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Miércoles, 30 de octubre de 2024

Teodorico el Grande

De Enciclopedia Católica

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Teodorico el Grande fue rey de los ostrogodos; nació en 454 (?); murió el 26 de agosto de 526. Fue un hijo ilegítimo de Teodomiro, de la familia real ostrogoda de Amali. Cuando tenía 8 años fue llevado como rehén a la corte de Constantinopla, donde aprendió a comprender la educación dada por la civilización antigua. A los dieciocho años se le permitió regresar a casa y se convirtió en el líder de la gran horda de sus compatriotas, cuyo número creciente los llevaba a buscar nuevas tierras. Como rey de los ostrogodosa veces era aliado, a veces enemigo de los emperadores. Las inconsistencias de sus políticas podrían probablemente explicarse porque tenía como rival a otro Teodorico, llamado Estrabón (bizco), quien fue capaz de influenciar la corte de Constantinopla contra él. Cuando Estrabón murió en el 481, Teodorico el Grande recibió del emperador Zenón los títulos de patricius y magister militum y en el 484 fue nombrado cónsul.

Ahora Teodorico se vio obligado a salir con su propia gente a conquistar nuevos territorios; el emperador Zenón le sugirió el camino a seguir. Los ostrogodos debían expulsar el usurpador Odoacro, y así el emperador pensaba deshacerse de vecinos tan peligrosos. En 488 Teodorico comenzó su marcha con su propio pueblo y un gran número de rugios. En 489 venció a Odoacro en el Nonsa, más tarde en Verona, y en el 490 en el Adige. Luego lo sitió en Rávena y lo forzó a rendirse en el 493. Teodorico prometió a Odoacro tanto la vida como la libertad, pero lo asesinó en un banquete temiendo quizás que pudiera revelarse nuevamente.

Establecido así el dominio de Teodorico sobre Italia, de inmediato mostró su aprecio por la cultura antigua y la organización política del Imperio, y reclamó ser su lugarteniente y restaurador en Europa Occidental. Sus esfuerzos en esta capacidad fueron fielmente secundados por su ministro Casiodoro. Orgulloso de su nacionalidad gótica, Teodorico, a diferencia de los emperadores bárbaros anteriores, creía posible reconciliar los intereses romanos y germanos. Le parecía que su pueblo era igual al romano en antigüedad de descendencia y renombre militar, y se dio cuenta que su poder descansaba solamente en la destreza gótica. Aparentemente su reino era una continuación del Imperio Romano; en realidad su política estaba en directa y fundamental contradicción con la concepción romana, por la cual toda individualidad nacional debía perderse en el Estado como un todo. Teodorico se oponía a esta teoría de gobierno que perseguía el suprimir nacionalidades; tenía un profundo respeto por la independencia nacional y había tomado armas repetidamente para mantenerla.

Entre sus muchos planes estaba un gran proyecto para combinar en un armonioso sistema, alrededor de las costas del Mediterráneo, todas las conflictivas naciones bárbaras, y por esta razón repetidamente ayudaba al rey franco Clodoveo contra los alamanes y los visigodos. Basaba su autoridad para llevar a cabo esta amplia política no en su oficio de lugarteniente del emperador de Oriente, sino, como decía, en la leges gentium. No se conoce el grado preciso de su dependencia del Imperio Bizantino: seguramente reconocía su soberanía y deseaba mantener relaciones amigables con Constantinopla. Aun así, el “Variae” de Casiodoro, una colección de documentos del reinado de Teodorico, muestra que el creía firmemente que el Imperio Occidental continuaba en su persona. Los numerosos matrimonios entre su familia y las familias reales de otros reinos germánicos eran sin duda alguna con la intención de preparar el camino para la predominancia de su dinastía en Occidente. Sin embargo su supremacía estaba dividida: para los godos él era el rey, para los romanos era el patricio. Ambas naciones eran gobernadas por sus propias leyes. El Edictum Theodorici del 512 estaba destinado a introducir cierto grado de uniformidad en el derecho penal. Todos los decretos de Teodorico, incluyendo este código, eran en su lenguaje muy conciliadores hacia los romanos: la población romana debía considerar la supremacía gótica como garantía de su seguridad y prosperidad.

En realidad, el reinado de Teodorico parecía traer una vez más una era dorada a la muy maltratada península. Se trajeron de África expertos en perforaciones de pozos para ayudar a restaurar el cultivo del seco país donde los bosques habían sido derribados y los pantanos drenados. Se prohibieron los libros de magia y los teatros y se proclamaron edictos para la protección de los monumentos antiguos. La literatura romana floreció una vez más en Italia; su representante más brillante fue Boecio, quien supo combinar los elevados ideales del cristianismo con la dignidad de la filosofía antigua. Mientras toleraba la Iglesia católica, Teodorico se consideraba a sí mismo el protector del arrianismo; en consecuencia trató de intervenir diplomáticamente a favor de los arrianos que estaban siendo perseguidos por Justiniano I. . Sin embargo, permitió una completa libertad a la Iglesia Católica, por lo menos en lo que al dogma se refiere, a pesar de que se consideraba con derecho a elegir el Papa, o a actuar como árbitro entre Símaco y Laurencio y en general para traer a cualquier eclesiástico a juicio.

Este mismo rey que había venido a Italia como representante del emperador no debió, al final de su reinado, haber usado tan barbárica crueldad en la supresión de la revuelta nacional romana contra el gobierno gótico en la cual la oposición de la Iglesia Romana al arrianismo llevó al Papa, a Constantinopla y a los laicos educados a unirse. Se le ordenó al Senado, que en su capacidad judicial, procesara a aquellos implicados en la conspiración, y Boecio y su anciano suegro, el senador Símaco, fueron condenados a muerte. Teodorico sucumbió a los efectos de la amarga convicción de que su política conciliadora había fracasado, y de ahí en adelante su salud declinó. Fue sepultado en la verdadera tumba real de Rávena. Un tiempo más tarde el celo excesivo provocó la exhumación del rey arriano, pero continua viviendo en una maravillosa leyenda, que asume muchas formas, como el rey guerrero de la heroica era del pueblo alemán. En noches tormentosas los mendigos todavía susurran de Dietrich de Berne, como ellos llaman a Teodorico, cabalgando a través del aire con sus salvajes seguidores.


Bibliografía: CASSIODORUS, ed. MOMMSEN, Variæ (Berlin, 1894); MOMMSEN, Ostgotische Studien in Neues Archiv der Gesellschaft für ältere deustsche Geschichtskunde, XIV XV; HODGKIN, Italy and her Invaders (London, 1892—); VILLARI, Le invasione barbariche in Italia (Milan, 1905); HARTMANN, Geschichte Italiens im Mittelalter, I (Leipzig, 1897); PFEILSCHOFTER, Theodorich der Grosse (Mainz, 1910).

Fuente: Kampers, Franz. "Theodoric the Great." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14, págs. 576-577. New York: Robert Appleton Company, 1912. 22 dic. 2019 <http://www.newadvent.org/cathen/14576a.htm>.

Traducido por Sandra Lubreto. lmhm