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Jueves, 21 de noviembre de 2024

San Anón

De Enciclopedia Católica

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San Anón (o Hanno) fue arzobispo de Colonia en 1055. De muy joven entró al estado eclesiástico, bajo la dirección de su tío, un canónigo de Bamberg. Anteriormente había adoptado la profesión de las armas. Sus logros, tanto en conocimientos sagrados como profanos, así como su inusual virtud, llamaron la atención del emperador Enrique III, quien lo llamó a la corte. Se dice que fue un hombre de presencia notablemente hermosa y de rara elocuencia y de una forma muy especial adaptado para grandes empresas. Amante del derecho y la justicia, los defendió impávidamente en todas las circunstancias.

Fue nombrado arzobispo de Colonia, y su consagración fue una escena de insólito esplendor, aunque muy penosa para él, ya que aceptó el cargo con la mayor renuencia. A la muerte de Enrique, la emperatriz Inés lo nombró regente de su imperio y le confió la educación del joven príncipe, luego Enrique IV, que ya estaba corrompido por los aduladores que le rodeaban. Pronto se descubrió que la severidad del arzobispo era desagradable para el príncipe, y fue privado de su cargo de regente, pero los desórdenes que siguieron a causa de las exacciones y la injusticia de los cercanos a Enrique se volvieron tan insoportables que en 1072 Anón nuevamente retomó las riendas del gobierno.

La Iglesia en esa época estaba desgarrada por los cismas de los antipapas. Anón se unió a Hildebrando y a San Pedro Damián en la obra de orden y reforma. Sin embargo, Hergenröther habla “del descontento de la corte de Alemania debido a las frecuentes y agudas reprensiones dirigidas al poderoso Anón por el Papa Nicolás II (1058-61) (Hist. De L´eglise, III, 283). Probablemente se debió a una petición para que se diera más poder a los emperadores alemanes en las elecciones papales. El sentimiento era tan amargo en Alemania que se hizo una unión con los malos elementos de Italia, y se propuso un antipapa en la persona de Cadalo, el obispo de Parma.

El Papa legítimo en esa época era Alejandro II (1061-73). En una gran asamblea celebrada en Augsburgo en 1062, Anón pronunció un discurso a favor de Alejandro; San Pedro Damián había convencido a la emperatriz Inés; pero la influencia de Adalberto, arzobispo de Hamburgo-Bremen, y otros prevaleció hasta tal punto que fue imposible separar por completo a Alemania de Cadalo, quien, sin embargo, murió cuatro años después. Según Hergenröther (Hist. De l´´eglise, III, 377), Anón compartía el nepotismo autocrático de los prelados, tan común entonces, y cita como ejemplo el caso de la entrega del arzobispado de Tréveris a su sobrino Cunón, quien debido a eso fue asesinado poco después de su nombramiento. Ya sea esto cierto o falso, sí hay certeza de que los cuidados del Estado no impidieron que Anón cumpliera con su deber como obispo.

Su oración era continua, sus austeridades extremas, su predicación incesante, su caridad inagotable. Reformó todos los monasterios de su diócesis y estableció cinco nuevos para los Canónigos Regulares y benedictinos. Murió el 4 de diciembre de 1075, y fue canonizado poco después.


Bibliografía: Hergenrother, Hist. de L'église; Butler, Lives of the Saints, 4 dic.; Michaud, Biog. Univ.

Fuente: Campbell, Thomas. "St. Anno." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907. 27 agosto 2020 <http://www.newadvent.org/cathen/01541b.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina