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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Encratitas

De Enciclopedia Católica

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[’Egkrateîs (Ireneo); ’Egkratetai (Clemente de Alejandría, Hipólito)].

Literalmente, “los que se abstienen” o “personas que practican la continencia”, porque se privaban de tomar vino, de comer carne y del matrimonio. El nombre fue dado a una secta cristiana, o más bien a una tendencia común a varias sectas, principalmente gnósticas cuyo ascetismo se basaba en las opiniones heréticas respecto al origen de la materia.

HISTORIA

El abstenerse del uso de algunas criaturas, porque se pensaba que eran intrínsecamente malas, es más antiguo que el cristianismo. El pitagorismo, el esenismo, el ascetismo indio revelaron esta tendencia errónea y los ascéticos indios son de hecho citados por San Clemente de Alejandría como los predecesores de los encratitas (Stromata I.15). Aunque San Pablo se refiere a gente, ya en su tiempo que “prohíben el matrimonio y el uso de alimentos” (1 Tim. 4,1-5), la primera mención de una secta cristiana de este nombre aparece en San Ireneo (I, XXVIII). Él relaciona su origen con Saturnino y Marción. “Al rechazar el matrimonio, ellos implícitamente acusan al Creador, quien los hizo varón y mujer. Al privarse de toda ’émpsucha (comida animal e intoxicantes) ellos son ingratos hacia Él que creó todas las cosas”. “Y ahora” continúa Ireneo, “ellos rechazan la salvación del primer hombre (Adán); una opinión introducida recientemente por Tatiano, un discípulo de San Justino. Mientras estuvo con Justino no dio señales de estas cosas, pero después de su martirio Tatiano se separó de la Iglesia. Engreído y jactancioso por su profesorado, estableció alguna enseñanza de su propiedad. Inventó fábulas sobre algunos eones invisibles, como hacen los valentinianos; y proclamaron que el matrimonio es corrupción y fornicación, como hacen Marción y Saturnino, pero hizo de la negación de la salvación de Adán una especialidad propia.”

Los encratitas son mencionados luego por San Clemente de Alejandría (Pæd., II, II, 33; Stromata I.15; Stromata VII.17). El tercer libro completo de la Stromata está dedicado a combatir la falsa encrateia, o continencia, aunque no se menciona allí la secta especial de los encratitas. San Hipólito (Philos., VIII, XIII) se refiere a ellos como que “reconocen lo que concierne a Dios y a Cristo de igual modo que la Iglesia; sin embargo, respecto a su modo de vida, pasan sus días inflados con orgullo”; “se abstienen de comida animal, toman agua y prohíben el matrimonio”; “estimados cínicos en lugar de cristianos”. En la firmeza de este pasaje se supone que algunos encratitas eran perfectamente ortodoxos en doctrina, y erraban sólo en la práctica, pero tà perì toû theoû kaì toû christoû no necesariamente incluye la totalidad de la doctrina cristiana.

Un poco después esta secta recibió nueva vida y fuerza con la accesión de un tal Severo (Eusebio, Historia de la Iglesia, IV.29), por el cual los encratitas eran llamado a menudo severinos. Estos encratitas severinos aceptaban la Ley, los Profetas y los Evangelios, pero rechazaban el libro de los Hechos y renegaban de San Pablo y sus Epístolas. Pero la descripción de los severinos dada por Epifanio más bien revela al gnosticismo sirio que las tendencias judaizantes. En su odio por el matrimonio ellos declaraban a la mujer obra de Satanás, y en su odio por los intoxicantes llamaban al vino gotas de veneno de la gran Serpiente, etc. (Hær, XIV). Epifanio declara que en su tiempo los encratitas eran muy numerosos a través de Asia Menor, en Pisidia, en el distrito Adustán de Frigia, en Isauria, Panfilia, Cilicia y Galacia. En la provincia romana de Antioquia de Siria se encontraban dispersos aquí y allá. Ellos se separaron en un número de sectas más pequeñas de las cuales los apostolici fueron notables por su condenación de la propiedad privada; los hidroparastate, por el uso de agua en vez de vino en la Eucaristía.

En el edicto de 382, Teodosio pronunció sentencia de muerte contra todos los que tomaran el nombre de encratitas, sacofori o hidroparastate, y le ordenó a Floro, el Magister Officiarum, que hiciera una búsqueda minuciosa de estos herejes, quienes eran maniqueos disfrazados. Sozomeno (Historia de la Iglesia, V.11) habla de un encratita de Ancira en Galacia, llamado Busiris, que valientemente se sometió a los tormentos en la persecución de Juliano, y quien bajo Teodosio abjuró su herejía y volvió a la Iglesia Católica. Por otro lado, sabemos por Macario Magnes (cerca de 403---Apocr., III, XLIII) de un cierto Dositeo, que por el mismo tiempo escribió una obra en ocho libros en defensa de los errores encratitas. Para mediados del siglo V desaparecen de la historia, absorbidos probablemente por los maniqueos, con los cuales tenían tanto en común desde el principio.

ESCRITOS

Los encratitas desarrollaron una actividad literaria considerable. El primer escritor que salió en su defensa fue Tatiano en su libro “Concerniente a la Perfección Según el Salvador”, el cual San Clemente de Alejandría cita y refuta en Stromata III.12. Casi contemporáneo con él (cerca de 150 d.C.) estaba Julio Casiano, conocido como el fundador del docetismo (vea Docetas). Él escribió una obra “Concerniente a la Auto-Represión y Continencia”, de la cual Clemente y San Jerónimo han conservado algunos fragmentos (Stromata I.21; Eusebio, Praep. Ev., X, XII; Stromata III.13); Jerónimo, ad Gal., VI, VIII). Respecto a los ocho libros de Dositeo sabemos sólo que él sostenía que, como el mundo había comenzado por una relación sexual, tendría su fin por la continencia (encrateia); y que él se despotricaba contra los que tomaban vino y comían carne.

Entre las obras apócrifas que se originaron en los círculos encratitas se deben mencionar: El Evangelio Según los Egipcios, al cual se refirió Clemente (Stromata III.9.13), Orígenes (Hom. In I Luc.), San Hipólito (Philos., V, VII), el cual contenía un diálogo entre Jesús y Salomé, el cual era especialmente citado por los encratitas en condenación del matrimonio (la recién descubierta “Logia” probablemente pertenece a este evangelio); el Evangelio de Felipe, de Tomás, los Hechos de Pedro, de Andrés, de Tomás y otros apócrifos, promoviendo las opiniones gnóstico-encratitas.

Eusebio (Hist. Ecl. IV.2l.28) dice que Musano (179 ó 210 d.C.) escribió un libro muy elegante dirigido a algunos hermanos que habían caído en la herejía de los encratitas. Teodoreto (Hær. Fab., I, XXI) dice que Apolinaris de Hierápolis en Frigia (cerca de 171) escribió contra los encratitas severinos.


Bibliografía: SALMON en Dict. Chr. Biogr., s. vv., Encratites, Apostolici, Hydroprastatai, Tatian, Cassian; HARNACK, Historia del Dogma, tr., I; CRUTTWELL,; Una Historia Literaria del Cristianismo Primitivo (1893), I; HILGENFELD, Ketzergesch. des Urch. (1884); HARNACK, Gesch. der altchr. Lit. (Leipzig, 1893-97), I, 201 ss., II, 1, 408, 535; BARDENHEWER, Gesch. der altkirchl. Lit. (Friburgo, 1902), I, 243-5, 346, 386-391; IDEM, Patrología, SHAHAN tr. (Freiburg im Br., San Luis, 1908), 81, 92.

Fuente: Arendzen, John. "Encratites." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/05412c.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.