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Miércoles, 27 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Concilios de Lyon»

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Antes de 1313 el [[Abad]] Martín cuenta no menos de veintiocho [[sínodo]]s o [[concilio]]s efectuados en [[Lyons]] o en [[Anse]] cerca de Lyons.  El supuesto coloquio realizado en el año 499 entre los [[obispo]]s [[católico]]s y [[Arrianismo|arrianos]] en [[Borgoña]], se considera [[apócrifo]] desde las investigaciones de Julien Havet.  Este artículo trata sólo de los dos [[concilios generales]] de 1245 y 1275.   
  
  
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Gregorio X se había preparado para la unión enviando en 1273 una embajada a Constantinopla a Miguel Paleólogo, e induciendo a Carlos, rey de [[Sicilia]], y Felipe, emperador latino de Constantinopla, a moderar sus ambiciones políticas.  El 24 de junio de 1274 llegaron a Lyons como representantes de Paleólogo, Germano, patriarca de Constantinopla, Teófanes, obispo de [[Nicea]], Georgius Acropolita, senador y gran logotete (contador, jefe de finanzas), Nicolás Panareto, presidente del guardarropa, Berroeta, jefe intérprete, y Georgius Zinuchi.  La carta de Paleólogo que presentaron había sido escrita a nombre de cincuenta arzobispos y quinientos obispos o [[sínodo]]s.  El 29 de junio, [[fiesta]] de [[San Pedro]] y [[San Pablo]], Gregorio X celebró [[Misa]] en la iglesia de San Juan, la Epístola, el Evangelio y el Credo fueron leídos o cantados en [[latín]] y griego, el artículo "qui a patre filioque procedit" fue cantado tres veces por los griegos. 
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El 6 de julio, después de un sermón por Pedro de Tarantasia y la lectura pública de la carta de Paleólogo, Georgius Acropolita y los otros embajadores prometieron fidelidad a la Iglesia Latina, abjuaron veintiséis proposiciones que la negaban, y prometían la protección del emperador a los [[Cristianismo|cristianos]] de Tierra Santa.  Gregorio X entonó el “Te Deum”, habló sobre el texto "Desiderio desideravi hoc pascha manducare vobiscum", y el 28 de julio escribió cartas gozosas a Miguel, a su hijo Andrónico, y a cuarenta y un [[metropolitano]]s.  Tres cartas fechadas febrero de 1274, escritas al [[Papa]] por Miguel y Andrónico, en la cual reconocían su supremacía, existen como [[prueba]]s de la [[buena fe]] del emperador, a pesar de los esfuerzos de arrojar [[duda]] sobre ella por medio de una carta del [[Papa Inocencio V]] (1276) que parecía apuntar a la conclusión de que Georgius Acropolita, quien en el concilio había prometido fidelidad a la Iglesia Romana, no había sido expresamente autorizado por el emperador.
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El Concilio de Lyons trató también con la reforma de la [[Iglesia]], en vista de lo cual Gregorio X en 1273 había enviado preguntas a los obispos y le había pedido a Hubert de Romans, al anterior general de los [[Orden de Predicadores|frailes predicadores]] un cierto programa para discusión y a Juan de [[Vercelli]], el nuevo general de la orden, un borrador de las constituciones formales.  Henri de Gölder, obispo de [[Liège]], Federico, [[abad]] de [[San Pablo Extramuros]], los obispos de [[Rodes]] y de [[Würzburgo]] fueron depuestos por indignos, y ciertas [[órdenes mendicantes]] fueron suprimidas.  El concilio cálidamente aprobó las dos órdenes de [[Santo Domingo Guzmán]] y de [[San Francisco de Asís]].  Temiendo la oposición del rey de [[España]], quien tenía en su reino tres [[órdenes militares]], se abandonó la [[idea]] de fundir todas las órdenes militares en una.  Para evitar la repetición de una [[vacante]] muy prolongada en la [[sede]] papal, Gregorio X hizo que se decidiera que los [[cardenal]]es no podían abandonar el [[cónclave]] hasta que fuera electo el Papa.  Esta constitución, que infligió ciertas privaciones materiales a los cardenales si la [[Elecciones Papales|elección]] se prolongaba demasiado, fue suspendida en 1276 por el [[Papa Adriano V]], y unos meses más tarde revocada por el [[Papa Juan XXI]], pero fue reestablecida luego en muchos de sus artículos, y aún es la base de la legislación sobre los cónclaves.
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Por último, el Concilio de Lyons trató sobre la vacante del trono imperial.  Jaime I de [[Aragón]] lo pretendía; Gregorio X lo removió y el 6 de junio Rodolfo I fue proclamado rey de los romanos y futuro emperador.  Tal fue el trabajo del concilio durante el cual murieron los dos más grandes [[doctor]]es de la [[Edad Media]]:  [[Santo Tomás de Aquino]], citado por el Papa, murió en Frosinone (7 de marzo de 1274) de camino a Lyons; [[San Buenaventura]], luego de importantes entrevistas en el Concilio con  los embajadores griegos, murió el 15 de julio en Lyons, y Pedro de Tarantasia, futuro [[Papa Inocencio V]], predicó en su funeral un sermón muy conmovedor y emotivo.
  
  

Última revisión de 12:26 1 oct 2020

Antes de 1313 el Abad Martín cuenta no menos de veintiocho sínodos o concilios efectuados en Lyons o en Anse cerca de Lyons. El supuesto coloquio realizado en el año 499 entre los obispos católicos y arrianos en Borgoña, se considera apócrifo desde las investigaciones de Julien Havet. Este artículo trata sólo de los dos concilios generales de 1245 y 1275.


Primer Concilio de Lyons

(Décimo Tercer Concilio Ecuménico)

El Papa Inocencio IV, amenazado por el emperador Federico II, llegó a Lyons el 2 de diciembre de 1244, y a principio de 1245 convocó a los obispos y príncipes a un concilio. La crónica de San Pedro de Erfurt afirma que doscientos cincuenta prelados respondieron; el analista Mencon habla de tres patriarcas, trescientos obispos y numerosos prelados. El abad Martín sin decidirse por estos números ha tenido éxito en recobrar con alguna certeza los nombres de cien asistentes, prelados o señores, de los cuales treinta y ocho venían de Francia, treinta de Italia, once de Alemania o de los países del norte, ocho de Inglaterra, cinco de España, cinco del Oriente latino. Balduino II, emperador latino de Constantinopla, Reimundo VII, conde de Tolosa, Raimundo Bérenger IV, conde de Provenza, Alberto Rezats, patriarca latino de Antioquia y Nicolás, patriarca latino de Constantinopla, asistieron al concilio, el cual se inauguró el 28 de junio en Saint Jean.

Después del “Veni Creator” y las letanías, Inocencio IV predicó su famoso sermón sobre las cinco heridas de la Iglesia del texto "Secundum multitudinem dolorum meorum in corde meo, consolationes tuae laetificaverunt animam meam". Enumeró sus cinco dolores: (1) la mala conducta de prelados y fieles; (2) la insolencia de los sarracenos; (3) el cisma griego; (4) las crueldades de los tártaros en Hungría; (5) la persecución del emperador Federico; e hizo que se leyera el privilegio otorgado al Papa Honorio III por Federico cuando éste era todavía sólo rey de los romanos. Tadeo de Suesa, el embajador de Federico, se levantó e intentó excusar al emperador, y citó numerosos complots contra el emperador, los cuales, según él decía, habían sido instigados por al Iglesia. A petición de los procuradores de los reyes de Francia e Inglaterra, Inocencio IV le concedió a Tadeo un plazo de diez días para la comparecencia del emperador.

En la segunda sesión (5 de julio) el obispo de Calvi y el arzobispo español atacaron los modos de vida del emperador y sus conspiraciones contra la Iglesia; de nuevo Tadeo habló en su favor y pidió un plazo para su llegada. A pesar del consejo de numerosos prelados, Inocencio (el 9 de julio) decidió posponer la tercera sesión hasta el día diecisiete. El día 17 de julio Federico no había llegado todavía. Balduino II, Raimundo VII y Bertoldo, patriarca de Aquilea intercedieron por él en vano; Tadeo en nombre de su amo apeló al futuro Papa y a un concilio más general; Inocencio pronunció la deposición de Federico, e hizo que la firmaran ciento quince obispos y le encargó a los dominicos y franciscanos que la publicaran por todas partes. Pero el Papa no tenía los medios materiales para ejecutar el decreto; el conde de Saboya se negó a permitir que pasara por su territorio un ejército enviado por el Papa contra el emperador, y por un tiempo se temió que Federico atacara a Inocencio en Lyons.

El Concilio de Lyons tomó muchas otras medidas puramente religiosas; obligó a los cistercienses a pagar diezmo, aprobó la Regla de la Orden de Grandmont, decidió la institución de la octava de la Natividad de la Santísima Virgen, prescribió que de ahí en adelante los cardenales tendrían que usar un sombrero rojo. Por último, preparó treinta y ocho constituciones que fueron luego insertadas por el Papa Bonifcio VIII en sus decretales, la más importante de las cuales, recibida con protestas por los enviados del clero inglés, decretaba un impuesto de una vigésima sobre cada beneficio por tres años para el alivio de Tierra Santa (Constitución “Afflicti corde”) y un impuesto a beneficio del imperio latino de Constantinopla de la mitad del ingreso de los beneficios cuyos titulares no residieran en ellos durante por lo menos seis meses del año (Constitution "Arduis mens occupata negotiis").


Segundo Concilio de Lyons

(Décimo Cuarto Concilio Ecuménico)

El Segundo Concilio de Lyons fue una de las asambleas conciliares de mayor asistencia, en la cual estuvieron presente quinientos obispos, sesenta abades, más de mil prelados o procuradores. El Papa Gregorio X, quien lo presidía, había sido un canónigo de Lyons; Pedro de Tarantasia, quien ayudaba como cardenal-obispo de Ostia, había sido arzobispo de Lyons. El concilio se inauguró el 7 de mayo de 1274, en la iglesia de San Juan. Hubo otras cinco sesiones (18 de mayo, 7 de junio, 6 de julio, 16 de julio y 17 de julio). En la segunda sesión Gregorio X, debido a la gran asistencia, rechazó los apoderados de los capítulos, abades y priores no mitrados, excepto los que habían sido convocados por nombre. Entre los asistentes estaban Jaime I, rey de Aragón, los embajadores de los reyes de Francia e Inglaterra, los embajadores del emperador Miguel Paleólotgo y el clero griego, los embajadores del Kan de los Tártaros. Gregorio X había convocado el concilio con dos ideas: la conquista de la Tierra Santa y la unión de las Iglesias.

La Cruzada

A pesar de la protesta de Ricardo de Mafam, deán de Lincoln, él obtuvo que durante seis años, a beneficio de la cruzada, un diezmo de todos los beneficios de la cristiandad fueran a las arcas del Papa, pero cuando Jaime I de Aragón deseó organizar la expedición enseguida los representantes de los Caballeros Templarios se opusieron al proyecto, y la decisión fue pospuesta. Los embajadores del Kan de Tataria llegaron a Lyons, 4 de julio, para tratar con Gregorio X, que deseaba que durante la guerra contra el Islam los tártaros dejaran a los cristianos en paz. Dos de los embajadores fueron bautizados solemnemente el día 16 de julio.

Unión de las Iglesias

Gregorio X se había preparado para la unión enviando en 1273 una embajada a Constantinopla a Miguel Paleólogo, e induciendo a Carlos, rey de Sicilia, y Felipe, emperador latino de Constantinopla, a moderar sus ambiciones políticas. El 24 de junio de 1274 llegaron a Lyons como representantes de Paleólogo, Germano, patriarca de Constantinopla, Teófanes, obispo de Nicea, Georgius Acropolita, senador y gran logotete (contador, jefe de finanzas), Nicolás Panareto, presidente del guardarropa, Berroeta, jefe intérprete, y Georgius Zinuchi. La carta de Paleólogo que presentaron había sido escrita a nombre de cincuenta arzobispos y quinientos obispos o sínodos. El 29 de junio, fiesta de San Pedro y San Pablo, Gregorio X celebró Misa en la iglesia de San Juan, la Epístola, el Evangelio y el Credo fueron leídos o cantados en latín y griego, el artículo "qui a patre filioque procedit" fue cantado tres veces por los griegos.

El 6 de julio, después de un sermón por Pedro de Tarantasia y la lectura pública de la carta de Paleólogo, Georgius Acropolita y los otros embajadores prometieron fidelidad a la Iglesia Latina, abjuaron veintiséis proposiciones que la negaban, y prometían la protección del emperador a los cristianos de Tierra Santa. Gregorio X entonó el “Te Deum”, habló sobre el texto "Desiderio desideravi hoc pascha manducare vobiscum", y el 28 de julio escribió cartas gozosas a Miguel, a su hijo Andrónico, y a cuarenta y un metropolitanos. Tres cartas fechadas febrero de 1274, escritas al Papa por Miguel y Andrónico, en la cual reconocían su supremacía, existen como pruebas de la buena fe del emperador, a pesar de los esfuerzos de arrojar duda sobre ella por medio de una carta del Papa Inocencio V (1276) que parecía apuntar a la conclusión de que Georgius Acropolita, quien en el concilio había prometido fidelidad a la Iglesia Romana, no había sido expresamente autorizado por el emperador.

El Concilio de Lyons trató también con la reforma de la Iglesia, en vista de lo cual Gregorio X en 1273 había enviado preguntas a los obispos y le había pedido a Hubert de Romans, al anterior general de los frailes predicadores un cierto programa para discusión y a Juan de Vercelli, el nuevo general de la orden, un borrador de las constituciones formales. Henri de Gölder, obispo de Liège, Federico, abad de San Pablo Extramuros, los obispos de Rodes y de Würzburgo fueron depuestos por indignos, y ciertas órdenes mendicantes fueron suprimidas. El concilio cálidamente aprobó las dos órdenes de Santo Domingo Guzmán y de San Francisco de Asís. Temiendo la oposición del rey de España, quien tenía en su reino tres órdenes militares, se abandonó la idea de fundir todas las órdenes militares en una. Para evitar la repetición de una vacante muy prolongada en la sede papal, Gregorio X hizo que se decidiera que los cardenales no podían abandonar el cónclave hasta que fuera electo el Papa. Esta constitución, que infligió ciertas privaciones materiales a los cardenales si la elección se prolongaba demasiado, fue suspendida en 1276 por el Papa Adriano V, y unos meses más tarde revocada por el Papa Juan XXI, pero fue reestablecida luego en muchos de sus artículos, y aún es la base de la legislación sobre los cónclaves.

Por último, el Concilio de Lyons trató sobre la vacante del trono imperial. Jaime I de Aragón lo pretendía; Gregorio X lo removió y el 6 de junio Rodolfo I fue proclamado rey de los romanos y futuro emperador. Tal fue el trabajo del concilio durante el cual murieron los dos más grandes doctores de la Edad Media: Santo Tomás de Aquino, citado por el Papa, murió en Frosinone (7 de marzo de 1274) de camino a Lyons; San Buenaventura, luego de importantes entrevistas en el Concilio con los embajadores griegos, murió el 15 de julio en Lyons, y Pedro de Tarantasia, futuro Papa Inocencio V, predicó en su funeral un sermón muy conmovedor y emotivo.


Bibliografía: MARTIN, "Bullaire et Conciles de Lyon" (Lyon, 1905) (excelente); MANSI, "Coll Conciliorum", XXIII, 605-82, XXIV, 37-136; HEFELE, "Historia de los Concilios Cristianos", tr. CLARK; HAVET, "Biobliotheque de l'Ecole des Chartes", XLVI, 1855, 233-50; BERGER, "Registres d'Innocent IV (en proceso de publicación); GUIRAUD AND CADIER, "Registres de Gregoire X et Jean XXI (en proceso de publicación).

Fuentes: Goyau, Georges. "Councils of Lyons." The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/09476a.htm>. <http://www.newadvent.org/cathen/09476b.htm>. <http://www.newadvent.org/cathen/09476c.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.