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[[Archivo:Diablo en la danza.jpg|300px|thumb|left|El diablo en la danza]][[Archivo:Danza del huevo.jpg|300px|thumb|left|Danza del huevo]][[Archivo:Danza de los tontos.jpg|300px|thumb|left|Danza de los tontos]]Los orígenes de las danzas se dan por la tendencia de buscar y emplear los gestos para incrementar o reemplazar el uso del habla. Fuertes emociones, en particular, que llevan a los órganos a un punto de exaltación que espontáneamente se manifiesta a si mismo a través de movimientos más o menos rítmicos que constituyen lo que se podría considerar como danzas primarias o naturales. Pero de la misma manera en que pronto el lenguaje se desarrolló en poesía y canciones, igualmente estos movimientos corporales gradualmente se transforman en el arte de bailar. Las expresiones espontaneas, como tambien el arte de bailar, pueden ser descritos como: "una expresión de los sentimientos por medio de los movimientos del cuerpo mas o menos controlados por el propio sentido rítmico" (J.Milllar), que son practicados hasta cierto grado por la mayoria de personas. Los hebreos no son la excepción, su lenguaje contiene no menos de ocho verbos que expresan la idea de bailar. No obstante, muchas de las aluciones encontradas en la biblia apuntan a meras expresiones espontáneas de alegría, dando vueltas u otros movimientos. De esta descripción, de dice que fueron los bailes de Maria y la Mujer de Israel, después de cruzar el Mar Rojo (Éxodo. Xv, 20), de las personas alrededor del becerro dorado (Exod., xxii, 19), de la hija de Jefté llegando para encontrarse con su padre después de la ultima victoria (Jueces, xi, 34) de los habitantes de las ciudades en el camino de las tropas comandadas por Holophernes (Judith, iii, 10), hasta David antes del Arca (II K., vi, 5, 22). De estos diferentes lugares se puede deducir que los bailes fueron manifestaciones de jubilo normalmente exhibidas por mujeres, y sabemos como David, en la ocurrencia mencionada antes, incitó la admiración de Michol. Tiempo después, los bailes en los hombres, eran mirados como algo extraño, como también en Roma, se pensaba que los hombres que bailaban estaban bajo los efectos de algo o simplemente locos. El baile, como arte era utilizado para varios propósitos. Era utilizado para elevar la belleza de las ceremonias religiosas como primer propósito. Las danzas religiosas consistían mayormente en procesiones lentas por las calles de la cuidad o alrededor del altar. Casi siempre, eran celebradas por instituciones de los sacerdotes, pero algunas veces ciudadanos de ambos sexos y posición social, sin ninguna distinción en la importancia de su nombre o posición de dignidad, tomaban parte en estas exhibiciones (Liv., I, xx, Quintil., I, ii, 18; Macrob., Sat. Ii, 10). No obstante, no todas las danzas religiosas no eran bailadas según lo expuesto anteriormente. En Roma, en la salii, se cargaban los escudos sagrados por las calles, saltando y brincando (senec. Ep. Xv) La Biblia describe también como lo hacían los sacerdotes de Baal alrededor del altar(III K.., xviii, 26). Por el este las danzas sagradas eran muy importantes en el culto religioso. En Egipto, incluso institutos femeninos de canto eran relacionados a ciertos santuarios. Esta danza también era un acompañamiento al culto de Yahvé, probablemente de Jueces, xxi, 21, de los tiempos antiguos y claramente evidenciado por Pss. cxlix, 3, y cl, 4, de la época siguiendo la cautividad. Los textos siguientes nos indican que en el segundo templo, las personas encargadas en bailar y cantar en honor a dios, formaron coros similares a los de los ritos paganos.(Cic., Phil., v, 6; Virg., Aen., VIII, 718;Hor.,Od., I, i, 31).
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[[Archivo:Diablo en la danza.jpg|300px|thumb|left|El diablo en la danza]][[Archivo:Danza del mundo.jpg|300px|thumb|left|Danza del mundo]][[Archivo:Danza del huevo.jpg|300px|thumb|left|Danza del huevo]][[Archivo:Danza de los tontos.jpg|300px|thumb|left|Danza de los tontos]]
  
Las danzas de guerra, tan comunes en muchos pueblos e introducidas para engrandecer los ritos de las festividades públicas entre los griegos y romanos, no han dejado rastro alguno entre los hebreos y sus vecinos, no obstante no son desconocidos para los habitantes modernos de palestina y Arabia. Las danzas miméticas eran tan poco conocidas en el este como las de carácter militar. Consistían en movimientos expresivos de ciertas partes del cuerpo, como los brazos, manos, torso, ejecutados al compás del acompañamiento musical que mencionan o representan vividamente eventos históricos o mitológicos y actos de pasión de personajes muy bien conocidos. Que tanto fueron apreciados por los Romanos, lo aprendemos de varios pasajes de escritores Latinos como Macrob., Sat. ii, 7; Suet., ¨Calig. ¨, 57, ¨Nero¨, 54, ¨Tit ¨, 7; Ovid, ¨Ars Am.¨, I, 595, etc. No obstante, era mas un baile escénico a favor de Roma y Grecia. Consistía de movimientos armonizados principalmente de los brazos, cuerpo y pies, que trataban de enseñar la flexibilidad, fortaleza, agilidad y gracia del cuerpo humano. Tales exhibiciones, eran usualmente realizadas para el placer de los invitados, en grandes banquetes, exhibidos por bailarines profesionales contratados por la festividad.
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El origen de la danza hay que buscarlo en la tendencia natural a emplear gestos ya sea para complementar o sustituir el habla.  Las emociones fuertes, en particular, llevan a los órganos a un punto de exaltación que espontáneamente se manifiesta a si mismo a través de movimientos más o menos rítmicos que constituyen lo que se podría considerar como danzas primarias o naturales.  Pero de la misma manera en que pronto el lenguaje se desarrolló en poesía y canciones, igualmente estos movimientos corporales gradualmente se transforman en el arte de bailar.  Tanto el baile espontáneo como el artístico pueden ser descritos como: "una expresión de los sentimientos por medio de los movimientos del cuerpo más o menos controlados por un sentido del ritmo” (J.Milllar), y son practicados hasta cierto grado por todos los pueblos.  Los hebreos no fueron la excepción; su [[Lengua y Literatura hebreas|lenguaje]] contiene no menos de ocho verbos para expresar la [[idea]] de bailar. No obstante, muchas de las alusiones encontradas en la [[Biblia]] apuntan a meras expresiones espontáneas de alegría, saltando, dando vueltas u otros movimientos.   De esta descripción fueron probablemente los bailes de María y las [[mujer]]es de [[israelitas|Israel]] después del paso del [[Mar Rojo]] ([[Éxodo]] 15,20), del pueblo alrededor del [[becerro de oro]] (Éx. 22,19), de la hija de [[Jefté]] al llegar para encontrarse con su [[padres|padre]] después de la victoria de él ([[Jueces]] 11,34), de los habitantes de las ciudades en el camino del ejército comandado por Holofernes ([[Judit]] 3,10), incluso de [[David]] ante el [[Arca de la Alianza|Arca]] (2 [[Libros de Samuel|Sam.]] 6,14). De estos diferentes lugares se puede [[deducción|deducir]] que la danza era una manifestación de [[felicidad|júbilo]] habitual exhibida por mujeres, y [[conocimiento|sabemos]] como David, en la antedicha ocasión, incitó el asombro de Mikal.   [[tiempo|Tiempo]] después, se consideraba positivamente que el baile era indecoroso en [[hombre]]s; esa era también la opinión en [[Roma]], donde se corría el dicho de que un hombre, para entregarse al baile, debía estar intoxicado o loco.
  
Las bailarinas femeninas – también había bailarines masculinos—eran las preferidas. Generalmente eran personas dotadas de una gran belleza y morales indiferentes, y sus presentaciones eran calculadas por su gran belleza sin importar que les cueste poca modestia, todos los encantos y atractivos de sus figuras llenas de gracia. Esta clase de personas, comunes en los tiempos antiguos de Grecia e Italia, no eran muy conocidos en Palestina, al menos en tiempos antiguos, según las creencias de Ecclus., ix, 4. El autor Eccles., personificando a Salomón, relata el haber procurado para su propio disfruto "hombres y mujeres cantantes" (ii, 8) también se dice, que los bailarines para canto y para baile eran escasamente distintos. De todos modos, el desempeño de la hija de Herodias, registrado en Mat. xiv, 6, y el placer que produjo a Herod y sus huéspedes, demuestra cómo la corrupción griega y romana tenía, sobre la época de Cristo, el progreso hecho entre las clases más altas de Palestina. Aunque quizás menos común, y ciertamente menos elaborado que en estos tiempos, el bailar social parece sin embargo haber sido una diversión agradable en épocas antiguas, por lo menos entre los judíos. Lo entendido en la luz de Jueces, xxi, 21, declaraciones como las de Is, xvi, 10, y Jer., xxv, 30, indican que en la estación de la vendimia, era celebrada por el público por intermedio de las danzas. Incluso, las danzas entre personas muy serias eran perdonadas por la mayoría de personas, mas serias (Bab. Talm., Ketuboth, 16b), en las bodas y en la Fiesta del Tabernáculo. El bailar social ha experimentado un desarrollo considerable en los últimos siglos, en cuanto a predominio y complejidad. La introducción en la manera moderna de las llamadas danzas redondas ha acelerado el interés de la vieja pregunta de la moralidad de bailar. Como ejercicio de la cultura física, aparte de las condiciones generalmente anti saludables en salas de baile, el bailar puede tener ventajas; no debemos preguntarnos, por lo tanto, desde el punto de vista de Platón lo recomendaría. Del punto de vista moral, el bailar religioso y militar nunca se ha encontrado con alguna crítica. Al contrario, las demostraciones miméticas, sobre todo representando historias de amor y temas mitológicos, eran ocasionalmente tan ofensivas a la modestia, que incluso los emperadores paganos, las juzgaban, y querían suprimirlas de Italia en varias ocasiones. De ninguna mejor manera, como se ha mostrado arriba, estaban en las danzas escénicas; y los bailarines masculinos y femeninos estaban considerados en Roma, como están hoy en día en Egipto, la India, y Japón, los almehs, los bayaderes, y las geishas, como la clase más baja y degradada. Según la ley romana, tales personas eran infames. Contra sus funcionamientos los padres de la iglesia levantaron una voz fuerte. Los Decrétales fueron más lejos, prohibiendo al clérigo atender a cualquier exposición mímica o histriónica y decretando que cualquier clérigo que toma la parte de la activa debe perder todos sus privilegios, y que todas las personas profesionales contratadas para bailes, mímicas o demostraciones histriónicos, incurren en irregularidad y de tal modo deben ser excluidos por siempre del estado administrativo y ser hechas incapaces de recibir las órdenes. En cuanto a los bailes sociales, ahora tanto de moda, mientras que en sí mismo es un acto indiferente, los moralistas están inclinados a ponerlo bajo interdicción, a causa de los varios bailarines asociados a ella. Indudablemente, las antiguas danzas nacionales, en los cuales los bailarines se mantenían alejados o tal es el caso se agarraban las manos, caen ante la censura ética, con escasa diferencia a la de otro evento social. Pero, aparte de los detalles -- lugar, últimas horas, escoltado, etc. -- el campo común a todas los entretenimientos, las danzas redondas, aunque pueden ser continuados posiblemente con decoro y modestia, es mirado por los moralistas como un acto censurado, por su misma naturaleza, con el peligro más grande hacia las morales. Lamentable pero indiscutiblemente, se tenia que tener cuidado con los salones de baile, se debía de aplicar la alerta del segundo consejo de Baltimore, contra " las danzas de moda, que, según lo continuado actualmente, están rebelando a cada sensación de la delicadeza y de la propiedad ". Seria innecesario agregar que la decencia así como los decretos establecidos por los consejos determinados y generales, prohibiendo al clérigo aparecer en cualquier lugar publico, en donde se realicen los bailes populares.
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El baile como arte fue útil para varios propósitos. Se debe examinar primero su uso como ayuda para aumentar el esplendor de las [[ceremonia]]s [[religión|religiosas]]. Las danzas religiosas consistían mayormente en procesiones lentas y majestuosas por las calles de la cuidad o alrededor del [[altar]]. Casi siempre, eran celebradas por colegios de [[sacerdote]]s; pero algunas veces tomaban parte en estas exhibiciones ciudadanos de ambos sexos y posición social, sin ningún menosprecio a la dignidad de sus [[carácter|caracteres]] ni a la dignidad de su posición. (Liv., I, XX; Quintil., I, II, 18; Mac-rob., Sat. II, 10).   Sin embargo, no todas las danzas religiosas se realizaban con la gravedad antes mencionada. En Roma, los sacerdotes salios (''salii''), portando los escudos sagrados por las calles, saltaban y brincaban torpemente "como bataneros pateando" (Senec. Ep. XV).  Asimismo la Biblia describe a los [[sacerdote]]s de [[Baal, Baalim|Baal]] cojeando (así Heb.; [[Versión de Douay|V.D.]] “brincando”) alrededor del altar (1 [[Libros de los Reyes|Rey.]] 18,26).  A través de Oriente las danzas sagradas eran una característica prominente en el culto religioso.  En [[Egipto]], incluso institutos [[mujer|femeninos]] de cantantes y bailarinas se anexaban a ciertos santuarios.   Es probable, a partir de [[Jueces]] 21,21, que en los primeros tiempos esta danza también fuese un acompañamiento al culto de [[Yahveh]], lo cual queda claramente evidenciado en los [[Salmos]] 149,3 y 150,4 para la época posterior al [[cautiverios de los israelitas|cautiverio]].   Parece además que los textos indican que, en el segundo [[Templo de Jerusalén|Templo]], las [[persona]]s dedicadas a bailar y cantar en [[honor]] a [[Dios]] formaban [[coro (grupo de cantantes)|coros]] similares a los de los ritos [[paganismo|paganos]]. (Cie., Phil., V, 6; Virg., En., VIII, 718; Hor., Od., I, I, 31).
  
Leer, Characteristic National Dances (London, 1853); TRISTRAM, Eastern customs; RICH, Dictionary of Greek and Roman Antiquities (London, 1884), s. v. Saltatio, etc.; DARENBERG AND SAGLIO, Dictionnaire des antiquites grecques et romaines (Paris); MASPERO, Histoire ancienne des peuples de l'Orient (Paris, 1895), I, 126; II, 220; DALMAN, Palaestinischer Diwan (Leipzig, 1901); FERRARIS, Bibliotheca canonica (Rome, 1886), s. v. Choreae, Clericus, Irregularitas; Acta et Decreta Conc. Baltimor. II, Pastoral Letter; Decr. n. 472.  
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Las danzas de [[guerra]], tan comunes entre muchos pueblos, y que a menudo se introdujeron para mejorar los desfiles de las festividades públicas entre los [[Grecia|griegos]] y [[Roma|romanos]], no han dejado rastro alguno entre los hebreos y sus vecinos, aunque no son desconocidos para los habitantes modernos de Palestina y [[Arabia]].   Las danzas miméticas eran tan poco conocidas en Oriente como las de carácter militar.   Consistían de movimientos expresivos de ciertas partes de las facciones del rostro, el cuerpo, los brazos y las manos, ejecutados con acompañamiento musical y destinados a representar vívidamente eventos históricos o fabulosos y las acciones y [[pasiones]] de personajes muy conocidos.  [[conocimiento|Conocemos]] en qué grado tales actuaciones fueron disfrutadas por los romanos a partir de muchos pasajes de escritores latinos, tales como: Macrob., Sat. II, 7; Suet., "Calig.", 57, "Nero", 54, "Tit.", 7; Ovid, "Ars Am.", I, 595, etc.  
  
CHARLES L. SOUVAY
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De mucho más favor gozaba el baile escénico en Roma y [[Grecia]]. Consistía de movimientos armonizados principalmente de los brazos, cuerpo y pies, destinados a mostrar toda la flexibilidad, fortaleza, agilidad y gracia del cuerpo humano.  Tales exhibiciones se realizaban usualmente para el placer de los invitados, en grandes banquetes, e interpretadas por bailarines profesionales contratados para la ocasión.  Se prefería a las bailarinas femeninas, aunque también había bailarines [[hombre|masculinos]].  Por lo general eran personas de gran belleza y de [[moralidad]] indiferente, y sus actuaciones estaban calculadas para exponer  todo el encanto y el atractivo de sus graciosas figuras, incluso a costa de la modestia, la cual les importaba poco.  Esta clase de personas, común en la antigua Grecia e [[Italia]], no era del todo desconocida en Palestina, al menos en los últimos [[tiempo]]s, si creemos la indicación de [[Eclesiástico||Eclo.]] 9,4.  El autor del [[Eclesiastés]], personificando a [[Salomón]], relata que había conseguido para su propio disfrute "cantores y cantoras" (2,8), es decir, muy probablemente, bailarines, pues el canto y el baile eran escasamente distintos.  De todos modos, el desempeño de la hija de [[Herodías]] ([[Salomé]]), registrado en [[Evangelio según San Mateo|Mt.]] 14,6, y el placer que le produjo a [[Herodes]] y sus huéspedes, demuestra cómo, en la época de [[Jesucristo|Cristo]],  la corrupción griega y [[Roma|romana]] avanzó entre las clases más altas de Palestina.
Transcrito por Marcy Milota
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Traducido por Daniel Wiegering
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Aunque quizás menos común, y ciertamente menos elaborado que el nuestro, el bailar social parece sin embargo haber sido una diversión agradable en épocas antiguas, por lo menos entre los [[judaísmo|judíos]].  Pues, entendido a la luz de [[Jueces]] 21,21, afirmaciones como las de [[Isaías]] 16,10 y [[Jeremías]] 25,30 indican que la estación de la vendimia era una de alegría pública manifestada en los bailes.  La [[mayoría]] de las personas, incluso las más serias (Bab. Talm., Ketuboth, 16b), se entregaban al baile en las bodas y en la [[Fiesta de los Tabernáculos]].  Los [[hombre]]s y las [[mujer]]es bailaban aparte, como sigue siendo la costumbre en Oriente. 
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El baile social ha experimentado un desarrollo considerable en los últimos siglos, tanto en cuanto a la prevalencia como a su complejidad.  La introducción en la moda actual de las llamadas danzas circulares ha acelerado el [[psicología del interés|interés]] tocante a la antigua cuestión de la moralidad del baile.  Como ejercicio de cultura física, aparte de las condiciones generalmente insalubres de los salones de baile, el baile puede tener ventajas; no nos debe extrañar, por lo tanto, que desde este punto de vista lo recomendaría [[Platón y platonismo|Platón]].  Desde el punto de vista moral, el baile [[religión|religioso]] y militar nunca ha encontrado ninguna crítica.  Al contrario, los espectáculos miméticos que en su mayoría representaban historias de amor y temas mitológicos, eran a veces tan ofensivos a la modestia, que incluso los emperadores [[paganismo|paganos]] consideraban su [[deber]] desterrarlas repetidamente de Italia.  De ninguna mejor manera, como se ha mostrado arriba, estaban las danzas escénicas; y a los bailarines [[hombre|masculinos]] y [[mujer|femeninos]] se les consideraba en Roma una clase inferior y degradada, como lo son hoy día en [[Egipto]], la [[India]] y [[Japón]], las almehs, las bayaderas y las geishas.  Según el [[derecho romano]], tales [[persona]]s eran [[infamia|infames]].  Los [[Padres de la Iglesia]] levantaron una voz fuerte contra sus interpretaciones. 
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Las [[decretales papales|decretales]] fueron más lejos, al prohibirles  a los [[clérigo]]s asistir a cualquier exposición mímica o histriónica y al decretar que cualquier clérigo que tome parte activa en ellas debe perder todos sus privilegios, y que todas las personas que participen en la danza profesional, representaciones mímicas o histriónicas, incurrirán en irregularidad y en consecuencia deben ser excluidos para siempre del estado clerical y se vuelven incapaces de recibir las [[Órdenes Sagradas|órdenes]].  En cuanto al baile social, ahora tan en boga, mientras que en sí mismo es un acto indiferente, los [[Teología Moral|moralistas]] están inclinados a ponerlo bajo prohibición debido a los diversos peligros asociados a él.  Indudablemente, las antiguas danzas nacionales, en las cuales los intérpretes están separados, apenas, si acaso, agarrando la mano de su pareja, raramente caen bajo censura [[ética]] más que cualquier otro tipo de interacción social. 
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Pero, aparte de los detalles ---lugar, horas tardías, escotes, acompañantes, etc.--- comunes a todos estos espectáculos, las danzas circulares, aunque, posiblemente, pueden realizarse con decoro y modestia, los moralistas las consideran, por su propia naturaleza, como cargadas del mayor peligro a la [[moralidad|moral]].  A ellos, pero sin duda aún más evidente para bailes de máscaras, se les debe aplicar la advertencia del Segundo Concilio de [[Baltimore]], contra "esos bailes de moda, que, según se realizan actualmente, son repugnantes a todo sentido de delicadeza y decoro.”
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Para ellos, tal vez, pero sin duda aún más evidente para bailes de máscaras, se debe aplicar la advertencia del Concilio de Baltimore contra "los bailes de moda, que, como en la actualidad realicen, sean repugnante a todo sentimiento de delicadeza y decoro".    No hace falta añadir que la decencia y los tan repetidos [[decreto papal|decretos]]  de los concilios particulares y [[concilios generales|generales]] prohíben a los [[clérigo]]s aparecer, en cualquier calidad que sea, en los salones de baile públicos. 
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'''Bibliografía''':  READ, Characteristic National Dances (Londres, 1853); TRISTRAM, Eastern customs; RICH, Dictionary of Greek and Roman Antiquities (Londres, 1884), s.v. Saltatio, etc.; DARENBERG AND SAGLIO, Dictionnaire des antiquites grecques et romaines (París); MASPERO, Histoire ancienne des peuples de l'Orient (París, 1895), I, 126; II, 220; DALMAN, Palaestinischer Diwan (Leipzig, 1901); FERRARIS, Bibliotheca canonica (Roma, 1886), s.v. Choreae, Clericus, Irregularitas; Acta et Decreta Conc. Baltimor. II, Pastoral Letter; Decr. n. 472.
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'''Fuente''':  Souvay, Charles. "Dancing." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. 23 Aug. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/04618b.htm>.
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Traducido por Daniel Wiegering.  lmhm

Última revisión de 00:31 25 ago 2012

El diablo en la danza
Danza del mundo
Danza del huevo
Danza de los tontos

El origen de la danza hay que buscarlo en la tendencia natural a emplear gestos ya sea para complementar o sustituir el habla. Las emociones fuertes, en particular, llevan a los órganos a un punto de exaltación que espontáneamente se manifiesta a si mismo a través de movimientos más o menos rítmicos que constituyen lo que se podría considerar como danzas primarias o naturales. Pero de la misma manera en que pronto el lenguaje se desarrolló en poesía y canciones, igualmente estos movimientos corporales gradualmente se transforman en el arte de bailar. Tanto el baile espontáneo como el artístico pueden ser descritos como: "una expresión de los sentimientos por medio de los movimientos del cuerpo más o menos controlados por un sentido del ritmo” (J.Milllar), y son practicados hasta cierto grado por todos los pueblos. Los hebreos no fueron la excepción; su lenguaje contiene no menos de ocho verbos para expresar la idea de bailar. No obstante, muchas de las alusiones encontradas en la Biblia apuntan a meras expresiones espontáneas de alegría, saltando, dando vueltas u otros movimientos. De esta descripción fueron probablemente los bailes de María y las mujeres de Israel después del paso del Mar Rojo (Éxodo 15,20), del pueblo alrededor del becerro de oro (Éx. 22,19), de la hija de Jefté al llegar para encontrarse con su padre después de la victoria de él (Jueces 11,34), de los habitantes de las ciudades en el camino del ejército comandado por Holofernes (Judit 3,10), incluso de David ante el Arca (2 Sam. 6,14). De estos diferentes lugares se puede deducir que la danza era una manifestación de júbilo habitual exhibida por mujeres, y sabemos como David, en la antedicha ocasión, incitó el asombro de Mikal. Tiempo después, se consideraba positivamente que el baile era indecoroso en hombres; esa era también la opinión en Roma, donde se corría el dicho de que un hombre, para entregarse al baile, debía estar intoxicado o loco.

El baile como arte fue útil para varios propósitos. Se debe examinar primero su uso como ayuda para aumentar el esplendor de las ceremonias religiosas. Las danzas religiosas consistían mayormente en procesiones lentas y majestuosas por las calles de la cuidad o alrededor del altar. Casi siempre, eran celebradas por colegios de sacerdotes; pero algunas veces tomaban parte en estas exhibiciones ciudadanos de ambos sexos y posición social, sin ningún menosprecio a la dignidad de sus caracteres ni a la dignidad de su posición. (Liv., I, XX; Quintil., I, II, 18; Mac-rob., Sat. II, 10). Sin embargo, no todas las danzas religiosas se realizaban con la gravedad antes mencionada. En Roma, los sacerdotes salios (salii), portando los escudos sagrados por las calles, saltaban y brincaban torpemente "como bataneros pateando" (Senec. Ep. XV). Asimismo la Biblia describe a los sacerdotes de Baal cojeando (así Heb.; V.D. “brincando”) alrededor del altar (1 Rey. 18,26). A través de Oriente las danzas sagradas eran una característica prominente en el culto religioso. En Egipto, incluso institutos femeninos de cantantes y bailarinas se anexaban a ciertos santuarios. Es probable, a partir de Jueces 21,21, que en los primeros tiempos esta danza también fuese un acompañamiento al culto de Yahveh, lo cual queda claramente evidenciado en los Salmos 149,3 y 150,4 para la época posterior al cautiverio. Parece además que los textos indican que, en el segundo Templo, las personas dedicadas a bailar y cantar en honor a Dios formaban coros similares a los de los ritos paganos. (Cie., Phil., V, 6; Virg., En., VIII, 718; Hor., Od., I, I, 31).

Las danzas de guerra, tan comunes entre muchos pueblos, y que a menudo se introdujeron para mejorar los desfiles de las festividades públicas entre los griegos y romanos, no han dejado rastro alguno entre los hebreos y sus vecinos, aunque no son desconocidos para los habitantes modernos de Palestina y Arabia. Las danzas miméticas eran tan poco conocidas en Oriente como las de carácter militar. Consistían de movimientos expresivos de ciertas partes de las facciones del rostro, el cuerpo, los brazos y las manos, ejecutados con acompañamiento musical y destinados a representar vívidamente eventos históricos o fabulosos y las acciones y pasiones de personajes muy conocidos. Conocemos en qué grado tales actuaciones fueron disfrutadas por los romanos a partir de muchos pasajes de escritores latinos, tales como: Macrob., Sat. II, 7; Suet., "Calig.", 57, "Nero", 54, "Tit.", 7; Ovid, "Ars Am.", I, 595, etc.

De mucho más favor gozaba el baile escénico en Roma y Grecia. Consistía de movimientos armonizados principalmente de los brazos, cuerpo y pies, destinados a mostrar toda la flexibilidad, fortaleza, agilidad y gracia del cuerpo humano. Tales exhibiciones se realizaban usualmente para el placer de los invitados, en grandes banquetes, e interpretadas por bailarines profesionales contratados para la ocasión. Se prefería a las bailarinas femeninas, aunque también había bailarines masculinos. Por lo general eran personas de gran belleza y de moralidad indiferente, y sus actuaciones estaban calculadas para exponer todo el encanto y el atractivo de sus graciosas figuras, incluso a costa de la modestia, la cual les importaba poco. Esta clase de personas, común en la antigua Grecia e Italia, no era del todo desconocida en Palestina, al menos en los últimos tiempos, si creemos la indicación de |Eclo. 9,4. El autor del Eclesiastés, personificando a Salomón, relata que había conseguido para su propio disfrute "cantores y cantoras" (2,8), es decir, muy probablemente, bailarines, pues el canto y el baile eran escasamente distintos. De todos modos, el desempeño de la hija de Herodías (Salomé), registrado en Mt. 14,6, y el placer que le produjo a Herodes y sus huéspedes, demuestra cómo, en la época de Cristo, la corrupción griega y romana avanzó entre las clases más altas de Palestina.

Aunque quizás menos común, y ciertamente menos elaborado que el nuestro, el bailar social parece sin embargo haber sido una diversión agradable en épocas antiguas, por lo menos entre los judíos. Pues, entendido a la luz de Jueces 21,21, afirmaciones como las de Isaías 16,10 y Jeremías 25,30 indican que la estación de la vendimia era una de alegría pública manifestada en los bailes. La mayoría de las personas, incluso las más serias (Bab. Talm., Ketuboth, 16b), se entregaban al baile en las bodas y en la Fiesta de los Tabernáculos. Los hombres y las mujeres bailaban aparte, como sigue siendo la costumbre en Oriente.

El baile social ha experimentado un desarrollo considerable en los últimos siglos, tanto en cuanto a la prevalencia como a su complejidad. La introducción en la moda actual de las llamadas danzas circulares ha acelerado el interés tocante a la antigua cuestión de la moralidad del baile. Como ejercicio de cultura física, aparte de las condiciones generalmente insalubres de los salones de baile, el baile puede tener ventajas; no nos debe extrañar, por lo tanto, que desde este punto de vista lo recomendaría Platón. Desde el punto de vista moral, el baile religioso y militar nunca ha encontrado ninguna crítica. Al contrario, los espectáculos miméticos que en su mayoría representaban historias de amor y temas mitológicos, eran a veces tan ofensivos a la modestia, que incluso los emperadores paganos consideraban su deber desterrarlas repetidamente de Italia. De ninguna mejor manera, como se ha mostrado arriba, estaban las danzas escénicas; y a los bailarines masculinos y femeninos se les consideraba en Roma una clase inferior y degradada, como lo son hoy día en Egipto, la India y Japón, las almehs, las bayaderas y las geishas. Según el derecho romano, tales personas eran infames. Los Padres de la Iglesia levantaron una voz fuerte contra sus interpretaciones.

Las decretales fueron más lejos, al prohibirles a los clérigos asistir a cualquier exposición mímica o histriónica y al decretar que cualquier clérigo que tome parte activa en ellas debe perder todos sus privilegios, y que todas las personas que participen en la danza profesional, representaciones mímicas o histriónicas, incurrirán en irregularidad y en consecuencia deben ser excluidos para siempre del estado clerical y se vuelven incapaces de recibir las órdenes. En cuanto al baile social, ahora tan en boga, mientras que en sí mismo es un acto indiferente, los moralistas están inclinados a ponerlo bajo prohibición debido a los diversos peligros asociados a él. Indudablemente, las antiguas danzas nacionales, en las cuales los intérpretes están separados, apenas, si acaso, agarrando la mano de su pareja, raramente caen bajo censura ética más que cualquier otro tipo de interacción social.

Pero, aparte de los detalles ---lugar, horas tardías, escotes, acompañantes, etc.--- comunes a todos estos espectáculos, las danzas circulares, aunque, posiblemente, pueden realizarse con decoro y modestia, los moralistas las consideran, por su propia naturaleza, como cargadas del mayor peligro a la moral. A ellos, pero sin duda aún más evidente para bailes de máscaras, se les debe aplicar la advertencia del Segundo Concilio de Baltimore, contra "esos bailes de moda, que, según se realizan actualmente, son repugnantes a todo sentido de delicadeza y decoro.”

Para ellos, tal vez, pero sin duda aún más evidente para bailes de máscaras, se debe aplicar la advertencia del Concilio de Baltimore contra "los bailes de moda, que, como en la actualidad realicen, sean repugnante a todo sentimiento de delicadeza y decoro". No hace falta añadir que la decencia y los tan repetidos decretos de los concilios particulares y generales prohíben a los clérigos aparecer, en cualquier calidad que sea, en los salones de baile públicos.


Bibliografía: READ, Characteristic National Dances (Londres, 1853); TRISTRAM, Eastern customs; RICH, Dictionary of Greek and Roman Antiquities (Londres, 1884), s.v. Saltatio, etc.; DARENBERG AND SAGLIO, Dictionnaire des antiquites grecques et romaines (París); MASPERO, Histoire ancienne des peuples de l'Orient (París, 1895), I, 126; II, 220; DALMAN, Palaestinischer Diwan (Leipzig, 1901); FERRARIS, Bibliotheca canonica (Roma, 1886), s.v. Choreae, Clericus, Irregularitas; Acta et Decreta Conc. Baltimor. II, Pastoral Letter; Decr. n. 472.

Fuente: Souvay, Charles. "Dancing." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. 23 Aug. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/04618b.htm>.

Traducido por Daniel Wiegering. lmhm