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Martes, 3 de diciembre de 2024

Traducianismo

De Enciclopedia Católica

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Traducianismo (tradux, un retoño o vástago, y más específicamente un sarmiento que, sin cortarlo de la vid, se entierra para que arraigue y propague la vid), en general la doctrina de que, en el proceso de generación, el alma espiritual humana es transmitida a la descendencia por los padres. Cuando se hace una distinción entre los términos traducianismo y generacionismo, el primero denota la doctrina materialista de la transmisión del alma por el proceso orgánico de generación, mientras que el segundo se aplica a la doctrina según la cual el alma de la descendencia se origina del alma parental de una manera misteriosa análoga a aquella en la que el organismo se origina del organismo de los padres. El traducianismo se opone al creacionismo o la doctrina de que cada alma es creada por Dios. Ambos, sin embargo, contra el emanantismo y el evolucionismo, admiten que la primera alma humana se originó por creación. Solo difieren en cuanto al modo de origen de las almas posteriores.

En los primeros siglos de la Iglesia cristiana, los Padres que tocan esta cuestión defienden la creación inmediata del alma. Tertuliano, Apolinar y algunos otros herejes abogaban por el traducianismo, pero el testimonio de San Jerónimo (Epist. CXXVI, 1) de que "la mayoría de los escritores orientales piensan que, así como el cuerpo nace del cuerpo, así el alma nace del alma" parece exagerada, ya que ningún otro escritor prominente defiende el generacionismo como cierto. Aunque no siempre son claras las opiniones de San Gregorio de Nisa, Macario, Rufino y Nemesio sobre este punto, parecen preferir el generacionismo.

Tras el auge del pelagianismo, algunos Padres dudaron entre el generacionismo y el creacionismo, pensando que el primero ofrece una mejor, si no la única, explicación de la transmisión del pecado original; entre ellos el más importante es San Agustín. El creacionismo es afirmado como cierto por los escolásticos, con la excepción de Hugo de San Víctor y Alejandro de Hales, que lo proponen simplemente como más probable.

En los últimos tiempos, todos los teólogos católicos han rechazado el generacionismo. Las excepciones son Froschammer que defiende el generacionismo y da a la generación del alma de la de los padres el nombre de creación secundaria; Klee y Ubaghs que dejan la cuestión sin decidir; Hermes que favorece el generacionismo; Gravina quien lo defiende; y Rosmini, quien afirma que el alma sensible es generada por los padres, y se vuelve espiritual cuando Dios la ilumina y le manifiesta la idea de ser que es el fundamento de toda la vida intelectual.

Desde el punto de vista filosófico, las razones alegadas a favor del generacionismo tienen poco o ningún valor. Los padres son realmente generadores de su descendencia, aunque el alma venga de Dios, pues el proceso generativo es la condición de la unión del cuerpo y el alma que constituye el ser humano. Un asesino realmente mata a un hombre, aunque no destruye su alma. El hombre tampoco es inferior a los animales porque estos generan organismos vivos completos, ya que la diferencia entre el hombre y los animales proviene de la superioridad del alma humana y de su naturaleza espiritual que requiere que sea creada por Dios. Por otro lado, las razones contra el generacionismo son contundentes. El proceso orgánico de generación no puede hacer surgir una sustancia espiritual y decir que el alma se transmite en el semen corporal es hacerla intrínsecamente dependiente de la materia. El proceso de la generación espiritual es imposible, ya que el alma es inmaterial e indivisible, ningún germen espiritual puede ser desprendido del alma parental (cf. Santo Tomás, "Contra gent." II, c 86; "Sum. theol." I:90:2, I:98:2, etc.). En cuanto al poder de creación es prerrogativa de Dios solo (vea CREACIÓN, sección 6).

Teológicamente, el traducianismo corporal es herético porque va directamente contra la espiritualidad del alma. En cuanto al generacionismo, ciertamente se opone a la actitud general de la Iglesia. El libro de Froschammer, "Ueber den Ursprung der menschlichen Seelen", fue condenado en 1857, y la opinion de Ubaghs expresada en su "Anthropologiae philosophicae elementa" fue reprobada en una carta del cardenal Patrizi escrita por autoridad de Pío IX al arzobispo de Malinas (2 marzo 1866). Además, Anastasio II, en una carta a los obispos de la Galia (498) condena el generacionismo (Thiel, "Epistolae Romanorum Pontificum", 634 ss).

En el Símbolo a ser suscrito por el obispo Pedro de Antioquía (1053), León IX declara que el alma “no es una parte de Dios, sino creada de la nada” (Denzinger, 348). Entre los errores que los armenios deben rechazar, Benedicto XII menciona la doctrina de que el alma se origina en el alma del padre (Denzinger, 533). Por lo tanto, aunque no existen definiciones estrictas que condenen el generacionismo como herético, ciertamente se opone a la doctrina de la Iglesia y no puede sostenerse sin temeridad.


Bibliografía: COCONNIER, L´ame humaine (París, 1890); Hurter, Theologie dogmaticæ compendium (Innsbruck, 1900); KLEUTGEN, Die Philosophie der Vorzeit (Münster, 1867); MAHER, Psychology (Nueva York, Londres, 1910); MERCIER, Psychologie (Lovaina, 1903); C. PESCH, Prælectiones dogmaticæ, III (Friburgo, 1897); SCHEEBEN, Dogmatik (Friburgo, 1873); BAINVEL, PARISOT, LAMY in Dict. De théologie catholique, s.v. Ame.

Fuente: Dubray, Charles. "Traducianism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 15, págs. 14-15. New York: Robert Appleton Company, 1912. 20 oct. 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/15014a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina