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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Epístolas de San Pedro

De Enciclopedia Católica

Revisión de 16:31 13 ago 2016 por Luz María Hernández Medina (Discusión | contribuciones) (Fecha y Lugar de Composición)

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Primera Epístola

Autenticidad

La autenticidad de las Epístolas de San Pedro, aceptada universalmente por la Iglesia primitiva, ha sido negada en los pasados siglos por críticos protestantes y racionalistas (Baur y la Escuela de Tübinga, Von Soden, Harnack, Jülicher, Hilgenfeld y otros), pero no puede ser cuestionada seriamente. Está bien establecida por argumentos extrínsecos e intrínsecos.

(1) Argumentos Extrínsecos: (a) En escritos de los siglos I y II, por ejemplo, las cartas de Justino a las Iglesias de Lión y Vienne, Ireneo, Clemente de Alejandría, Papías, Policarpo, Clemente de Roma, la “Didajé”, el “Pastor” de Hermas y otros. La Segunda Epístola de San Pedro, que incluso aquellos que cuestionan su autenticidad admiten que es muy antigua, alude a una epístola anterior escrita por el apóstol (3,1). Por lo tanto, la carta existió muy temprano y era considerada muy autoritativa. (b) La tradición también es unánime por la autoría de San Pedro. En los siglos II y III tenemos mucho testimonio explícito en ese sentido. Clemente y Orígenes en Alejandría, Tertuliano y Cipriano en África, Peshitto en Siria, Ireneo en la Galia, la antigua Itala e Hipólito en Roma, todos están de acuerdo en atribuirla a Pedro, como hicieron también los herejes, Basílides y Teodoro de Bizancio. (c) Todas las colecciones o las listas del Nuevo Testamento la mencionan como de San Pedro; el Canon Muratorio, que es el único que está en desacuerdo con esta tradición común, es oscuro y tiene marcas evidentes de corrupción textual, y la posterior restauración sugerida por Zahn, que parece mucho más probable, es claramente favorable a la autenticidad. Por otra parte Eusebio de Cesarea no duda en colocarla entre las Escrituras incuestionables.

(2) Argumentos Intrínsecos: El examen de la Epístola en sí misma es totalmente favorable a su autenticidad; el autor se llama a sí mismo Pedro, apóstol de Jesucristo (1,1); el autor llama “mi hijo” (5,13) a Marcos, que según los Hechos de los Apóstoles tenía tales relaciones cercanas con Pedro; el autor se representa como el discípulo inmediato de Jesucristo (1,1; 5,9.11-14); él ejerce desde Roma una jurisdicción universal sobre toda la Iglesia (5,1). Los numerosos lugares en los que parecería ser el testigo inmediato de la vida de Cristo (1,8; 2,21-24; 5,1), así como la similitud entre sus ideas y las enseñanzas de los Evangelios, están elocuentemente a favor de la autoría apostólica (cf. Jacquier, 251). Por último, algunos autores consideran que la epístola y los sermones de San Pedro relatados en los Hechos muestran una analogía en base y forma que prueba un origen común. Sin embargo, es probable si no cierto que el apóstol hizo uso de un intérprete, especialmente de Silvano; San Jerónimo dice: “las dos epístolas atribuidas a San Pedro difieren en estilo, carácter y en la construcción de las palabras, lo cual prueba que, según las exigencias del momento, San Pedro utilizó los servicios de varios intérpretes” (Ep. CXX ad Hedib.). Pedro mismo parece insinuar esto: Dia Silouanou houmin . . . egrapha (5,12), y los versos finales (12-14) parecen haber sido añadidos por el apóstol mismo. Sin negar que Pedro era capaz de usar y hablar el griego, algunos autores consideran que no podía escribirlo en la forma casi clásica de esta epístola. Sin embargo, es imposible determinar con exactitud la participación de Silvano; es probable que la escribió de acuerdo con las instrucciones del apóstol, y que insertó las ideas y exhortaciones sugeridas por él.

Objeciones: (a) La relación entre la Primera Epístola de Pedro y las Epístolas de Pablo, especialmente Romanos y Efesios, no prueba, como se ha afirmado (Jülicher), que la epístola fue escrita por un discípulo de Pablo. Esta relación, que algunos críticos han exagerado demasiado, no prueba una dependencia literaria ni evita que esta Epístola posea una originalidad característica en ideas y forma. La semejanza se explica fácilmente si se admite que Pedro empleó a Silvano como intérprete, pues éste había sido compañero de Pablo, en consecuencia, pudo haber sentido la influencia de su doctrina y manera de hablar. Además, Pedro y Silvano estaban en Roma, donde se escribió la carta, y ellos naturalmente se habrían familiarizado con las Epístolas a los Romanos y a los Efesios, escrita unos meses antes y destinadas, al menos en parte, a los mismos lectores. (b) Se ha afirmado que la Epístola presupone una persecución oficial y general en el Imperio Romano y que denota un estado de cosas correspondiente al reinado de Vespasiano, l incluso del de Domiciano o Trajano, pero la información que da es demasiado indefinida para concluir que se refiere a una de estas persecuciones en lugar de la de Nerón; además, algunos autores consideran que la Epístola no supone del todo una persecución oficial, y que las alusiones se explican fácilmente mediante las incontables dificultades y molestias a las que los judíos y paganos sometían a los cristianos.

Destinatarios; Ocasión y Objeto

Fue escrita para los fieles de "Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia" (1,1). ¿Fueron estos cristianos judíos conversos, dispersados entre los gentiles (1,1), como señalaron Orígenes, Dídimo de Alejandría, etc., y como todavía sostienen Weiss y Kuhl, o eran en su mayoría de origen pagano? Esta última opinión es por mucho la más común y la mejor (1,14; 2,9-10; 3,6; 4,3). El argumento basado en 1,7 no prueba nada, mientras que las palabras "a los que viven como extranjeros en la Dispersión: en el Ponto…" no deben tomarse en el sentido literal de judíos en el exilio, sino en el sentido metafórico de la gente de Dios, los cristianos, que viven en el exilio en la tierra, lejos de su verdadera patria.

Las opiniones de los autores que aceptan la autenticidad están divididas respecto a las circunstancias históricas que ocasionaron la Epístola, algunos creen que fue escrita inmediatamente después del decreto de Nerón que proscribía la religión cristiana, en cuyo caso las dificultades a las que Pedro alude no consisten simplemente en calumnias y vejaciones de las personas, sino que también incluyen la persecución judicial y la condena de los cristianos (2,23; 3,18; 4,14-16; 5,12), mientras 5,12 puede ser una alusión a la quema de Roma, que fue el motivo del decreto de Nerón. Esta es la opinión de Hug, Gloire, Batiffol, Neander, Grimm, Ewald, Allard, Weiss, Callewaert, etc., mientras que otros datan la Epístola a partir de la víspera de ese decreto (Jacquier, Brassac, Fillion, etc.). La Epístola, dicen, al ser escrita desde Roma, donde la persecución debe haber causado estragos en todo su horror, naturalmente buscamos indicaciones claras e indiscutibles de la misma, pero el tema general de la Epístola es que los cristianos no deben dar ocasión a los cargos de los infieles, sino que por su vida ejemplar deben inducirlos a glorificar a Dios (2,12.15; 3,9.16; 4,4); Además, la forma de hablar es generalmente hipotética (1,6; 3,13-14; 4,14), sin que se trate de jueces, tribunales, prisiones, torturas o confiscación. Los cristianos tienen que sufrir, no de la autoridad, sino de la gente entre las que vivían.

El apóstol Pedro les escribió a los cristianos de Asia para confirmarlos en la fe, para consolarlos en medio de sus tribulaciones y para indicarles la línea de conducta a seguir en el sufrimiento (5,2). A excepción de la introducción más dogmática (1,3-12) y unas pocas instrucciones cortas esparcidas a lo largo de la carta y destinadas a apoyar a las exhortaciones morales, la Epístola es exhortativa y práctica. Sólo un absurdo argumento a priori podría permitir a los críticos de Tübingen afirmar que ésta tenía un objeto dogmático y que fue escrita por un falsificador del siglo II, con la intención de atribuirle a Pedro las doctrinas de Pablo.

Fecha y Lugar de Composición

Los críticos que han negado la estancia de Pedro en Roma deben negar necesariamente que la carta fue escrita desde allí, pero la gran mayoría de los críticos, con toda la antigüedad cristiana, están de acuerdo en que fue escrita en la misma Roma, designada por el nombre metafórica de Babilonia (5,13). Esta interpretación ha sido aceptada desde los tiempos más remotos, y de hecho ninguna otra metáfora podría haber descrito tan bien la ciudad de Roma, rica y lujosa como lo era, y entregada al culto de falsos dioses y toda clase de inmoralidad. Ambas ciudades habían causado problemas al pueblo de Dios, Babilonia a los judíos, y Roma a los cristianos. Además esta metáfora estaba en uso entre los primeros cristianos (cf. Apoc. 14,8; 16,19; 17,5; 18,2.10.21). Finalmente, la tradición no nos ha traído la más débil memoria de ninguna estancia de Pedro en Babilonia.

Las opiniones de los críticos que niegan la autenticidad de la Epístola fluctúan la fecha, entre 80 a 160 d.C., pero ya que no hay la más mínima duda de su autenticidad, no tienen ninguna base para su argumento. Igualmente diversas opiniones se encuentran entre los autores que admiten la autenticidad, que van desde el año 45 d.C. a la aceptada como la de la muerte de Pedro. La opinión más probable es la que lo sitúa cerca de fines del año 63 o comienzos del 64; y al haber San Pedro sufrido el martirio en Roma en el año 64 (¿67?), la Epístola no pudo ser posterior a esa fecha; además, se supone que la persecución de Nerón, que se inició a finales del 64, aún no había estallado (véase más arriba). Por otro lado, el autor alude con frecuencia a la Epístola a los Efesios, y hace uso de sus propias palabras y expresiones; en consecuencia, la Epístola no puede haber sido anterior al 63, ya que la Epístola a los Efesios fue escrita al final de la primera cautividad de Pablo en Roma (61-63).

Análisis

Segunda Epístola

Autenticidad

Destinatarios; Ocasión y Objeto

Fecha y Lugar de Composición

Análisis

Bibliografía: DRACH-BAYLE, Epitres catholiques (París, 1873); HUNDHAUSEN, Die beiden Pontificalhereiben des Apostelfursten Petrus (Maguncia, 1878); CORNELY, Hist. Et crit. Introductio in U. T. libros sacros, III, Introductio specialis (París, 1886); BEELEN, Hetniewe Testament (Brujas, 1891); JULICHER, Einleitung in das neue Testament (1894); KUHL, Briefe Petri und Judoe (Gottingen, 1897); HORT, The First Epistle of St. Peter (Londres, 1898); VON SODEN, Briefe des Petrus (Friburgo, 1899); HARNACK, Gesch. der altchrist. Literatur, die Chronologie (Leipzig, 1900); MONNIER, La premiere epitre de Pierre (Macon, 1900); ZAHN, Grundriss der Gesch. des neutestamntlichen Kanons (Leipzig, 1901); TRANKLE, Einleitung in das neue Test. (Friburgo, 1901); BIGG, A Critical and Exegetical Commentary on the Ep. of St. Peter and St Jude (Edimburgo, 1902); CEULEMANS, Comment. in epist. catholicas et apocalypsim (Malinas, 1904); HENKEL, Der zweite Brief des Apostelfursten petrus gepruft auf seine Echtheit (Friburgo, 1904); BELSER, Einleitung in das neue Test. (Freiburg, 1905); CALMES, Epitres cathol. Apocalypse (París, 1905); WEISS, Der erste Petrus brief und die neuere Kritik (Lichterfelde, 1906); DILLENSEGER, L'authenticite' de la II Petri in Melanges de la faculte' orientale (Beirut, 1907); CALLEWAERT in Revue d'hist. eccles. (Lovaina, 1902, 1907); JACQUIER, Hist. des livres du N. Test. (París, 1908); BRASSAC, Manuel bibl. (París, 1909); VANSTEENKISTE-CAMERLYNCK, Comment. in epist. cathol. (Brujas, 1909).

Fuente: Vander Heeren, Achille. "Epistles of Saint Peter." The Catholic Encyclopedia. Vol. 11. New York: Robert Appleton Company, 1911. 12 Aug. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/11752a.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina