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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Martirologio

De Enciclopedia Católica

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Por martirologio se entiende un catálogo de mártires y santos organizado según el orden de sus fiestas, es decir, según el calendario. Desde el momento en que se comenzó a celebrar las conmemoraciones de los mártires, a las que se añadieron las de los obispos, cada Iglesia tenía su martirologio especial. Poco a poco estas listas locales se enriquecieron con nombres tomados de las Iglesias colindantes y, cuando la era de los mártires se cerró definitivamente, se introdujeron los que habían brillado en la comunidad por la santidad de su vida y, especialmente, por la práctica del ascetismo. Todavía poseemos el martirologio, o ferial, de la Iglesia Romana de mediados del siglo IV, compuesto por dos listas distintas, el “Depositio martyrum” y el "Depositio episcoporum", listas que en otras partes se encuentran a menudo unidas. Entre los mártires romanos ya se menciona en el "Ferial" a algunos mártires africanos (07 de marzo, Perpetua y Felicidad; 14 de septiembre, San Cipriano de Cartago). El calendario de Cartago, que pertenece al siglo VI, contiene una mayor cantidad de mártires extranjeros e incluso de confesores que no pertenecen a la Iglesia.

Los martirologios locales registran exclusivamente la costumbre de una Iglesia particular; a veces se les da el nombre de calendarios, pero esto es una mera cuestión de palabras. Además de los martirologios especiales, de los cuales nos han llegado muy pocos tipos, hay martirologios generales que son de la naturaleza de una compilación. Están formados por la combinación de varios martirologios locales, con o sin préstamos de fuentes literarias. El más célebre e importante de los representantes de esta clase es el comúnmente llamado martirologio Jeronimiano, porque se atribuye erróneamente a San Jerónimo. Fue redactado en Italia en la segunda mitad del siglo V, y se sometió a recensión en la Galia, probablemente en Auxerre, hacia el año 600 d.C. Todos los manuscritos que poseemos del "Martirologio Jeronimiano" surgen de esta recensión galicana. Dejando a un lado las adiciones que entonces recibió, las fuentes principales del "Jeronimiano" son un martirologio general de las Iglesias de Oriente, el martirologio de la Iglesia local de Roma, un martirologio general de Italia, un martirologio general de África y algunas fuentes literarias, entre ellos Eusebio. La tradición manuscrita de este documento es una confusión inexplicable, y se debe abandonar la idea de restaurar el texto en su integridad. Por supuesto, cuando se restaura cualquier parte del texto, se plantea el problema adicional de determinar el origen de la porción antes de pronunciarse sobre su valor documental.

El "Martirologio Jeronimiano" y los que son de forma parecida muestran signos de una compilación apresurada. Las notas consisten básicamente en una rúbrica topográfica antes del nombre del santo, por ejemplo, "III id. Ian. Romae, en cymiterio Callisti, Via Appia, depositio Miltiadis Episcopi". Hay otro tipo de martirologio en el que el nombre es seguido por una breve historia del santo. Estos son los “martirologios históricos”. Existe un gran número de ellos, los más conocidos son los de Beda (siglo VIII), y Rábano Mauro, Floro, Ado, y Usuardo, todos del siglo IX. Sin detenernos aquí en las relaciones entre ellos, se puede decir que sus fuentes principales son, además del "Jeronimiano", los relatos derivados de las Actas de los Mártires y de algunos autores eclesiásticos. El actual Martirologio Romano se deriva directamente de los martirologios históricos. Es en suma el Martirologio de Usuardo completado por los "Diálogos" de San Gregorio y las obras de algunos de los Padres, y para los santos griegos, por el catálogo que se conoce como el “Menologio" de Sirlet (en H. Canisio "Lectiones Antiquae”, III, Pt. II, 412, Amsterdam, 1725).

La editio princeps apareció en Roma en 1583, bajo el título Martyrologium romanum ad novam kalendarii rationem et ecclesiasticae historiæ veritatem restitutum, Gregorii XIII pont. max. Iussu editum, sin ninguna aprobación. Una segunda edición apareció en Roma en el mismo año, la cual fue pronto reemplazada por la edición de 1584, que fue aprobada e impuesta a toda la Iglesia por el Papa Gregorio XIII. Baronio revisó y corrigió esta obra y la volvió a publicar en 1586, con las "Notationes" y el "Tractatio de Martyrologio Romano". La edición de Amberes de 1589 fue corregida en algunos lugares por Baronio mismo. Una nueva edición del texto y las notas se llevó a cabo durante el pontificado de Urbano VIII, y fue publicada en 1630. Benedicto XIV se interesó también en el Martirologio Romano. La bula dirigida a Juan V, rey de Portugal, con fecha de 1748 (que se encuentra al comienzo de las ediciones modernas del "Martirologio"), da a conocer la importancia de los cambios introducidos en la nueva edición, que es en esencia, y salvo las modificaciones necesarias por las nuevas canonizaciones, el que se usa en la actualidad.

Los martirologios históricos están conectados a los grandes “Sinaxarion” griegos, cuya disposición y génesis los hace un equivalente importante. Pero la literatura del “Sinaxarion”, que comprende también los libros de esa categoría que pertenece a los diversos ritos orientales, requiere un tratamiento separado (véase "Analecta Bollandiana", XIV, 396 ss.; Delehaye, "Synaxarium ecclesiae Constantinopolitanae Propylæum ad Acta Sanctorum novembris ", 1902). Digno de mención, ya que de alguna manera va incluido en las categorías anteriores, son una serie de martirologios o calendarios de algún interés especial, ya sean considerados como documentos más o menos importantes para la historia de la veneración de los santos o como compilaciones puramente artificiales . Podemos referirnos a la lista provisional elaborada a principios del Vol. I para el mes de noviembre del Acta SS. " Particularmente interesante, sin embargo, es el calendario de mármol de Nápoles, en la actualidad en la capilla de la arquidiócesis, y que es el objeto de los largos comentarios de Mazocchi ("Commentarii in marmoreum Neapol. Kalendarium", Nápoles, 1755, 3 vols.) y de Sabbatini ("11 Vetusto calendario napolitano", Nápoles, 1744, 12 vols.); el martirologio métrico de Wandelbert de Prüm (siglo IX) del cual Dümmler publicó una edición crítica (Monumenta Germaniæ Poetæ lat., II, 578-602); el martirologio que se ha convenido en llamar la "Pequeña Roma", contemporáneo con el de Ado, quien lo dio a conocer, y que debe ser mencionado debido a la importancia que se le atribuyó durante mucho tiempo, erróneamente, como lo han demostrado investigaciones recientes. Entre las compilaciones artificiales a las que se le ha dado el título de martirologio se pueden mencionar como más importantes el "Martyrologium Gallicanum" de André du Saussay (París, 1637), el" Catalogus Sanctorum Italiae" de Philip Ferrari (Milán, 1613), el "Martyrologium Hispanum" de Tamayo (Lión, 1651-1659); este último debe ser consultado con gran precaución. El martirologio universal de Chastellain (París, 1709) representa grandes investigaciones.

El estudio crítico de martirologios es muy difícil por la multitud y el carácter heterogéneo de los elementos que los componen. Los primeros investigadores se ocuparon de los martirologios históricos. No se pueden pasar por alto las notas de Baronio sobre el Martirologio Romano, cuyo trabajo fue el resultado de la erudición vasta y sólida que ha contribuido en gran parte dar a conocer las fuentes históricas de las compilaciones de la Edad Media. En 1613 Roswyde publicó en Amberes una buena edición del Martirologio de Ado, precedido por el “Pequeño Romano", que él llamó "Vetus Romanum". Éste fue sustituido sólo por el de Giorgi (Roma, 1745), basado en nuevos manuscritos y enriquecidos con notas. En el volumen II para marzo del “Acta SS." (1668) los Bolandistas proveyeron nuevos materiales para la crítica martirial, mediante su publicación titulada Martyrologium Venerabilis Bedæ presbyteri ex octo antiquis manuscriptis auctario acceptum cum Flori. Los resultados que parecían haberse cumplido entonces se corrigieron en parte, se hicieron más específicos en parte, por la gran obra de Pere Du Sollier, "Martyrologium Usuardi monachi" (Amberes, 1714), publicado en partes en Vols. VI y VII para junio del "Acta SS". Aunque algunos han criticado a Du Sollier por su texto de Usuardo, la edición supera con creces a todo lo de esa clase intentado anteriormente, y teniendo en cuenta los recursos a su disposición y los métodos de la época en que fue preparado, puede ser considerado como una obra maestra . Muy recientemente D. Quentin ("Les Martyrologes historiques du moyen age", París, 1908) se ha ocupado de la cuestión general y ha logrado dar una solución razonable, gracias a un estudio muy profundo y cuidadoso de los manuscritos.

Durante mucho tiempo el estudio del "Martirologio Jeronimiano" produjo pocos resultados, y la edición de F. M. Fiorentini ("Vetustius occidentalis ecclesiæ martyrologium", Lucca, 1668), acompañado de un comentario histórico muy erudito, hizo que no hubiera progresos notables. Fue la publicación del martirologio siríaco descubierto por Wright ("Diario de la Sagrada Literatura", 1866, 45 ss.), el que dio el impulso a una serie de investigaciones que aún continúan. El Padre Víctor De Buck ("Acta SS". Octobris, XII, 185, y en otros lugares) señala la relación de este martirologio con el "Jeronimiano". Este hecho, que escapó al primer editor, es de ayuda en el reconocimiento de la existencia de un martirologio general de Oriente, escrito en griego en Nicomedia, y que sirvió como fuente para el "Jeronimiano". En 1885, De Rossi y Duchesne publicaron un libro de memorias titulado "Les sources du martyrologe hiéronymien” (en Mélanges d'archéologie et d’histoire, V), lo que se convirtió en el punto de partida de una edición crítica del martirologio, publicada a través de sus esfuerzos en Vol. II para noviembre del “Acta SS." en el año 1894. Pero se ha dedicado poca crítica al Martirologio Romano, que se ha convertido en un libro oficial, y su revisión se reserva a la Curia Romana. Todos los esfuerzos dedicados al estudio del "Jeronimiano", a los martirologios históricos y al “Sinaxarion” griego ayuda al estudio de esta recopilación, que se deriva de ellos. Se debe llamar la atención al comentario general sobre el Martirologio Romano, por Alexander Politi (Florencia, 1751). Sólo ha aparecido el primer volumen, que contiene el mes de enero.


Bibliografía: Además de las obras ya citadas vea las siguientes: MATAGNE, Le martyrologe romain actuel in DE BACKER, Bib. des écrivains de la Comp. de Jésus, 2da. ed., III (1876), 368 sqq.; DE SMEDT, Introductio generalis ad historiam ecclesiasticam critice tractandam (Ghent, 1876), 127-158; DE BUCK, Recherches sur les calendriers ecclésiastiques in Précis historiques (Bruselas, 1877), 12 ss.; ACHELIS, Die Martyrologien, ihre Geschichte und ihr Wert (Berlin, 1900); DELEHAYE, Le témoignage des martyrologes in Analect. Bolland., XXVI, 78 ss. Una edición de bolsillo del Martyrologium Romanum fue publicada en Turín (1910); hay una traducción al inglés, The Roman Martyrology (Baltimore, 1907).

Fuente: Delehaye, Hippolyte. "Martyrology." The Catholic Encyclopedia. Vol. 9. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/09741a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.



Enlaces internos

[1] Mártir


[2] Mártires de Compiègne.


[3] Mártires coreanos.


[4] Mártires en China.


[5] Mártires españoles.


[6] Mártires peruanos.


[7] Mártires vietnamitas.


[8] Actas de los Mártires.


[9].


[10] Martirologio de Usuardo.