpable (xxix, 2) y guarda silencio respecto a los misterios de la Trinidad, la Encarnación, la redención, que debía haber aclarado en su respuesta. Rechaza la acusación de incesto e infanticidio sin describir el ágape o Eucaristía (xxx and xxxi).  
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Es un mosaico de imitaciones, especialmente de Cicerón, Séneca y Virgilio. El plan en sí mismo es el de "De natura deorum" de Cicerón, y Cecilio juega aquí el papel de Cotta. Sin embargo, los personajes tienen sus características especiales: Cecilio es joven, presuntuoso, algo vano, sensitivo, que cede a la primera impresión. Octavio es más tranquilo, pero la vida provincial parece haberle hecho más intolerante, habla con calor  y emoción. Minucio es más indulgente y tranquilo. Estos tres hombres cultos están encantados de ser amigos.  El diálogo mismo es un monumento a la amistad. Minucio lo escribió en memoria de su querido Octavio, recientemente fallecido. Al leerlo uno piensa en Plinio el Joven y sus amigos. Sus [[mente]]s muestran delicadeza y cultura. El estilo es compuesto; es una armoniosa combinación del período ciceroniano, con frases cortas y brillantes de la nueva [[escuelas|escuela]]. A veces toma tintes poéticos, pero sobre todo domina la influencia de Cicerón. Por la elección de los temas tratados, su fácil reconciliación de diferentes [[idea]]s y estilos, la forma de combinar las ideas así como por el lenguaje, Minucio Félix  pertenece a escritores de primera fila cuyo talento consiste en mezclar elementos heterogéneos    probando al mismo tiempo su individualidad y su originalidad hasta en la forma de imitar.
  
No cita a las escrituras o muy poco; no menciona el cumplimiento de las profecías. Por otra parte sólo hace una breve alusión a la manera en que se procede contra los cristianos (xxiii, 8). No habla de la lealtad de los cristianos hacia los emperadores. Las consideraciones políticas, que ocupan tanto espacio en Tertuliano, casi están ausentes aquí. Estas omisiones se explican por la limitación voluntaria del tema. Minucio quería solamente eliminar los prejuicios de los paganos,  atraer a los lectores con discusiones agradables y mostrarles la posibilidad del cristianismo. El mismo indica su intención de posponer hasta el día siguiente una discusión más profunda  (xl, 2).
 
  
Minucio se dirigía principalmente a la gente culta, a los escépticos, a los que sabían y deseaba probar que no había nada en la nueva religión  que fuera incompatible los recursos de la dialéctica y la elegancia de la retórica. En una palabra su trabajo es una introducción al cristianismo, un Protrepticon.
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'''Bibliografía''':  MINUCIO FELIX, Octavio, ed. WALTZING, (Lovaina, 1903); WALTZING, Studia minuciana, I y II (Lovaina, 1906); IDEM, Octavius de Minucius Felix, introduction, texte, commentaire, traduction, langue et syntase, appendice critique (2 vols., Brujas, 1909); IDEM, Lexicon Minucianum en Bib. de la faculte de philosophie et lettres de l'Universite de Liege, fasc. iii (Lieja y París, 1909). Una bibliografía completa se puede hallar en las trs primeras obras, con análisis y discusión.   Recientemente ELTER en su Prolegomena zu Minucius Felix (Bonn, 1909), ha intentado demostar que el Octavio es una “consolación” destinada exclusivamente para los lectores cristianos; esta teoría no tiene probabilidades.  
Es un mosaico de imitaciones, especialmente de Cicerón, Séneca y Virgilio. El plan en si mismo va de que el "De natura deorum" de Cicerón juega aquí el papel de Cotta. Sin embargo, lospersonajes tienen sus características especiales: Cecilio es joven, presuntuoso, algo vano, sensitivo, que cede a la primera impresión. Octavio es más tranquilo, pero la vida provincial parece haberle hecho más intolerante, habla con calor  y emoción. Minucio es más indulgente y tranquilo. Estos tres hombres cultos están encantados de ser amigos.  El diálogo mismo es un monumento a la amistad. Minucio lo escribió en memoria de su querido Octavio, recientemente fallecido. Al leerlo uno piensa en Plinio el Joven y sus amigos. Sus mentes muestran delicadeza y cultura. El estilo es compuesto, una armoniosa combinación del período ciceroniano, con frases cortas y brillantes de la nueva escuela. A veces toma tintes poéticos, pero sobre todo domina la influencia de Cicerón. Por la elección de los temas tratados, su fácil reconciliación de diferentes ideas y estilos, la forma de combinar las ideas así como por el lenguaje, Minucio Félix pertenece escritores de primera fila cuyo talento consiste en mezclar elementos heterogéneos    probando al mismo tiempo su individualidad y su originalidad hasta en la forma de imitar.
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MINUCIUS FELIX, Octavius, ed. WALTZING, (Louvain, 1903); WALTZING, Studia minuciana, I and II (Louvain, 1906); IDEM, Octavius de Minucius Felix, introduction, texte, commentaire, traduction, langue et syntase, appendice critique (2 vols., Bruges, 1909); IDEM, Lexicon Minucianum in Bib. de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Lieja, fasc. iii (Lieja y Paris, 1909). Se puede encontrar una bibliografía completa en las tres primeras, obras con análisis y discusiones. ELTER en sus Prolegomena zu Minucius Felix (Bonn,:1909), ha intentado mostrar el “Octavius” es solo una consolación dirigida exclusivamente a los lectores  cristianos. Aunque esta teoría no es probable.
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'''Fuente''':  Lejay, Paul. "Minucius Felix." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/10336a.htm>.
  
PAUL LEJAY.
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Traducido por Pedro Royo.  rc
 
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Transcrto por Kenneth M. Caldwell. Dedicado al Rev. Eugene Hruska.
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Traducido por Pedro Royo
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Última revisión de 18:55 22 sep 2010

Apologista cristiano que floreció entre los años 160 y 300, pero se desconoce las fechas exactas. Su "Octavius" tiene muchos puntos de acuerdo con el "Apologeticum" de Tertuliano, semejanzas que han sido explicadas por la teoría de una fuente común ---una apología escrita en latín que se supone que ha desaparecido sin dejar rastro, ni siquiera el nombre del autor. Esta hipótesis ha sido generalmente abandonada. Parece improbable que tal obra, de la cual extrajeron Minucio y Tertuliano, haya desaparecido tan completamente.

Lactancio (Div. Inst., V, I, 21) enumera a los apologistas que le precedieron y ni siquiera sospecha la existencia de tal escritor. La suposición más normal es que uno de los dos escritores, Minucio o Tertuliano, depende directamente del otro. Anteriormente se consideraba a Minucio posterior a Tertuliano. Las primeras dudas a este respecto las manifestó Blondel en Francia en 1641, Dallaeus en 1660; y Dodwell en Inglaterra. La teoría de la prioridad de Minucio fue defendida por Van Hoven en la segunda edición de Lindner en 1773; en el siglo XIX fue defendida hábilmente por Ebert. La prioridad de Tertuliano ha sido defendida principalmente por Harnack, que ha sido refutado por A. Krueger.

M. Waltzing, el erudito más familiarizado con Minucio Félix y con lo que se ha escrito sobre él, se inclina a considerarlo anterior a Tertuliano. Los argumentos a favor de una u otra de estas teorías no son decisivos. Sin embargo se puede decir que en los pasajes tomados de los autores antiguos, como Séneca, Varrón y sobre todo Cicerón, Minucio parece ser más exacto y más cercano al original; en consecuencia parece estar intermedio entre ellos y Tertuliano. Los autores eclesiásticos no estaban mejor informados que nosotros respecto a Minucio. Lactancio lo sitúa antes que Tertuliano (Div. Inst., I, XI, 55; V, I, 21) y San Jerónimo después; pero éste se contradice colocándolo después de San Cipriano (Ep. LXX, (LXXXIII); V; LX; XLVIII; "In Isaiam", VIII, praef.), y en otras partes lo sitúa entre Tertuliano y San Cipriano (De Viris, LVIII). Minucio menciona a Fronto (m. alrededor de 170). Si el tratado Quod idola non dii sint es de San Cipriano (m. cerca del 258) no hay necesidad de ir más allá de esa fecha, pues este tratado se basa en el "Octavius". Es verdad que la atribución del antedicho tratado a San Cipriano ha sido discutida, aunque sin razones serias. Si se rechaza esto no hay período ante quem previo a Lactancio.

Se cree que el lugar de nacimiento del autor es África. Esto no se prueba por la imitación por Minucio de los autores africanos, no más que por la semejanza entre Minucio y Tertuliano. En este período los principales escritores eran africanos y era natural que un latino, no importa de qué provincia fuese, los leería e imitaría. Las alusiones a las costumbres y creencias de África son numerosas, pero esto se puede explicar por el origen africano del campeón del paganismo. El "Octavius" es un diálogo que sucede en Ostia. Cecilio Natalis defiende la causa del paganismo, Octavio Januario la del cristianismo; el autor mismo es el juez del debate. Cecilio Natalis era natural de Cirta; vivía en Roma y seguía con interés a Minucio en su actividad de abogado. Octavio había llegado de un país extranjero donde había dejado a su familia. Minucio vivía en Roma y los tres eran abogados. El nombre Minucio Félix se ha encontrado en inscripciones en Tebessa y Cartago (Cor. Inscrip. Lat. VIII, 1964 y 12499); el de Octavio Januario en Saldae (Bougie; ib., 8962); y el de Cecilio en la misma Cirta (ib., 7097-7098, 6996). El Cecilio Natalis de las inscripciones tenía importantes deberes municipales y celebraba festivales paganos con mucha prodigalidad. Puede haber pertenecido a la misma familia que el interlocutor del diálogo. Se ha intentado hacerlos idénticos o establecer relaciones familiares entre ellos; pero éstas son puras hipótesis que dependen de la opinión que se tenga sobre la fecha del diálogo.

Las personas son reales, y el dialogo pudo haber ocurrido, a pesar de que Minucio lo ha convertido casi en debate judicial lo que debió ser una mera conversación o serie de conversaciones. Debido a que los tribunales se cerraban durante el tiempo de la cosecha, los tres amigos fueron a descansar a Ostia. Caminaban a la orilla del mar, y cuando pasaron ante una estatua de Serapis, Cecilio la saludó con el acostumbrado beso. Octavio expresó su indignación de que Minucio permitiera que su compañero diario cayera en la idolatría. Reanudan su caminata mientras Octavio relata su viaje; caminan de un lado a otro, de la playa al muelle y ven a los niños que se arrojan al agua. Este comienzo tiene encanto, es la parte más perfecta de la obra. Durante el paseo, Cecilio, permanece silencioso por las palabras de Octavio. Ahora se explica y acuerdan resolver el debate. Se sientan en un malecón vacío; Minucio sentado en el centro será el moderador. Cecilio comienza atacando al cristianismo, Minucio dice unas pocas palabras y entonces replica Octavio. Al final Minucio y Cecilio expresan su admiración y éste último declara que se rinde. Se posponen las explicaciones más pormenorizadas de la nueva religión hasta el día siguiente. El diálogo por consiguiente consiste de dos discursos, el ataque de Cecilio y a refutación de Octavio.

La discusión trata de varios puntos: la posibilidad del que el hombre llegue a descubrir la verdad, la creación, la Providencia, la unidad de Dios, la necesidad de mantener la religión de sus ancestros y especialmente la ventaja para los romanos del culto a los dioses, el bajo carácter de los cristianos, su tendencia a ocultarse, sus crímenes (incesto, culto a la cabeza de un asno, la adoración de los órganos reproductores del sacerdote, las oraciones dirigidas a un criminal, el sacrificio de los niños) su impía y absurda concepción de la divinidad, su doctrina del fin del mundo y de la resurrección de los muertos, la dureza de su vida, amenazada y expuesta sin remedio a toda suerte de peligros, lejos de los placeres de la vida.

En este debate la idea del cristianismo es muy limitada y casi se reduce a que adoran a un solo Dios, la Providencia, la resurrección y el premio tras la muerte. No aparece el nombre de Cristo; entre los apologistas del siglo II, solo lo mencionan Arístides, San Justino y Tertuliano. Pero Minucio Fénix omite los puntos característicos del cristianismo en el dogma y culto; lo cual no se debe a que esté obligado por la disciplina del secreto, pues San Justino y Tertuliano no temen entrar en estos detalles. Más aún, Octavio interrumpe abruptamente la discusión misma. Ante la acusación de adorar a un criminal se contenta con replicar que el Crucificado no era un hombre ni culpable (XXIX, 2) y guarda silencio respecto a los misterios de la Trinidad, la Encarnación, la redención, que hubiesen aclarado respuesta. Simplemente rechaza la acusación de incesto e infanticidio sin describir el ágape o la Eucaristía (XXX y XXXI). No cita las Escrituras, o al menos muy poco; no menciona el cumplimiento de las profecías. Por otra parte sólo hace una breve alusión a la manera en que se procede contra los cristianos (XXIII, 8). No habla de la lealtad de los cristianos hacia el estado y los emperadores. Las consideraciones políticas y judiciales, que ocupan tanto espacio en Tertuliano, casi están ausentes aquí. Estas omisiones se explican por la limitación voluntaria del tema. Minucio quería solamente eliminar los prejuicios de los paganos, atraer a los lectores con discusiones agradables y mostrarles la posibilidad del cristianismo. El mismo indica esta intención al posponer hasta el día siguiente una discusión más profunda (XL, 2). Minucio se dirigía principalmente a los instruidos, a los escépticos, a los cultos; deseaba probarles que no había nada en la nueva religión que fuera incompatible con los recursos de la dialéctica y la elegancia de la retórica. En una palabra su trabajo es una introducción al cristianismo, un Protrepticon.

Es un mosaico de imitaciones, especialmente de Cicerón, Séneca y Virgilio. El plan en sí mismo es el de "De natura deorum" de Cicerón, y Cecilio juega aquí el papel de Cotta. Sin embargo, los personajes tienen sus características especiales: Cecilio es joven, presuntuoso, algo vano, sensitivo, que cede a la primera impresión. Octavio es más tranquilo, pero la vida provincial parece haberle hecho más intolerante, habla con calor y emoción. Minucio es más indulgente y tranquilo. Estos tres hombres cultos están encantados de ser amigos. El diálogo mismo es un monumento a la amistad. Minucio lo escribió en memoria de su querido Octavio, recientemente fallecido. Al leerlo uno piensa en Plinio el Joven y sus amigos. Sus mentes muestran delicadeza y cultura. El estilo es compuesto; es una armoniosa combinación del período ciceroniano, con frases cortas y brillantes de la nueva escuela. A veces toma tintes poéticos, pero sobre todo domina la influencia de Cicerón. Por la elección de los temas tratados, su fácil reconciliación de diferentes ideas y estilos, la forma de combinar las ideas así como por el lenguaje, Minucio Félix pertenece a escritores de primera fila cuyo talento consiste en mezclar elementos heterogéneos probando al mismo tiempo su individualidad y su originalidad hasta en la forma de imitar.


Bibliografía: MINUCIO FELIX, Octavio, ed. WALTZING, (Lovaina, 1903); WALTZING, Studia minuciana, I y II (Lovaina, 1906); IDEM, Octavius de Minucius Felix, introduction, texte, commentaire, traduction, langue et syntase, appendice critique (2 vols., Brujas, 1909); IDEM, Lexicon Minucianum en Bib. de la faculte de philosophie et lettres de l'Universite de Liege, fasc. iii (Lieja y París, 1909). Una bibliografía completa se puede hallar en las trs primeras obras, con análisis y discusión. Recientemente ELTER en su Prolegomena zu Minucius Felix (Bonn, 1909), ha intentado demostar que el Octavio es una “consolación” destinada exclusivamente para los lectores cristianos; esta teoría no tiene probabilidades.

Fuente: Lejay, Paul. "Minucius Felix." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/10336a.htm>.

Traducido por Pedro Royo. rc