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Domingo, 24 de noviembre de 2024

San Hipólito de Roma

De Enciclopedia Católica

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San Hipólito de Roma fue mártir, presbítero y antipapa; se desconoce la fecha de su nacimiento; murió cerca del año 236. Hasta la publicación en 1851 de la recién descubierta “Philosophumena”, era imposible obtener datos auténticos definidos sobre Hipólito de Roma y su vida de las conflictivas declaraciones sobre él, como sigue:

  • Eusebio de Cesarea dice que él era obispo de una iglesia en algún lugar y enumera varios de sus escritos (Historia de la Iglesia, VI.20.22).
  • Igualmente San Jerónimo lo describe como obispo de una sede desconocida, da una lista más larga de sus obras, y dice que pronunció una de sus homilías en presencia de Orígenes, de quien hacía referencia directa (Hombres Ilustres 61).
  • La Cronografía de 354, en la Lista de Papas, menciona al obispo Ponciano y al presbítero Hipólito como siendo desterrados a la isla de Cerdeña en el año 235; el Calendario Romano en la misma colección registra la fiesta de San Hipólito bajo el 13 de agosto en la Via Tiburtina y a Ponciano en la catacumba de Calixto (ed. Mommsen in "Mon. Germ. Hist.: auctores antiquissimi", IX, 72, 74).
  • Prudencio escribió un himno sobre el mártir Hipólito ("Peristephanon", himno XI, in P.L., LX, 530 sqq.), en el cual coloca la escena del martirio en Ostia o Porto, y relata que Hipólito fue despedazado por caballos salvajes, evidentemente una reminiscencia del antiguo Hipólito, hijo de Teseo.
  • Autores griegos posteriores (por ejemplo, Georgius Syncellus., ed. Bonn, 1829, 674 ss.; Nicephorus Callistus, "Hist. eccl.", IV, XXXI) no dan mucha más información que Eusebio y Jerónimo; algunos lo llaman el Obispo de Roma, otros el Obispo de Porto. Según Focio (Bibliotheca, codex 121), él era un discípulo de San Ireneo. Escritores orientales, así como el Papa San Gelasio I localizan la sede de Hipólito en Bostra, la principal ciudad de los árabes.
  • Varias leyendas posteriores sobre mártires hablan de Hipólito en varias conexiones. La de San Lorenzo se refiere a él como el oficial designado para guardar al bendito diácono converso, junto con toda su familia, y matado por caballos salvajes (Acta SS., agosto, III, 13-14; Laurencio Surio, "De probatis Sanctorum historiis", IV, Cologne, 1573, 581 ss.). Una leyenda de Porto lo identifica con el mártir Nono y relata su martirio con otros de la misma ciudad (Acta SS., agosto, IV, 506; P.G., X, 545-48).
  • Un monumento de importancia es el gran fragmento de una estatua de mármol del santo descubierta en 1551 que fue restaurada (la parte de arriba del cuerpo y la cabeza estaban nuevos), y ahora se conserva en el Museo de Letrán; el ciclo pascual computado por Hipólito y una lista de sus obras fue grabada sobre los lados de la silla en la cual está sentada la figura de Hipólito; el monumento data del siglo III (Kraus, "Realencyklopädie der christlichen Altertumer", 661 sqq.).
  • Las topografías de las tumbas de los mártires romanos sitúan la tumba de Hipólito en el cementerio de la Vía Tiburcina, llamado como él, menciona la basílica erigida allí, y da algunos detalles legendarios sobre él. De Rossi, "Roma sotterranea", I, 178-79); la cámara sepulcral del santo confesor fue desenterrada por De Rossi (Bullettino di archeologia cristiana, 1882, 9-76).

El descubrimiento del “Philosophumean” ha hecho posible aclarar el período más importante de la vida de Hipólito a través de su propia evidencia, y al mismo tiempo examinar y corregir los relatos conflictivos contenidos en las autoridades antiguas. Procedemos sobre la suposición de que Hipólito fue realmente el autor de la antedicha obra, una hipótesis aceptada casi universalmente por investigadores modernos.

Hipólito fue un presbítero de la Iglesia de Roma a principios del siglo III. No hay dificultad en admitir que pudo haber sido un discípulo de San Ireneo ya sea en Roma o Lyons. También es posible que Orígenes haya oído una homilía de Hipólito cuando fue a Roma cerca del año 212. Durante el pontificado del Papa San Ceferino (198-217) él entró en conflicto con dicho Papa y con la mayoría de la Iglesia de Roma, principalmente debido a las opiniones cristológicas que por algún tiempo habían estado creando controversias en Roma. Hipólito había combatido la herejía de Teodoción y el Alogi; de igual manera se opuso a las falsas doctrinas de Noeto, de Epígono, de Cleómenes y de Sabelio, quien enfatizaba la unidad de Dios demasiado desigualmente (monarquianos) y veía en los conceptos del Padre e Hijo meramente manifestaciones (modi) de la Naturaleza Divina (Modalismo, sabelianismo). Hipólito, por el contrario, se mantuvo inflexiblemente por una diferencia real ente el Hijo (Logos) y el Padre, pero representando al Hijo como una Persona Divina casi completamente separada de Dios (diteísmo) y al mismo tiempo completamente subordinado al Padre (subordinacionismo).

Como la herejía en la doctrina de los modalistas al principio no era claramente manifiesta, el Papa San Ceferino se negó a dar una decisión. Hipólito lo censuró gravemente por esto, tildándolo de hombre incompetente, indigno de regir la Iglesia de Roma y como un instrumento en las manos del intrigante y ambicioso diácono Calixto, cuya vida temprana es maliciosamente descrita (Philosophumena, IX, XI-XII). En consecuencia, cuando Calixto fue electo Papa (217-218) luego de la muerte de Ceferino, Hipólito inmediatamente abandonó la comunión de la Iglesia Romana y se hizo elegir antipapa por su pequeño grupo de seguidores. A éstos los llamó la Iglesia Católica y se llamaba a sí mismo sucesor de los apóstoles, llamando a la gran mayoría de los cristianos de Roma “la Escuela de Calixto”. Acusaba a Calixto de haber caído primero en la herejía de Teodoto, luego en la de Sabelio; y de que también, debido a su avaricia, había degradado la disciplina eclesiástica, y especialmente la penitencial, a una laxitud deshonrosa. Estos reproches eran del todo injustificados.

Hipólito mismo defendía un rigorismo excesivo. Continuó en la oposición como antipapa durante los reinados de los dos sucesores inmediatos de Calixto, Urbano (222 ó 223 – 230) y Ponciano (230-35), y durante este período, probablemente durante el pontificado de Ponciano, escribió la "Philosophumena". Fue desterrado a la insalubre isla (ínsula nociva) de Cerdeña al mismo tiempo que Ponciano; y poco antes que éste, o poco después, se reconcilió con el obispo legítimo y la Iglesia de Roma. Después de que los dos desterrados murieron en la isla de Cerdeña, sus restos mortales fueron traídos a Roma el mismo día, 13 de agosto (ya sea de 236 o en uno de los años siguientes), y fueron enterrados solemnemente, Ponciano en la bóveda papal en la catacumba de Calixto, e Hipólito en un lugar en la Vía Tiburcina. Ambos fueron reverenciados como mártires por la Iglesia Romana: prueba cierta de que Hipólito había hecho las paces con la Iglesia antes de morir. Con su muerte, el cisma debió haber llegado a un rápido fin, lo cual explica su identificación con el cisma novaciano a fines del siglo IV, como sabemos de una inscripción del Papa San Dámaso I.

El hecho de que Hipólito fue un obispo cismático de Roma y aún así fue tenido en gran honor como mártir y como teólogo, explica por qué tan temprano como en el siglo IV no se sabía nada sobre su sede, pues él no se hallaba en la lista de los obispos romanos. Es insostenible la teoría defendida por Lightfoot (ver más abajo) de que realmente él fue obispo de Porto, pero que su residencia oficial era en Roma.

Esta declaración, hecha por unas pocas autoridades, resulta de una confusión con el mártir de Porto, debido quizás al relato legendario de su martirio. Además la hipótesis de De Rossi, basada en la inscripción hecha por Dámaso, de que Hipólito regresó del exilio, y subsecuentemente se convirtió en seguidor de Novaciano, de que su reconciliación con la Iglesia Romana no se efectuó hasta poco antes de su martirio bajo el emperador Valeriano (253-60), es incompatible con la suposición de que él es el autor de la "Philosophumena." La fiesta de San Hipólito se celebra el 13 de agosto, una fecha asignada de acuerdo a la leyenda de San Lorenzo; la de Hipólito de Porto se celebra el 22 de agosto.

Hipólito fue el teólogo más importante y el escritor religioso más prolífico de la Iglesia Romana en la época de antes de Constantino. Sin embargo, ha sido desafortunado el destino de sus copiosos restos literarios. Muchas de sus obras se han perdido o son conocidas sólo a través de fragmentos dispersos, mientras que mucha ha sobrevivido sólo en antiguas traducciones a lenguajes orientales y eslavos; otros escritos están libremente interpolados. El hecho de que el autor escribió en griego hizo inevitable que luego, cuando ese lenguaje ya no se entendía en Roma, los romanos perdieran interés en sus escritos, mientras que en Oriente fueron leídos por mucho tiempo e hicieron famoso a su autor. Sus obras tratan sobre varias ramas de la teología, como resulta de la antes mencionada lista sobre la estatua, de Eusebio, San Jerónimo y de autores orientales.

Sus tratados exégeticos fueron numerosos: él escribió comentarios sobre varios libros del Antiguo y del Nuevo Testamento. Muchos de ellos sólo existen en fragmentos. El comentario sobre el Cantar de los Cantares, sin embargo, probablemente ha sido conservado íntegro ("Werke des Hippolytus", ed. Bonwetsch, 1897, 343 ss.); asimismo el comentario existente más completo sobre el Libro de Daniel en cuatro libros (ibid., 2 ss.). Ocho de sus obras, conocidas por sus títulos, tratan de asuntos dogmáticos y apologéticos, pero sólo una nos ha llegado completa en el original griego. Esta es la obra sobre Cristo y el anticristo ("De Antichristo", ed. Achelis, op. cit., I, II, 1 ss.); se han conservado fragmentos de otras pocas.

De sus polémicas contra los herejes la más importane es la "Philosophumena", cuyo título original es kata pason aireseon elegchos (Una Refutación de Todas las Herejías). El primer libro se conoce desde hace tiempo; los libros IV a X, que fueron descubiertos poco tiempo antes, fueron publicados en 1851. Pero faltan los primeros capítulos del libro IV y los libros II y III completos. Los primeros cuatro libros tratan de los filósofos helénicos; los libros V al IX tratan sobre la exposición y refutación de las herejías cristianos, y el último libro contiene una recapitulación. La obra es una de las más importantes fuentes para la historia de las herejías que perturbaban la Iglesia primitiva. Se cita a Orígenes en algunos manuscritos como el autor del primer libro. Focio lo atribuye al autor romano Cayo, mientra que otros lo adscriben también a Tertuliano y a Novaciano. Pero la mayoría de los eruditos modernos sostienen con razones de peso que indudablemente el autor es Hipólito.

Un tratado más corto contra las herejías (Sintagma), y escrito por Hipólito en una fecha anterior, puede ser restaurado en bosquejo de adaptaciones posteriores. (Libellus adversus omnes haereses; Epiphanius, "Panarion"; Filastro, "De haeresibus"). Él escribió una tercera obra contra las herejías que era de carácter universal, llamada el “Pequeño Laberinto”. Además de éstas, Hipólito escribió monografías especiales contra Marción, los Montanistas, el Alogi y Cayo. Sólo existen fragmentos de estas obras. Hipólito también produjo un ciclo pascual, así como una crónica del mundo que fue usada por cronistas posteriores. Y finalmente San Jerónimo menciona una obra de él sobre derecho canónico. Se han conservado tres tratados sobre derecho canónico bajo el nombre de Hipólito: las "Constitutiones per Hippolytum" (las cuales son paralelas con el octavo libro de las Constituciones Apostólicas), la Ordenanza de la Iglesia Egipcia, en copto, y los "Canones Hippolyti". De estas obras las primeras dos indudablemente son espurias, y la última, cuya autenticidad fue defendida incluso por Achelis (Die Canones Hippolyti, Leipzig, 1891), pertenece con toda probabilidad al siglo V o al VI.

Las obras de Hipólito han sido editadas por Jerónimo Fabricio, "S. Hippolyti episcopi et mart. opera" (2 vols., Hamburgo, 1716-18); por Andrea Gallandi en "Bibliotheca veterum patrum", II, 1766; en Migne, P.G., X; por Lagarde (Leipzig y Londres, 1858); y por Bonwetsch y Achelis, "Hipólito" I, pts. I y II (Leipzig, 1897), en "Die gr. chr. Schriftsteller", una serie publicada por la Academia de Berlín. La "Philosophumena" fue editada por Miller, como la obra de Orígenes (Oxford, 1851); por Duncker y Schneidewin como la obra de Hipólito (Göttingen, 1859), y en P.G., XVI. Los "Canones Hippolyti" fueron editados por Haneberg (Munich, 1870); por Achelis, "Die altesten Quellen des orientalischen Kirchenrechts", I, en "Texte und Untersuchungen", VI (Leipzig, 1891), 4.


Fuente: Kirsch, Johann Peter. "St. Hippolytus of Rome." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7, págs. 360-362. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/07360c.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.