Johann Adam Möhler
De Enciclopedia Católica
Johann Adam Möhler: Teólogo, nació en Igersheim (Würtemberg), el 6 de abril de 1796; murió en Munich, el 12 de abril de 1838. El dotado joven estudió por primera vez en el gimnasio [N.T: gimnasio: escuela superior pública] en Mergentheim, y luego asistió al liceo en Ellwangen, donde se dedicó principalmente a los estudios en filosofía. En 1815 se cambió al estudio de la teología, y, después de salir del colegio teológico de Ellwangen, se fue a Tubinga a continuar sus estudios allí bajo los sabios profesores Drey y Hirscher. En 1818 entró al seminario en Rottenburg en el Neckar, fue ordenado sacerdote el 18 de septiembre de 1819, y fue enviado como cura encargado de Weilderstadt y luego a Riedlingen. En 1821 se convirtió en Repetent (tutor) en el Wilhelmstift en Tubinga, y durante más de un año se dedicó casi exclusivamente a la literatura clásica, en particular a la historia griega primitiva y a la filosofía. De este modo adquirió la agudeza y claridad de juicio, la delicadeza de la dicción, la habilidad en la exposición y el fino sentido de la estética que distinguen todos sus escritos y discursos. Pronto la Facultad de Teología de Tubinga le ofreció una plaza de tutor (Privatdozent) en historia eclesiástica, en preparación para la cual visitó las principales universidades de Alemania y Austria, donde se reunió con los más conocidos teólogos y pedagogos católicos y protestantes —Niemeyer, Gesenius, Planck, Schleiermacher, Marheineke, y en particular Neander, quien dejó una poderosa impresión en el joven.
Así equpado,comenzó sus conferencias, y pronto publicó su primer libro bajo el título de "Die Einheit in der Kirche oder dasPrinzip des Katholizismus, dargestellt im Geiste der Kirchenvater der drei ersten Jahrhunderte" (Tubinga, 1825). Fue aclamado con entusiasmo, y dio brillante evidencia del profundo conocimiento y la notable agudeza de ingenio del joven estudiante. En realidad, era un hijo de su tiempo, y dejó ver ciertos puntos de vista febronianos y algo de simpatía con el pseudo-reformismo del día, que los hermesianos luego le arrojaron y de lo que a menudo se arrepintió. Sin embargo, su libro no era simplemente un acto altamente intelectual, sino también altamente moral, y eso para muchos lectores, como el "Génie du christianisme" de Chateaubriand. A través de toda la obra se respira, por así decirlo, un nuevo espíritu "que parece anunciar un rejuvenecimiento de la Iglesia y de la ciencia teológica". Aquí no hay superficialidad o defensa especial: uno oye los acentos de la vida fresca, cristianismo pleno, tal como el profundo estudio de los Padres de la Iglesia le había revelado al autor. Para él, la unidad de la iglesia es de doble carácter: unidad de espíritu y unidad de cuerpo. La primera es la unidad mística en el Espíritu Santo que une a todos los fieles en una comunión; entonces la unidad mental de doctrina, es decir, la expresión comprehensiva de la mente cristiana en oposición a las múltiples formas de la herejía; y finalmente, unidad en multiplicidad, es decir, la preservación de la individualidad dentro de la unidad de todos los fieles. La unidad del cuerpo de la Iglesia se revela primero en el obispo, en quien es visible la unidad de la diócesis; a esta corresponden los círculos más amplios del sistema ’metropolitano y el concilio de todo el episcopado, y finalmente la primacía romana, cuyo desarrollo gradual Mohler ilustra desde la historia de la antigüedad cristiana y de la Edad Media.
Inmediatamente después de la aparición de su libro a Mohler le ofrecieron una posición en la Universidad de Friburgo; la rechazó, y como resultado fue nombrado profesor extraordinario en Tubinga en 1826. Después que hubo rechazado, dos años más tarde, otra oferta de Breslau, se convirtió en profesor ordinario en la facultad de teología de Tubinga, que le confirió el Doctorado en Teología. Poco antes había publicado su segunda obra: "Athanasius der Grosse und die Kirche seiner Zeit im Kamfe mit dem Arianismus" (Maguncia, 1827). Es un vivo retrato agradable del gran obispo de Alejandría (San Atanasio), el campeón de la ortodoxia en medio de los grandes conflictos eclesiásticos del siglo IV. Él lo retrata como el héroe de su tiempo, con un carácter que contrasta favorablemente con la actitud sombría de Arrio y la debilidad vacilante de Eusebio de Cesarea. Casi al mismo tiempo (Tübingen theologische Quartalschift, 1827-8) representó del mismo modo magistral una de las grandes figuras de la Edad Media, San Anselmo de Canterbury, como monje, erudito y defensor de la libertad eclesiástica.
Su estudio de la vida eclesiástica en los tiempos primitivos y medievales lo condujo naturalmente a un examen de las diferencias distintivas entre el catolicismo y el protestantismo. Publicó los resultados de su investigación en "Betrachtungen über den Zustand der Kirche im funfzehuten und zu Anfang des sechzehnten Jahrhunderts" (Gesammelte Schrfften, II, 1-34). Concluye que la Reforma, realmente necesaria en el siglo XVI, no se realizó de la forma correcta, sino que tomó más bien un carácter de un movimiento totalmente revolucionario, por el cual se perturbó el tranquilo desarrollo de la Iglesia medieval con todos sus elementos buenos, y puso fin a la unidad de la Iglesia. En relación con estas investigaciones comenzó —como lo había visto hacer en las universidades del norte de Alemania y, como había hecho su colega protestante de Tubinga, profesor Baur —conferencias sobre la antítesis entre el protestantismo y el catolicismo, o, como se suele decir, sobre el simbolismo. Por este término se entiende, a este respecto, las notas distintivas de una comunión eclesiástica dada, también ciertas fórmulas establecidas, legalmente consagradas, y de una manera general expresivas de la fe cristiana o de ciertas ideas dogmáticas fundamentales; o además, especialmente desde la Reforma (o más bien desde los siglos XVII o XVIII), las confesiones de fe que constituyen la forma o regla de creencia de los fieles de cualquier denominación religiosa.
De esta manera, el simbolismo, siendo la ciencia de los credos, es una ciencia teológica que compara un sistema religioso con otro sobre la base de sus credos, y así demuestra la verdad o falsedad de un credo particular. Mientras que el simbolismo —como se le llama ahora usualmente, simbolismo comparativo— no siempre ha sido reconocido como una ciencia teológica especial, hay rastros de él, incluso en la época cristiana primitiva. La Reforma creó las condiciones en medio de las cuales llegó a la madurez; y sus primeros representantes fueron probablemente el profesor protestante, Leonhard Rechtenbach, en su "Enciclopedia Symbolica" (Leipzig, 1612). Es cierto que, en su opinión, el oficio del simbolismo era simplemente familiarizar a uno con los propios libros simbólicos, sin prestar ninguna atención a los de otras denominaciones. El fundador del simbolismo científico en su sentido moderno fue el profesor de Göttingen, Planck, en su "Abriss einer historischen und vergleichenden Darstellung der dogmatischen Stesteme unserer verschiedenen christlichen Hauptpatheien" (Göttingen, 1796), el primer esfuerzo por una comprensión real de todos los credos cristianos en sus características distintivas. Marheineke fue más lejos en su "Christliche Symbolik oder historisch-kritische und dogmatische komparative Darstellung des katholischen, lutherischen,reformiecrten, und socinianischen Lehrbegriffes" (Heidelberg, 1810-13). Planck y Marheineke han hallado imitadores, aunque de menor importancia, que han continuado hasta tiempos recientes para tratar esto desde un punto de vista protestante.
Bibliografía: REITHMAY, Esquema biográfico en la quinta edición de el Symbolik; IDEM in Kirchenlex., (1893), s.v.; KIHN en RAICH, Ergänzungen (ult. ed., 1906), I-LIX; FRIEDRICH, J.A. Möhler, der Symboliker (Munich, 1894); KNOPFLER (Munich, 1896): MONATSIER (Lausanne, 1897), WAGENMANN-HAUCK en Realencykl fur prott. Theol., s.v.; GOYAU (París, 1905); SCHMID, Der geistige Entwicklungsgang Möhlers in Hist. Jahrb. (Munich, 1897), 322-56, 572-99.
Fuente: Schlager, Patricius. "Johann Adam Möhler." The Catholic Encyclopedia. Vol. 10, pp. 430-432. New York: Robert Appleton Company, 1911. 11 Oct. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/10430a.htm>.
Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina