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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Santiago el Menor

De Enciclopedia Católica

Revisión de 23:59 13 oct 2009 por Luz María Hernández Medina (Discusión | contribuciones)

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Identidad de Santiago

Hay varias personas en el Nuevo Testamento que llevan este nombre:

  • 1. Santiago, el hijo de Zebedeo: apóstol, hermano de Juan Apóstol; también llamado Santiago el Mayor
  • 2. Santiago, el hijo de Alfeo, Apóstol: Mt. 10,3; Mc. 3,18; Lc. 6,15; Hch. 1,13.
  • 3. Santiago, el hermano del Señor: Mt. 13,55; Mc. 6,3; Gál. 1,19. Sin ninguna duda, se le puede identificar con el Santiago de Gál. 2,2 y 2,9; Hch. 12,17, 15,13 ss. y 21,18; y 1 Cor. 15,7.
  • 4. Santiago, el hijo de María, hermano de José (o Joses): Mc. 15,40 (donde se le llama “ò mikros” “el pequeño”, no el “menos”, como en la Biblia de Douay, ni el “menor”); Mt. 27,56. Probablemente el hijo de Cleofás o Clopás (Jn. 19.25) donde “Maria Cleophæ” se traduce a menudo como “María la esposa de Cleofás”, pues las mujeres casadas se distinguían comúnmente por la adición del nombre de su esposo.
  • 5. Santiago, el hermano de Judas: Judas 1,1. La mayoría de los comentadores católicos identifican a Judas con “Judas Jacobi”, el “hermano de Santiago” (Lc. 6,16; Hch. 1,13), llamado así porque su hermano Santiago era más conocido que él en la Iglesia primitiva.

La identidad del apóstol Santiago (2), el hijo de Alfeo, y Santiago (3), el hermano del Señor y obispo de la Iglesia de Jerusalén (Hch. 15,21), aunque disputada por muchos críticos y quizás no más allá de duda, es por lo menos altamente probable, y por mucho el mayor número de intérpretes católicos la consideran cierta (vea Hermanos del Señor, donde se halla el principal argumento, tomado de Gál. 1,19, a favor del apostolado de Santiago el hermano del Señor). La objeción promovida por Mader (Biblische Zeitschrift, 1908, p. 393 ss.) contra la declaración común de que “Apóstoles” en Gál. 1,19 se debe tomar en el sentido estricto de los “Doce” ha sido fuertemente impugnada por Steinmann (Der Katholik, 1909, p. 207 ss.). El Santiago (5) de Judas 1,1 ciertamente debe ser identificado con Santiago (3), el hermano del Señor y obispo de Jerusalén. Ofrece alguna dificultad la identificación de Santiago (3), el hermano del Señor, y Santiago (4), el hijo de María, y probablemente de Cleofás o Clopás. Esta identificación requiere la identidad de María, la madre de Santiago (Mt. 27,56; Mc. 15,40), con María la esposa de Cleofás (Jn. 19.25), y, en consecuencia, la identidad de Alfeo (2) y Cleofás (4). Como Cleofás y Alfeo probablemente no son dos diferentes transcripciones del mismo nombre arameo “Halpai” (vea Cleofás), se debe reconocer que un hombre tenía dos nombres diferentes. Ciertamente, hay muchos ejemplos del uso de dos nombres (un nombre hebreo y uno griego o latino) para designar a la misma persona (Simón-Pedro; Saulo-Pablo), de modo que la identidad de Alfeo y Cleofás no es nada improbable.

En general, aunque no hay evidencia completa para la identidad de Santiago (2), el hijo de Alfeo, y Santiago (3), el hermano del Señor, y Santiago (4), el hijo de María de Cleofás, es por mucho más probable la opinión de que en el Nuevo Testamento una y la misma persona se describe de tres modos diferentes. De todos modos, hay muy buena base (Gál. 1,19; 2,9; 2,12) para la creencia de que el apóstol Santiago, el hijo de Alfeo, es la misma persona que Santiago, el hermano del Señor, el muy conocido obispo de Jerusalén de los Hechos. En cuanto a la naturaleza de la relación que la expresión “hermano del Señor” está destinada a expresar vea Hermanos del Señor.

Santiago en la Escritura

Si no hubiésemos identificado a Santiago, el hijo de Alfeo, con el hermano del Señor, sólo conoceríamos su nombre y su apostolado. Pero una vez se acepta su identidad, debemos por consiguiente aplicarle todos los detalles que suplen los libros del Nuevo Testamento. Nos atreveremos a afirmar que la educación de Santiago (y su hermano Judas), había sido la prevaleciente en todos los hogares piadosos judíos y que, por lo tanto, estaba basada en el conocimiento de la Sagrada Escritura y en la rigurosa observancia de la Ley. Muchos datos apuntan a la difusión del lenguaje y cultura griegos a través de Judea y Galilea tan temprano como el siglo I a.C.; podemos suponer que al menos la mayoría de los Apóstoles desde su niñez leían y hablaban el griego tan bien como el arameo. Santiago fue llamado al apostolado con su hermano Judas; en todas las cuatro listas de los Apóstoles, él aparece a la cabeza del tercer grupo (Mt. 10,3; Mc. 3,18; Lc. 6,16; Hch. 1.13). No se sabe nada de Santiago individualmente hasta después de la Resurrección de Cristo. San Pablo (1 Cor. 15,5-7) menciona que el Señor se le apareció antes de la Ascensión.

Luego perdemos de vista a Santiago hasta que San Pablo fue a Jerusalén, tres años después de su conversión, (37 d.C.). De los Doce Apóstoles sólo vio a San Pedro y a Santiago, el hermano del Señor, (Gál. 1,19; Hch. 9,27). Cuando en el año 44 Pedro escapó de la prisión, deseaba que la noticia de su liberación fuese llevada a Santiago, quien ya desempeñaba un rol prominente en la Iglesia de Jerusalén (Hch. 12,17). En el Concilio de Jerusalén (51 d.C.) da su sentencia después de San Pedro, declarando como lo había hecho Pedro, que los cristianos gentiles no estaban obligados a circuncidarse, ni a la observancia del ceremonial de la ley mosaica, pero al mismo tiempo, urgió la conveniencia de conformarse a ciertas ceremonias y de respetar ciertos escrúpulos de sus hermanos cristianos judíos (Hch. 15,13 ss). En esa misma ocasión, los “pilares” de la Iglesia, Santiago, Pedro y Juan “nos dieron a mí (Pablo) y a Bernabé las manos derechas de comunión, nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos” (Gál. 2,9). Él recomendó públicamente el gran estatuto de la libertad de los gentiles respecto a la Ley, aunque continuó la observancia en su propia vida, no ya como un deber estricto, sino como una costumbre nacional, antigua y muy venerada, confiando en “ser salvado por la gracia de Nuestro Señor Jesucristo”. (Hch. 15,11).

Cuando algunos vinieron luego de Santiago a Antioquía y llevaron a Pedro al disimulo (Gál. 2,12), su nombre fue utilizado por ellos, aunque él no les había dado tal mandamiento para hacer valer su interpretación del concordato que, en su propuesta, había sido aprobado en el Concilio de Jerusalén. Cuando San Pablo, después de su tercer viaje misionero, le hizo una visita a Santiago (58 d.C.) el obispo de Jerusalén y los “ancianos” “glorificaron al Señor” y le aconsejaron al Apóstol tomar parte en las ceremonias de un voto nazareno, para mostrar la falsedad del cargo de que él había dicho que la Ley ya no debía ser considerada. Pablo consintió al consejo de Santiago y los ancianos (Hch. 21,1 ss). La Epístola de Santiago revela una mente calmada, grave y dócil, nutrida con las Escrituras del Antiguo Testamento, dado a la oración, dedicado a los pobres, resignado a la persecución, el tipo de un hombre justo y apostólico.

Santiago Fuera de las Escrituras

Las tradiciones respecto a Santiago el Menor se hallan en muchos documentos extra-canónicos, especialmente Flavio Josefo (Antiq., XX, IX, 1), el “Evangelio según los hebreos” (San Jerónimo, Hombres Ilustres 2), San Hegesipo (Eusebio, Hist. Ecl. II.23), las homilías pseudo-clementinas (Ep. de Pedro) y Reconocimientos (I, 72, 73), Clemente de Alejandría (Hypot., VI, citada por Eusebio, Hist. Ecl. II.1). El testimonio universal de la antigüedad cristiana concuerda completamente con la información derivada de los libros canónicos sobre el hecho de que Santiago fue obispo de la iglesia de Jerusalén. Hegesipo, un cristiano judío que vivió a mediados del siglo II, relata (y su narración es altamente probable) que Santiago era llamado el “Justo”, que no tomaba vino ni bebidas espiritosas, que no comía carne, que ninguna navaja tocaba su cabeza, y que no se acicalaba ni se bañaba, y finalmente que los judíos lo ejecutaron. El relato de su muerte dado por Flavio Josefo es algo diferente. Las tradiciones posteriores merecen poca atención.


Fuente: Camerlynck, Achille. "St. James the Less." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/08280a.htm>.

Traducido por L H M