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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Inscripción de Abercio»

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La '''Inscripción de Abercio''', un texto [[hagiografía |hagiográfico]] [[Grecia |griego]] que, sin embargo, ha sufrido alteraciones, y una [[Inscripciones Cristianas Primitivas |inscripción]] griega del siglo II nos han dado a conocer a un cierto Abercio, [[obispo]] de Hierópolis, en Frigia que, a mediados del siglo en cuestión, dejo su ciudad episcopal y visitó [[Roma]]. En su camino a casa viajó a través de [[Siria]] y [[Mesopotamia]], y fue recibido con grandes [[honor]]es en varios lugares. Él murió poco después de su retorno a Hierópolis, pero no antes de haber compuesto su propio epitafio, llevando la más vívida impresión de todo lo que él había admirado durante su estancia en Roma. Este epitafio bien pudo haber inspirado la ''Vida'' de Abercio tal y como ha llegado a nosotros, ya que todos sus detalles se pueden explicar por las alusiones contenidas en la inscripción, o de otro modo, pertenecen a la base común de todas las [[Leyendas de los Santos |leyendas de los santos]]. La Vida, de hecho, incluye una transcripción del epitafio.  
Un texto del hagiográfico griego que, sin embargo, ha sufrido alteraciones, y una inscripción griega del siglo segundo nos han dado ha conocer a un cierto Abercius, Obispo de Hierópolis, en Frigia que, a mediados del siglo en cuestión, dejo su ciudad episcopal y visitó Roma. En su camino a casa viajó a través de Siria y Mesopotamia, y fue recibido con gran honor en varios lugares. Él murió poco después de su retorno a Hierópolis, pero no antes de que hubiera compuesto su propio epitafio, llevando la más vívida impresión de todo lo que él había admirado durante su estancia en Roma. Este epitafio pudo haber inspirado "la Vida de Abercius" tal y como ha llegado a nosotros, desde todos sus detalles puede ser explicada por las alusiones contenidas en la inscripción, o el resto pertenece a la fundación común de todas las leyendas de los santos. La Vida, de hecho, incluye una transcripción del epitafio. Tillemont fue fuertemente golpeado por las ideas en ella expresadas, y Pitra se esforzó para demostrar su autenticidad y su importante repercusión en el simbolismo Cristiano. Renan consideró a la Vida y la inscripción como composiciones imaginativas, pero en 1882 un viajero inglés, W. Ramsay, descubrió en Kelendres, cerca de Synnada, en Phrygia Salutaris (Asia Menor), una estella Cristiana (tabla gravada) revelando la fecha del año 300 de la era del Phrygian (D.C. 216). La inscripción en cuestión trajo a la memoria un cierto Alejandro, el hijo de Antonio. De Rossi y Duchesne en seguida reconocieron en sus frases la expresa similar con aquéllas en el epitafio de Abercius. En comparación se encontró que la inscripción en la memoria de Alejandro correspondida, casi palabra por palabra, con los primero y últimos versos del epitafio del Obispo de Hieropolis; toda la media parte fue perdida. Sr. Ramsay, en una segunda visita al sitio de Hieropolis, en 1883, descubrió dos nuevos fragmentos cubiertos con las inscripciones, construidas en la albañilería de los baños públicos. Estos fragmentos que están ahora en el Museo Cristiano Vaticano completo la media parte de la estela inscrita con el epitafio de Abercius. Se hizo posible ahora, con la ayuda del texto conservado en La Vida, restaurar el texto original del epitafio con certeza práctica. Ciertas lacunae, letras que se borraron o cortaron por las rupturas en la piedra, han sido motivo de profundas discusiones, produciendo un texto que de aquí en adelante puede parecer seguro, y qué puede ser de gran ayuda utilizarlo aquí. Las letras mayúsculas al principio y el extremo de la inscripción representan las partes encontradas en la inscripción de Alejandro, el hijo de Antonio, los de la parte media son los fragmentos restantes del epitafio de Abercius, mientras que las letras minúsculas dan la lectura según los manuscritos de la Vida:
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" El ciudadano de una ciudad escogida, esto [el monumento] yo hice [mientras] viviendo, que allí yo podría tener a tiempo un lugar de descanso para mi cuerpo, [yo] comenzando por el nombre Abercius, el discípulo de un pastor santo que alimenta bandadas de ovejas [ambos] en las montañas y en llanuras que tienen grandes ojos que ven por todas partes. Para esto [pastor] me enseñó [que el] el libro [de vida] es digno de creencia. Y él me envió a Roma a que contemplara la majestad, y para ver a la reina vestida de oro y sandalias de oro; allí también vi a un personas que llevan una marca brillante. Y vi la tierra de Siria y todas [sus] las ciudades Nisibis [yo vi] cuando pasé por encima del Éufrates. Pero por todas partes yo tenía cofrades. . Yo tenía a Paulo. . . . La fe me llevó adelante por todas partes, y por todo lugar con tal de que mi comida fuera un pez de excedido tamaño, y perfección, que una virgen santa dibujó con sus manos de una fuente y esto [la fe] en la vida, da a sus amigos de comer, él que tiene vino de gran virtud, y dándolo mezclado con el pan. Estas cosas yo, Abercius, que he sido un testigo [de ellos] digo que está escrito aquí. Mismamente yo estaba atravesando mi setenta-segundo año. Él que discernió estas cosas, cada compañero-creyente [a saber], permítale orar por Abercius. Y nadie pondrá otra sepultura encima de mi tumba; pero si él lo hace, entonces él pagará a la tesorería de [el] los romanos dos mil pedazos de oro y a mi ciudad nativa buena de Hieropolis un mil pedazos de oro ".  
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[[Louis-Sébastien Le Nain de Tillemont |Tillemont]] se sorprendió fuertemente por las [[idea]]s allí expresadas, y [[Jean-Baptiste-François Pitra |Pitra]] se esforzó por [[prueba |probar]] su [[auténtico |autenticidad]] y su importante repercusión en el [[simbolismo]] [[cristianismo |cristiano]]. Renan consideró tanto la ''Vida'' como la inscripción como composiciones fantasiosas, pero en 1882 un viajero [[Inglaterra |inglés]], W. Ramsay, descubrió en Kelendres, cerca de [[Synnada]], en Frigia Salutaris ([[Asia Menor]]), una estela cristiana (tabla inscrita) que llevaba la [[Fechas y Datación |fecha]] del año 300 de la era frigia (216 d.C.). La inscripción en cuestión recuerda la memoria de un cierto Alejandro, hijo de Antonio.  [[Giovanni Battista De Rossi |De Rossi]] y Duchesne enseguida reconocieron en ella frases similares a aquéllas en el epitafio de Abercio.  Al compararlas se encontró que la inscripción en memoria de Alejandro correspondía, casi palabra por palabra, con el primero y últimos versos del epitafio del [[obispo]] de Hierópolis; faltaba toda la parte del medio.
  
La interpretación de esta inscripción ha estimulado esfuerzos ingeniosos y controversias muy animadas. En 1894 G. Ficker, apoyado por O. Hirschfeld, se esforzó por demostrar que Abercius era sacerdote de Cibeles. En 1895 À. Harnack ofreció una explicación que era suficientemente obscura, haciendo a Abercius representante de un enfermo-definido sincretismo religioso arbitrariamente combinado en tal una moda para explicar todas las porciones de la inscripción que eran inexplicables. En 1896, Dieterich hizo sacerdote de Attis a Abercius. Estas teorías creíbles se han refutado por varias arqueólogas lustradas, sobre todo por De Rossi, Duchesne, y Cumont. No hay allí ninguna necesidad de entrar en las preguntas sobre un cuarto u otro; las conclusiones siguientes son indiscutiblemente históricas. El epitafio de Abercius generalmente es, y con buena razón, considerado más viejo que el de Alejandro, el hijo de Antonio, es decir prior al año de Nuestro Señor 216. El asunto de él puede identificarse con un escritor nombrado Abercius Marcellus, el autor de un trabajo contra el Montanists, del cual algunos fragmentos han sido conservados por Eusebius. Como el tratado en cuestión fue escrito aproximadamente el año 193, el epitafio puede asignarse a los últimos años del segundo, o al principio del tercer, siglo. El escritor era obispo de un pequeño pueblo, su nombre esta mal dado en La Vida, desde que él pertenece a Hieropolis en Phrygia Salutaris, y no a Hierapolis en Phrygia Pacatiensis. La prueba de este hecho dada por Duchesne es todo aquello que podría ser deseado. El texto de la propia inscripción es de la más grande importancia posible en relación con el simbolismo de la Iglesia temprana. El poema de dieciséis versos que forman el epitafio que simplemente muestra que el idioma usado no es entendido por todos; Permita al hermano que entenderá esto orar por Abercius. La jornada del obispo a Roma se menciona meramente, pero en su camino a casa él nos da las fases principales de su itinerario. Él pasó a lo largo de la costa siria y, posiblemente, vino a Antioquia, thence a Nisibis, habiendo cruzado toda Siria, mientras su retorno a Hieropolis puede haber sido por vía de Edessa. La alusión a Sn. Paulo el Apóstol de quien un hueco en el texto hace indescifrable, puede haber dicho originalmente cómo el viajero siguió en su propio camino hacia su país las fases de Sn. Paulo la tercera jornada misionera llamada,: Issus, Tarsus, Derbe, Iconium, Antioquia en Pisidia, y Apamea Cibotus que lo traería en el corazón de Phrygia. La inscripción no da ningún testimonio de importancia para la Iglesia de Roma en el segundo siglo. Una mirada al texto nos permite notar: (1) la evidencia del bautismo que marca a las personas cristianas con su sello deslumbrante; (2) el cobertor de Cristiandad con cuyos miembros Abercius se encuentra por todas partes; (3) el recibimiento de Jesús Cristo, el Hijo de Dios y de Maria, en la Eucaristía, (4) bajo las especies de Pan y Vino. El culto litúrgico de Abercius no presenta ningún punto de interés especial; su nombre aparece la primera vez en los menologios griegos y synaxaries del décimo siglo, pero no se encuentra en el Martirologio de Sn. Jerome.
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El señor Ramsay, en una segunda visita al sitio de Hierópolis, en 1883, descubrió dos nuevos fragmentos cubiertos con [[Inscripciones Cristianas Primitivas |inscripciones]], construidas en la albañilería de los baños públicos. Estos fragmentos que están ahora en el [[Museos Cristianos |Museo Cristiano]] [[El Vaticano |Vaticano]], completaban la parte del medio de la estela inscrita con el epitafio de Abercio. Se hizo posible ahora, con la ayuda del texto conservado en la'' Vida'', restaurar el texto original del epitafio con [[certeza]] práctica. Ciertas ''lacunae'', letras borradas o cortadas por las rupturas en la piedra, han sido motivo de profundas discusiones, produciendo un texto que de aquí en adelante puede parecer seguro, y qué puede ser de gran ayuda darlo aquí. Las letras mayúsculas al principio y al final de la inscripción representan las partes encontradas en la inscripción de Alejandro, el hijo de Antonio, las de la parte media son los fragmentos restantes del epitafio de Abercio, mientras que las letras minúsculas dan la lectura según los [[manuscritos]] de la ''Vida'':
  
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::"El ciudadano de una ciudad escogida, este [monumento] yo hice [mientras] vivía, con tal de tener a tiempo un lugar de descanso para mi cuerpo, [yo] soy de nombre Abercio, el [[discípulo]] de un pastor [[santidad |santo]] que alimenta rebaños de ovejas [ambos] en las montañas y en llanuras, que tienen grandes ojos que ven por todas partes. Pues este [pastor] me enseñó [que el] el libro [de vida] es digno de [[creencia]].  Y me envió a [[Roma]] a que contemplara la majestad, y a ver a la reina vestida de oro y con sandalias de oro; allí también vi a [[persona]]s que llevan una marca brillante. Y vi la tierra de [[Siria]] y todas [sus] ciudades, [yo vi] a Nisibis cuando crucé el Éufrates. Pero por todas partes yo tenía hermanos.  Tenía a Pablo…  La [[fe]] me llevó adelante, y por todas partes me proveyó como comida un pez de gran tamaño, y perfecto, que una [[virginidad |virgen]] santa sacó con sus manos de una fuente y esto [fe] siempre le da a comer a sus amigos, al tener [[Vino de Altar |vino]] de gran [[virtud]], y al darlo mezclado con pan. Estas cosas yo, Abercio, habiendo sido [[testigo]] [de ellas] digo que está escrito aquí.  Verdaderamente yo estaba atravesando mi año número setenta y dos.  Él que discierna estas cosas, cada compañero-creyente [a saber], que [[oración |ore]] por Abercio. Y que nadie ponga otra sepultura encima de mi tumba; pero si lo hace, entonces él pagará a la tesorería de [los] romanos dos mil piezas de oro y a mi buena ciudad nativa de Hierópolis mil piezas de oro".
  
PITRA, in the Spicilegium Solesmense (Paris, 1855, III, 533; IV, 483); DUCHESNE, Abercius, eveque d'Hieropolis, in the Revue des questions historiques (1883), XXXIV, 533; LECLERCQ, in Dict. d arch ol. chr t. et de liturgie, I, 66- 87; LIGHTFOOT, Apostolic Fathers (London, 1889), II, i, 492-501.  
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La interpretación de esta [[Inscripciones Cristianas Primitivas |inscripción]] ha estimulado esfuerzos ingeniosos y controversias muy animadas. En 1894 [[Julius Ficker |G. Ficker]], apoyado por O. Hirschfeld, se esforzó por [[prueba |probar]] que Abercio era un [[sacerdote]] de Cibeles. En 1895 À. Harnack ofreció una explicación que era suficientemente obscura, al hacer a Abercio representante de un [[sincretismo]] [[religión |religioso]] mal definido arbitrariamente combinado de tal manera como para explicar todas las porciones de la inscripción que eran inexplicables.  En 1896, Dieterich hizo  a Abercio sacerdote de Attis. Estas teorías plausibles han sido refutadas por varios [[Arqueología Cristiana |arqueólogos]] eruditos, especialmente [[Giovanni Battista De rossi |De Rossi]], Duchesne y Cumont.  Ni tampoco hay más [[necesidad]] de entrar en las cuestiones surgidas en una parte u otra; las conclusiones siguientes son indiscutiblemente históricas.  El epitafio de Abercio generalmente es considerado, y con buena razón, más viejo que el de Alejandro, el hijo de Antonio, es decir, anterior al año 216 d.C.   Su tema puede identificarse con un escritor llamado Abercio Marcelo, autor de una obra contra los [[montanistas]], algunos fragmentos de la cual han sido conservados por [[Eusebio de Cesarea |Eusebio]]. Como el tratado en cuestión fue escrito aproximadamente el año 193, el epitafio puede asignarse a los últimos años del siglo II o comienzos del III.  El escritor era [[obispo]] de un pequeño pueblo, cuyo nombre se da mal en la Vida, ya que pertenece a Hiérópolis en Frigia Salutaris, y no a [[Hierápolis]] en Frigia Pacatiense. La [[prueba]] de este hecho dada por Duchesne es todo lo que se pudiese desear.
  
H. LECLERCQ.
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El texto de la [[Inscripciones Cristianas Primitivas |inscripción]] misma es de la mayor importancia posible en relación con el [[simbolismo]] de [[la Iglesia]] primitiva. El poema de dieciséis versos que forman el epitafio muestra claramente que el idioma usado no es entendido por todos;  que el hermano que entienda esto [[oración |ore]] por Abercio.   Simplemente se menciona el viaje del [[obispo]] a [[Roma]], pero en su camino a casa él nos da las fases principales de su itinerario. Pasó a lo largo de la costa de [[Siria]] y, posiblemente, llegó a [[Antioquia]], de ahí a [[Nisibis]], después de haber atravesado toda Siria, mientras que su retorno a Hierópolis puede haber sido por vía de [[Edessa]].  La alusión a [[San Pablo]] el [[apóstoles |Apóstol]], que un hueco en el texto hace indescifrable, puede haber dicho originalmente cómo el viajero siguió en su camino de vuelta las etapas del tercer viaje [[Misiones Católicas |misionero]] de San Pablo, es decir:  Issus, [[Tarso]], [[Derbe]], [[Iconio]], [[Antioquía#Antioquía de Pisidia |Antioquia de Pisidia]] y Apamea Ciboto que lo traería al corazón de Frigia. 
  
Traducido por: Rubén Israel Torres Reza
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La inscripción da testimonio de gran valor para la importancia de [[la Iglesia]] de [[Roma]] en el siglo II.  Una simple mirada al texto nos permite notar: (1) la evidencia del [[bautismo]] que marca a las [[persona]]s [[cristianismo |cristianas]] con su sello deslumbrante; (2) la difusión del [[cristianismo]] a cuyos miembros Abercio encuentra por doquiera; (3) el recibimiento de [[Jesucristo]], el [[Hijo de Dios]] y de [[María]], en la [[Eucaristía]], (4) bajo las especies de [[Panes de Altar |pan]] y [[Vino de Altar |vino]].
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El culto [[liturgia |litúrgico]] de Abercio no presenta ningún punto de interés especial; su nombre aparece por primera vez en los [[menologio]]s [[Grecia |griegos]] y [[sinaxarios]] del siglo X, pero no se encuentra en el [[Martirologio]] de [[San Jerónimo]].
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'''Bibliografía''': PITRA, en el  Spicilegium Solesmense (Par[is, 1855, III, 533; IV, 483); DUCHESNE, Abercius, évêque d'Hieropolis, in the Revue des questions historiques (1883), XXXIV, 533; LECLERCQ, in Dict. d'archéol. chrét. et de liturgie, I, 66- 87; LIGHTFOOT, Apostolic Fathers (Londres, 1889), II, I, 492-501.
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'''Fuente''':  Leclercq, Henri. "Inscription of Abercius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. 29 Aug. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/01040a.htm>.
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Traducido por  Rubén Israel Torres Reza

Última revisión de 00:16 30 ago 2016

La Inscripción de Abercio, un texto hagiográfico griego que, sin embargo, ha sufrido alteraciones, y una inscripción griega del siglo II nos han dado a conocer a un cierto Abercio, obispo de Hierópolis, en Frigia que, a mediados del siglo en cuestión, dejo su ciudad episcopal y visitó Roma. En su camino a casa viajó a través de Siria y Mesopotamia, y fue recibido con grandes honores en varios lugares. Él murió poco después de su retorno a Hierópolis, pero no antes de haber compuesto su propio epitafio, llevando la más vívida impresión de todo lo que él había admirado durante su estancia en Roma. Este epitafio bien pudo haber inspirado la Vida de Abercio tal y como ha llegado a nosotros, ya que todos sus detalles se pueden explicar por las alusiones contenidas en la inscripción, o de otro modo, pertenecen a la base común de todas las leyendas de los santos. La Vida, de hecho, incluye una transcripción del epitafio.

Tillemont se sorprendió fuertemente por las ideas allí expresadas, y Pitra se esforzó por probar su autenticidad y su importante repercusión en el simbolismo cristiano. Renan consideró tanto la Vida como la inscripción como composiciones fantasiosas, pero en 1882 un viajero inglés, W. Ramsay, descubrió en Kelendres, cerca de Synnada, en Frigia Salutaris (Asia Menor), una estela cristiana (tabla inscrita) que llevaba la fecha del año 300 de la era frigia (216 d.C.). La inscripción en cuestión recuerda la memoria de un cierto Alejandro, hijo de Antonio. De Rossi y Duchesne enseguida reconocieron en ella frases similares a aquéllas en el epitafio de Abercio. Al compararlas se encontró que la inscripción en memoria de Alejandro correspondía, casi palabra por palabra, con el primero y últimos versos del epitafio del obispo de Hierópolis; faltaba toda la parte del medio.

El señor Ramsay, en una segunda visita al sitio de Hierópolis, en 1883, descubrió dos nuevos fragmentos cubiertos con inscripciones, construidas en la albañilería de los baños públicos. Estos fragmentos que están ahora en el Museo Cristiano Vaticano, completaban la parte del medio de la estela inscrita con el epitafio de Abercio. Se hizo posible ahora, con la ayuda del texto conservado en la Vida, restaurar el texto original del epitafio con certeza práctica. Ciertas lacunae, letras borradas o cortadas por las rupturas en la piedra, han sido motivo de profundas discusiones, produciendo un texto que de aquí en adelante puede parecer seguro, y qué puede ser de gran ayuda darlo aquí. Las letras mayúsculas al principio y al final de la inscripción representan las partes encontradas en la inscripción de Alejandro, el hijo de Antonio, las de la parte media son los fragmentos restantes del epitafio de Abercio, mientras que las letras minúsculas dan la lectura según los manuscritos de la Vida:

"El ciudadano de una ciudad escogida, este [monumento] yo hice [mientras] vivía, con tal de tener a tiempo un lugar de descanso para mi cuerpo, [yo] soy de nombre Abercio, el discípulo de un pastor santo que alimenta rebaños de ovejas [ambos] en las montañas y en llanuras, que tienen grandes ojos que ven por todas partes. Pues este [pastor] me enseñó [que el] el libro [de vida] es digno de creencia. Y me envió a Roma a que contemplara la majestad, y a ver a la reina vestida de oro y con sandalias de oro; allí también vi a personas que llevan una marca brillante. Y vi la tierra de Siria y todas [sus] ciudades, [yo vi] a Nisibis cuando crucé el Éufrates. Pero por todas partes yo tenía hermanos. Tenía a Pablo… La fe me llevó adelante, y por todas partes me proveyó como comida un pez de gran tamaño, y perfecto, que una virgen santa sacó con sus manos de una fuente y esto [fe] siempre le da a comer a sus amigos, al tener vino de gran virtud, y al darlo mezclado con pan. Estas cosas yo, Abercio, habiendo sido testigo [de ellas] digo que está escrito aquí. Verdaderamente yo estaba atravesando mi año número setenta y dos. Él que discierna estas cosas, cada compañero-creyente [a saber], que ore por Abercio. Y que nadie ponga otra sepultura encima de mi tumba; pero si lo hace, entonces él pagará a la tesorería de [los] romanos dos mil piezas de oro y a mi buena ciudad nativa de Hierópolis mil piezas de oro".

La interpretación de esta inscripción ha estimulado esfuerzos ingeniosos y controversias muy animadas. En 1894 G. Ficker, apoyado por O. Hirschfeld, se esforzó por probar que Abercio era un sacerdote de Cibeles. En 1895 À. Harnack ofreció una explicación que era suficientemente obscura, al hacer a Abercio representante de un sincretismo religioso mal definido arbitrariamente combinado de tal manera como para explicar todas las porciones de la inscripción que eran inexplicables. En 1896, Dieterich hizo a Abercio sacerdote de Attis. Estas teorías plausibles han sido refutadas por varios arqueólogos eruditos, especialmente De Rossi, Duchesne y Cumont. Ni tampoco hay más necesidad de entrar en las cuestiones surgidas en una parte u otra; las conclusiones siguientes son indiscutiblemente históricas. El epitafio de Abercio generalmente es considerado, y con buena razón, más viejo que el de Alejandro, el hijo de Antonio, es decir, anterior al año 216 d.C. Su tema puede identificarse con un escritor llamado Abercio Marcelo, autor de una obra contra los montanistas, algunos fragmentos de la cual han sido conservados por Eusebio. Como el tratado en cuestión fue escrito aproximadamente el año 193, el epitafio puede asignarse a los últimos años del siglo II o comienzos del III. El escritor era obispo de un pequeño pueblo, cuyo nombre se da mal en la Vida, ya que pertenece a Hiérópolis en Frigia Salutaris, y no a Hierápolis en Frigia Pacatiense. La prueba de este hecho dada por Duchesne es todo lo que se pudiese desear.

El texto de la inscripción misma es de la mayor importancia posible en relación con el simbolismo de la Iglesia primitiva. El poema de dieciséis versos que forman el epitafio muestra claramente que el idioma usado no es entendido por todos; que el hermano que entienda esto ore por Abercio. Simplemente se menciona el viaje del obispo a Roma, pero en su camino a casa él nos da las fases principales de su itinerario. Pasó a lo largo de la costa de Siria y, posiblemente, llegó a Antioquia, de ahí a Nisibis, después de haber atravesado toda Siria, mientras que su retorno a Hierópolis puede haber sido por vía de Edessa. La alusión a San Pablo el Apóstol, que un hueco en el texto hace indescifrable, puede haber dicho originalmente cómo el viajero siguió en su camino de vuelta las etapas del tercer viaje misionero de San Pablo, es decir: Issus, Tarso, Derbe, Iconio, Antioquia de Pisidia y Apamea Ciboto que lo traería al corazón de Frigia.

La inscripción da testimonio de gran valor para la importancia de la Iglesia de Roma en el siglo II. Una simple mirada al texto nos permite notar: (1) la evidencia del bautismo que marca a las personas cristianas con su sello deslumbrante; (2) la difusión del cristianismo a cuyos miembros Abercio encuentra por doquiera; (3) el recibimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios y de María, en la Eucaristía, (4) bajo las especies de pan y vino.

El culto litúrgico de Abercio no presenta ningún punto de interés especial; su nombre aparece por primera vez en los menologios griegos y sinaxarios del siglo X, pero no se encuentra en el Martirologio de San Jerónimo.


Bibliografía: PITRA, en el Spicilegium Solesmense (Par[is, 1855, III, 533; IV, 483); DUCHESNE, Abercius, évêque d'Hieropolis, in the Revue des questions historiques (1883), XXXIV, 533; LECLERCQ, in Dict. d'archéol. chrét. et de liturgie, I, 66- 87; LIGHTFOOT, Apostolic Fathers (Londres, 1889), II, I, 492-501.

Fuente: Leclercq, Henri. "Inscription of Abercius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. 29 Aug. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/01040a.htm>.

Traducido por Rubén Israel Torres Reza