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[[Apologética|Apoligista]] cristiano del siglo IV.  El nombre Firmiano ha despistado a algunos autores que creen que él era un italiano de Ferno, mientras que él era un africano de nacimiento y pupilo de [[Arnobio]], quien enseñó en [[Sicca Veneria]].  Una inscripción hallada en [[Cirta]] en Numidia, la cual menciona a un cierto L. Caecilius Firminianus, ha llevado a la conclusión en algunas partes de que su [[familia]] pertenecía a ese lugar (Harnack, "Chronologie d. altchr. Lit.", II, 416).  Lactancio nació como [[Paganismo|pagano]] y en su juventud enseñó retórica en su lugar natal.  A pedidos del emperador [[Diocleciano]] se convirtió en profesor de retórica oficial de [[Nicomedia]].  Uno de sus poemas (Hodoeporicum) en un relato de su viaje desde [[África]] hasta su nuevo hogar.  Es probable que su [[conversión]] al [[cristianismo]] no se realizara sino hasta después de su traslado a Nicomedia.   
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[[apologética|Apologista]] cristiano del siglo IV.  El nombre Firmiano ha despistado a algunos autores que creen que él era un italiano de Ferno, mientras que él era un [[África {africano]] de nacimiento y pupilo de [[Arnobio]], quien enseñó en [[Sicca Veneria]].  Una inscripción hallada en [[Cirta]] en Numidia, la cual menciona a un cierto L. Caecilius Firminianus, ha llevado a la conclusión en algunas partes de que su [[familia]] pertenecía a ese lugar (Harnack, "Chronologie d. altchr. Lit.", II, 416).  Lactancio nació como [[paganismo|pagano]] y en su juventud enseñó retórica en su lugar natal.  A pedidos del emperador [[Diocleciano]] se convirtió en profesor de retórica oficial de [[Nicomedia]].  Uno de sus poemas (Hodoeporicum) en un relato de su viaje desde [[África]] hasta su nuevo hogar.  Es probable que su [[conversión]] al [[cristianismo]] no se realizara sino hasta después de su traslado a Nicomedia.   
  
Sin embargo, parece claro que él no pudo retener su posición como maestro público después de la publicación del primer edicto de Diocleciano contra los cristianos (24 de febrero de 303).  Después de su despido no era fácil hallar pupilos en esa ciudad griega que patrocinaran a un profesor de latín, y en consecuencia, se vio en tal pobreza que a veces no tenía para las necesidades básicas del diario vivir ([[San Jerónimo]], “Chron.”, ad. Ann. Abr. 2333).  En tales circunstancias trató de ganarse la vida escribiendo.  La [[persecución]] lo obligó a dejar Nicomedia y desde el inicio de hostilidades hasta quizás 311 ó 313 tuvo que buscar un hogar en cualquier otro sito.  La amistad del emperador Constantino lo levantó de la penuria y, a pesar de su edad (extrema senectute), fue nombrado tutor de latín de Crispo, el hijo del emperador.  Este nuevo nombramiento lo obligó a continuar su cargo en [[Trier]], donde pasó el resto de sus días.  Parece muy probable que su traslado a Trier no ocurrió hasta 317, cuando Crispo fue hecho César y enviado a dicha ciudad.  Crispo fue [[Homicidio|asesinado]] en 326, pero no se conocen las fechas ni circunstancias de la muerte de Lactancio.   
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Sin embargo, parece claro que él no pudo retener su posición como maestro público después de la publicación del primer edicto de Diocleciano contra los cristianos (24 de febrero de 303).  Después de su despido no era fácil hallar pupilos en esa ciudad griega que patrocinaran a un profesor de latín, y en consecuencia, se vio en tal [[Pobreza y Pauperismo |pobreza]] que a veces no tenía para las necesidades básicas del diario vivir ([[San Jerónimo]], “Chron.”, ad. Ann. Abr. 2333).  En tales circunstancias trató de ganarse la vida escribiendo.  La [[persecución]] lo obligó a dejar Nicomedia y desde el inicio de hostilidades hasta quizás 311 ó 313 tuvo que buscar un hogar en cualquier otro sito.  La amistad del emperador [[Constantino el Grande |Constantino]] lo levantó de la penuria y, a pesar de su edad (extrema senectute), fue nombrado tutor de latín de Crispo, el hijo del emperador.  Este nuevo nombramiento lo obligó a continuar su cargo en [[Tréveris]], donde pasó el resto de sus días.  Parece muy probable que su traslado a Tréveris no ocurrió hasta 317, cuando Crispo fue hecho César y enviado a dicha ciudad.  Crispo fue [[homicidio|asesinado]] en 326, pero no se conocen las [[Fechas y Datación |fechas]] ni circunstancias de la muerte de Lactancio.   
  
Como tantos otros [[Padres de la Iglesia|escritores cristianos primitivos]], Lactancio en todas sus obras revela su dependencia en los modelos clásicos y, fiel a los requisitos de su profesión, él es más refinado que profundo.  Muy bien se merece el título de “el Cicerón cristiano” otorgado a él por los [[Humanismo|humanistas]], pues él exhibe muchos de los defectos así como las gracias de su maestro.  La más antigua de sus obras existentes es el “de Opificio Dei”, escrita en 303 ó 304 durante la [[persecución]] de Diocleciano y dedicada a un antiguo pupilo, un cristiano rico llamado Demetrianio.  Los principios apologéticos que subyacen en todas las obras de Lactancio están bien establecidos en este tratado, que puede ser considerado como una introducción a toda su gran obra “Las Instituciones Divinas” (Divinarum Institutionum Libri VII), escrito entre 303 y 311.  Ésta es la más importante de todas las obras de Lactancio; es sistemática así como apologética y su intención era señalar la futilidad de las [[creencia]]s [[Paganismo|paganas]] y establecer la razonabilidad y [[verdad]] del [[cristianismo]].  Fue el primer intento de una exposición sistemática de la [[teología]] cristiana en [[latín]], y aunque iba dirigida a ciertos folletistas que ayudaban a los perseguidores mediante asaltos literarios sobre la [[Iglesia]], la obra fue planeada sobre un esquema lo suficientemente amplio para silenciar a todos sus oponentes.  Es en esta obra, mejor que en ninguna otra, donde se muestran las fortalezas y debilidades de Lactancio.  La belleza del estilo, lo escogido y adecuado de la terminología, no pueden esconder la falta de dominio del autor de los principios cristianos y su casi absoluta ignorancia de las [[Biblia|Escrituras]].  Los pasajes “dualistas y panegíricos” que han sido un acertijo para los estudiantes de Lactancio, evidentemente no son de su autoría, sino de la de alguien que vivió cerca de su tiempo, probablemente un retórico de Trier.   
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Como tantos otros [[Padres de la Iglesia|escritores cristianos primitivos]], Lactancio en todas sus obras revela su dependencia en los modelos clásicos y, fiel a los requisitos de su profesión, él es más refinado que profundo.  Muy bien se merece el título de “el Cicerón cristiano” otorgado a él por los [[humanismo|humanistas]], pues él exhibe muchos de los defectos así como las gracias de su maestro.  La más antigua de sus obras existentes es el “de Opificio Dei”, escrita en 303 ó 304 durante la [[persecución]] de [[Diocleciano]] y dedicada a un antiguo pupilo, un cristiano [[Uso de la Riqueza|rico]] llamado Demetrianio.  Los principios apologéticos que subyacen en todas las obras de Lactancio están bien establecidos en este tratado, que puede ser considerado como una introducción a toda su gran obra “Las Instituciones Divinas” (Divinarum Institutionum Libri VII), escrito entre 303 y 311.  Ésta es la más importante de todas las obras de Lactancio; es sistemática así como apologética y su [[intención]] era señalar la futilidad de las [[creencia]]s [[paganismo|paganas]] y establecer la razonabilidad y [[verdad]] del [[cristianismo]].  Fue el primer intento de una exposición sistemática de la [[Teología Dogmática |teología]] cristiana en [[Latín Eclesiástico |latín]], y aunque iba dirigida a ciertos folletistas que ayudaban a los perseguidores mediante asaltos literarios sobre [[la Iglesia]], la obra fue planeada sobre un esquema lo suficientemente amplio para silenciar a todos sus oponentes.  Es en esta obra, mejor que en ninguna otra, donde se muestran las fortalezas y debilidades de Lactancio.  La belleza del estilo, lo escogido y adecuado de la terminología, no pueden esconder la falta de dominio del autor de los principios cristianos y su casi absoluta [[ignorancia]] de las [[Biblia|Escrituras]].  Los pasajes “dualistas y panegíricos” que han sido un acertijo para los estudiantes de Lactancio, evidentemente no son de su autoría, sino de la de alguien que vivió cerca de su tiempo, probablemente un retórico de Tréveris.   
  
El “Epitome Divinarium Institutionum”, escrito por Lactancio mismo a petición de un amigo llamado Pentadio, es mucho más que una mera abreviación, sino más bien un tratamiento más resumido del asunto tratado en la obra más antigua.  Otro tratado, “De Ira Dei”, dirigido contra los [[Estoicismo|estoicos]] y [[Epicureísmo|epicúreos]], es un suplemento a la “Instituciones Divinas” (II, XVII, 5) y trata sobre el [[antropomorfismo]] en su [[verdad]]ero sentido.  Conociendo la tendencia de la mente de Lactancio, no sorprende que la única obra histórica que tengamos de su pluma, “De Mortibus Persecutorum”, tenga un carácter apologético.  En esta obra, nos da un relato sobre las horrorosas muertes de los principales perseguidores de los cristianos,  [[Nerón]], [[Domiciano]], [[Decio]], [[Valeriano]], [[Aureliano]], y los contemporáneos de Lactancio mismo, [[Diocleciano]], [[Maximiano]], [[Valerio Maximiano Galerio|Galerio]] y [[Cayo Valerio Daja Maximino|Maximino]].  A pesar de la predisposición manifiesta del autor, esta obra es de primordial importancia como una fuente sobre la última y más grande de las persecuciones, aunque, algo extraño, el estilo no es tan perfecto como podría esperarse.  El texto completo se halla en un solo [[manuscrito]] que lleva por título "Lucii Caecilii liber ad Donatum Confessorem de Mortibus Persecutorium".  Se han hecho muchos intentos para mostrar que la obra no fue escrita por Lactancio; sin embargo, las coincidencias de nombre, tanto de autor como de recipiente, las similitudes en estilo y la línea de pensamiento entra ésta y otras obras de Lactancio, son demasiado llamativas para admitir tal posibilidad.  Harnack (Chronologie, II, 423) ha demostrado que no tienen ningún peso las dificultades cronológicas que Brandt pensó haber descubierto.   
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El “Epitome Divinarium Institutionum”, escrito por Lactancio mismo a petición de un amigo llamado Pentadio, es mucho más que una mera abreviación, sino más bien un tratamiento más resumido del asunto tratado en la obra más antigua.  Otro tratado, “De Ira Dei”, dirigido contra los [[Estoicos y Filosofía Estoica|estoicos]] y [[epicureísmo|epicúreos]], es un suplemento a la “Instituciones Divinas” (II, XVII, 5) y trata sobre el [[antropomorfismo]] en su [[verdad]]ero sentido.  Conociendo la tendencia de la [[mente]] de Lactancio, no sorprende que la única obra histórica que tengamos de su pluma, “De Mortibus Persecutorum”, tenga un carácter apologético.  En esta obra, nos da un relato sobre las horrorosas muertes de los principales perseguidores de los cristianos,  [[Nerón]], [[Domiciano]], [[Decio]], [[Valeriano]], [[Aureliano]], y los contemporáneos de Lactancio mismo, [[Diocleciano]], [[Maximiano]], [[Valerio Maximiano Galerio|Galerio]] y [[Cayo Valerio Daja Maximino|Maximino]].  A pesar de la predisposición manifiesta del autor, esta obra es de primordial importancia como una fuente sobre la última y más grande de las persecuciones, aunque, algo extraño, el estilo no es tan perfecto como podría esperarse.  El texto completo se halla en un solo [[manuscritos |manuscrito]] que lleva por título "Lucii Caecilii liber ad Donatum Confessorem de Mortibus Persecutorium".  Se han hecho muchos intentos para mostrar que la obra no fue escrita por Lactancio; sin embargo, las coincidencias de nombre, tanto de autor como de recipiente, las similitudes en estilo y la línea de pensamiento entre ésta y otras obras de Lactancio, son demasiado llamativas para admitir tal posibilidad.  Harnack (Chronologie, II, 423) ha demostrado que no tienen ningún peso las dificultades cronológicas que Brandt pensó haber descubierto.   
  
De los poemas atribuidos a Lactancio sólo uno, además del “Hodoeporicum”, es genuino, es decir, el “De Ave Phoelous”, un relato, en ochenta y cinco dísticos, sobre la fabulosa ave oriental que renace de sus propias cenizas cada mil años.  El poema “de Resurrectione” fue escrito por [[Venancio Fortunato]], y el “Passione Dominis” por un [[Humanismo|humanista]] [[Edad Media|medieval]].  [[San Jerónimo]] (De Vir. Ill., c. LXXX) menciona otras dos obras, “Symposium” y “Grammaticus”, que no han sido preservadas.
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De los poemas atribuidos a Lactancio sólo uno, además del “Hodoeporicum”, es [[auténtico |genuino]], es decir, el “De Ave Phoelous”, un relato, en ochenta y cinco dísticos, sobre la fabulosa ave oriental que renace de sus propias cenizas cada mil años.  El poema “de Resurrectione” fue escrito por [[Fortunato]], y el “Passione Dominis” por un [[Humanismo|humanista]] [[Edad Media|medieval]].  [[San Jerónimo]] (De Vir. Ill., c. LXXX) menciona otras dos obras, “Symposium” y “Grammaticus”, que no han sido preservadas.
  
  

Última revisión de 15:47 16 oct 2016

Apologista cristiano del siglo IV. El nombre Firmiano ha despistado a algunos autores que creen que él era un italiano de Ferno, mientras que él era un [[África {africano]] de nacimiento y pupilo de Arnobio, quien enseñó en Sicca Veneria. Una inscripción hallada en Cirta en Numidia, la cual menciona a un cierto L. Caecilius Firminianus, ha llevado a la conclusión en algunas partes de que su familia pertenecía a ese lugar (Harnack, "Chronologie d. altchr. Lit.", II, 416). Lactancio nació como pagano y en su juventud enseñó retórica en su lugar natal. A pedidos del emperador Diocleciano se convirtió en profesor de retórica oficial de Nicomedia. Uno de sus poemas (Hodoeporicum) en un relato de su viaje desde África hasta su nuevo hogar. Es probable que su conversión al cristianismo no se realizara sino hasta después de su traslado a Nicomedia.

Sin embargo, parece claro que él no pudo retener su posición como maestro público después de la publicación del primer edicto de Diocleciano contra los cristianos (24 de febrero de 303). Después de su despido no era fácil hallar pupilos en esa ciudad griega que patrocinaran a un profesor de latín, y en consecuencia, se vio en tal pobreza que a veces no tenía para las necesidades básicas del diario vivir (San Jerónimo, “Chron.”, ad. Ann. Abr. 2333). En tales circunstancias trató de ganarse la vida escribiendo. La persecución lo obligó a dejar Nicomedia y desde el inicio de hostilidades hasta quizás 311 ó 313 tuvo que buscar un hogar en cualquier otro sito. La amistad del emperador Constantino lo levantó de la penuria y, a pesar de su edad (extrema senectute), fue nombrado tutor de latín de Crispo, el hijo del emperador. Este nuevo nombramiento lo obligó a continuar su cargo en Tréveris, donde pasó el resto de sus días. Parece muy probable que su traslado a Tréveris no ocurrió hasta 317, cuando Crispo fue hecho César y enviado a dicha ciudad. Crispo fue asesinado en 326, pero no se conocen las fechas ni circunstancias de la muerte de Lactancio.

Como tantos otros escritores cristianos primitivos, Lactancio en todas sus obras revela su dependencia en los modelos clásicos y, fiel a los requisitos de su profesión, él es más refinado que profundo. Muy bien se merece el título de “el Cicerón cristiano” otorgado a él por los humanistas, pues él exhibe muchos de los defectos así como las gracias de su maestro. La más antigua de sus obras existentes es el “de Opificio Dei”, escrita en 303 ó 304 durante la persecución de Diocleciano y dedicada a un antiguo pupilo, un cristiano rico llamado Demetrianio. Los principios apologéticos que subyacen en todas las obras de Lactancio están bien establecidos en este tratado, que puede ser considerado como una introducción a toda su gran obra “Las Instituciones Divinas” (Divinarum Institutionum Libri VII), escrito entre 303 y 311. Ésta es la más importante de todas las obras de Lactancio; es sistemática así como apologética y su intención era señalar la futilidad de las creencias paganas y establecer la razonabilidad y verdad del cristianismo. Fue el primer intento de una exposición sistemática de la teología cristiana en latín, y aunque iba dirigida a ciertos folletistas que ayudaban a los perseguidores mediante asaltos literarios sobre la Iglesia, la obra fue planeada sobre un esquema lo suficientemente amplio para silenciar a todos sus oponentes. Es en esta obra, mejor que en ninguna otra, donde se muestran las fortalezas y debilidades de Lactancio. La belleza del estilo, lo escogido y adecuado de la terminología, no pueden esconder la falta de dominio del autor de los principios cristianos y su casi absoluta ignorancia de las Escrituras. Los pasajes “dualistas y panegíricos” que han sido un acertijo para los estudiantes de Lactancio, evidentemente no son de su autoría, sino de la de alguien que vivió cerca de su tiempo, probablemente un retórico de Tréveris.

El “Epitome Divinarium Institutionum”, escrito por Lactancio mismo a petición de un amigo llamado Pentadio, es mucho más que una mera abreviación, sino más bien un tratamiento más resumido del asunto tratado en la obra más antigua. Otro tratado, “De Ira Dei”, dirigido contra los estoicos y epicúreos, es un suplemento a la “Instituciones Divinas” (II, XVII, 5) y trata sobre el antropomorfismo en su verdadero sentido. Conociendo la tendencia de la mente de Lactancio, no sorprende que la única obra histórica que tengamos de su pluma, “De Mortibus Persecutorum”, tenga un carácter apologético. En esta obra, nos da un relato sobre las horrorosas muertes de los principales perseguidores de los cristianos, Nerón, Domiciano, Decio, Valeriano, Aureliano, y los contemporáneos de Lactancio mismo, Diocleciano, Maximiano, Galerio y Maximino. A pesar de la predisposición manifiesta del autor, esta obra es de primordial importancia como una fuente sobre la última y más grande de las persecuciones, aunque, algo extraño, el estilo no es tan perfecto como podría esperarse. El texto completo se halla en un solo manuscrito que lleva por título "Lucii Caecilii liber ad Donatum Confessorem de Mortibus Persecutorium". Se han hecho muchos intentos para mostrar que la obra no fue escrita por Lactancio; sin embargo, las coincidencias de nombre, tanto de autor como de recipiente, las similitudes en estilo y la línea de pensamiento entre ésta y otras obras de Lactancio, son demasiado llamativas para admitir tal posibilidad. Harnack (Chronologie, II, 423) ha demostrado que no tienen ningún peso las dificultades cronológicas que Brandt pensó haber descubierto.

De los poemas atribuidos a Lactancio sólo uno, además del “Hodoeporicum”, es genuino, es decir, el “De Ave Phoelous”, un relato, en ochenta y cinco dísticos, sobre la fabulosa ave oriental que renace de sus propias cenizas cada mil años. El poema “de Resurrectione” fue escrito por Fortunato, y el “Passione Dominis” por un humanista medieval. San Jerónimo (De Vir. Ill., c. LXXX) menciona otras dos obras, “Symposium” y “Grammaticus”, que no han sido preservadas.


Bibliografía: Monceaux, Histoire Littéraire de l'Afrique Chrétienne, II (Paris 1902); Brandt, Sitzungsberichte der philos. Hist. Klasse der Akad. Wiss., CXVIII, CXIX, CXX, CXXV, (Vienna, 1889-91). La mejor edición de las obras de Lactancio es la de Brandt y Laubmann, 2 vols. en Corpus Script. Eccl. Lat., XIX, XXVII (Viena, 1890-97)

Fuente: Healy, Patrick. "Lucius Caecilius Firmianus Lactantius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/08736a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina