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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Antífona

De Enciclopedia Católica

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(Del griego antiphonon, sonar contra, sonido responsivo, cantar frente a, canto alternado; latín, antiphona; francés, antienne).

Tal como se entiende comúnmente en la actualidad, una antífona consta de uno o más versos de un salmo o versículos de la Sagrada Escritura que se cantan o sólo se recitan antes y después de cada salmo y el Magníficat durante maitines y vísperas. El verso que sirve como texto de la antífona contiene el pensamiento principal del salmo al cual se le canta, e indica el punto de vista desde el que se ha de comprender. En otras palabras, da la clave para el significado litúrgico y místico del salmo con respecto a la fiesta en la cual se recita.

En un sentido más amplio el nombre antífona también se le aplicaba al introito, ofertorio y Comunión de la Misa en la Iglesia primitiva. Antiphona ad Introitum, es decir, la antífona cantada por el Schola Cantorum mientras el celebrante se preparaba para el Santo Sacrificio y durante su entrada solemne al santuario, se ha convertido en nuestro actual introito. Se afirma que se originó durante el pontificado del Papa San Celestino I (432) que ordenó que se cantaran los Salmos de David en forma de antífona antes del comienzo de la Misa. El verso utilizado como antífona sería recitado sobre una melodía independiente después de cada verso del salmo, que sería cantado de esa misma forma hasta el final, al menos que el celebrante diese la señal al prior chorae para que entonase la doxología, con la cual el Salmo terminaría y luego le seguiría la letanía o el Kirie.

Posteriormente, cuando se acortaron las ceremonias preliminares a las que esta elaborada ejecución estaba destinada a acompañar, la antífona se repetiría después de cada segundo, tercero o cuarto verso del salmo, antes y después del Gloria Patri y después del Sicut erat. Desde el Concilio de Trento, la antífona se ha cantado como se acostumbra hoy, es decir antes y después del salmo. Del salmo mismo, que originalmente se cantaba completo, solo un verso y la doxología se conservan para cualquier Introito, de modo que en lugar de ser el salmo el rasgo principal, la antífona es ahora de suma importancia. El actual Gradual Romano contiene solo algunos ejemplos de la manera antigua en que se cantaba el Introito. Uno de éstos es el modo en el que el Nunc Dimittis se canta durante la ceremonia de distribución de las velas benditas en la Fiesta de la Purificación de María. El verso, Lumen ad revelationem gentium, etc. se escoge como texto de la antífona y se repite después de cada verso hasta el final.

Las melodías para las cuales se cantan las antífonas, especialmente las que preceden a los salmos de vísperas, son generalmente simples. Rara vez tienen alguna palabra de dos o tres notas. Muchas de las melodías son completamente silábicas. Su importancia melódica consiste en que preparan la mente para el siguiente tono del salmo, para el cual forman una especie de preludio y de cuyo carácter participan. Se ha comprobado que solo existen cuarenta y siete melodías típicas, cada una de las cuales, con leves modificaciones melódicas, sirve para muchos textos diferentes. Un vestigio de la costumbre de repetir la antífona después de cada verso del salmo se halla en los diferentes finales de los tonos de un salmo. A veces una y a veces otra de las cuarenta y siete melodías de antífona típicas preceden a cualquier otro tono de salmo particular, de acuerdo con la fiesta y la temporada. Los diferentes finales de los tonos del salmo estaban destinados a facilitar la entrada de los cantantes en la nota inicial de la antífona, después de haber cantado un verso del salmo.

Las llamadas antífonas de la Virgen María: “Alma Redemptoris Mater”, “Salve Regina”, “Ave Regina Coelorum” y “Regina Coeli”, aunque originalmente cantadas en relación con los salmos, de los cuales deriva su nombre, se han cantado como cantos independientes desde el año 1239, cuando el Papa Gregorio IX ordenó que uno de ellos, de acuerdo a la temporada, se cantase al final del Oficio. En un manuscrito de San Gall del siglo XIII el “Alma Redemptoris” y la “Salve Regina” forman parte del Oficio para la Fiesta de la Anunciación de la Virgen María. Un manuscrito de París del siglo XII asigna el “Alma Redemptoris” y el “Ave Regina” al Oficio o a la Fiesta de la Asunción de María. En un antifonario del siglo XII que se encuentra en la Basílica de San Pedro en Roma, el “Regina Coeli” se le asigna a la octava de Pascua. Las melodías para estos textos están entre las más hermosas dentro del repertorio gregoriano. Como se destinaron para que la congregación las cantase, su construcción es sencilla y clara. Susurran un espíritu profundamente religioso y son medios eficaces para revelarle al cantor el contenido místico de los textos que musicalmente interpreta. Mientras que las cuatro antífonas en honor a la Virgen María y las que ocurren en la Misa han sido textos prolíficos para ambientes figurados tanto con los maestros de la polifonía clásica como con los escritores modernos, las que preceden a los salmos de vísperas son casi universalmente interpretadas mediante melodías gregorianas.


Bibliografía: WAGNER, Einfuhrung in die gregorianischen Melodien (Friburgo, 1901); Id., Neumenkunde (Friburgo, 1905); GEVAERT, Les origines du chant liturgique (Ghent, 1890); DUCHESNE, Christian Worship (2da Ed. Ing., Londres, 1904); KIENLE Choralschule (Friburgo, 1884).

Fuente: Otten, Joseph. "Antiphon." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01575b.htm>.

Traducido por José Nicomedes Ramírez Hernández. rc