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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Aclamación»

De Enciclopedia Católica

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(Lat. ad, a, aclamar,gritar).  
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(Latin ad, to, clamare, gritar).
En la vida cívica
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El mundo aclamado (en plural aclamaciones) fue usado en el latín clásico de la República de Romo como término general para una manifestación de sentimiento popular expresado por un grito.
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En  La  Vida  Civil:  La palabra  acclamatio (en plural, acclamationes) fue usada en el latín clásico de la República de [[Roma]] como un término general para cualquier manifestación de sentimiento popular expresada por un grito. En bodas, funerales, triunfos, etc. estas aclamaciones fueron generalmente limitadas a ciertas formas estereotipadas.  Por ejemplo, cuando la novia era conducida a la casa del esposo los espectadores gritaban:  Io Hymen, Hymenaee, o Talasse, o Talassio.  En un triunfo había un grito general de  Io Triumphe.  Un orador que ganaba la [[aprobación]] de sus oyentes era interrumpido con gritos de belle et festive, bene et praeclare, non potest melius,  algo parecido a cuando nosotros decimos “¡bravo, bravo!”  Bajo el imperio esas aclamaciones tuvieron un desarrollo notable, más particularmente en los circos y en el [[teatro]].  Al entrar el emperador la audiencia se levantaba y lo saludaba con gritos, los cuales en el tiempo de [[Nerón]] se redujeron a ciertas formas ordenadas  y eran cantadas en ritmo.  Además,  igual que los cañones de un saludo real, estos  gritos eran también prolongados y repetidos por un  número de veces definido y cuidadosamente registrado.  La misma [[costumbre]] invadió el senado, y bajo los Antoninos, parecería que tales expresiones de sentimiento colectivas  como serían hoy día incorporados a un discurso de felicitación o a un voto de censura, entonces tomaron la forma de aclamaciones que deben haber sido cuidadosamente  diseñadas de antemano y eran aparentemente gritadas a coro por la asamblea completa.  Lampridio conserva un gran ejemplo de aclamaciones denunciatorias que ciertamente  mejor podrían ser llamadas imprecaciones, cantadas en el senado después del asesinato del [[Emperador Cómodo]] (192).  El original ocupa muchas páginas; aquí bastan unas pocas cláusulas:    “En todos  lados hay estatuas del enemigo (es decir, Cómodo); en todos lados estatuas del parricida; en todos lados estatuas del gladiador.  Abajo las estatuas (v. [[escultura]]) de este gladiador y parricida.  Dejen que el asesino de su conciudadano sea arrastrado al polvo; dejen que las estatuas del gladiador sean arrastradas  por la rabera del carro.”   
  
En bodas, funerales, triunfos, etc. Estas aclamaciones fueron generalmente limitadas a ciertas formas estereotipadas.
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Más acordes a nuestro propósito presente, sin embargo, están las favorables aclamaciones del senado, tales como aquellas registradas por Lampridio en la elección de [[Alejandro Severo]]:  “Alejandro Augusto,  que los dioses te guarden. Por tu modestia, por tu [[prudencia]], por tu sencillez, por tu [[castidad]].  De esto entendemos qué clase de gobernante serás.  Por esto te damos la bienvenida.  Tú  demostrarás que el senado escoge bien sus gobernantes.  Tú probarás que el juicio del senado es del más alto valor.  Alejandro Augusto, que los dioses te guarden.  Dejen que Alejandro Augusto dedique los [[templos]] de los Antoninos.  Nuestro César, nuestro Augusto, nuestro emperador, que los dioses te guarden.  Qué tú vivas, que tú prosperes, que gobiernes por muchos años.
  
Por ejemplo cuando la novia estuvo siendo conducida a la casa de su esposo, los espectadores gritaban  Io Hymen, Hymenaee, o Talasse, o Talassio. En un triunfo había generalmente un grito de triunfo. Un orador quien ganaba la aprobación de sus oyentes fue interrumpido con gritos de bella y festiva, buena y preclara, non potest melius, y como donde nosotros podíamos decir “ Oye, oye” Bajo el imperio estas aclamaciones tomaron un desarrollo remarcable, mas particularmente en el circo y en el teatro. En la entrada la audiencia rosa del emperador  y saludándolo con gritos que en el tiempo de Nerón fueron reducidos a ciertas formas prescritas y fueron cantados en ritmos. Además, como las armas del saludo real, estos gritos fueron también prolongados y repetidos por un numero de veces  registradas definidas y cuidadosas. La misma costumbre invadió el senado y bajo los últimos Antoninos, podría ser vista como expresión colectiva de sentimientos como ahora ser incorporada en una dirección de felicitación o un voto de censura, entonces tomo la forma de aclamaciones que debe haber sido cuidadosamente trazada de antemano y fue aparentemente gritada en coros por toda la asamblea. Un largo espécimen de aclamaciones denunciatorias que verdaderamente pudieron ser mejor llamadas imprecaciones, cantadas en el senado después del asesinato del emperador Comodus (192) fue preservado por Lampridius. El original ocupo algunas paginas, unas pocas cláusulas podrían ser suficientes aquí.
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Es sólo del [[examen]] de los pocos ejemplos conservados que uno puede llegar a un entendimiento de la influencia que esta institución de las aclamaciones gritadas al unísono probablemente iba a ejercer sobre el desarrollo temprano de la [[liturgia]] cristiana.  El parecido general con algunas formas primitivas de [[letanía]] o ektene es  suficientemente llamativo, pero el tema es oscuro y nos debemos contentar principalmente aquí con las aclamaciones, más propiamente así llamadas, que tenían y aún tienen un lugar reconocido en la ceremonia de [[consagración]] de [[Papas]], emperadores, reyes, [[obispos]], etc., y aquellas que están registradas en las actas de ciertos concilios  primitivos.
  
En cada lado de las estatuas del enemigo Ejemplo (Comodus) en cada lado de las estatuas del parricida, en cada lado de la estatua del gladiador. Bajo con las estatuas de este gladiador y parricida. Deja la adulación de sus conciudadanos ser tirado en el polvo. Deja las estatuas del gladiador ser arrastrado por la cola de un carro.
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Desarrollo de las Aclamaciones Liturgicas:  Parece altamente probable  que las prácticas observadas en la elección de un emperador pagano (v. [[paganismo]]) eran prototipo de la mayoría de las aclamaciones litúrgicas  conocidas por nosotros hoy día.  En la larga descripción dada por Vopisco en la elección del Emperador Tácito (283) nos cuenta que Tácito al principio rechazó el [[honor]] en el senado por razón de su edad avanzada:  “éstas fueron las aclamaciones de los senadores,  ‘[[Trajano]], también  ascendió al imperio siendo anciano’ (diez veces);  ‘y Adriano accedió al imperio en su ancianidad’ (diez veces)….   ‘Usted dé órdenes, deje a los soldados pelear’ (treinta veces):  ‘Severo dijo:  La cabeza es la que reina, no los pies’ (treinta veces). ‘Es su [[mente]], no su cuerpo, lo que estamos eligiendo’ (veinte veces);  ‘Tácito Augusto, que los dioses lo guarden’.”  Entonces Tácito fue llevado al Campo Marcio para ser presentado a los soldados y a la gente.  “Tras lo cual la gente aclamó:  ‘Que los dioses te guarden muy felizmente, Tácito’, y lo demás que se dice por costumbre.
  
Más acordes con el propósito del presente artículo, sin embargo, son las favorables aclamaciones del Senado, tales como la registrada por Lampridio en la elección de Alejandro Severo:
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Los registros escasos que tenemos de la ceremonia en otros casos de la elección de un emperador  hacen claro que estas aclamaciones populares nunca fueron descontinuadas, aun después  de que la [[coronación]] asumió un [[carácter]] eclesiástico y era realizada  en la [[iglesia]].  Así los ritos oficiales que poseemos, uno de los cuales data del cierre del siglo XIII, explica cómo cuando la corona había sido impuesta:  “la gente  grita ‘[[Santo]], Santo, Santo’, y ’[[Gloria]] a [[Dios]] en el [[cielo]] y en la tierra paz’ tres veces.  Y si hay un príncipe que va ser coronado como consorte del imperio, el patriarca toma la segunda corona y se la entrega al emperador, y éste la impone y los dos coros gritan  ‘valioso’.”
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Después de esto seguía el acta imperial (aktologein es el término técnico en griego para el grito de estas aclamaciones) o laudes,  según eran llamadas en occidente.  Una especie de letanía que consistía de más de una partitura de versos era cantada (v. [[cantos litúrgicos]]) por los heraldos, mientras que la gente repetía cada verso una o tres veces después de los líderes.  En este encontramos tal pasaje como:  
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"muchos, muchos, muchos;
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R. "Muchos años, por muchos años,
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"Muchos años para ustedes, N. y N., autócratas de los romanos,
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R. "Muchos años para ustedes.
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"Muchos años para ustedes, Siervos del Señor,
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R. "Muchos años para ustedes." etc.
  
“Alejandro Augusto, que los dioses os guarden. Por vuestra modestia, vuestra prudencia; vuestro candor; por vuestra castidad. De aquello nosotros entendemos que clase de soberano será vuestra merced. Por ello le damos la bienvenida. Usted dará la impresión que el senado sabe escoger a sus gobernantes. Usted probará que el juicio del senado es de la mayor valía. Alejandro Augusto, que los dioses os guarden. Dejen a Alejandro Augusto dedicar los templos de los Antoninos. Oh! César, nuestro Augusto, nuestro Emperador, que los dioses os guarden. Que usted viva, que usted prospere, que usted gobierne por muchos años”.
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Casi contemporáneas con éstas son las aclamaciones encontradas en nuestro Pontifical Inglés Egbert (probablemente recopilado antes de 769), el cual, con otros [[manuscritos]], ha conservado para nosotros el relato detallado más antiguo de una coronación en occidente. El texto es un poco incierto, pero probablemente lee como sigue:  “Entonces deja a toda la gente  decir tres veces junto con los [[obispos]] y [[sacerdotes]]:  ‘Que nuestro rey, N., viva por siempre’  (Vivat Rex N. in sempiternum).  Y será confirmado sobre el trono del reino con la [[bendición]] de toda la gente mientras los grandes señores  lo besaban (v. [[beso]]), diciendo:  ‘Por siempre. [[Amén]], amén, amén’.”
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Hay también en el rito Egbertino una especie de letanías que se asemejan cercanamente a las aclamaciones imperiales antedichas, y esto puede ser comparado con el elaborado conjunto de laudes, técnicamente llamados así, los cuales pertenecen al tiempo de  [[Carlomagno]] y que han sido impresos  por Duchesne en su edición de las  [[Liber Pontificalis]], II, 37. En estas  laudes imperiales las palabras Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat (Cristo vence, [[Cristo]] reina, Cristo impera), casi siempre encuentran un lugar.  Se debe añadir que estas aclamaciones o alguna otra forma similar han sido conservadas hasta el presente en los rituales de  coronación orientales y en unos pocos de origen occidental, entre otros en el de [[Inglaterra]]. Así para la coronación del rey Eduardo VII en 1902 la ceremonia oficial tomó el siguiente giro:    “Cuando el homenaje termina, tocan los tambores, suenan las trompetas, y toda la gente grita:  ‘¡[[Dios]] salve al Rey Eduardo!    ¡Viva por siempre el Rey Eduardo!  ¡Que el Rey viva por siempre!’”
  
Esto solo forma un examen de pocos ejemplos preservado para nosotros, que uno pueda llegar y una no entendible influencia como esta institución de aclamaciones gritadas al unísono fueron como el ejercicio sobre el temprano desarrollo de la liturgia cristiana.  
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Para  Papas  Y  Obispos:  Fue natural que la práctica de aclamar no debía ser restringida a la [[persona]] del soberano  o a la ocasión de su elección.  Según leemos sobre el rey “usando su corona” durante grandes [[fiestas]] en ciertas ciudades favorecidas, una [[ceremonia]] que parece haber ascendido a una especie de coronación secundaria, así los laudes elaborados en honor del emperador a menudo se repetían en las festividades, especialmente en la Misa papal.  Pero además de esto, la práctica de aclamar al emperador en su elección se extendió al Papa y en algunos casos a los obispos.  En el caso del Papa nuestros testimonios no son  muy antiguos, pero el  "Liber Pontificalis"  en el siglo XIII frecuentemente alude a la práctica, asociando las palabras acclamationes y laudes  en muchas combinaciones;  mientras que en una fecha posterior tenemos el testimonio explícito de los “Ordines Romani.”  En el caso de la coronación de León (probablemente el cuarto Papa  con ese nombre), aprendemos que los líderes del pueblo de cada distrito  lo aclamaban  con las palabras:    “El señor Papa León, a quien [[San Pedro]] ha escogido para sentarse en su sede por muchos años.”  En el presente después del Gloria  y la Colecta de la [[Misa]] de Coronación, el señor [[cardenal diácono]], parado enfrente al Papa entronizado (v. [[entronización]]), canta las palabras  "Exaudi, Christe" (Bravo, oh, Cristo); a lo cual todos los presentes responden “Larga vida a nuestro Señor Pío quien ha sido nombrado Sumo Pontífice y Papa Universal.”  Esto se repite tres veces con algunas otras invocaciones, y luego se amplía a una corta letanía en la cual la repetición de cada título es contestada por la oración illum adjuva (Ayúdalo Tú).  Esta última forma reproduce cercanamente los laudes de la [[Edad Media]], cantados en la coronación de los reyes.  Aclamaciones similares parecen haber sido familiares desde tiempos muy antiguos en la elección de obispos,  aunque probablemente se puede ir más lejos para representarlas como formando parte del rito regularmente.  El caso clásico es aquel registrado por [[San Agustín]], quien propuso a Heraclio a la gente de Hipona como su sucesor.  Acto seguido él dice:  “La gente gritó:  ‘Gracias a Dios, Alabado sea Cristo.’  Esto fue dicho veintitrés veces.  ‘Bravo, oh, Cristo; larga vida a Agustín,’ dieciséis veces.  ‘Tú para  nuestro Padre, Tú para  nuestro Obispo’, veinte veces.    ‘Bien merecedor, verdaderamente digno’, cinco veces;” y así sucesivamente. (San Agustín, Epístola 212; P.L., XXXIII, 996).  En ésta, sin embargo, no había claramente nada litúrgico, a pesar del carácter  puede ser mejor reconocido  en los gritos de “él es valioso, él es digno, él es digno, por muchos años”, etc.,  el cual la gente en ciertos ritos antiguos eran  exhortados  a hacer cuando el obispo electo era presentado a ellos antes de su consagración.
  
La general semejanza con ciertas formas primitivas de letanía o ektene, es suficientemente notable, pero el sujeto es obscuro y nosotros podríamos contentarnos nosotros primariamente aquí con las aclamaciones, mas propiamente así llamadas, que tuvieron y aun tienen un lugar reconocido en el ceremonial de la consagración de papas, emperadores, reyes, obispos etc y esos también que fueron registrados en los actos de ciertos concilios tempranos.
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Concilios:    Nos ha llegado otras aclamaciones en las actas de algunos concilios primitivos.   Ellas parecen en muchos casos haber tomado la forma de lisonjas a los emperadores, y pueden quizás a menudo ser no más significativas que un brindis al rey y [[familia]] real en un banquete moderno. Pero leemos de otros gritos, por ejemplo, aquel en la primera sesión del [[Concilio de Calcedonia]] (octubre de 451) los Padres gritaban, respecto a [[Dióscoro]]:  “El  escarnecedor siempre huye. Cristo ha destituido a Diáscoro.  Cristo ha depuesto (v. [[deposición]])  al asesino”; u otra vez, “Este es sólo un veredicto;  este es sólo un [[concilio]]”; u otra vez  “Dios ha vengado a sus [[mártires]]”.  Sobre los otros significados que se le han dado a la palabra aclamación, algunos de ellos bastante forzados, no hay [[necesidad]] de hablar mucho. (1) El aplauso de la congregación que a menudo en tiempos antiguos interrumpía los [[sermones]] de los predicadores favoritos. (2) Las [[oraciones]] y buenos deseos encontrados sobre monumentos sepulcrales, etc.,  a los cuales algunas veces se les llama aclamación. (3) La breve formula litúrgica, tal como Dominus vobiscum, [[Kyrie Eleison]], [[Deo gratias]], etc. (4) Para elección por aclamación, vea [[elección]], [[conclave]] y [[Aclamación en Elecciones Papales]].  
 
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Fuente: CABROL in Dict. d archeol. chret., 240-265. Este artículo incluye una discusión de inscripciones, fórmulas litúrgicas y otros asuntos misceláneos.   Para el tema de Aclamaciones en los tiempos clásicos, cf. DAREMBERG AND SAGLIO, Dict. des Antiq., s.v.; PAULY-WISSOWA, Real-Encyclopedie der classischen Alterthumswissenschaft; MOMMSEN, Rom. Staatsrecht, III, 951, 349; PETER, Die Scriptores Hist. August. (Leipzig, 1892), 221 sqq.; HEER, in Philologus (supplementary vol.), IX (1904), 187 sqq. Para Coronaciones Imperiales y Papales, ver  Le Laudes nell' Incoronazione del Som. Pontifice, in La Civilta Cattolica, 15 Aug., 1903, 387-404; BRIGHTMAN, Coronaciones en el Imperio Bizantino, en Journ. of Theol. Studies, April, 1901; GRISAR, Analecta Romana (Rome, 1899), 229 sqq.; MARTENE, De Ant. Eccl. Rit. (1737), II, 578, 851-852; DIEMAND, Das Ceremoniell der Kaiserkronungen (Munich, 1894), 82; MASKELL, Monumenta Ritualia (2d ed., Oxford, 1882), II, 85; LEGG, Registros de Coronaciones Inglesas (Londres, 1901).
Crecimiento de Aclamaciones
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Thurston, Herbert. "Acclamation." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907.
 
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<http://www.newadvent.org/cathen/01097a.htm>.
Se  ve altamente probable que esas practicas observadas en la elección de emperadores paganos, fueran el prototipo de la mayoría de las aclamaciones litúrgicas que nosotros conocemos. A lo largo de las cuentas dadas por Vopiscus de la elección del emperador Tacitus (283) fuimos dichos que cuando Tacitus al principio declino el honor en el senado en la muestra de su avanzada edad, estoas fueron las aclamaciones de los senadores “Trajano, también accedió al imperio como un hombre viejo ( 10 veces) y Adriano accedió al imperio en su edad vieja ( 10 veces) Diste ordenes de dejar a los soldados pelear ( 30 veces) Severo dijo, es la cabeza del reino, no los pies, ( 30 veces) Es tu opinión, no tu cuerpo, nosotros elegimos ( 20 veces) Tacito Augusto, podría guardar Dios a ti.
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Traducido por Patricia Reyes.  Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina.
 
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Entonces Tácito fue tomado afuera del Campo Marte  para ser presentado a los soldados y la gente.
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Desde ahí la gente lo aclamo. “ Mas felizmente podría dios guardarte Tacitus” y el resto como es acostumbrado decir.
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Los sutiles registros que poseemos del ceremonial en otros casos de elección de un emperador hace claro eso, estas aclamaciones populares nunca fueron descontinuadas aun después de la coronación asumidas en el carácter eclesiástico y fue llevado fuera de la iglesia. Estos los rituales oficiales nosotros poseemos en los cuales datan de cerca del siglo octavo, explican ahora cuando la corona fue impuesta.
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La gente grito “ Santo, santo, santo” y “gloria a Dios, en las alturas y paz en la tierra” tres veces. Y ahí es un príncipe coronado como consorte del Emperador, el patriarca tomo la segunda corona y manos al emperador y le impuso, y los dos coros gritaban benemérito.
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Después de esto siguió el acta imperial (aktologein es el termino técnico en griego para el grito de estas aclamaciones) o laúdes como ellas fueron llamadas en el Occidente. Una forma de letanía consistiendo de mas que una muestra de versos fue cantada con heraldos, mientras la gente repetía cada verso una o tres veces las canciones. En esto nosotros encontramos como pasajes, como “mucho, mucho , mucho.
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R Muchos años por muchos años,
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Largos años para ti N y N  autócratas de los romanos
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R “ Muchos años a ti. “Largos años a ti. Sirvientes del señor,
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R. Muños años a ti” etc.
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Casi contemporáneamente con estos son las aclamaciones encontradas en nuestro Egbert Ingles Pontificio (probablemente compilado antes de 769) que con otros ingleses MSS fue preservado de nosotros tempranamente detallada cuenta de la coronación en el Occidente. El texto es un poco incierto, pero probablemente fuera leído como sigue
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Entonces deja a toda la gente decir tres veces a lo largo con los obispos y los padres “Podría nuestro Rey N vivir por siempre “ Viva el rey N para siempre) y el debería ser confirmado sobre el trono del reinado con la bendición de toda la gente mientras los grandes señores lo besaban diciendo “ Para siempre Amen, amen, amen”
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Así es también en el ritual Egbertino una forma de letanía cercana pareciendo las aclamaciones imperiales justamente referidas, y esto podría ser comparado con la elaboración de series de laúdes, técnicamente llamados, que pertenecen al tiempo de Carlomagno y han sido impresos por Dúchense en su edición de Liberación Pontificia, II 37. En estos laúdes imperiales, las palabras Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera ( Cristo conquista, cristo reina, cristo manda) cercanamente siempre encuentra un lugar. Debería ser agregado esto estas aclamaciones o algo similar medida habiendo sido retenida hasta el día en el Oriente en coronaciones rituales y en poco de origen Occidental, entre otros en eso de Inglaterra. Estos por la coronación del Rey Eduardo VII en 1902, la ceremonia oficial dio la siguiente dirección.
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Cuando el homenaje fue terminado los golpes de tambores y trompetas sonaron y toda la gente grito, “ Dios salve al Rey Eduardo” “ Larga vida al rey Eduardo” Pueda el rey vivir por siempre”
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Para Papas y Obispos
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Fue natural que la practica de aclamaciones no debiera ser confinada a la persona del soberano o la ocasión de su elección. Solo como leer del rey “portando su corona” sobre los grandes festines en ciertas ciudades favorecidas, una ceremonia cuya vista había aumentado a una forma de coronación secundaria, así la elaboración de laúdes en honor del emperador fue a menudo repetido en festivales, especialmente en las misas papales. Pero mas que esto la practica de aclamaciones al emperador en su elección fue también extendido por el Papa y en algunos casos a simples obispos. En el caso del Papa nuestros testimonios no son muy viejos, pero la “ Liberación Pontificia” en el siglo octavo frecuentemente aluda a la práctica, asociando las palabras aclamaciones y laúdes en muchas combinaciones mientras en alguna fecha mas tardía tenemos el testimonio explicito de “las ordenes romanas” en el caso de la coronación de Leo (probablemente el cuarto Papa de ese nombre) nosotros aprendimos que los guías de la gente de cada distrito aclamándolo con las palabras “ El señor Leo, Papa, quien San Pedro ha escogido para sentarse en su santa sede  por muchos años. En el día presente, después del Gloria y la Colecta de la Misa de Coronación del señor Cardenal Deacon, parado ante el Papa entronado, canta las palabras “ Exaudi Cristo” (Oye o Cristo) al cual todos los presentes responden “ Larga vida a nuestro señor Pío, que ha sido señalado Supremo Pontífice y Papa Universal” Esto es repetido tres veces como algunas otras invocaciones y entonces expande en una corta letanía en la que la repetición de cada titulo es contestada por el padre tu iluminación ayuda ( Tu lo ayudas) Esta ultima medida cercana reproduce laúdes de la Edad media, cantada en la coronación de reyes. Similares aclamaciones son vistas tan familiares desde cada tiempo temprano en la elección de obispos, a pesar de que probablemente debería ser llevada mucho mas lejos a representarlos como formando parte regular del ritual. La instancia clásica es ese registro por San Agustín, quien propuso a Heraclio a la gente de Hippo como su sucesor. Thereupon, el dijo.
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La gente grito “ gracias a  Dios, Alabanza a Cristo” Esto fue dicho 23 veces “ Oye o Cristo, larga vida Agustino, 16 veces” A ti para nuestro padre, a ti para nuestro obispo veinte veces” “ Bien merecedor , verdaderamente digno “ cinco veces
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Y así en ( San Agustín Epist., 212; P.L., XXXIII, 966). En esto sin embargo había nada claramente litúrgico, a pesar de que el carácter podría quizá ser mejor reconocido en los gritos de “ El es digno, el es digno, por muchos años”  etc. Que la gente en ciertos ritos ancianos fueron dirigidos a hacer cuando el obispo electo fue presentado a ellos antes de su consagración.
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Concilios
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Otras aclamaciones encontramos en los actos de algunos de los tempranos concilios. Ellos parecen en la mayoría de los casos haber tomado la forma de cumplimientos a los emperadores y pueden a menudo quizá ser no mas significantes que un brindis al rey y familia real y un moderno banquete.
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Pero nosotros leemos de otros gritos para la instancia de que en la primera sesión del Concilio de Chalcedon (Octubre, 451) los padres gritaban mirando a Dioscurus, “ El burlón siempre corre. Cristo tiene destituido a Dioscurus, Cristo tiene destituidos a los asesinos” o nuevamente “ este es un justo veredicto. Este es un justo concilio” o nuevamente “ Dios tiene vengados a sus mártires” Sobre otros significados que han sido atacados de la aclamación del mundo algunos de ellos mas que extendidos no parece necesario hablar de duración (1) el aplauso de la congregación que a menudo en los antiguos tiempos interrumpió los sermones de sus predicadores favoritos (2) los predicadores y los buenos deseos encontrados sobre monumentos sepulcrales etc. A quienes el nombre aclamaciones es algunas veces dado (3) La breve fórmula litúrgica como Dominus vobiscum, Kyrie Eleison, Deo Gratias etc. (4) Por elección con aclamaciones ver elección, conclave y aclamación en elecciones papales.
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CABROL in Dict. d archeol. chret., 240-265. Este articulo incluye una discusión de inscripciones, formulas litúrgicas y otros materiales misceláneos. Para el sujeto de aclamaciones en tiempos clásicos cf. DAREMBERG AND SAGLIO, Dict. des Antiq., s.v.; PAULY-WISSOWA, Real-Encyclopedie der classischen Alterthumswissenschaft; MOMMSEN, Rom. Staatsrecht, III, 951, 349; PETER, Die Scriptores Hist. August. (Leipzig, 1892), 221 sqq.; HEER, in Philologus (supplementary vol.), IX (1904), 187 sqq. For CORONATIONS IMPERIAL AND PAPAL, see Le Laudes nell' Incoronazione del Som. Pontifice, in La Civilta Cattolica, 15 Aug., 1903, 387-404; BRIGHTMAN, Byzantine Imperial Coronations, in Journ. of Theol. Studies, April, 1901; GRISAR, Analecta Romana (Rome, 1899), 229 sqq.; MARTENE, De Ant. Eccl. Rit. (1737), II, 578, 851-852; DIEMAND, Das Ceremoniell der Kaiserkronungen (Munich, 1894), 82; MASKELL, Monumenta Ritualia (2d ed., Oxford, 1882), II, 85; LEGG, English Coronation Records (London, 1901).
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HERBERT THURSTON
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Patricia Reyes
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Última revisión de 22:39 20 sep 2008

(Latin ad, to, clamare, gritar).

En La Vida Civil: La palabra acclamatio (en plural, acclamationes) fue usada en el latín clásico de la República de Roma como un término general para cualquier manifestación de sentimiento popular expresada por un grito. En bodas, funerales, triunfos, etc. estas aclamaciones fueron generalmente limitadas a ciertas formas estereotipadas. Por ejemplo, cuando la novia era conducida a la casa del esposo los espectadores gritaban: Io Hymen, Hymenaee, o Talasse, o Talassio. En un triunfo había un grito general de Io Triumphe. Un orador que ganaba la aprobación de sus oyentes era interrumpido con gritos de belle et festive, bene et praeclare, non potest melius, algo parecido a cuando nosotros decimos “¡bravo, bravo!” Bajo el imperio esas aclamaciones tuvieron un desarrollo notable, más particularmente en los circos y en el teatro. Al entrar el emperador la audiencia se levantaba y lo saludaba con gritos, los cuales en el tiempo de Nerón se redujeron a ciertas formas ordenadas y eran cantadas en ritmo. Además, igual que los cañones de un saludo real, estos gritos eran también prolongados y repetidos por un número de veces definido y cuidadosamente registrado. La misma costumbre invadió el senado, y bajo los Antoninos, parecería que tales expresiones de sentimiento colectivas como serían hoy día incorporados a un discurso de felicitación o a un voto de censura, entonces tomaron la forma de aclamaciones que deben haber sido cuidadosamente diseñadas de antemano y eran aparentemente gritadas a coro por la asamblea completa. Lampridio conserva un gran ejemplo de aclamaciones denunciatorias que ciertamente mejor podrían ser llamadas imprecaciones, cantadas en el senado después del asesinato del Emperador Cómodo (192). El original ocupa muchas páginas; aquí bastan unas pocas cláusulas: “En todos lados hay estatuas del enemigo (es decir, Cómodo); en todos lados estatuas del parricida; en todos lados estatuas del gladiador. Abajo las estatuas (v. escultura) de este gladiador y parricida. Dejen que el asesino de su conciudadano sea arrastrado al polvo; dejen que las estatuas del gladiador sean arrastradas por la rabera del carro.”

Más acordes a nuestro propósito presente, sin embargo, están las favorables aclamaciones del senado, tales como aquellas registradas por Lampridio en la elección de Alejandro Severo: “Alejandro Augusto, que los dioses te guarden. Por tu modestia, por tu prudencia, por tu sencillez, por tu castidad. De esto entendemos qué clase de gobernante serás. Por esto te damos la bienvenida. Tú demostrarás que el senado escoge bien sus gobernantes. Tú probarás que el juicio del senado es del más alto valor. Alejandro Augusto, que los dioses te guarden. Dejen que Alejandro Augusto dedique los templos de los Antoninos. Nuestro César, nuestro Augusto, nuestro emperador, que los dioses te guarden. Qué tú vivas, que tú prosperes, que gobiernes por muchos años.”

Es sólo del examen de los pocos ejemplos conservados que uno puede llegar a un entendimiento de la influencia que esta institución de las aclamaciones gritadas al unísono probablemente iba a ejercer sobre el desarrollo temprano de la liturgia cristiana. El parecido general con algunas formas primitivas de letanía o ektene es suficientemente llamativo, pero el tema es oscuro y nos debemos contentar principalmente aquí con las aclamaciones, más propiamente así llamadas, que tenían y aún tienen un lugar reconocido en la ceremonia de consagración de Papas, emperadores, reyes, obispos, etc., y aquellas que están registradas en las actas de ciertos concilios primitivos.

Desarrollo de las Aclamaciones Liturgicas: Parece altamente probable que las prácticas observadas en la elección de un emperador pagano (v. paganismo) eran prototipo de la mayoría de las aclamaciones litúrgicas conocidas por nosotros hoy día. En la larga descripción dada por Vopisco en la elección del Emperador Tácito (283) nos cuenta que Tácito al principio rechazó el honor en el senado por razón de su edad avanzada: “éstas fueron las aclamaciones de los senadores, ‘Trajano, también ascendió al imperio siendo anciano’ (diez veces); ‘y Adriano accedió al imperio en su ancianidad’ (diez veces)…. ‘Usted dé órdenes, deje a los soldados pelear’ (treinta veces): ‘Severo dijo: La cabeza es la que reina, no los pies’ (treinta veces). ‘Es su mente, no su cuerpo, lo que estamos eligiendo’ (veinte veces); ‘Tácito Augusto, que los dioses lo guarden’.” Entonces Tácito fue llevado al Campo Marcio para ser presentado a los soldados y a la gente. “Tras lo cual la gente aclamó: ‘Que los dioses te guarden muy felizmente, Tácito’, y lo demás que se dice por costumbre.”

Los registros escasos que tenemos de la ceremonia en otros casos de la elección de un emperador hacen claro que estas aclamaciones populares nunca fueron descontinuadas, aun después de que la coronación asumió un carácter eclesiástico y era realizada en la iglesia. Así los ritos oficiales que poseemos, uno de los cuales data del cierre del siglo XIII, explica cómo cuando la corona había sido impuesta: “la gente grita ‘Santo, Santo, Santo’, y ’Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz’ tres veces. Y si hay un príncipe que va ser coronado como consorte del imperio, el patriarca toma la segunda corona y se la entrega al emperador, y éste la impone y los dos coros gritan ‘valioso’.” Después de esto seguía el acta imperial (aktologein es el término técnico en griego para el grito de estas aclamaciones) o laudes, según eran llamadas en occidente. Una especie de letanía que consistía de más de una partitura de versos era cantada (v. cantos litúrgicos) por los heraldos, mientras que la gente repetía cada verso una o tres veces después de los líderes. En este encontramos tal pasaje como: "muchos, muchos, muchos; R. "Muchos años, por muchos años, "Muchos años para ustedes, N. y N., autócratas de los romanos, R. "Muchos años para ustedes. "Muchos años para ustedes, Siervos del Señor, R. "Muchos años para ustedes." etc.

Casi contemporáneas con éstas son las aclamaciones encontradas en nuestro Pontifical Inglés Egbert (probablemente recopilado antes de 769), el cual, con otros manuscritos, ha conservado para nosotros el relato detallado más antiguo de una coronación en occidente. El texto es un poco incierto, pero probablemente lee como sigue: “Entonces deja a toda la gente decir tres veces junto con los obispos y sacerdotes: ‘Que nuestro rey, N., viva por siempre’ (Vivat Rex N. in sempiternum). Y será confirmado sobre el trono del reino con la bendición de toda la gente mientras los grandes señores lo besaban (v. beso), diciendo: ‘Por siempre. Amén, amén, amén’.” Hay también en el rito Egbertino una especie de letanías que se asemejan cercanamente a las aclamaciones imperiales antedichas, y esto puede ser comparado con el elaborado conjunto de laudes, técnicamente llamados así, los cuales pertenecen al tiempo de Carlomagno y que han sido impresos por Duchesne en su edición de las Liber Pontificalis, II, 37. En estas laudes imperiales las palabras Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat (Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera), casi siempre encuentran un lugar. Se debe añadir que estas aclamaciones o alguna otra forma similar han sido conservadas hasta el presente en los rituales de coronación orientales y en unos pocos de origen occidental, entre otros en el de Inglaterra. Así para la coronación del rey Eduardo VII en 1902 la ceremonia oficial tomó el siguiente giro: “Cuando el homenaje termina, tocan los tambores, suenan las trompetas, y toda la gente grita: ‘¡Dios salve al Rey Eduardo! ¡Viva por siempre el Rey Eduardo! ¡Que el Rey viva por siempre!’”

Para Papas Y Obispos: Fue natural que la práctica de aclamar no debía ser restringida a la persona del soberano o a la ocasión de su elección. Según leemos sobre el rey “usando su corona” durante grandes fiestas en ciertas ciudades favorecidas, una ceremonia que parece haber ascendido a una especie de coronación secundaria, así los laudes elaborados en honor del emperador a menudo se repetían en las festividades, especialmente en la Misa papal. Pero además de esto, la práctica de aclamar al emperador en su elección se extendió al Papa y en algunos casos a los obispos. En el caso del Papa nuestros testimonios no son muy antiguos, pero el "Liber Pontificalis" en el siglo XIII frecuentemente alude a la práctica, asociando las palabras acclamationes y laudes en muchas combinaciones; mientras que en una fecha posterior tenemos el testimonio explícito de los “Ordines Romani.” En el caso de la coronación de León (probablemente el cuarto Papa con ese nombre), aprendemos que los líderes del pueblo de cada distrito lo aclamaban con las palabras: “El señor Papa León, a quien San Pedro ha escogido para sentarse en su sede por muchos años.” En el presente después del Gloria y la Colecta de la Misa de Coronación, el señor cardenal diácono, parado enfrente al Papa entronizado (v. entronización), canta las palabras "Exaudi, Christe" (Bravo, oh, Cristo); a lo cual todos los presentes responden “Larga vida a nuestro Señor Pío quien ha sido nombrado Sumo Pontífice y Papa Universal.” Esto se repite tres veces con algunas otras invocaciones, y luego se amplía a una corta letanía en la cual la repetición de cada título es contestada por la oración illum adjuva (Ayúdalo Tú). Esta última forma reproduce cercanamente los laudes de la Edad Media, cantados en la coronación de los reyes. Aclamaciones similares parecen haber sido familiares desde tiempos muy antiguos en la elección de obispos, aunque probablemente se puede ir más lejos para representarlas como formando parte del rito regularmente. El caso clásico es aquel registrado por San Agustín, quien propuso a Heraclio a la gente de Hipona como su sucesor. Acto seguido él dice: “La gente gritó: ‘Gracias a Dios, Alabado sea Cristo.’ Esto fue dicho veintitrés veces. ‘Bravo, oh, Cristo; larga vida a Agustín,’ dieciséis veces. ‘Tú para nuestro Padre, Tú para nuestro Obispo’, veinte veces. ‘Bien merecedor, verdaderamente digno’, cinco veces;” y así sucesivamente. (San Agustín, Epístola 212; P.L., XXXIII, 996). En ésta, sin embargo, no había claramente nada litúrgico, a pesar del carácter puede ser mejor reconocido en los gritos de “él es valioso, él es digno, él es digno, por muchos años”, etc., el cual la gente en ciertos ritos antiguos eran exhortados a hacer cuando el obispo electo era presentado a ellos antes de su consagración.

Concilios: Nos ha llegado otras aclamaciones en las actas de algunos concilios primitivos. Ellas parecen en muchos casos haber tomado la forma de lisonjas a los emperadores, y pueden quizás a menudo ser no más significativas que un brindis al rey y familia real en un banquete moderno. Pero leemos de otros gritos, por ejemplo, aquel en la primera sesión del Concilio de Calcedonia (octubre de 451) los Padres gritaban, respecto a Dióscoro: “El escarnecedor siempre huye. Cristo ha destituido a Diáscoro. Cristo ha depuesto (v. deposición) al asesino”; u otra vez, “Este es sólo un veredicto; este es sólo un concilio”; u otra vez “Dios ha vengado a sus mártires”. Sobre los otros significados que se le han dado a la palabra aclamación, algunos de ellos bastante forzados, no hay necesidad de hablar mucho. (1) El aplauso de la congregación que a menudo en tiempos antiguos interrumpía los sermones de los predicadores favoritos. (2) Las oraciones y buenos deseos encontrados sobre monumentos sepulcrales, etc., a los cuales algunas veces se les llama aclamación. (3) La breve formula litúrgica, tal como Dominus vobiscum, Kyrie Eleison, Deo gratias, etc. (4) Para elección por aclamación, vea elección, conclave y Aclamación en Elecciones Papales. Fuente: CABROL in Dict. d archeol. chret., 240-265. Este artículo incluye una discusión de inscripciones, fórmulas litúrgicas y otros asuntos misceláneos. Para el tema de Aclamaciones en los tiempos clásicos, cf. DAREMBERG AND SAGLIO, Dict. des Antiq., s.v.; PAULY-WISSOWA, Real-Encyclopedie der classischen Alterthumswissenschaft; MOMMSEN, Rom. Staatsrecht, III, 951, 349; PETER, Die Scriptores Hist. August. (Leipzig, 1892), 221 sqq.; HEER, in Philologus (supplementary vol.), IX (1904), 187 sqq. Para Coronaciones Imperiales y Papales, ver Le Laudes nell' Incoronazione del Som. Pontifice, in La Civilta Cattolica, 15 Aug., 1903, 387-404; BRIGHTMAN, Coronaciones en el Imperio Bizantino, en Journ. of Theol. Studies, April, 1901; GRISAR, Analecta Romana (Rome, 1899), 229 sqq.; MARTENE, De Ant. Eccl. Rit. (1737), II, 578, 851-852; DIEMAND, Das Ceremoniell der Kaiserkronungen (Munich, 1894), 82; MASKELL, Monumenta Ritualia (2d ed., Oxford, 1882), II, 85; LEGG, Registros de Coronaciones Inglesas (Londres, 1901). Thurston, Herbert. "Acclamation." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/01097a.htm>. Traducido por Patricia Reyes. Revisado y corregido por Luz María Hernández Medina.