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Viernes, 26 de abril de 2024

Judit

De Enciclopedia Católica

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Historia

Nabucodonosor, rey de Nínive, envía a su general Holofernes para someter a los judíos. Este último los asedia en Betulia, una ciudad al borde sur de la llanura de Esdrelón. Ajior, el amonita, que habla en defensa de los judíos, es maltratado por Él y enviado a la ciudad sitiada a la espera de su castigo cuando Holofernes la haya tomado. El hambre socava el valor de los sitiados y contemplan la entrega, pero Judit, una viuda, les increpa y les dice que ella entregará la ciudad. Entra al campamento de los asirios y cautiva a Holofernes con su belleza, y finalmente toma ventaja de la intoxicación del general para cortarle la cabeza. Regresa inviolada a la ciudad con la cabeza de él como trofeo, y una salida de parte de los judíos resulta en la huída de los asirios. El libro cierra con el himno de celebración de la victoria que hace Judit al Todopoderoso

El texto

El libro existe en diferentes versiones griegas y latinas, de las cuales la primera contiene al menos ochenta y cuatro versículos más que la segunda. San Jerónimo (Praef. in Lib.) dice que él lo tradujo del caldeo en una noche, magis sensum e sensu, quam ex verbo verbum transferens (tratando de dar sentido por el sentido en lugar de ceñirse a la redacción). Añade que sus códices diferían mucho, y que él expresa en latín sólo lo que él podía entender con claridad del caldeo.

En la actualidad se conocen dos versiones en hebreo: una larga prácticamente idéntica con el texto griego, y una corta que es totalmente diferente; regresaremos a la última cuando discutamos el origen del libro. La caldea, a partir de la cual San Jerónimo hizo nuestra actual versión de la Vulgata, no es recuperable a menos que se identifique con la antedicha versión hebrea más larga. Si este fuese el caso, podemos medir el valor de la obra de San Jerónimo, comparando la Vulgata con el texto griego. Nos encontramos enseguida que San Jerónimo no exageró cuando dijo que él hizo su traducción a toda prisa. Así, una comparación entre los versículos 6,11 y 8,9 nos muestra una cierta confusión respecto a los nombres de los ancianos de Betulia---una confusión que no existe en los Setenta, donde también se puede comparar con el 10,6. De nuevo en 4,6 el sumo sacerdote es Eliaquiim, cuyo nombre se cambió más adelante a Yoyaquim (15,9)---un cambio permisible, pero algo engañoso, los LXX es consistente en el uso de la forma Yoyaquim. Algunas de las afirmaciones históricas en los LXX están en oposición con las de la Vulgata; por ejemplo, el año décimo tercero (Vulgata) de Nabucodonosor se convierte en el décimo octavo en los LXX, la cual también añade un largo discurso del rey a Holofernes. San Jerónimo también con frecuencia condensaba el original--- siempre sobre la suposición que los LXX y la versión judía más larga realmente representaban el original. Para dar sólo un ejemplo:

Los LXX (2,27): “…descendió hacia la llanura de Damasco al tiempo de la siega del trigo, incendió todos sus cultivos, exterminó sus rebaños de ovejas y bueyes, saqueó sus ciudades, devastó sus campos y pasó a cuchillo a todos sus jóvenes.”
Vulgata (2,17): “Y luego de estas cosas bajó a la llanura en los días de la cosecha, e incendió la cosecha de granos y cortó todos los árboles y viñedos.!

Respecto a la versión de Judit en los LXX, se debe notar que nos ha llegado en dos recensiones: Códice B o Vaticano por un lado, y el Códice Alejandrino con el Códice Sinaítico por el otro.

Historicidad

Con muy pocas excepciones, los católicos aceptan el Libro de Judit como una narración de hechos, no como una alegoría. Incluso Jahn considera que la genealogía de Judith es inexplicable sobre la hipótesis de que la historia es una mera ficción ("Introductio", Viena, 1814, p. 461). ¿Por qué llevar la genealogía de una persona ficticia a través de quince generaciones? Los Padres siempre consideraron el libro como histórico. San Jerónimo, que excluyó a Judit del Canon, no obstante, aceptó la persona de la mujer valiente como histórica (Ep. LXV, 1).

Contra este punto de vista tradicional, se debe confesar, hay dificultades muy graves, debido, como Calmet insiste, a la condición dudosa y controvertida del texto. Las declaraciones históricas y geográficas en el libro, como lo tenemos ahora, son difíciles de entender: así

  • (a) Aparentemente Nabucodonosor nunca fue rey de Nínive, pues él llegó al trono en el 605, mientras que Nínive fue destruida ciertamente no más tarde del 606, y después de que los asirios dejaron de existir como pueblo;
  • (b) la alusión, en 1,6, a Arioj, rey de Elam, es sospechosa; se nos recuerda al Aryok de Génesis 14,1. Los LXX lo pone como rey de los elumeos, presumiblemente de los elamitas;
  • (c) el carácter de Nabucodonosor es apenas el que se nos pinta en los monumentos; en la Inscripción de la Casa de India, por ejemplo, sus sentimientos son notables por la modestia de su tono. Por otro lado, debemos recordar que, como dice Sayce, los “reyes asirios fueron los mentirosos más cara dura en sus monumentos.”
  • (d) el nombre Vagao, o Bagoas en los LXX, para el eunuco de Holofernes es sugestivo del Bagoses, quien, según Josefo (Antiq. XI, VII, 1), contaminó el Templo y de quien aparentemente tenemos una referencia en los recién descubiertos papiros de Assuan;

Estatus en el Canon

Bibliografía: Consulte los varios diccionarios bíblicos e introducciones; también Civilta Cattolica (1887). El mejor resumen de las diversas opiniones y argumentos sobre el asunto está en GIGOT, Special Introd., I; cf. también especialmente SCHURER, The Jewish People in the Time of Christ, div. II, vol. III; VIGOUROUX, La Bible et les Decouvertes Modernes, IV (5ta. ed.), 275-305; BRUENGO, Il Nabucodonosor di Giuditta (Roma, 1888).

Fuente: Pope, Hugh. "Book of Judith." The Catholic Encyclopedia. Vol. 8. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/08554a.htm>.

Traducido por Luz María Hernández Medina.