Atenágoras
De Enciclopedia Católica
Apologista cristiano de la segunda mitad del siglo II, de quien sólo se sabe que fue un filósofo ateniense y un converso al cristianismo. De sus escritos sólo se han conservado dos piezas genuinas: su “Apología” o “Embajada por los Cristianos” y un “Tratado sobre la Resurrección”. Las únicas alusiones a él en la literatura cristiana primitiva son las citas acreditadas de su “Apología” en un fragmento de San Metodio de Olimpo (m. 312) y los detalles biográficos poco confiables en los fragmentos de la “Historia Cristiana” de Felipe de Side (c. 425). Puede ser que sus tratados, circulando anónimamente, fueron en un tiempo considerados como la obra de otro apologista. Sus escritos atestiguan su erudición y su cultura, su poder como filósofo y retórico, su fina apreciación del temperamento intelectual de su época, y su tacto y delicadeza al tratar con los poderosos oponentes de su religión.
La “Apología”, cuya fecha se determina por evidencia interna como tarde en 176 ó 177, no fue, como el título “Embajada” (presbeia) ha sugerido, una defensa oral del cristianismo, sino una minuciosa súplica escrita pidiendo justicia para los cristianos, hecha por un filósofo, sobre bases filosóficas, a los emperadores Marco Aurelio Antonino y su hijo Cómodo, conquistadores, “pero sobre todo, filósofos”. Primero se queja de la ilógica e injusta discriminación contra los cristianos y de las calumnias que sufren (I-III), y luego se enfrenta al cargo de ateísmo (IV). Establece el principio de monoteísmo, cita a los poetas y filósofos paganos en apoyo a las mismas doctrinas por las cuales se condena a los cristianos (V-VI), y demuestra la superioridad de la creencia cristiana en Dios sobre la de los paganos (VII-VIII). Suplementa esta primera demostración fuertemente razonada de la unidad de Dios en la literatura cristiana con una hábil exposición de la Santísima Trinidad (X).
Asumiendo luego la defensiva, el apologista justifica la abstención cristiana del culto a las deidades (XII-XIV) basado en su absurdidad e indecencia, y cita extensamente a los poetas y filósofos paganos en apoyo a su contención (XV-XXX). Finalmente, enfrenta los cargos de inmoralidad al exponer el ideal cristiano de pureza, incluso de pensamiento, y la inviolable santidad del vínculo matrimonial. Refuta el cargo de canibalismo al mostrar el alto respecto por la vida humana que lleva a los cristianos a detestar el crimen del aborto (XXXI-XXXVI). El tratado sobre la “Resurrección del Cuerpo”, la primera exposición completa de la doctrina en la literatura cristiana, fue escrito después que la “Apología”, del cual debe considerarse un apéndice. Atenágoras trae en defensa de la doctrina lo mejor que la [filosofía]] contemporánea podía aducir. Después de hallar las objeciones comunes de su época (I), demuestra la posibilidad de la resurrección en vista ya sea del poder del Creador (II-III) o de la naturaleza de nuestros cuerpos (IV-VIII). Ejercitar tales poderes no es ni indigno de Dios ni injusto con las otras criaturas (IX-XI). Demuestra que la naturaleza y el fin del hombre requieren una perpetuación de la vida del cuerpo y del alma.
Bibliografía: March y Own, Series de Cristianos de Douglass, Escritores griegos y latinos (NuevaYork, 1876), IV; Harnack Historia del Dogma, tr. Buchanan (Boston, 1903), II, 188-190. Una traducción al inglés se halla en los Padres Ante Nicenos (NuevaYork, 1903), II, 129-162; en vol. X (ibid.) pp. 36-38, es una bibliografía extensa (a 1890). Las mejores ediciones son las de Otto, corpus Apologetarum (Jena, 1857), VII, y el benedictino Marano en P.G. (París, 1857), VI, 889-1024. Vea también Schwartz en Gebhardt y Harnack, Texte und Untersuchungen (Leipzig, 1891), IV, 2; Harnack, Geschichte d. altchristlichen Literaute (Leipzig, 1893-1897), I, 256-258; II, 317-319; Bardenhewer, Geschichte der altkirchlichen Literature (Friburgo, 1902), I, 267-277; Idem, Patrología (ibid., 1901) 57-58.
Fuente: Peterson, John Bertram. "Athenagoras." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/02042b.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina