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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Colegio Escocés

De Enciclopedia Católica

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Colegio Escocés: El Papa Clemente VIII le dio a Escocia su colegio en Roma. La bula de fundación, fechada 5 de diciembre de 1600, le confirió al colegio todos los privilegios ya disfrutados por los colegios griegos, alemanes e ingleses. El Papa también le otorgó al naciente colegio varias dotaciones, incluidos los ingresos de una abadía en el reino de Nápoles y una pensión mensual de los ingresos de la Dataría. Más tarde, cuando se cerró el antiguo hospicio escocés, que había estado durante siglos donde ahora se encuentra la Iglesia de S. Andrea delle Fratte, sus ingresos se transfirieron al Colegio Escocés.

Los primeros estudiantes llegaron en 1602, y durante dos años vivieron en la Via Tritone, pero el lugar y los edificios eran inadecuados, y en 1604 se trasladaron a la actual posición admirable en Via Quattro Fontane, cerca del Palacio del Quirinal. Los edificios originales arquitectónicamente tenían poco que elogiar, pero el hermoso y cómodo colegio que Poletti, el arquitecto de San Pablo Extramuros, erigió en un sitio extendido hacía casi medio siglo, es muy admirado por su elegante arquitectura. Junto al colegio hay una pequeña y elegante iglesia construida en 1645 y dedicada a San Andrés, patrón de Escocia. El primer superior de la nueva institución fue Mons. Paolini, pero en 1614 los jesuitas se hicieron cargo, y el primero de esta línea de rectores fue el padre Anderson, sobrino del fiel amigo de María Estuardo, Leslie, obispo de Ross. A él, el colegio le debe sus reglas y constituciones.

Durante el régimen de los jesuitas hubo problemas considerables en los escoceses, así como en los demás colegios pontificios; muchos estudiantes estaban entrando a la Compañía y las autoridades en casa acusaron a los jesuitas de alterar las vocaciones de los jóvenes. Incluso la estricta aplicación del Juramento de Misión prescrito por Alejandro VII no puso fin a la fricción. Cuando se suprimió la Compañía (1773) se pidió a los obispos de Escocia que enviaran un sacerdote secular para que fuera el nuevo superior; pero en una mala hora alegaron que no tenían a nadie disponible. Vivieron para lamentar su negativa, pues bajo el gobierno de los sacerdotes seculares italianos, las finanzas, la disciplina, los estudios, la piedad, las vocaciones, todo sufrió, y no fue del todo una desgracia absoluta cuando en 1798, debido a la ocupación de Roma por los soldados de la Revolución Francesa, el colegio fue cerrado por la fuerza y los pocos estudiantes restantes regresaron a Escocia. En 1820 se reabrió gracias a los esfuerzos incansables del agente escocés, Paul MacPherson, que logró recuperar los edificios universitarios en ruinas junto con los ingresos agotados, y que se convirtió en el primer rector del clero secular escocés.

Gradualmente, el Colegio ha mejorado su estatus, y ahora (1911) con treinta y ocho estudiantes que representan al medio millón de católicos escoceses, es proporcionalmente el mejor asistido de los colegios de Roma. Los estudiantes siempre han frecuentado la Universidad Gregoriana. Entre los benefactores del colegio se encuentran el padre William Thompson, la primera marquesa de Huntly, los cardenales Spinelli y Sacripanti, el cardenal Henry, duque de York, Mons. Lennon y Mons. Taggart. Una gran proporción de los obispos que han gobernado la Iglesia en Escocia —hoy cinco de seis— han sido estudiantes romanos, y a lo largo de una sucesión de misioneros piadosos, eruditos y devotos de Roma ha hecho mucho para mantener viva y extender la fe.

El mundo católico angloparlante le debe mucho al obispo Hay, cuyo centenario se ha celebrado este año (1911) con celebraciones especiales en Fort Augustus y Edimburgo, por sus obras doctrinales y devocionales. La obra del arzobispo William Smith sobre el Pentateuco atrajo mucha atención hace más de cuarenta años entre los eruditos bíblicos como una respuesta a Colenso, y una autoridad tan grande como Cornely lo declaró el mejor trabajo sobre el tema de cualquier escritor católico.

El colegio ha tenido su casa de campo, donde los estudiantes pasan el recreo de verano, durante casi tres siglos cerca de Grottaferrata en las colinas de Alban, en medio de viñedos donde el país es tan saludable y pintoresco como está lleno de interés legendario e histórico. El Colegio Escocés, como otros colegios pontificios, está inmediatamente sujeto a la Santa Sede, que ahora (a 1911) ejerce su jurisdicción en parte mediante un cardenal protector y en parte por la Sagrada Congregación Consistorial. Antes de 1908 la autoridad papal era ejercida a través de la Sagrada Congregación de Propaganda, y los estudiantes eran ordenados con cartas dimisorias emitidas por el cardenal protector. Mediante una reciente disposición el ordinario del estudiante debe declarar in scriptis que él no tiene objeciones que presentar contra la promoción a las órdenes de su súbdito.


Bibliografía: BELLESHEIM, Hist. of Cath. Church in Scotland, tr. HUNTER-BLAIR (Londres, 1889), III, 386-7; IV, passim; STROTHERT, Life of Bishop Hay in the Journal and appendix to the Scotichronicon, 26 y passim.

Fuente: Fraser, Robert. "The Scots College." The Catholic Encyclopedia. Vol. 13, pág. 632. New York: Robert Appleton Company, 1912. 28 oct. 2021 <http://www.newadvent.org/cathen/13632a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina