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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Segundo Concilio de Constantinopla»

De Enciclopedia Católica

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Este Concilio se sucedió en Constantinopla (5 de Mayo - 2 de Junio del 553), habiendo sido convocado por el Emperador Justiniano. Fue atendido por los Obispos Orientales; solo seis Obispos Occidentales (África) estuvieron presentes. El presidente fue Eutiquio, Patriarca de Constantinopla. Esta asamblea fue en realidad la última fase de un largo y violento conflicto inaugurado por el edicto de Justiniano del 543 en contra del origenismo (P.G. LXXXVI, 945-90). El emperador estaba persuadido que el nestorianismo continuaba fortaleciéndose con los escritos de Teodoro de Mopsuestia (hacia el 457), Teodoreto de Ciro (hacia el 457) y de Ibas de Edesa (hacia el 457), también de las apreciaciones personales que los dos primeros escritores eclesiásticos habían mantenido por mucho tiempo. Los sucesos que llevaron a este Concilio serán narrados en forma más completa, en los artículos Papa Vigilio y en TRES CAPÍTULOS; sólo se proporcionará aquí un breve resumen.
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SEGUNDO CONCILIO ECUMÉNICO  (QUINTO CONCILIO GENERAL)  
  
Desde el 25 de Enero del 547, el Papa Vigilio fue detenido por la fuerza en la ciudad real, originalmente se Había rehusado en participar en la condenación de los TRES CAPÍTULOS (esto es una breve declaración de anatema sobre los escritos de: Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto de Ciro; sobre los últimos escritos de Ibas de Edesa a Maris, Obispo de Hardschir en Persia; en contra de San Cirilo de Alejandría y el Concilio de Éfeso). Posteriormente (por su "JUDICATUM", 11 de Abril del 548), Vigilio había condenado los TRES CAPÍTULOS (una doctrina censurable), pero expresamente mantuvo la autoridad del Concilio de Calcedonia (451) respecto a Teodoreto e Ibas quienes, después de la condenación de Nestorio, habían sido restablecidos en sus sedes. En Occidente nació un fuerte descontento por este paso que parecía un debilitamiento en materias puramente eclesiásticas ante el poder civil, y una injusticia con hombres muertos desde hacía mucho tiempo y juzgados por Dios; para la mentalidad Occidental era muy objetable la falta de conocimiento preciso de la situación teológica de los Griegos en ese tiempo. Como consecuencia de ésto, Vigilio había persuadido a Justiniano para devolver el documento papal antes mencionado, y proclamar una tregua hasta que un Concilio General fuese llamado para decidir sobre estas controversias. Ambos, el emperador y los Obispos griegos, violaron esta promesa de neutralidad; el primero en particular, publicando (551) su famoso edicto, HOMOLOGIA TES PISTEOS, condenando de nuevo los TRES CAPÍTULOS, y rehusándose en retirarlo.
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Este Concilio se efectuó en Constantinopla (5 de mayo - 2 de junio de 553), y fue convocado por el emperador Justiniano. Asistieron mayormente los obispos orientales; sólo estuvieron presentes seis obispos occidentales (África). El presidente fue [[Eutiquio]], [[Patriarca]] de Constantinopla. Esta asamblea fue en realidad la última fase del largo y violento conflicto inaugurado por el edicto de Justiniano del 543 contra el [[origenismo]] (P.G. LXXXVI, 945-90).  El emperador estaba persuadido que el [[nestorianismo]] continuaba fortaleciéndose con los escritos de [[Teodoro de Mopsuestia]] (murió 428), [[Teodoreto de Ciro]] (murió 457) y de Ibas de [[Edesa]] (murió 457), también de la estima personal que todavía muchos tenían a los primeros dos de estos escritores eclesiásticos. Los sucesos que llevaron a este Concilio serán narrados más completamente en los artículos [[Papa Vigilio]] y en [[Tres Capítulos]]; aquí sólo se proporciona un breve resumen.  
  
Por su digna protesta, Vigilio sufrió varias indignidades personales a manos de la autoridad civil y casi pierde su vida; se retiró finalmente a Calcedonia, en la iglesia de Santa Eufemia, donde se había llevado a cabo el Concilio; desde allí informó al mundo cristiano del estado de las cosas. Pronto los Obispos Orientales buscaron reconciliarse con él, y le indujeron a volver a la ciudad, y retiraron todo los que se había hecho, hasta esa fecha, en contra de los TRES CAPÍTULOS; el nuevo Patriarca, Eutiquio, sucesor de Mennas, cuya debilidad y servilismo fueron la causa inmediata de toda esta violencia y confusión, presento (6 de Enero del 530) su instructor de la fe a Vigilio y, en unión con los otros Obispos Orientales, urgió al llamado a un Concilio General bajo la presidencia del Papa. Vigilio estaba dispuesto, pero propuso que debía ser celebrado en Italia o en Sicilia, de forma de asegurar la atención de los Obispos Occidentales. Justiniano no estuvo de acuerdo con ésto, pero propuso, en su lugar, una comisión especial conformada de delegados por cada uno de los grandes patriarcados. Vigilio sugirió que se escogiese un número igual de delegados del Oriente y de Occidente, pero esto no fue aceptable al emperador, quien directamente abrió el Concilio bajo su propia autoridad en la fecha y forma mencionada antes. Vigilio rehusó participar, no sólo teniendo en cuenta la abrumadora proporción de los Obispos Orientales, sino también por miedo a la violencia; adicionalmente, ninguno de sus predecesores había tomado parte personalmente en un Concilio Oriental. Él se adhirió fuertemente a esta decisión, así que expresó su deseo de dar un juicio independiente sobre las materias propuestas. Se sostuvieron ocho sesiones, siendo el resultado la condena final de los TRES CAPÍTULOS por los 165 Obispos presentes en la última sesión (2 de Junio del 553) en 14 anatemas similares a los 13 previos publicados por Justiniano.
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Desde el 25 de enero de 547, el Papa Vigilio fue detenido por la fuerza en la ciudad real, originalmente se había negado a participar en la condenación de los Tres Capítulos (es decir, una breve declaración de [[anatema]] sobre Teodoro de Mopsuestia  y sus  escritos, sobre Teodoreto de Ciro y sus escritos, contra [[San Cirilo de Alejandría]] y el [[Concilio de Éfeso]], y sobre la carta escrita por Ibas de Edesa a Maris, [[obispo]] de Hardaschir en [[Persia]]). Posteriormente (por su "Judicatum", 11 de abril de 548), Vigilio había condenado los Tres Capítulos (una doctrina realmente censurable), pero él mantuvo explícitamente la autoridad del [[Concilio de Calcedonia]] (451) en el cual Teodoreto e Ibas---después de la condenación de Nestorio---habían sido restablecidos a sus sedes. En Occidente nació un fuerte descontento por este paso que parecía un debilitamiento ante el poder civil en asuntos puramente eclesiásticos, y una [[injusticia]] hacia [[hombres]] muertos desde hacía mucho tiempo y juzgados por [[Dios]]; todo era de lo más inaceptable ya que la [[mente]] occidental no tenía un [[conocimiento]] preciso de la situación teológica entre griegos de esa época.  Como consecuencia de esto Vigilio había persuadido a Justiniano para devolver el documento papal antes mencionado, y proclamar una tregua en ambas partes hasta que se pudiese convocar un [[concilio general]] para decidir sobre estas controversias. Ambos, el emperador y los obispos griegos, violaron esta promesa de neutralidad; el primero en particular, publicando (551) su famoso edicto, Homología Tes Pisteos, condenando de nuevo los Tres Capítulos, y rehusándose a retirarlo.  
  
Durante ese tiempo, Vigilio había enviado al emperador (14 de Mayo) un documento conocido como primer "CONSTITUTUM" (Pacto) (Mansi, IX, 61-106), firmada por él mismo y dieciséis Obispos, la mayoría Occidentales, en el cual dieciséis proposiciones heréticas de Teodoro de Mopsuestia fueron condenadas, y, en cinco anatemas, se repudió su enseñanza cristológica; se prohibió, sin embargo, condenar su persona, o proceder posteriormente en condena de los escritos o la persona de Teodoreto, o de la carta de Ibas. Parecía que no era una tarea muy fácil, dadas las circunstancias, denunciar apropiadamente al gran teólogo de Antioquía y sus seguidores, y mantener enhiesta la reputación y autoridad del Concilio de Calcedonia, que se había contentado con obtener esencialmente la sumisión de todos los simpatizantes de Nestorio, pero por esa misma razón, nunca se le había perdonado eso por los Monofisitas, oponentes de Nestorio y su herejía, quienes estuvieron ahora coaligados con los numerosos enemigos de Orígenes, y hasta la muerte de Teodora (548) habían disfrutado del apoyo de esta influyente Emperatriz.
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Por su digna protesta, Vigilio sufrió acto seguido varias indignidades personales de manos de la [[autoridad civil]] y casi pierde su vida; finalmente se retiró a Calcedonia, en la misma iglesia de Santa Eufemia, donde se había realizado el gran concilio, desde donde informó a la [[cristiandad]] del estado de los asuntos. Pronto los obispos orientales buscaron reconciliarse con él, y le indujeron a regresar a la ciudad, y retiraron todo los que se había hecho hasta el momento en contra de los Tres Capítulos; el nuevo patriarca, Eutiquio, sucesor de [[Menas]], cuya debilidad y servilismo fueron la causa inmediata de toda esta [[violencia]] y confusión, presentó (6 de enero de 530) su profesión de [[fe]] a Vigilio y, en unión con los otros obispos orientales, urgió al llamado a un [[concilio general]] bajo la presidencia del [[Papa]]. Vigilio estaba dispuesto, pero propuso que debía ser celebrado en [[Italia]] o en [[Sicilia]], para asegurar la asistencia de los obispos occidentales. Justiniano no estuvo de acuerdo con esto, pero propuso, en su lugar, una especie de comisión formada por delegados de cada uno de los grandes patriarcados; Vigilio sugirió que se escogiese un número igual de delegados de Oriente y de Occidente; pero esto no fue aceptable al emperador, quien inauguró el concilio bajo su propia autoridad en la fecha y forma antedichas.  Vigilio rehusó participar, no sólo debido a la abrumadora proporción de obispos orientales, sino también por miedo a la [[violencia]]; además, ninguno de sus predecesores había tomado parte personalmente en un concilio oriental.  Él se fue fiel a esta decisión, aunque expresó su deseo de dar un juicio independiente sobre los asuntos en disputa.  Se sostuvieron ocho sesiones, siendo el resultado la condena final de los Tres Capítulos por los 165 obispos presentes en la última sesión (2 de junio de 553) en catorce anatemas similares a los trece emitidos previamente por Justiniano.  
  
Las decisiones del Concilio fueron ejecutadas con violencia de acuerdo con su conducta, aunque la ansiada reconciliación con los Monofisitas no se dio. Vigilio, junto con otros oponentes a la voluntad imperial, tal como lo registraron por los sirvientes de la corte del prelado, daba la impresión que habían sido desterrados (Hefele, II, 905), junto con los devotos Obispos y eclesiásticos más cercanos, ya al Alto Egipto o a una isla en el Propontis. Por la séptima sesión del Concilio, Justiniano fue la causa que el nombre de Vigilio fuese eliminado de los dípticos (tablillas de madera con los nombres de los obispos), sin prejuicio sin embargo, como se dijo, de compartir la Sede Apostólica. Pronto, la clerecía romana y la gente, liberados por Narses del yugo Gótico, solicitaron al emperador permitir el regreso del Papa, lo que aceptó Justiniano con la condición que Vigilio debía reconocer este último Concilio. Vigilio finalmente lo aceptó y en dos documentos (una carta a Eutiquio de Constantinopla del 8 de Diciembre del 553, y un segundo "CONSTITUTUM", pacto, del 23 de Febrero del 554, probablemente dirigido al episcopado Occidental) condenó, por último, los TRES CAPÍTULOS (Mansi, IX, 424-20, 457-88; cf. Hefele, II, 905-11), en forma independiente y sin mencionar el Concilio. Su posición nunca se fundamentó en una base doctrinal sino en la decencia y oportunidad de las medidas propuestas, en la equívoca violencia imperial, y en el miedo de daño a la autoridad del Concilio de Calcedonia, especialmente en el Occidente. A pesar del reconocimiento adicional de Pelagio I (555-560), el Quinto Concilio General sólo gradualmente adquirió en la opinión pública un carácter ecuménico. En el norte de Italia las provincias eclesiásticas de Milán y Aquilesa rompieron su comunión con la Sede Apostólica; la primera cediendo sólo hacia el final de la sexta centuria, mientras que la última (Aquilesa - Grado)prolongó su resistencia hasta cerca del 700 (Hefele, op. cit., II, 911-27) (Para una apreciación equitativa de la conducta de Vigilio, ver además de su artículo, el juicio de Bois en el diccionario de teología cath., II, 1238-39.). El Papa siempre estuvo en lo correcto en lo que a la doctrina corresponde, y cedió, para asegurar la paz, cuando tuvo la seguridad que no había nada que temer de la autoridad del Concilio de Calcedonia, el primero, con todo el Occidente, en deliberar en el peligro de las maquinaciones de los Monofisitas.
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Mientras tanto Vigilio había enviado al emperador (14 de mayo) un documento conocido como primer "Constitutum" (Pacto) (Mansi, IX, 61-106), firmado por él mismo y dieciséis obispos, la mayoría occidentales, en el cual se condenaba dieciséis proposiciones heréticas de Teodoro de Mopsuestia, y, en cinco anatemas, se repudió su enseñanza cristológica (v. [[cristología]]); sin embargo, se prohibió condenar su [[persona]] o ir más lejos  en la condena de los escritos o la [[persona]] de Teodoreto, o de la carta de Ibas. Bajo las circunstancias, parecía realmente que no era una tarea fácil denunciar adecuadamente los ciertos [[errores]] del gran teólogo antioqueño y sus seguidores, y mantener enhiesta la reputación y autoridad del Concilio de Calcedonia, que se había conformado con obtener lo esencial de la sumisión de todos los simpatizantes de Nestorio, pero por esa misma razón, nunca había sido perdonado por los oponentes [[monofisitas]] de Nestorio y su [[herejía]], quienes estaban ahora coaligados con los numerosos enemigos de [[Orígenes]], y hasta la muerte de Teodora (548) habían disfrutado del apoyo de esta influyente emperatriz.  
  
Se han perdido las Actas del Concilio del original en Griego, pero aún existe una versión latina muy antigua, probablemente contemporánea, hecha para el uso de Vigilio, ciertamente con anotaciones de su sucesor Pelagio I. En el siguiente Concilio General de Constantinopla (680) se encontró que las Actas del Quinto Concilio habían sido falsificadas (Hefele, op. cit., II, 855-58) en favor del Monotelismo; aunque no es cierto que en su forma presente las poseamos en su tamaño original. Esto tiene peso en la disputa acerca de la condenación de Orígenes en este Concilio. Hefele, movido por la antigüedad y persistencia de los informes acerca de la condenación de Orígenes, afirma que éste fue condenado incidentalmente, y que su nombre, en el undécimo anatema no es una interpolación.
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Las decisiones del concilio fueron ejecutadas con violencia para ir al mismo paso que su conducta, aunque no se obtuvo la ardientemente esperada reconciliación con los [[monofisitas]].  Vigilio, junto con otros oponentes a la voluntad imperial, tal como lo registraron los serviles [[prelados]] de la corte, daba la impresión que habían sido desterrados (Hefele, II, 905), junto con los devotos obispos y eclesiásticos de su séquito, ya al Alto [[Egipto]] o a una isla en el Mar de Propontis. Ya en la séptima sesión del concilio, Justiniano hizo que el nombre de Vigilio fuese eliminado de los [[dípticos]] (tablillas de madera con los nombres de los obispos), sin prejuicio sin embargo, como se dijo, a la comunión con la [[Sede Apostólica]]. Pronto el [[clero]] romano y la gente, liberados por Narses del yugo gótico, solicitaron al emperador que permitiera el regreso del [[Papa]], lo cual aceptó Justiniano con la condición que Vigilio reconociera el último concilio.  Vigilio finalmente lo aceptó y en dos documentos (una carta a Eutiquio de Constantinopla, 8 de diciembre de 553, y un segundo "Constitutum", de 23 de febrero de 554, probablemente dirigido al episcopado occidental) por fin condenó independientemente los Tres Capítulos (Mansi, IX, 424-20, 457-88; cf. Hefele, II, 905-11), sin embargo,  sin mencionar el Concilio. Su oposición nunca se había basado en materias doctrinales sino en la decencia y oportunidad de las medidas propuestas, en la equívoca violencia imperial, y en un miedo delicado a lesionar la autoridad del Concilio de Calcedonia, especialmente en el Occidente. Aquí, ciertamente, a pesar del reconocimiento adicional del [[Papa Pelagio I]] (555-560), el Quinto Concilio General sólo adquirió gradualmente en la opinión pública un carácter ecuménico. En el norte de [[Italia]] las provincias eclesiásticas de [[Milán]] y Aquilea rompieron su comunión con la Sede Apostólica; la primera cediendo sólo hacia el final del siglo VI, mientras que la última (Aquilea-Grado) prolongó su resistencia hasta cerca del 700 (Hefele, op. cit., II, 911-27) (Para una apreciación equitativa de la conducta de Vigilio, ver además del artículo [[Vigilio]], el juicio de Bois en el Diccionario de [[Teología]] cath., II, 1238-39).  El Papa siempre estuvo en lo correcto en cuanto a la [[doctrina]] envuelta, y cedió, por [[amor]] a la paz, sólo cuando tuvo la seguridad que no había nada que temer por la autoridad del Concilio de Calcedonia, con el cual él al principio, con Occidente completo, se encontraba en peligro por las maquinaciones de los monofisitas.  
  
THOMAS J. SHAHAN
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Se han perdido las actas originales en griego del concilio, pero aún existe una versión latina muy antigua, probablemente contemporánea y hecha para el uso de Vigilio, ciertamente citada por su sucesor [[Pelagio I]]. La edición de Baluze está reimpresa en Mansi, “Coll. Conc.”, IX, 163 sqq.  En el siguiente Concilio General de Constantinopla (680) se encontró que las Actas del Quinto Concilio habían sido alteradas (Hefele, op. cit., II, 855-58) en favor del [[monotelismo]]; ni tampoco es cierto que en su forma presente están en su integridad original. Esto tiene peso en el muy discutido asunto concerniente a la condenación del origenismo en este Concilio. Hefele, movido por la antigüedad y persistencia de los informes acerca de la condenación de Orígenes, afirma  (p. 861) con el Cardenal Noris, que en éste [[Orígenes]] fue condenado, pero sólo en passant (incidentalmente), y que su nombre, en el undécimo [[anatema]] no es una interpolación. 
Transcrito por Sean Hyland
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Traducido por Hugo Barona Becerra
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Fuente:  Shahan, Thomas. "Second Council of Constantinople." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908.
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<http://www.newadvent.org/cathen/04308b.htm>.
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Traducido por Hugo Barona Becerra.

Última revisión de 10:57 23 abr 2020

SEGUNDO CONCILIO ECUMÉNICO (QUINTO CONCILIO GENERAL)

Este Concilio se efectuó en Constantinopla (5 de mayo - 2 de junio de 553), y fue convocado por el emperador Justiniano. Asistieron mayormente los obispos orientales; sólo estuvieron presentes seis obispos occidentales (África). El presidente fue Eutiquio, Patriarca de Constantinopla. Esta asamblea fue en realidad la última fase del largo y violento conflicto inaugurado por el edicto de Justiniano del 543 contra el origenismo (P.G. LXXXVI, 945-90). El emperador estaba persuadido que el nestorianismo continuaba fortaleciéndose con los escritos de Teodoro de Mopsuestia (murió 428), Teodoreto de Ciro (murió 457) y de Ibas de Edesa (murió 457), también de la estima personal que todavía muchos tenían a los primeros dos de estos escritores eclesiásticos. Los sucesos que llevaron a este Concilio serán narrados más completamente en los artículos Papa Vigilio y en Tres Capítulos; aquí sólo se proporciona un breve resumen.

Desde el 25 de enero de 547, el Papa Vigilio fue detenido por la fuerza en la ciudad real, originalmente se había negado a participar en la condenación de los Tres Capítulos (es decir, una breve declaración de anatema sobre Teodoro de Mopsuestia y sus escritos, sobre Teodoreto de Ciro y sus escritos, contra San Cirilo de Alejandría y el Concilio de Éfeso, y sobre la carta escrita por Ibas de Edesa a Maris, obispo de Hardaschir en Persia). Posteriormente (por su "Judicatum", 11 de abril de 548), Vigilio había condenado los Tres Capítulos (una doctrina realmente censurable), pero él mantuvo explícitamente la autoridad del Concilio de Calcedonia (451) en el cual Teodoreto e Ibas---después de la condenación de Nestorio---habían sido restablecidos a sus sedes. En Occidente nació un fuerte descontento por este paso que parecía un debilitamiento ante el poder civil en asuntos puramente eclesiásticos, y una injusticia hacia hombres muertos desde hacía mucho tiempo y juzgados por Dios; todo era de lo más inaceptable ya que la mente occidental no tenía un conocimiento preciso de la situación teológica entre griegos de esa época. Como consecuencia de esto Vigilio había persuadido a Justiniano para devolver el documento papal antes mencionado, y proclamar una tregua en ambas partes hasta que se pudiese convocar un concilio general para decidir sobre estas controversias. Ambos, el emperador y los obispos griegos, violaron esta promesa de neutralidad; el primero en particular, publicando (551) su famoso edicto, Homología Tes Pisteos, condenando de nuevo los Tres Capítulos, y rehusándose a retirarlo.

Por su digna protesta, Vigilio sufrió acto seguido varias indignidades personales de manos de la autoridad civil y casi pierde su vida; finalmente se retiró a Calcedonia, en la misma iglesia de Santa Eufemia, donde se había realizado el gran concilio, desde donde informó a la cristiandad del estado de los asuntos. Pronto los obispos orientales buscaron reconciliarse con él, y le indujeron a regresar a la ciudad, y retiraron todo los que se había hecho hasta el momento en contra de los Tres Capítulos; el nuevo patriarca, Eutiquio, sucesor de Menas, cuya debilidad y servilismo fueron la causa inmediata de toda esta violencia y confusión, presentó (6 de enero de 530) su profesión de fe a Vigilio y, en unión con los otros obispos orientales, urgió al llamado a un concilio general bajo la presidencia del Papa. Vigilio estaba dispuesto, pero propuso que debía ser celebrado en Italia o en Sicilia, para asegurar la asistencia de los obispos occidentales. Justiniano no estuvo de acuerdo con esto, pero propuso, en su lugar, una especie de comisión formada por delegados de cada uno de los grandes patriarcados; Vigilio sugirió que se escogiese un número igual de delegados de Oriente y de Occidente; pero esto no fue aceptable al emperador, quien inauguró el concilio bajo su propia autoridad en la fecha y forma antedichas. Vigilio rehusó participar, no sólo debido a la abrumadora proporción de obispos orientales, sino también por miedo a la violencia; además, ninguno de sus predecesores había tomado parte personalmente en un concilio oriental. Él se fue fiel a esta decisión, aunque expresó su deseo de dar un juicio independiente sobre los asuntos en disputa. Se sostuvieron ocho sesiones, siendo el resultado la condena final de los Tres Capítulos por los 165 obispos presentes en la última sesión (2 de junio de 553) en catorce anatemas similares a los trece emitidos previamente por Justiniano.

Mientras tanto Vigilio había enviado al emperador (14 de mayo) un documento conocido como primer "Constitutum" (Pacto) (Mansi, IX, 61-106), firmado por él mismo y dieciséis obispos, la mayoría occidentales, en el cual se condenaba dieciséis proposiciones heréticas de Teodoro de Mopsuestia, y, en cinco anatemas, se repudió su enseñanza cristológica (v. cristología); sin embargo, se prohibió condenar su persona o ir más lejos en la condena de los escritos o la persona de Teodoreto, o de la carta de Ibas. Bajo las circunstancias, parecía realmente que no era una tarea fácil denunciar adecuadamente los ciertos errores del gran teólogo antioqueño y sus seguidores, y mantener enhiesta la reputación y autoridad del Concilio de Calcedonia, que se había conformado con obtener lo esencial de la sumisión de todos los simpatizantes de Nestorio, pero por esa misma razón, nunca había sido perdonado por los oponentes monofisitas de Nestorio y su herejía, quienes estaban ahora coaligados con los numerosos enemigos de Orígenes, y hasta la muerte de Teodora (548) habían disfrutado del apoyo de esta influyente emperatriz.

Las decisiones del concilio fueron ejecutadas con violencia para ir al mismo paso que su conducta, aunque no se obtuvo la ardientemente esperada reconciliación con los monofisitas. Vigilio, junto con otros oponentes a la voluntad imperial, tal como lo registraron los serviles prelados de la corte, daba la impresión que habían sido desterrados (Hefele, II, 905), junto con los devotos obispos y eclesiásticos de su séquito, ya al Alto Egipto o a una isla en el Mar de Propontis. Ya en la séptima sesión del concilio, Justiniano hizo que el nombre de Vigilio fuese eliminado de los dípticos (tablillas de madera con los nombres de los obispos), sin prejuicio sin embargo, como se dijo, a la comunión con la Sede Apostólica. Pronto el clero romano y la gente, liberados por Narses del yugo gótico, solicitaron al emperador que permitiera el regreso del Papa, lo cual aceptó Justiniano con la condición que Vigilio reconociera el último concilio. Vigilio finalmente lo aceptó y en dos documentos (una carta a Eutiquio de Constantinopla, 8 de diciembre de 553, y un segundo "Constitutum", de 23 de febrero de 554, probablemente dirigido al episcopado occidental) por fin condenó independientemente los Tres Capítulos (Mansi, IX, 424-20, 457-88; cf. Hefele, II, 905-11), sin embargo, sin mencionar el Concilio. Su oposición nunca se había basado en materias doctrinales sino en la decencia y oportunidad de las medidas propuestas, en la equívoca violencia imperial, y en un miedo delicado a lesionar la autoridad del Concilio de Calcedonia, especialmente en el Occidente. Aquí, ciertamente, a pesar del reconocimiento adicional del Papa Pelagio I (555-560), el Quinto Concilio General sólo adquirió gradualmente en la opinión pública un carácter ecuménico. En el norte de Italia las provincias eclesiásticas de Milán y Aquilea rompieron su comunión con la Sede Apostólica; la primera cediendo sólo hacia el final del siglo VI, mientras que la última (Aquilea-Grado) prolongó su resistencia hasta cerca del 700 (Hefele, op. cit., II, 911-27) (Para una apreciación equitativa de la conducta de Vigilio, ver además del artículo Vigilio, el juicio de Bois en el Diccionario de Teología cath., II, 1238-39). El Papa siempre estuvo en lo correcto en cuanto a la doctrina envuelta, y cedió, por amor a la paz, sólo cuando tuvo la seguridad que no había nada que temer por la autoridad del Concilio de Calcedonia, con el cual él al principio, con Occidente completo, se encontraba en peligro por las maquinaciones de los monofisitas.

Se han perdido las actas originales en griego del concilio, pero aún existe una versión latina muy antigua, probablemente contemporánea y hecha para el uso de Vigilio, ciertamente citada por su sucesor Pelagio I. La edición de Baluze está reimpresa en Mansi, “Coll. Conc.”, IX, 163 sqq. En el siguiente Concilio General de Constantinopla (680) se encontró que las Actas del Quinto Concilio habían sido alteradas (Hefele, op. cit., II, 855-58) en favor del monotelismo; ni tampoco es cierto que en su forma presente están en su integridad original. Esto tiene peso en el muy discutido asunto concerniente a la condenación del origenismo en este Concilio. Hefele, movido por la antigüedad y persistencia de los informes acerca de la condenación de Orígenes, afirma (p. 861) con el Cardenal Noris, que en éste Orígenes fue condenado, pero sólo en passant (incidentalmente), y que su nombre, en el undécimo anatema no es una interpolación.


Fuente: Shahan, Thomas. "Second Council of Constantinople." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908. <http://www.newadvent.org/cathen/04308b.htm>.

Traducido por Hugo Barona Becerra.