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Martes, 3 de diciembre de 2024

Personalidad

De Enciclopedia Católica

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Este artículo se propone dar una explicación de:

  • (1)Constituyentes físicos de la personalidad de acuerdo con la teoría escolástica
  • (2)Conceptos de personalidad que se oponen a la teoría
  • (3)Anormalidades de conciencia con referencia a su efecto sobre las teorías de personalidad

Constituyentes Físicos de la Personalidad

La personalidad de un ser humano es aquello de lo que tiene conocimiento bajo el concepto del "yo". Es esa entidad, sustancial, permanente, unitaria, que es el sujeto de todos los estados y actos que constituyen su vida completa. Una apelación a la auto-conciencia nos muestra que hay un sujeto tal del cual el pensamiento, la voluntad y el sentimiento son modificaciones. Es substancial, es decir, no uno o todos los estados cambiantes, sino la realidad que subyace a ellos, pues nuestra auto-conciencia testifica que, además de percibir el pensamiento, tiene percepción inmediata en el mismo acto del sujeto al que pertenece el pensamiento. Al igual que ninguna moción puede ser aprehendida sin alguna clase de aprehensión del objeto movido, así la percepción del pensamiento lleva consigo la percepción del pensador. Los estados cambiantes son reconocidos como determinaciones del "yo", y el concepto mismo de una determinación implica la presencia de algo determinado, algo que no es en sí mismo una determinación, es decir, una substancia. Es permanente, porque aunque uno puede decir: "Estoy completamente cambiado", cuando se refiere a un estado anterior, todavía uno sabe que el “yo” en cuestión es todavía el mismo númerica y esencialmente, aunque con ciertas diferencias sobreañadidas.

Esta permanencia es evidente a partir de una consideración de nuestros procesos mentales. Cada acto de la memoria intelectual implica un reconocimiento del hecho de que yo, pensando ahora, soy el “mismo” que el que tuvo la experiencia que se evoca. Mis experiencias previas se refieren a algo que no ha pasado como han pasado, a mi propio yo o personalidad. A partir de esta permanencia surge la conciencia del yo como un principio unitario. Aquel a quien pertenecen todas las variaciones de estado es percibido como una entidad completa en sí misma y distinta de todas las demás. La unidad de la conciencia no constituye sino que manifiesta la unidad del ser. El principio físico de esta permanencia y unidad es la sustancia simple, espiritual, inmutable del alma racional. Esto no significa, sin embargo que el alma es idéntica al yo personal. Se reconocen como modificaciones del yo no simplemente los actos de pensamiento y volición, sino también las sensaciones, de las cuales el sujeto inmediato es el cuerpo animado. Incluso en su propia esfera peculiar el alma trabaja en conjunto con el cuerpo; el razonamiento intelectual es acompañado y condicionado por las imágenes sensoriales. La personalidad de un ser humano, entonces, consiste físicamente de alma y cuerpo. De éstos, el cuerpo es lo que se denomina en el lenguaje escolástico la "materia", el principio determinable; el alma es la "forma", el principio determinante. El alma es no simplemente el asiento de las principales funciones de la persona ---pensamiento y voluntad; también determina la naturaleza y funcionamiento del cuerpo. A su permanencia se debe la unidad permanente de toda la personalidad, a pesar de la desintegración constante y reconstrucción del cuerpo. Aunque no es, por lo tanto, el único constituyente de la personalidad, el alma es su principio formal. Finalmente, para la completa constitución de la personalidad este compositum debe existir de tal modo que sea ”subsistente” (vea PERSONA).

Teorías no Escolásticas de Personalidad

Muchas escuelas de filosofía modernas afirman que la personalidad está constituida no por una realidad subyacente que la auto-conciencia nos revela, sino por la auto-conciencia misma o por operaciones intelectuales; Locke afirmaba que la personalidad es determinada y constituida por la identidad de conciencia. Sin negar la existencia del alma como principio substancial que subyace en el estado de conciencia, negó que esta identidad de sustancia tuviese ninguna preocupación por la identidad personal. De lo que se ha dicho más arriba, está claro que la conciencia es una manifestación no el principio, de esa unidad del ser que constituye la personalidad. Es un estado, y presupone algo de lo que es un estado. La opinión de Locke y teorías afines están en conflicto con la revelación cristiana, en que, como en el Verbo encarnado hay dos intelectos y dos "operaciones", por lo tanto hay dos conciencias. De ahí que si aceptamos la definición de personalidad de Locke, habría dos personas.

Desde la teoría de Locke sólo hubo un paso para la negación de cualquier substancia permanente subyacente a los estados percibidos. Para Hume la única realidad cognoscible consiste en la sucesión de pensamientos y sentimientos conscientes; ya que estos están cambiando constantemente, se desprende que no hay tal cosa como la permanencia del ego. En consecuencia, la impresión de una identidad permanente es una mera ficción. Sin embargo, los teóricos posteriores no podían consentir en esta demolición absoluta; de alguna manera había que encontrar una explicación de la conciencia de unidad. Por lo tanto, Mill afirmó que la personalidad consiste en una serie de estados "consciente de sí mismos como una serie". Según James, la personalidad es una cosa del momento, que consiste en el pensamiento del momento: "El pensamiento que pasa es en sí mismo el pensador". Pero cada pensamiento se transmite a sí mismo y todo su contenido a su sucesor inmediato, que así conoce y comprende todo lo anterior. De este modo se establece el "flujo de conciencia" que a su juicio constituye la unidad del ego. Además de las dificultades fundamentales que tienen en común, cada una de estas teorías está abierta a objeciones que le son propias. ¿Cómo puede un número de estados, es decir, de eventos ex hypothesi entitativamente distintos unos de otros, ser conscientes de sí mismos colectivamente como una unidad? Del mismo modo, en la teoría de James, pensamientos sucesivos son entidades distintas. Como por tanto ningún pensamiento está siempre presente al que le precede, ¿cómo lo conoce sin algún principio de unidad subyacente que los conecte?

Además, James no cree en estados inconscientes de la mente. ¿En qué sentido entonces todos los pensamientos "conocen" a todos sus predecesores? Ciertamente, no está consciente de hacerlo. Pero la objeción fundamental para todas estas teorías es que, mientras pretenden explicar todos los fenómenos de la auto-conciencia, su testimonio más importante, a saber, que a un yo que no es el pensamiento, que posee el pensamiento, y que es percibido inmediatamente en el acto de reflexión sobre el pensamiento, se trate como una mera ficción. Contra cualquier tal posición se pueden presentar todos los argumentos para la naturaleza permanente y unitaria del yo. La escuela moderna de los psicólogos empíricos muestran una cierta reacción contra los sistemas que le niegan a la personalidad una base en la substancia. Así Ribot: "Dejemos a un lado las hipótesis que hacen del ego ‘un conjunto de sensaciones', o estados de conciencia, como se repite a menudo siguiendo a Hume Esto es… considerar los efectos como su causa... "(Diseases of Personality, 85). Para ellos la unidad del ego se basa simplemente en la unidad del organismo. "El organismo, y el cerebro, como su más alta representación, constituyen la personalidad real" (op. cit., 154). Un sistema que ignora la existencia del alma humana fracasa en explicar los fenómenos de conciencia, ideas abstractas, juicio e inferencia puramente intelectuales. Estos requieren un principio simple, es decir, no extendido, y por lo tanto irrelevante. Las diversas teorías que hemos considerado hacen que toda la personalidad consista en lo que es realmente una parte de ella. Sus componentes sustanciales son el alma y el cuerpo; sus componentes accidentales son todas las sensaciones, emociones, pensamientos, voliciones, de hecho todas las experiencias de este compositum.

Anormalidades de Conciencia

Aquí revisaremos brevemente algunas formas de lo que se conoce como “desintegraciones de personalidad”, y consideraremos hasta qué punto afectan la teoría escolástica de la constitución de la persona. En la personalidad doble o múltiple se manifiestan en el mismo individuo aparentemente dos o más series distintas de estados conscientes. Hay una ruptura no sólo de carácter y hábito, sino también de la memoria. Así en 1887 un cierto Ansel Bourne desapareció de su casa en Coventry, Rhode Island, y dos semanas más tarde estableció un negocio como A.J. Browne, un panadero, en Norristown, Pennsylvania. Esta nueva “personalidad” no conocía a Ansel Bourne. Después de ocho semanas una mañana se despertó para encontrarse a sí mismo de nuevo como Ansel Bourne. Las aventuras, o incluso la existencia, de A.J. Browne fueron un episodio desaparecido. Posteriormente, bajo la influencia de la hipnosis recordó la última "personalidad", y relató sus aventuras. El fenómeno de la doble personalidad también puede ser recurrentes, aparte de la hipnosis. En tales casos los dos estados vuelven a aparecer alternativamente, cada uno con la cadena de recuerdos propia de sí mismo. El ejemplo más frecuentemente citado es el de "Felida X", observada durante muchos años por el Dr. Azam, en la que alternaban dos estados de conciencia. En el estado II conservaba la memoria de lo que sucedía en el estado I, pero no viceversa. Su carácter en cada estado era bastante diferente. Con frecuencia, en estos casos el carácter en el segundo estado tiende a ser más como el carácter en el estado original, apareciendo finalmente como una mezcla de los dos, como en el caso de Mary Reynolds (cf. "Harper’s Magazine”, mayo de 1860) .

En "personalidad múltiple" se producen las anomalías más extraordinarias de la memoria y el carácter. En el caso de "la señorita Beauchamp" (Actas de la Sociedad para la Investigación Psíquica, XV, 466 ss.) además de la personalidad original, había no menos de otros cuatro estados que reaparecían a menudo, diferentes unos de otros en el temperamento, y cada uno con una memoria continua. Debido a una conmoción mental (1893) el carácter de la señorita Beauchamp cambió, aunque su memoria permaneció continua. Este estado fue llamado después B I. Bajo hipnotismo se manifestaron otros dos estados: B II y B III. De éstos, el B III ( "Sally") prácticamente desarrolló una existencia independiente, y continuamente se manifestaba aparte de la sugestión hipnótica. B I no tenía memoria de B II o B III. B II conocía a B I, pero no a B III, mientras que B III conocía a las otras dos. Finalmente en 1899, tras otra conmoción mental, apareció una cuarta "personalidad" B IV, cuya memoria se presentaba completamente a partir de la "desaparición" de la señorita Beauchamp original después del primer choque, hasta la aparición de B IV después del segundo, seis años más tarde. Sin embargo, su carácter era muy diferente al de la personalidad original. B no tenía memoria de todo lo que le pasó a B IV, pero no conocía sus pensamientos. Por otra parte, B III era extremadamente celosa tanto de ella como de B I, y les jugaba trucos rencorosos. En relación con estos fenómenos, se ha propuesto la teoría de que la personalidad original se "desintegró" después del primer choque, y que BI y B IV son sus componentes, mientras que B II y B III son manifestaciones variadas del "yo subliminal".

A veces de nuevo los fenómenos de "doble personalidad" se manifiestan en un individuo, no en períodos alternos, sino simultáneamente. De este modo M. Taine cita el caso de una señora que mientras sostenía una conversación, podía escribir una página entera de material inteligente y relacionado sobre un tema totalmente ajeno. Ella no tenía noción de lo que había escrito, y a menudo se sorprendía, a veces incluso se alarmaba, al leer lo que había escrito.

Al tratar con los problemas sugeridos por tales fenómenos, es necesario en primer lugar asegurarse de que los hechos están bien atestiguados y que excluyen el fraude. También hay que señalar que estas son condiciones anormales, mientras que la naturaleza de la personalidad debe ser determinada por un estudio del individuo normal. Tampoco es permisible, incluso en estos casos excepcionales, inferir una personalidad "múltiple", siempre y cuando los fenómenos se puedan explicar como síntomas de enfermedad en una y la misma personalidad.

Los varios grupos de fenómenos enumerados arriba merecerían el título de diferentes “personalidades” si se pudiese demostrar:

  • (a) que la personalidad está constituido por el funcionamiento como tal, y no por un principio sustancial subyacente, o
  • (b) que, aceptado que hay un principio formal de unidad, tales casos mostraran la presencia en el individuo, sucesiva o simultáneamente, dos o más de tales principios, o
  • (c) que el principio no era simple y espiritual, sino capaz de dividirse en varios componentes que funcionan por separado.

La hipótesis de que el funcionamiento, como tal, constituye la personalidad ya se ha demostrado insuficiente para explicar los hechos de la conciencia normal, mientras que las otras teorías se oponen a la permanencia y a la simplicidad del alma humana; tampoco ninguna de estas teorías es necesaria para explicar los hechos. Al no ser el alma un espíritu puro, sino la “forma” del cuerpo, se desprende que mientras realiza actos en los que el cuerpo no participa como causa, sin embargo, el alma está condicionada en su actividad por el estado del organismo físico. Ahora bien, en el caso de doble personalidad no simultánea, la característica esencial es la ruptura de la memoria. Algunas experiencias no se refieren al mismo "yo" como otras experiencias; de hecho, el recuerdo de ese mismo anterior desaparece por el momento. Respecto a esto se puede señalar que estos fallos de memoria son exagerados; no hay pérdida completa de todo lo que se ha adquirido en el estado anterior. Además de la memoria de hechos definidos sobre uno mismo, siempre queda mucho de la posesión intelectual ordinaria. Así el panadero "A.J. Browne" fue capaz de sostener sus relatos y usar el lenguaje de forma inteligente. El que pudiera hacerlo demuestra la permanencia del mismo principio intelectual y, por tanto, no compuesto. La desaparición de su memoria de la mayoría de sus experiencias sólo demuestra que su organismo físico, por cuyo estado está condicionada la acción de su alma, no estaba funcionando de manera normal.

En otras palabras, mientras que la presencia de cualquier tipo de memoria intelectual muestra la continuidad de un principio espiritual permanente, la pérdida de memoria no prueba lo contrario; no es más que la ausencia de evidencia de cualquier manera. Así la teoría de que el alma actúa como la "forma" del cuerpo explica las dos cadenas de memoria parcialmente separadas. Ningún psicólogo, incluso aquellos que consideran el organismo físico como el único principio de la unidad, pretende explicar satisfactoriamente qué tipo de cambio en el organismo nervioso sería necesario para hacer surgir dos series completamente diferentes de experiencias, como ocurre en la doble personalidad. Se debe señalar que tales manifestaciones se encuentran casi siempre en los sujetos histéricos, cuya organización nerviosa es altamente inestable, y que con frecuencia hay indicios que apuntan a una lesión o enfermedad definida en el cerebro.

Los presuntos casos de personalidad doble simultánea, manifestadas generalmente por el lenguaje en el caso de uno y por la escritura en el caso de la otra, presentan especial dificultad en que no es cuestión de la pérdida de la memoria de una acción realizada, sino de falta de conciencia de la acción durante su funcionamiento real. Ciertamente hay grados de conciencia, incluso de funcionamiento intelectual. Por lo tanto, siempre permanece la duda en cuanto a si la llamada escritura inconsciente, si realmente es indicativa de funcionamiento mental, es literalmente inconsciente o sólo muy débilmente consciente. Pero hay una duda adicional, a saber, en cuanto a si la escritura de la "personalidad secundaria" es intelectual en absoluto en este momento. Al poner en movimiento los procesos nerviosos del cerebro pueden seguir su curso sin ningún tipo de demanda derivada de la acción intelectual del alma. En el caso de esos sujetos altamente nerviosos, es al menos posible que las imágenes impresas en el organismo nervioso se comprometan a escribir por acción puramente automática y refleja.

Por último, queda un sentido en el que los fenómenos. de la misma naturaleza que los que hemos estado considerando, pueden ser indicativos de la presencia de una segunda personalidad, por ejemplo, cuando el cuerpo está bajo la influencia de un espíritu extraño. La posesión es algo cuya posibilidad la Iglesia da por sentado. Esto, sin embargo, no implicaría una verdadera doble personalidad en un individuo. El ser invasor no entraría en composición con el cuerpo para formar una persona con él, sino que sería un agente extrínseco comunicando el movimiento local a un marco corporal al que no "informa". (Vea CONCIENCIA, ALMA).


Bibliografía: MYERS, Human Personality and its Survival of Bodily Death, I (Londres, 1903), II y apéndice; RIBOT, Les Maladies de la Personnalité (París, 1885), tr. The Diseases of Personality (Chicago, 1906); MAHER, Psychology (Londres, 1903); ROURE, Etudes, LXXV, 35, 492, 636; RICHMOND, An Essay on Personality as a Philosophical Principle (Londres, 1900); ILLINGWORTH, Personality, Human and Divine (Londres, 1894), i, ii; HARPER, Metaphysics of the School, bk. V (Londres, 1879), II, III; BINET, Les Altérations de la Personnalité (Paris, 1892), tr. (Londres, 1896); On Double Consciousness (Chicago, 1905).

Fuente: Geddes, Leonard. "Personality." The Catholic Encyclopedia. Vol. 11, pp. 727-729. New York: Robert Appleton Company, 1911. 6 Sept. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/11727b.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina