Naturaleza y Atributos de Dios
De Enciclopedia Católica
Contenido
Dios, según Conocido a Través de la Razón Natural
(EL DIOS DE LOS FILÓSOFOS)
Después de haber establecido por inferencia inductiva la auto-existencia de una Causa Primera personal distinta de la materia y de la mente humana (Vea el artículo Existencia de Dios), ahora procedemos mediante el análisis deductivo a examinar la naturaleza y atributos de este Ser en la medida requerida por nuestro alcance filosófico limitado. En consecuencia, trataremos sobre:
- la infinitud,
- la unidad o unicidad, y
- la simplicidad de Dios, y añadiremos
- algunas observaciones sobre la personalidad divina.
Infinitud de Dios
(A) Cuando decimos que Dios es infinito, queremos decir que Él es ilimitado en toda clase de perfección o que todas las perfecciones concebibles le pertenecen a Él en la más alta forma concebible. En un sentido diferente a veces hablamos, por ejemplo, de un tiempo o espacio infinito, denotando con ello un tiempo de duración tan indefinida o un espacio de extensión tan indefinida que no podemos asignar cualquier límite fijo a uno u al otro. Se debe tener cuidado de no confundir estos dos esencialmente diferentes significados del término. El tiempo y el espacio, al estar compuestos de partes de duración o extensión, son esencialmente finitos en comparación con la infinitud de Dios. Ahora afirmamos que Dios es infinitamente perfecto en el sentido explicado, y que su infinitud es deducible a partir de su propia existencia. Para un ser existente por sí mismo, si limitado en absoluto, podría ser limitado sólo por sí mismo; estar limitado por otro implicaría la dependencia causal sobre ese otro, que la misma noción de auto-existencia excluye. Pero el auto-existente no puede ser concebido como limitándose a sí mismo, en el sentido de restringir su perfección del ser, sin dejar de ser auto-existente. Sea lo que sea, lo es necesariamente; su propia esencia es la única razón o explicación de su existencia, por lo que su forma de existencia debe ser tan inmutable como su esencia, y el sugerir la posibilidad de un aumento o disminución de la perfección sería sugerir la absurdidad de una esencia cambiante. Entonces, sólo queda decir que cualquier perfección que sea compatible con su esencia es realmente ejecutada en un ser auto-existente; pero como no hay perfección concebible como tal ---es decir, ninguna expresión de ser positivo como tal--- que no es compatible con la esencia del auto-existente, se deduce que el auto-existente debe ser infinito en toda perfección. Pues la auto-existencia misma es ser positivo absoluto y ser absoluto no puede contradecir, y por lo tanto no puede limitar, ser positivo.
(B) Esta conclusión general, y reconocidamente muy abstracta, así como el razonamiento que la sostiene, se hace más inteligible mediante una breve ilustración específica de lo que implica:
(1) Cuando, al hablar del Infinito, le atribuimos todas las perfecciones concebibles a Él, no debemos olvidar que los predicados que empleamos para describir las perfecciones derivan su significado y connotación, en primera instancia, de su aplicación a seres finitos; y al reflexionar se ve que debemos distinguir entre diferentes tipos de perfecciones, y que no podemos sin contradicción palpable atribuir de la misma manera todas las perfecciones de las criaturas a Dios. Algunos perfecciones son tales que incluso en abstracto, implican necesariamente o connotan finitud del ser o imperfección; mientras que otras necesariamente por sí mismas no connotan la imperfección. A la primera clase pertenecen todas las perfecciones materiales ---extensión, sensibilidad y similares--- y ciertas perfecciones espirituales como la racionalidad (a diferencia de la simple inteligencia); a la segunda clase pertenecen perfecciones tales como la veracidad, la bondad, la inteligencia, la sabiduría, la justicia, la santidad, etc. Ahora bien, aunque no se puede decir que Dios se extiende infinitamente, o que siente o razona de una manera infinita, se puede decir que Él es infinitamente bueno, inteligente, sabio, justo, santo, etc. ---en otras palabras, mientras las perfecciones de la segunda clase se le atribuyen a Dios formalmente (es decir, sin ningún cambio en el sentido propio de los predicados que las expresan), las de la primera clase sólo se le puede atribuir y eminente y equivalentemente, (es decir, cualquier ser positivo que expresen pertenece a Dios como su causa de una forma mucho más alta y más excelente que a las criaturas en las que existen de manera formal). Por medio de esta importante distinción, que los agnósticos rechazan o descuidan, somos capaces de pensar y hablar de lo infinito sin ser culpables de contradicción, y el hecho de que los hombres ---incluso los agnósticos mismos cuando bajan la guardia--- generalmente reconocen y utilizan la distinción, es la mejor prueba de que es pertinente y bien fundada. En última instancia, es sólo otra forma de decir que, dada una causa infinita y efectos finitos, cualquiera perfección pura que se descubra en los efectos debe existir primero en la causa (via affirmationis ) y, al mismo tiempo que cualquier imperfección que se descubra en los efectos debe ser excluida de la causa (via negationis vel exclusionis). Estos dos principios no se contradicen, sino que sólo se equilibran y corrigen entre sí.
Unidad o Unicidad de Dios
Simplicidad de Dios
Personalidad Divina
Dios, según Conocido a Través de la Fe
Eternidad
Atributos o Perfecciones Divinas
Eternidad
Inmensidad y Ubicuidad
Inmutabilidad
Atributos Divinos
Fuente: Toner, Patrick. "The Nature and Attributes of God." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909. 8 Aug. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/06612a.htm>.
Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina