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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Sociedad

De Enciclopedia Católica

Revisión de 16:11 14 sep 2019 por Luz María Hernández Medina (Discusión | contribuciones) (Sociedades Convencionales)

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Definición

El término sociedad implica compañerismo, compañía, y siempre se ha concebido como una relación humana, y no como un rebaño de ovejas, una colmena de abejas o un apareamiento de animales salvajes. La definición aceptada de sociedad es una unión estable de una pluralidad de personas que cooperan para un propósito común de beneficio para todos. La plenitud de la cooperación involucrada se extiende naturalmente a todas las actividades de la mente, la voluntad y las facultades externas, proporcional al propósito común y al vínculo de unión: esto solo presenta un adecuado trabajo humano en conjunto.

Esta definición es tan antigua como los escolásticos y encarna el concepto histórico según lo define el razonamiento concluyente. Bajo tal razonamiento se ha convertido en la idea esencial de sociedad y permanece tan estable, a pesar de la perversión de los términos filosóficos como consecuencia de la posterior confusión del hombre con la bestia, el ganado y la piedra. Es a priori solo en la medida en que es corregida por las restricciones impuestas por las necesidades de la verdad conocida, y es una desviación del método inductivo en boga hoy en día solo para excluir rígidamente las aberraciones de tribus incivilizadas y razas degeneradas de los requisitos de la razón y la verdad básica. La inducción histórica tomada sola, mientras investiga las causas eficientes de la sociedad, aún puede perder su idea esencial, y está en peligro de incluir el abuso irracional con acción y desarrollo racional.

El primer requisito obvio en toda sociedad es la autoridad, sin la cual no puede haber una coordinación segura del esfuerzo ni la permanencia de la cooperación. No existirá una coordinación segura, ya que el juicio de los hombres diferirá en el valor relativo de los medios para el propósito común, la elección de los hombres variará sobre los medios de valor similar; y a menos que haya alguna jefatura, surgirá la confusión. No permanecerá la cooperación, pues los mejores hombres aflojan en sus resoluciones iniciales, y para mantenerlos en una tarea coordinada, se necesita una rienda firme y un estímulo constante. De hecho, aunque el hombre es renuente a entregar el más mínimo ápice de independencia y someter en lo más mínimo su libertad al mandato de otro, nunca ha habido en la historia del mundo un intento exitoso, ni siquiera serio, de esfuerzo cooperativo sin una guía autorizada (Vea AUTORIDAD CIVIL). Al comenzar con esta definición y requisito, la filosofía se enfrenta a dos tipos de sociedad, la artificial o convencional y la natural; y al seguir el tema, encuentra que esta última se diferencia en la sociedad doméstica, o la familia, sociedad civil, o el Estado y la sociedad religiosa, o la Iglesia. Cada una de ellas tiene un tratamiento especial bajo otros artículos (Vea FAMILIA; IGLESIA Y ESTADO, IGLESIA). Aquí, sin embargo, expondremos la base filosófica de cada una, y agregaremos a esto las teorías que han estado en boga durante los últimos tres siglos, aunque ahora se desmoronan bajo la tensión de los problemas modernos ante la barrera del juicio sereno.

Sociedades Convencionales

Al ser la pluralidad de personas, la comunidad de objetivos, la estabilidad del vínculo, la autoridad y cierta cooperación de esfuerzo elementos comunes a todas las formas de sociedad, la distinción debe provenir de las diferencias en el carácter del propósito y en la naturaleza del vínculo. Las aptitudes de la autoridad, así como las modificaciones en los detalles de la cooperación requerida, resultarán en cambios en el propósito y el alcance del vínculo. Según hay tantos objetos de deseo humano alcanzables por el esfuerzo común (y su nombre es legión, desde hacer dinero, que es quizás el más común hoy día, hasta rendir culto público a nuestro Creador, que seguramente es el más sagrado) así de múltiples son las asociaciones cooperativas de hombres. El carácter, así como la existencia de la mayoría de ellas, se deja en plena libertad a la elección humana. Estas pueden denominarse sociedades convencionales. El hombre no tiene ningún mandato para establecerlas, ni hay necesidad universal de ellas; las hace o deshace a su gusto. Sirven para un propósito pasajero, y al establecerlas, los hombres les dan el carácter exacto que juzgan actualmente adecuado para su propósito, y determinan como mejor les parezca los límites de autoridad, la elección de los medios, la extensión del vínculo que los mantiene unidos, así como sus propias reservas individuales. Todo en tal sociedad es de libre elección, excepto el hecho de que deben estar presente los requisitos esenciales de una sociedad.

Encontramos este tipo ejemplificado en un círculo de lectura, una sociedad mercantil o una organización benéfica privada. Por supuesto, al establecer tal sociedad, los hombres están bajo la ley natural del bien y el mal, y no puede haber un vínculo moral, por ejemplo, donde el propósito común es inmoral. También caen bajo las restricciones del derecho civil, cuando la existencia o acción de tal organización llega a tener una influencia, ya sea de promesa o de amenaza, sobre el bien común. En tal caso, el Estado establece sus requisitos esenciales para la formación de dichos organismos, y así llegamos a tener lo que se conoce como una sociedad legal, una sociedad, a saber, libremente establecida bajo la sanción y de acuerdo con los requisitos del derecho civil. Tales son las corporaciones mercantiles y organizaciones benéficas con estatuto civil.

Sociedades Naturales

Sociedad Natural por Mandato

Sociedad Natural en lo Esencial

La Familia, una Sociedad Natural

El Estado, una Sociedad Natural

Sociedad Religiosa De Facto, una Sociedad Natural

Teorías no Católicas

Bibliografía: SUÁREZ, De Opere Sex Dierum, V. VII; IDEM, Defensio Fidei, III, II, III; IDEM, De Legibus, III, ii, iii, iv; COSTA-ROSETTI, Philosophia Moralis (Innsbruck, 1886); DE HALLER, Restauration de la Science Politique; TAPARELLI, Diritto Naturale (Roma, 1855); MEYER, Institutiones Juris Naturalis (Friburgo, 1900); HOBBES, Leviathan (Cambridge University Press); ROUSSEAU, Du Contrat Social (París, 1896), The Social Contract, tr. TOZER (Londres, 1909); SPENCER, The Study of Sociology (Londres); COMTE, Les Principes du Positivisme; SCHAFFLE, Structure et La Vie du Corps Social; BLUNTSCHLI, The Theory of the State (traducción deOxford, Clarendon Press, 1901); STERRETT, The Ethics of Hegel (Boston, 1893); WOODROW WILSON, The Stale (Boston, 1909).

Fuente: Macksey, Charles. "Society." The Catholic Encyclopedia. Vol. 14, pp. 74-78. New York: Robert Appleton Company, 1912. 14 Sept. 2019 <http://www.newadvent.org/cathen/14074a.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina