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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Alfa y omega

De Enciclopedia Católica

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Vea también el artículo Alfa y Omega (en la Biblia)

En la teología judía

Cuando Dios pasó frente al rostro de Moisés en el Sinaí, el gran legislador de Israel exclamó: "Yahveh, Yahveh, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad" [(Éx. 34,6); en la Biblia de Douai, "Oh, Señor, el Señor Dios, misericordioso y clemente, paciente y lleno de compasión y verdad"]. El ser de Dios está lleno de bondad y verdad ---Plenitudo veri et boni en la traducción al latín. Estos son los principales atributos morales de Dios. Son el resultado inmediato de sus operaciones divinas, pues Dios es un espíritu infinitamente puro. Su ser es el intelecto y la voluntad. La verdad es el objeto final del intelecto; la bondad lo es de la voluntad. El poeta las alaba y las invoca en el salterio con afecto santo y amoroso, como por ejemplo en los Salmos 25(24),10; 40(39),11.12; 57(56),4.11; 85(84),11; 86(85),15; 117(116),2. De las dos perfecciones verdad y bondad, es la primera la que figura más alto. La verdad es la primera de todas las perfecciones.

La palabra hebrea para verdad es Emeth (hebreo, AMH). Está compuesta por tres letras: álef=alfa, mem=mi y tav=teta. El álef y la tav son la primera y la última letras del alfabeto hebreo, así como el alfa y la omega lo son del griego. Así el término Emeth (verdad) comienza con la primera letra del alfabeto y termina con la última. Esto llevó a los sabios judíos a encontrar un significado místico en esta palabra. La álef, o primera letra de Emeth (verdad), indica que Dios es el primero de todas las cosas. No hubo nadie antes que Él de quien pudiera haber recibido la plenitud de la verdad. La tav, o última letra, significa, de modo semejante, que Dios es la última de todas las cosas. No habrá nadie después de Él a quien pueda legarle. Así Emeth es una palabra sagrada que expresa que en Dios mora la verdad absolutamente y en toda su plenitud. Emeth, como lo dicen verdaderamente los teólogos judíos, es el signaculum Dei essentia (vea el Lexicón de Buxtori). En Yoma 69b. y en Sanh. 64a se relata lo siguiente: "Los hombres de la gran sinagoga oraron a Dios para que eliminara de la tierra al Espíritu del Mal, como la causa de todos los problemas. Un pergamino cayó inmediatamente del cielo con la palabra Verdad escrita en él y, acto seguido, salió un feroz león del santuario. Era el espíritu de la idolatría abandonando la tierra". "Esta leyenda enseña ", dice Hanina "que el sello de Dios es la verdad". (Enciclopedia Judía)

En el uso cristiano

La forma de expresar la eternidad de Dios por medio de la primera y la última letra del alfabeto parece haber pasado de la sinagoga a la Iglesia. Se sustituyó al alfa y la omega por el álef y la tav. Pero la sustitución de las letras griegas por las de la lengua hebrea causó inevitablemente la pérdida de una porción del significado y belleza de la forma de designar a Dios. Las letras griegas alfa y omega no guardan relación con la palabra “verdad”. Omega no es la última letra de la palabra aletheia (verdad), como lo es tav de la palabra Emeth. Tuvo que ser sacrificada la sagrada y mística palabra “verdad”, que a través de sus letras álef y tav expresa en hebreo el ser absoluto y eterno de Dios.

"Alfa-omega" (y su equivalente hebreo) significa una plenitud absoluta, o la perfección. Es un dicho judío que la bendición sobre Israel en Lev. 26,3-13 está completa porque comienza con álef y termina con tav. La perfección absoluta de Yahveh se expresa en Is. 41,4; 44,6, por medio de la frase, "Yo soy el primero y el último". Platón, ("De Legibus", IV, 715) describe a Dios de la misma manera: archen te kai teleuten kai mesa ton onton apanton echon, y cita esta frase como un palaios logos (Cf. también Josefo, C. Apion., II, XXIII). La frase expresa adecuadamente la idea de que Dios es eterno, el principio y el fin de todas las cosas. El Cuarto Evangelio, tras declarar que la "Palabra era Dios", dice: "y la Palabra habitó entre nosotros llena de gracia y verdad". La gracia representa a la bondad. La frase es idéntica a Éx. 34,6, "llena de bondad y verdad". Aquí tenemos dos grandes atributos divinos, verdad y bondad, asignados a Cristo en toda su plenitud. Lo que Moisés dijo de Dios, el evangelista lo dice de Cristo. En el Apocalipsis el "alfa-omega", toman el lugar de su equivalente hebreo, y aparece en el primer capítulo para designar a Dios (1,8); pero aparece en los últimos dos capítulos para designar a Cristo (Apoc. 21,6; 22,13). Es un argumento que el autor cree en la divinidad de Cristo.

En los primeros tiempos de la Iglesia el alfa y omega se usaban como el monograma de Cristo. Estas letras se convirtieron en su escudo. El poeta Prudencio dice, "Alpha et Omega cognominatus, ipse fons et clausula omnium quae sunt, fuerunt, quxque puesto futura sunt" (Cathemer., 9, 11). El símbolo alfa-omega era escrito bajo los brazos de la cruz dentro de un círculo o un triángulo. A veces, el alfa se encuentra a la derecha y la omega a la izquierda para indicar que en Cristo el principio y el fin se unen en uno. Este escudo se encuentra en las monedas de los emperadores Constante y Constancio (Martigny, 458-459). Los primeros cristianos tenían las dos letras grabadas en sus anillos de sellar (Vigouroux, Diccionario Bíblico)].

A veces el alfa y la omega aparecen escritos en el nimbo, o halo, del cordero; por ejemplo en las pinturas de las catacumbas de Pedro y Marcelino, siglo III. También encontramos estas dos letras en frescos y mosaicos de varias iglesias antiguas; por ejemplo, en la capilla de Santa Felícita y en San Marcos en Roma; en los mundialmente famosos mosaicos de Rávena, en Galla Placidia, San Crisólogo, San Vitale. Con el paso del tiempo el alfa y omega dejó de ser utilizado como el monograma de Cristo en las pinturas y ornamentos de la iglesia. Durante los últimos siglos las letras I.H.S. (vea abreviaturas eclesiásticas) han tomado su lugar completamente. Sin embargo, recientemente nos volvemos a encontrar con el antiguo lema en las puertas de tabernáculos y en los antipendios.


Fuente: Van den Biesen, Christian. "Alpha and Omega." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. 19 Dec. 2012 <http://www.newadvent.org/cathen/01332b.htm>.

Traducido por Marielle Schmitz San Martín. lhm