Espiritualismo
De Enciclopedia Católica
El término “espiritualismo” se ha usado a menudo para denotar la creencia en la posibilidad de comunicación con espíritus incorpóreos, y los diversos métodos utilizados para realizar la práctica de dicha creencia. El término "espiritismo", que se utiliza en Italia, Francia y Alemania, parece más apto para expresar este significado. El espiritualismo, entonces, se opone adecuadamente al materialismo. Podemos decir en general que el espiritualismo es la doctrina que niega que los contenidos del universo se limiten a la materia y a las propiedades y operaciones de esta. Afirma la existencia de seres reales (mentes, espíritus) de naturaleza radicalmente distinta a la materia.
Puede tomar la forma de idealismo espiritualista, que niega la existencia de cualquier ser material real fuera de la mente; o, mientras defiende la realidad del ser espiritual, también puede permitir la existencia separada del mundo material. Además, el espiritualismo idealista puede tomar la forma de monismo (por ejemplo, con Fichte), que enseña que existe una sola mente universal o ego del cual todas las mentes finitas son solo modos o etapas transitorios. O puede adoptar una teoría pluralista (por ejemplo, con Berkeley), que resuelve el universo en una Mente Divina junto a una multitud de mentes finitas en las que la primera infunde todas aquellas experiencias que generan la creencia en un mundo material externo independiente.
La segunda forma de espiritualismo, o moderada, aunque mantiene la existencia del espíritu, y en particular de la mente humana o alma, como un ser real distinto del cuerpo, no niega la realidad de la materia. De hecho, es la doctrina común del dualismo. Sin embargo, entre los sistemas de filosofía que se adhieren al dualismo, algunos conciben la separación o la mutua independencia del alma y el cuerpo como mayor y otros como menor. Con algunos filósofos de la primera clase, el alma y el cuerpo parecen haber sido considerados como seres completos simplemente unidos accidentalmente. Para ellos, una de las principales dificultades es dar una explicación satisfactoria de la interacción de dos seres tan radicalmente opuestos en su naturaleza.
Históricamente, encontramos a los primeros filósofos griegos tendiendo generalmente hacia el materialismo. La experiencia sensorial es más impresionante que nuestra consciencia racional superior, y la sensación está esencialmente ligada al organismo corporal. Aparentemente, Anaxágoras fue el primero entre los griegos en reivindicar el predominio de la mente o la razón en el universo. Sin embargo, fue más como un principio de orden dar cuenta de la disposición y el diseño evidentes en la naturaleza como un todo, que reivindicar la realidad de las mentes individuales distintas de los cuerpos que animan. Platón fue prácticamente el padre de la filosofía espiritualista occidental. Hizo hincapié en la distinción entre las funciones irracionales o sensuales y racionales del alma. No permitía que los elementos superiores del conocimiento o las "partes" superiores del alma fuesen explicadas en términos de las inferiores. Ambas subsisten en continua independencia y oposición. De hecho, el alma racional se relaciona con el cuerpo simplemente como el piloto con el barco o el jinete con su caballo.
Aristóteles reconoció plenamente la espiritualidad de la actividad racional superior del pensamiento, pero su tratamiento de su relación precisa con el alma humana individual es oscuro. Por otro lado, su concepción de la unión del alma y el cuerpo y de la unidad de la persona humana]] es muy superior a la de Platón. Aunque la vida futura del alma humana y, en consecuencia, su capacidad para una existencia separada del cuerpo, era una de las doctrinas más fundamentales e importantes de la religión cristiana, las ideas sobre el significado preciso de espiritualidad no eran claras al principio, y encontramos a varios de los primeros escritores cristianos (que aunque afirmaban la existencia futura del alma separada del cuerpo), concebían el alma de una manera más o menos materialista (cf. Justino, Ireneo, Tertuliano, Clemente, etc.). La doctrina filosófica católica del espiritualismo recibió gran parte de su desarrollo de San Agustín, el discípulo de la filosofía platónica, y recibió su compleción de Alberto Magno y Santo Tomás, quienes perfeccionaron el relato aristotélico de la unión del alma y el cuerpo.
El espiritualismo moderno, especialmente del tipo más extremo, tiene su origen en Descartes. Malebranche, e indirectamente Berkeley, que tanto contribuyó en la secuela del idealismo monista, están en deuda con Descartes, mientras que toda forma de dualismo exagerado, que aísla y contrasta mente y cuerpo, tiene su origen en él. A pesar de serias fallas y defectos en sus sistemas, debe reconocerse que Descartes y Leibnitz contribuyeron con gran parte de la resistencia más efectiva a la ola de materialismo que adquirió tanta fuerza en Europa a fines del siglo XVIII y durante la primera mitad del siglo XIX. En particular, Maine de Biran, que enfatizó la actividad interior y la espiritualidad de la voluntad, seguido por Jouffroy y Cousin, establecieron una oposición tan vigorosa al materialismo corriente que ganaron para sus teorías el título distintivo de "Espiritualismo". En Alemania, además de Kant, Fichte y otros idealistas monistas, encontramos a Lotze y Herbart, que defendían formas realistas de espiritualismo. En Inglaterra, entre los defensores más conocidos del espiritualismo dualista, se encontraban, en sucesión de la Escuela Escocesa, Hamilton y Martineau; y de escritores católicos, Brownson en Estados Unidos y W.G. Ward en Inglaterra.
Fuente: Maher, Michael, and Joseph Bolland. "Spiritualism." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14, págs. 229-230. New York: Robert Appleton Company, 1912. 2 julio 2021 <http://www.newadvent.org/cathen/14229a.htm>.
Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina