Siquem
De Enciclopedia Católica
(V.A. Shechem).
Ciudad israelita en la tribu de Efraín, primera capital del Reino de Israel. Su posición está claramente indicada en la Biblia: está situada al norte de Betel y Silo, en el camino alto que va de Jerusalén a los distritos del norte (Jueces 21,19), a una corta distancia de Mikmetat (Josué 17,7) y de Dotán (Génesis 37,12-17); estaba en el país montañoso de Efraín (Jos. 20,7; 21,21; 1 Reyes 12,25; 1 Crón. 6,67; 7,28), inmediatamente debajo del Monte Garizim (Jueces 9,6-7). Estas indicaciones fueron completadas por Josefo, quien dice que la ciudad estaba entre el Monte Ebal y el Monte Garizim, y por el mapa Medaba, que sitúa a Sychem, también llamada Sikima entre el Monte Gobel (Ebal) y el Monte Garizin (Garizim). Podemos por lo tanto admitir sin duda que Siquem estaba sobre (San Jerónimo, San Epifanio), o muy cerca de (Eusebio, “Onomast.”, Euchem; mapa Medaba), el lugar ocupado por el pueblo de Nablo, la Neápolis o Flavia Neápolis de la época cristiana primitiva.
Hay unos pocos que dudan que la ciudad de Siquem, cuyo nombre (Hebreo shékém---hombro, lomo) parece haber sido sugerido por la configuración del lugar, existiese en tiempos de Abraham, y piensan que aparece mencionada en Génesis 12,6, por anticipación; pero no puede haber duda tocante a su existencia en tiempos de Jacob (Gén. 33,18-19); ciertamente es mencionada en las Tablas de Tell el-Amarna (tabla 289) y es probablemente la Sakama del antiguo viajero egipcio Mohas (siglo XIV a.C.; Muller, "Asien u. Europ.", p. 394, Leipzig, 1893). Debido a su posición central, no menos que a la presencia en la vecindad de lugares santificados por la memoria de Abraham (Gén, 12,6-7; 34,5), Jacob (Gén. 33,18-19; 34,2, etc.), y José (Josué 24,32), la ciudad estaba destinada a jugar un importante papel en la historia de Israel. Ahí fue que, luego de la muerte de Gedeón, Abimélek, su hijo con una concubina siquemita, fue hecho rey (Jueces 9,1-6); pero tres años después la ciudad se levantó en rebelión y Abimélek la tomó, la destruyó completamente y quemó el templo de El-Berit a donde había huido la gente buscando seguridad.
No se sabe cuándo y quién reconstruyó la ciudad; de todos modos, luego de la muerte de Salomón, Siquem fue el lugar designado para la reunión del pueblo de Israel y la investidura de Roboam; la reunión finalizó con la secesión de las diez tribus norteas, y Siquem, fortificada por Jeroboam, se convirtió durante un tiempo en la capital del nuevo reino (1 Rey. 12,1; 14,17; 2 Crón. 10,1). Cuando los reyes de Israel se movieron primero a Tersa y luego a Samaria, Siquem perdió su importancia, y no oímos de ella hasta después de la caída de Jerusalén (587 a.C.; Jeremías 12,5). Los eventos relacionados con la restauración hubieron de llevarla de nuevo a la prominencia. Cuando, en su segunda visita a Jerusalén, Nehemías expulsó al nieto del sumo sacerdote Eliashib (probablemente el Manasés de Josefo, “Antiq., XI, VII, VIII), quien se negó a separarse de su esposa extranjera, la hija de Sanaballat, y con él los muchos judíos, sacerdotes y laicos que se alinearon con el rebelde, éstos se marcharon a Siquem; entonces se erigió un templo cismático en el Monte Garizim y así Siquem se convirtió en la “ciudad santa” de los samaritanos. Los últimos, que permanecieron sin ser molestados mientras que los judíos ortodoxos sufrían bajo la pesada mano de Antíoco IV (Antiq., XII, V, 5) y recibían con los brazos abiertos a todo renegado que viniese a Jerusalén (Antiq., XI, VIII, 7), cayeron en 128 a.C. ante Juan Hircano, y su templo fue destruido (“Antiq.”, XIII, IX, 1).
A partir de ese momento Siquem compartió el destino de las otras ciudades de Samaria, fue anexada con éstas a la provincia romana de Siria en tiempos de la deposición de Arquelao en el año 6 d.C. Sin duda, algunos de sus habitantes (dejaremos aquí por incierto si la Sicar de Juan 4,5 es la misma que Siquem o un lugar cerca de ésta) fueron del número de los “samaritanos” que creyeron en Jesús cuando Él permaneció dos días en la vecindad (Juan 4), y la ciudad debió haber sido visitada por los Apóstoles en su camino de Samaria a Jerusalén (Hechos 82,5). De los samaritanos de Siquem no pocos se levantaron en armas en el Monte Garizim en tiempos de la rebelión galilea (67 d.C.); muy probablemente la ciudad fue destruida en esa ocasión por Cerealis ("Bell. Jud.", III, VII, 32), y pocos años después Vespasiano construyó la nueva ciudad, Flavia Neápolis, a corta distancia al oeste de la antigua; unos cincuenta años después Adriano restauró el templo en el Monte Garizim y se lo dedicó a Júpiter (Dion Cass., XV, 12). Neápolis, como Siquem, tuvo muy temprano una comunidad cristiana y tuvo el honor de dar a la Iglesia su primer apologista, San Justino Mártir; incluso oímos de obispos de Neápolis ( Labbe, "Conc.", I, 1475, 1488; II, 325). En varias ocasiones los cristianos sufrieron grandemente a manos de los samaritanos, y en 474 el emperador, para vengar un ataque injusto de la secta, privó a estos últimos del Monte Garizim y se lo dio a los cristianos quienes construyeron en él una iglesia dedicada a la Bendita virgen María (Procop., “De edif”, V, 7). Desde la conquista sarracena (636) el cristianismo, excepto durante el siglo XII, prácticamente desapareció de Nablús, el cual, sin embargo, permanece como asentamiento de la secta samaritana (cerca de 150 miembros) y de su sumo sacerdote.
Bibliografía: BAEDEKER-SOCIN, Handbook for Palestine and Syria (4ta ed. en inglés, Leipzig, 1906); CONDER, Tent-work in Palestine (Londres, 1885), II, 14-42; IDEM, Survey of Western Pal. Memoirs, II (Londres, 1882), 160 8; 203-10; IDEM, Palestine (Londres, 1889), 63-7; TRISTRAM, The Land of Israel (Londres, 1865), VII, 159-62; GUERIN, Description de la Palestine, Samarie, I (París, 1875), 370-423; DE SAULCY, Voyage autour de la Mer Morte, II (París, 1883), 411-26; IDEM, Voyage en Terre Sainte, II (París, 1865), 244-53; HOELSCHER, Remarks on Palestinian Topography: Sichem and its environs in Zeit. des Deutsch. Palaest. Vereins, XXXIII (1910), nn. 1-3.
Fuente: Souvay, Charles. "Sichem." The Catholic Encyclopedia. Vol. 13. New York: Robert Appleton Company, 1912. <http://www.newadvent.org/cathen/13771b.htm>.
Traducido por Luz Hernández