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Lunes, 25 de noviembre de 2024

Diferencia entre revisiones de «Blasfemia»

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Se ha dicho que la blasfemia [[herejía |herética]], además de un contenido dirigido contra la [[religión]] tiene aquel que se opone a la [[virtud]] de la [[fe]]. Del mismo modo, la blasfemia imprecatoria es además una violación de la [[amor |caridad]]. Estas formas del [[pecado]], al ser específicamente distinta de la clase más simple, es [[necesidad |necesario]] especificar su carácter en la [[Sacramento de la Confesión |confesión]]. Sin embargo, no se requiere que el penitente especifique si la blasfemia ha sido directa o indirecta, ya que ambas formas son específicamente la misma, aunque difieren claramente en el grado de malicia.  Se ha planteado la cuestión de si la blasfemia contra los [[Comunión de los Santos |santos]] difiere en clase de la pronunciada de forma inmediata contra [[Dios]]. Mientras que [[Juan De Lugo |De Lugo]] piensa que tal diferencia prevalece (De Poenit., Disp. XVI, n. 178 y ss.), la opinión opuesta de [[San Alfonso María de Ligorio |San Alfonso]] parece más defendible, pues según este último [[Teología Dogmática |teólogo]] observa, los santos, generalmente hablando, no son blasfemados a causa de su propia excelencia, sino debido a su estrecha relación con Dios (Theol. Moral., lib. IV, n. 132).
 
Se ha dicho que la blasfemia [[herejía |herética]], además de un contenido dirigido contra la [[religión]] tiene aquel que se opone a la [[virtud]] de la [[fe]]. Del mismo modo, la blasfemia imprecatoria es además una violación de la [[amor |caridad]]. Estas formas del [[pecado]], al ser específicamente distinta de la clase más simple, es [[necesidad |necesario]] especificar su carácter en la [[Sacramento de la Confesión |confesión]]. Sin embargo, no se requiere que el penitente especifique si la blasfemia ha sido directa o indirecta, ya que ambas formas son específicamente la misma, aunque difieren claramente en el grado de malicia.  Se ha planteado la cuestión de si la blasfemia contra los [[Comunión de los Santos |santos]] difiere en clase de la pronunciada de forma inmediata contra [[Dios]]. Mientras que [[Juan De Lugo |De Lugo]] piensa que tal diferencia prevalece (De Poenit., Disp. XVI, n. 178 y ss.), la opinión opuesta de [[San Alfonso María de Ligorio |San Alfonso]] parece más defendible, pues según este último [[Teología Dogmática |teólogo]] observa, los santos, generalmente hablando, no son blasfemados a causa de su propia excelencia, sino debido a su estrecha relación con Dios (Theol. Moral., lib. IV, n. 132).
  
A esta cuestión [[San Buenaventura]] (en 2, dist. 41, a. 1, q. 3, donde, sin embargo, se puede observar que el Doctor Seráfico habla directamente solo del [[mérito]]) contesta en la afirmativa, y con él [[Beato Juan Duns Escoto |Escoto]] (en 2, dist. 40-41, et quodl. 18), y toda la [[escuelas |escuela]] [[Escotismo y Escotistas |escotista]].  Así también [[Patricio Sporer |Sporer]] (Theol. Moral., 1, III, § v); [[Benjamin Elbel {Elbel]] (Theol. Moral., tom. I, n. 86); [[Gabriel Vásquez |Vásquez]] (3n 1-2, disp. 52); Pablo José Arriaga |Arriaga]] (De Act. Hum., disp. 21); y en nuestros días el [[arzobispo]] Walsh (De Act. Hum., n. 588 sq.). [[Santo Tomás de Aquino |Santo Tomás]] (En 2, dist. 40., a. 5; De Malo, q. 2, a. 4 et 5; 1-2, q. 18, a. 9), y sus comentadores sostienen la opinión opuesta.  Así también [[Francisco Suárez]] (De. Bon. Et Mal., disp. Ix); Billuart (diss. IV, a. 5 et 6); [[San Alfonso María de Ligorio |San Alfonso]] (L. 2, n. XLIV); [[Tomás Bouquillon |Bouquillon]] (Theol. Moral. Fund., n. 371); Lehmkuhl (Theol. Moral., L. I, tract. I, III); y Noldin (Sum. Theol. Moral., I, 85 sq.).
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A esta cuestión [[San Buenaventura]] (en 2, dist. 41, a. 1, q. 3, donde, sin embargo, se puede observar que el Doctor Seráfico habla directamente solo del [[mérito]]) contesta en la afirmativa, y con él [[Beato Juan Duns Escoto |Escoto]] (en 2, dist. 40-41, et quodl. 18), y toda la [[escuelas |escuela]] [[Escotismo y Escotistas |escotista]].  Así también [[Patricio Sporer |Sporer]] (Theol. Moral., 1, III, § v); [[Benjamin Elbel |Elbel]] (Theol. Moral., tom. I, n. 86); [[Gabriel Vásquez |Vásquez]] (3n 1-2, disp. 52); [[Pablo José Arriaga |Arriaga]] (De Act. Hum., disp. 21); y en nuestros días el [[arzobispo]] Walsh (De Act. Hum., n. 588 sq.). [[Santo Tomás de Aquino |Santo Tomás]] (En 2, dist. 40., a. 5; De Malo, q. 2, a. 4 et 5; 1-2, q. 18, a. 9), y sus comentadores sostienen la opinión opuesta.  Así también [[Francisco Suárez]] (De. Bon. Et Mal., disp. Ix); Billuart (diss. IV, a. 5 et 6); [[San Alfonso María de Ligorio |San Alfonso]] (L. 2, n. XLIV); [[Tomás Bouquillon |Bouquillon]] (Theol. Moral. Fund., n. 371); Lehmkuhl (Theol. Moral., L. I, tract. I, III); y Noldin (Sum. Theol. Moral., I, 85 sq.).
  
 
==Penas Atribuidas a la Blasfemia==
 
==Penas Atribuidas a la Blasfemia==

Revisión de 02:56 1 sep 2016

Blasfemia (griego blaptein, “dañar”, y pheme, “reputación”) significa etimológicamente irreverencia crasa hacia cualquier persona o cosa digna de estima eminente. Bacon usó este término en este sentido amplio cuando en su “Avance del Saber” habla de “blasfemia contra el saber”. San Pablo habla de que fue blasfemado (1 Cor. 4,13) y la Vulgata Latina usa la palabra blasphemare para designar el lenguaje abusivo dirigido contra el pueblo en general (2 Sam. 21,21; 1 Crón. 20,7 o contra [[Individuo, Individualidad |individuos (1 Cor. 10,30; Tito 3,2).

Significado

Aunque etimológicamente blasfemia puede denotar el menoscabo del honor debido a una criatura así como el perteneciente a Dios, en su acepción estricta sólo se usa en este último sentido. De ahí que Suárez la definió como "cualquier palabra de maldición, reproche o contumelia pronunciada contra Dios (De Relig, tracto III, lib I, cap IV, n 1). Se ha de señalar que de acuerdo con la definición (1) blasfemia se establece como una palabra, pues de ordinario se expresa oralmente, aunque se puede cometer en el pensamiento o en el acto. Al ser principalmente un pecado de la lengua, se verá que se opone directamente al acto religioso de alabar a Dios. (2) Se dice que es contra Dios, aunque esto puede ser sólo mediatamente, como cuando la palabra contumeliosa se dice respecto a los santos o de las cosas sagradas, debido a la relación que sostienen con Dios y su servicio.

En cuanto al significado de las palabras con que se expresa, la blasfemia puede ser de tres tipos: (1) Es heréticacuando el insulto a Dios envuelve una declaración que es contra la fe, como en la afirmación: “Dios es cruel e injusto” o “La obra más noble del hombre es Dios.” (2) Es imprecatoria cuando se grita una maldición contra el Ser Supremo como cuando uno dice: “Fuera con Dios”. (3) Es simplemente contumaz cuando está enteramente compuesta por desprecio de, o indignación hacia Dios, como en la blasfemia de [Juliano el Apóstata]]: "Tu has conquistado, oh, galileo".

Además, la blasfemia puede ser (1) ya sea directa, como cuando el blasfemador intenta formalmente deshonrar a la Divinidad, o (2) indirecta, como cuando, sin esa intención, se usan esas palabras blasfemas con advertencia de su alcance.

La Malicia de Blasfemia

La blasfemia es un pecado contra la virtud de religión por la que le rendimos a Dios el honor que se le debe como nuestro primer principio y último fin. Santo Tomás dice que se ha de considerar un pecado contra la fe en la medida en que por ella le atribuimos a Dios lo que no le pertenece, o le negamos lo que es de Él (II-II.13.1). De Lugo y otros niegan que éste sea un elemento esencial en la blasfemia (De just. et jure caeterisque virt. card., lib. II, c. XIV, disp. V, n. 26), pero según observa Escobar (Theol. mor., lib. XXVIII, c. XXXII, n. 716 ss.), la contención sobre este punto concierne solo a las palabras, ya que los seguidores de Santo Tomás ven en el desprecio expresado en blasfemias la implicación de que Dios es despreciable ---una implicación en la que todos aceptarán que en ella se le atribuye a Dios lo que no le pertenece. Lo que se dice aquí es sobre la blasfemia en general; manifiestamente esa forma del pecado descrita anteriormente como herética no sólo se opone a la virtud de religión, sino también a la de la fe.

La blasfemia es en toda su naturaleza (ex toto genere suo) un pecado mortal, el más grave que se puede cometer contra la religión. La seriedad de una ofensa es proporcional a la dignidad de la persona hacia la que se dirige. Puesto que el insulto en la blasfemia se ofrece a la inefable majestad de Dios, el grado de su atrocidad debe ser evidente. Sin embargo, debido a una ligera o ninguna advertencia, la blasfemia puede ser o pecado venial o no ser pecado en absoluto. Así muchas expresiones verbalizadas bajo la ira escapan de la enormidad de pecado grave, excepción, claro está, cuando la ira se descarga contra Dios. Además, en el caso en que el lenguaje blasfemo se pronuncie inadvertidamente, por la fuerza de la costumbre, no se comete pecado grave siempre y cuando se haga resistencia seria al hábito. Sin embargo, si no se realiza tal esfuerzo, no puede haber sino grave culpabilidad, aunque no se cometa un pecado mortal en ocasión de todos y cada uno de los estallidos de blasfema.

Se ha dicho que la blasfemia herética, además de un contenido dirigido contra la religión tiene aquel que se opone a la virtud de la fe. Del mismo modo, la blasfemia imprecatoria es además una violación de la caridad. Estas formas del pecado, al ser específicamente distinta de la clase más simple, es necesario especificar su carácter en la confesión. Sin embargo, no se requiere que el penitente especifique si la blasfemia ha sido directa o indirecta, ya que ambas formas son específicamente la misma, aunque difieren claramente en el grado de malicia. Se ha planteado la cuestión de si la blasfemia contra los santos difiere en clase de la pronunciada de forma inmediata contra Dios. Mientras que De Lugo piensa que tal diferencia prevalece (De Poenit., Disp. XVI, n. 178 y ss.), la opinión opuesta de San Alfonso parece más defendible, pues según este último teólogo observa, los santos, generalmente hablando, no son blasfemados a causa de su propia excelencia, sino debido a su estrecha relación con Dios (Theol. Moral., lib. IV, n. 132).

A esta cuestión San Buenaventura (en 2, dist. 41, a. 1, q. 3, donde, sin embargo, se puede observar que el Doctor Seráfico habla directamente solo del mérito) contesta en la afirmativa, y con él Escoto (en 2, dist. 40-41, et quodl. 18), y toda la escuela escotista. Así también Sporer (Theol. Moral., 1, III, § v); Elbel (Theol. Moral., tom. I, n. 86); Vásquez (3n 1-2, disp. 52); Arriaga (De Act. Hum., disp. 21); y en nuestros días el arzobispo Walsh (De Act. Hum., n. 588 sq.). Santo Tomás (En 2, dist. 40., a. 5; De Malo, q. 2, a. 4 et 5; 1-2, q. 18, a. 9), y sus comentadores sostienen la opinión opuesta. Así también Francisco Suárez (De. Bon. Et Mal., disp. Ix); Billuart (diss. IV, a. 5 et 6); San Alfonso (L. 2, n. XLIV); Bouquillon (Theol. Moral. Fund., n. 371); Lehmkuhl (Theol. Moral., L. I, tract. I, III); y Noldin (Sum. Theol. Moral., I, 85 sq.).

Penas Atribuidas a la Blasfemia

Blasfemia en Derecho Civil

Bibliografía: SANTO TOMÁS DE AQUINO, Sum. Theol., II-II, Q. XIII, a. 3; Q. ev. a, 2da, 3am; Q. LXXXx, a. 3; I-II, Q. X, a. 2; SAN LIGORIO, Theol. moral., lib. IV, tract. II, c. I.

Fuente: Melody, John. "Blasphemy." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. 31 Aug. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/02595a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.