Gloria
De Enciclopedia Católica
La palabra gloria tiene muchos matices de significado, los cuales desconciertan a los lexicógrafos que tratan de diferenciarlos exactamente. Como nuestro interés en ella aquí se centra en torno a su significado ético y religioso, se tratará sólo con referencia a las ideas que se le atribuyen en la Sagrada Escritura y en la teología.
En la Escritura
En la versión en inglés de la Biblia la palabra “gloria", una de las más comunes en la Escritura, se usa para traducir varios términos hebreos en el Antiguo Testamento, y el griego doxa en el Nuevo Testamento. A veces, las versiones católicas emplean resplandor, donde otras utilizan gloria. Cuando esto ocurre, el original significa, como lo hace a menudo en otros lugares, un fenómeno físico visible. Este significado se encuentra por ejemplo en Éxodo 24,16: “La gloria de Yahveh descansó sobre el monte Sinaí”; en Lucas 2,9, y en el relato de la Transfiguración en el Monte Tabor. En muchos lugares se emplea el término para denotar el testimonio que el universo creado da a la naturaleza de su Creador, al igual que un efecto revela el carácter de su causa.
Frecuentemente en el Nuevo Testamento significa una manifestación de la Divina Majestad, la verdad, la bondad o algún otro atributo a través de su Hijo encarnado, como, por ejemplo, en Juan 1,14: "(y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre), lleno de gracia y de verdad"; Lucas 2,32, "…luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel”; y en toda la oración de Cristo por sus discípulos, Juan 17. También aquí, como en todas partes, nos encontramos con la idea de que la percepción de esta verdad manifestada trabaja hacia una unión del ser humano con Dios. En otros pasajes gloria es equivalente a la “alabanza” rendida a Dios en reconocimiento de su majestad y perfecciones manifestadas objetivamente en el mundo, o por medio de la revelación sobrenatural: "Eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo”, Apoc. 4,11; "Dad gloria a Yahveh, aclamad su Nombre”, (Sal. 105(104),1).
El término se usa también para denotar el juicio sobre el valor personal, en cuyo sentido el griego doxa refleja el significado del verbo cognado dokeo: “¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios?” Jn. 5,44; y 12,43, “porque prefirieron la gloria de los hombres a la gloria de Dios”.
Finalmente, gloria es el nombre que se le da a la bienaventuranza de la vida futura, en la cual el alma está unida a Dios: “Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros” Rom. 8,18. “Porque la creación también será liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios”, ib., 21. Los textos citados arriba son representativos de una multitud de similares en tenor, dispersos a través de los escritos sagrados.
En la Teología
El concepto radical presente bajo diversas modificaciones en todas las expresiones anteriores es traducido por San Agustín como clara notitia cum laude, "celebridad brillante con alabanza". Los filósofos y teólogos han aceptado esta definición como el centro alrededor del cual ellos correlacionan su doctrina respecto a la gloria, divina y humana.
Gloria Divina
El Dios Eterno por un acto de su voluntad ha creado, es decir, ha traído a la existencia, a partir de la nada, todas las cosas que son. Inteligencia infinita, no podía actuar sin un propósito; tuvo un objetivo para su acción; creó con un propósito; destinó sus criaturas a algún fin. El fin es, pudo ser, no otro que Él mismo; pues nada existía excepto Él, nada excepto Él podía ser un fin digno de su acción. “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, dice el Señor Dios” (Apoc. 1,8); “El Señor ha hecho las cosas para sí mismo” (Prov. 16,4). ¿Creó entonces a las criaturas para derivar algún beneficio? ¿Para que, por ejemplo, como algunas teorías actuales pretenden, a través de la evolución de las cosas hacia una perfección más alta la suma de su Ser pueda ser ampliada o perfeccionada? ¿O que el ser humano al cooperar con Él podría ayudarle en la eliminación del mal que Él por sí mismo no es capaz de echar fuera? No; estas opiniones son incompatibles con el verdadero concepto de Dios. Infinito, Él posee la plenitud del Ser y la Perfección; Él no necesita nada, y no puede recibir ningún incremento complementario o agregado superfluo de excelencia desde el exterior. Omnipotente, no tiene necesidad de ninguna ayuda para ejecutar su voluntad.
Pero desde su infinitud Él puede dar y da; y todos hemos recibido de su plenitud. Todas las cosas son, solamente porque han recibido de Él; y la medida de su entrega constituye las limitaciones del ser de ellas. Al contemplar el océano sin límites de su realidad, Él lo percibe como imitable ad extra (N.T.: hacia afuera), como un fondo inagotable de ideas ejemplares que pueden, si Él quiere, ser reproducidas en un orden de existencia finita distinta de, aunque dependiente de la de Él, que derivan su dote de realidad de su plenitud infinita que al impartirla no sufre ninguna disminución. Él habló y fueron hechas. Todo lo que su fíat ha llamado a la existencia es una copia —realmente finita y muy imperfecta, pero verdadera dentro de sus límites— de algún aspecto de su perfección infinita. Cada una refleja en limitación fija algo de su naturaleza y atributos. Los cielos manifiestan su poder: los océanos de la tierra son
- …el glorioso espejo donde la forma del Todopoderoso se refleja en tempestades…
La flor del verano, aunque vive y muere sólo para sí misma, es un testigo silencioso ante Él de su poder, bondad, verdad y unidad; y el orden armónico que une todas las innumerables partes de la creación en un todo cósmico es otro reflejo de su unidad y de su sabiduría. Sin embargo, como cada parte de la creación es finita, así también es la totalidad; y por lo tanto su capacidad para reflejar el Prototipo Divino debe resultar en una representación infinitamente inadecuada del Gran Ejemplar. Sin embargo, la variedad inimaginable de cosas existentes transmite una vaga insinuación de aquel Infinito que debe siempre desafiar cualquier expresión completa externa a sí mismo. Ahora bien, esta revelación objetiva del Creador en términos de la existencia de las cosas es la gloria de Dios. Esta doctrina fue formulada con autoridad por el Concilio Vaticano I: "Si alguno dijere que el mundo no fue creado para la gloria de Dios, sea anatema." (Sesión III, C. I, can. 5).
Gloria Humana
Bibliografía: SANTO TOMÁS, I-I, QQ. XII, XLIV, XLV, XCIII, CIII; II-II, QQ, CIII, CXXXII, IDEM, Cont. Gent., tr. RICKABY, God and His Creatures, II, ch. Xlv; III, ch. XXVIII, XXIX, LVI-LXIII; IV, ch. LIV. Vea también libros de texto teológicos y filosóficos en los que se trata el tema bajo “Creación”, The End of Man, Eternal Life; WILHELM AND SCANNELL, Manual of Catholic Theology (Nueva York, 1899), vol. I, bk. III, pt. I; GRAY Y MASSIE en HAST., Dict. Of the Bible, s.v.; HASTINGS, A Dictionary of Christ and the Gospels (Nueva York, 1906), X. V.; PACE, The World-copy according to St. Thomas in The Catholic University Bulletin, vol. V.
Fuente: Fox, James. "Glory." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6, pp. 585-586. New York: Robert Appleton Company, 1909. 12 Sept. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/06585a.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina.