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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Vida Religiosa

De Enciclopedia Católica

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Visión General e Idea Evangélica de la Vida Religiosa

Visión General

Todos tenemos dentro de nosotros esa idea vaga y general de la vida religiosa que nos permite reconocerla cuando es descrita como una vida dirigida a la perfección personal, o una vida que busca la unión con Dios. Bajo este doble aspecto se encuentra en todas las épocas y lugares: cada alma posee una inclinación hacia el bien y una inclinación hacia Dios. Hay por todas partes almas que siguen gustosamente estas inclinaciones, y consecuentemente almas religiosas. A veces atribuyen más importancia a la tendencia a la auto-perfección, a veces a la tendencia hacia Dios; en otras palabras, a la tendencia ascética o a la tendencia mística; pero dado que Dios es el fin del hombre, las dos tendencias son tan similares que prácticamente son una sola. Si el Creador ha puesto en nuestras almas el principio de la vida religiosa, debemos esperar no sólo encontrarla, cada vez más intensa, en cada religión, sino también verla revelarse de manera similar. No debemos sorprendernos si fuera de la verdadera Iglesia hay personas dedicadas a la contemplación, a la soledad y al sacrificio; Pero no estamos obligados a concluir que nuestras prácticas cristianas derivan necesariamente de las suyas, ya que los instintos de la naturaleza humana explican suficientemente la semejanza. Tal explicación no explicaría el origen de estas prácticas: si le debemos el monacato de Pacomio a los adoradores de Serapis, ¿dónde encontraron ellos su inspiración? Tampoco la explicación daría cuenta de los resultados: ¿de dónde viene que el monacato haya cubierto no sólo el Oriente y Asia, sino también África, Europa y todo Occidente?

En nuestros días la derivación histórica de ciertos usos es algo de poca importancia; podemos admitir sin vacilación cualquier relación que se pruebe, pero no una que simplemente se asuma. Los israelitas pudieron haber tomado prestado de Egipto la práctica de la circuncisión, que era la señal de su pacto con Yahveh; y así ciertas prácticas ascéticas, incluso si hubiesen tenido un origen pagano, sin embargo, eran, según empleadas por nuestros monjes y religiosos, católicas y cristianas en sentido e inspiración. Además, no todas las doctrinas o prácticas de una religión falsa son necesariamente erróneas o reprensibles; puede haber una gran nobleza de carácter entre los monjes budistas o los derviches musulmanes, como puede haber faltas que manchan los hábitos monásticos o religiosos usados en la verdadera Iglesia.

No es necesario aquí presentar un análisis comparativo de la vida religiosa cristiana y la vida religiosa de los no cristianos, ni siquiera comparar a nuestros religiosos con los siervos de Dios en el Antiguo Testamento (Vea ANACORETAS, ASCETISMO, BUDISMO, ESENIOS, MONACATO). Pero, ¿cómo reconocer la vida religiosa de la religión verdadera y divina? No por la mortificación corporal, que puede ser superada en severidad por la de los faquires; no por los éxtasis místicos y los arrebatos, experimentados por los iniciados en los misterios griegos y orientales, y todavía se encuentran entre los monjes budistas y los derviches; ni siquiera por las líneas impecables de todos los planes de la vida religiosa católica, pues Dios, que desea el progreso incluso en su Iglesia, ha permitido comienzos ásperos, experimentos y errores individuales; pero incluso las personas que cometen estos errores poseen en la verdadera religión los principios que aseguran la corrección y la mejora gradual. Además, en su totalidad, la vida religiosa de la verdadera religión debe parecernos conforme con las leyes morales y sociales de nuestra existencia actual, así como con nuestro destino; sus intenciones deben aparecer sinceramente dirigidas hacia la santificación personal, hacia Dios y al orden divino. El árbol debe ser conocido en todas partes por sus frutos.

Ahora bien, la vida religiosa católica supera infinitamente a todos los demás sistemas ascéticos por la verdad y la belleza de la doctrina establecida en tantas reglas y tratados y por la eminente santidad de sus seguidores como los santos Antonio, Pacomio, Basilio, Agustín, Columbano, Gregorio y otros, y finalmente, especialmente en Occidente, por la maravillosa fecundidad de su trabajo en beneficio de la humanidad. Después de estas observaciones preliminares, podemos buscar confiadamente la verdadera vida religiosa en el Evangelio.

Idea Evangélica

Perspectiva Histórica

Historia de la Vida Religiosa Antes de 500 d.C.

Historia de la Vida Religiosa Después de 500 d.C.

Exposición de la Vida Religiosa

Aspectos Particulares

Órdenes Religiosas

Congregaciones Religiosas

Regla Religiosa

Suplemento

Bibliografía: VERMEERSCH, De religiosis institutis et personis, I (ed. 2. 1907); II (ed. 4, 1909); IDEM, Periodica (from 1905); HEIMBUCHER, Die Orden und Kongregationen der katholischen Kirche (Paderborn. 1907-08); BASTIEN, Direct. canon. à l'usage des congrég. à v ux simples (Maredsous, 1911); MOLITOR, Religiosi juris capita selecta (Ratisbon. 1907).

Fuente: Vermeersch, Arthur. "Religious Life." The Catholic Encyclopedia. Vol. 12, pp. 748-762. New York: Robert Appleton Company, 1911. 9 Nov. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/12748b.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina.