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Martes, 3 de diciembre de 2024

San Dionisio

De Enciclopedia Católica

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Obispo de Corinto alrededor del año 170. La fecha se establece por el hecho de que escribió al Papa San Sotero (c. 168 a 176; Harnack da del 165-67 al 173-5). Eusebio en su Crónica establece su “florecimiento” en el año undécimo de Marco Aurelio (171). Cuando San Hegesipo estaba en Corinto en tiempos del Papa San Aniceto, Primo era obispo (alrededor del 150-5), mientras Baquilo era obispo de Corinto en el tiempo de la Controversia Pascual (alrededor del año 190-8). Dionisio es solo conocido a través de Eusebio, pues San Jerónimo (Hombres Ilustres 27) no se valió de ninguna otra autoridad. Eusebio conocía una colección de siete de las “Cartas Católicas a las Iglesias” de Dionisio, junto con una carta a él de Pinto, obispo de Knossos, y una carta privada de consejo espiritual a una dama llamada Crisófora, que le había escrito a él.

Eusebio primero menciona una carta a los lacedemonios, enseñando ortodoxia, y ordenándoles la paz y unión. Una segunda fue a los atenienses, avivando su fe y exhortándolos a vivir de acuerdo al Evangelio, ya que no estaban lejos de la apostasía. Dionisio habló del reciente martirio de su obispo, Plubio (en la persecución de Marco Aurelio), y dice que Dionisio el Areopagita fue el primer obispo de Atenas. A los de Nicomedia les escribió contra el marcionismo. Escribió a Gortina y a las otras diócesis de Creta, alabó al obispo, Felipe, por su aversión a la herejía. A la Iglesia de Amastris en el Ponto escribió a instancia de Basílides y Elpisto (de otra forma desconocidos), mencionando el nombre del obispo como Palmas; en esta carta habló del matrimonio y la continencia, y recomendó el trato caritativo a aquellos que habían caído en el pecado o la herejía. Escribiendo a los cnosianos, le recomendó a su obispo Pinito, a no poner el yugo de la continencia muy pesadamente sobre los hermanos, sino a considerar la debilidad de la mayoría. Pinitus contestó, después de palabras corteses, que él esperaba que Dionisio enviara carne fuerte la próxima vez, que su gente no podía crecer con la leche de bebés. Eusebio (IV, XXI) menciona a este severo prelado como un escritor eclesiástico, y el historiador alaba el tono de su carta.

Pero la más importante carta es a los romanos, de la única que se han preservado extractos. El Papa Sotero había enviado limosnas y una carta a los corintios: “Pues ésta ha sido su costumbre desde el principio, hacer el bien a todos los hermanos de muchas maneras, y enviar limosnas a muchas Iglesias en diversas ciudades, ya sea aliviando la pobreza de aquellos que pidieron ayuda, ya sea asistiendo a los hermanos en las minas por las dádivas que ustedes envían, Romanos continúen la costumbre tradicional de los romanos, que su bendito obispo, Sotero, no solo ha mantenido, sino aún incrementado, ofreciendo a los hermanos la abundancia que él ha provisto, y confortando con benditas palabras a los hermanos que vinieron a él, como un padre a sus niños”.

Además: “Ustedes también por esta enseñanza han unificado a romanos y a corintios que son la siembra de Pedro y Pablo. Por ellos vinieron a nuestra Corinto y nos plantaron, y enseñaron igualmente; e igualmente yendo a Italia y enseñando allí, fueron martirizados al mismo tiempo”.

Por otra parte: “Hoy hemos guardado el día santo del Señor, en el cual hemos leído su carta, que guardaremos siempre para leerla y ser amonestados, tanto como la anterior que nos escribió Clemente”.

El testimonio de la generosidad de la Iglesia Romana es proseguido por el testigo San Dionisio de Alejandría en el siglo III; y Eusebio en el siglo IV declara que todavía se veía en su propio tiempo en la gran persecución. El testigo del martirio de los Santos Pedro y Pablo, kata ton auton kairon, es de primera importancia, y así es la mención de la Epístola de Clemente y la lectura pública de ésta. La carta del Papa fue escrita “como de un padre a sus niños”.

Las propias cartas de Dionisio evidentemente fueron muy apreciadas, pues en el último extracto dice que las escribió por solicitud, y que ellas han sido falsificadas por los “apóstoles del demonio”. No es sorprendente, agrega, que las Escrituras sean falsificadas por tales personas.


Fuente: Chapman, John. "St. Dionysius." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909. <http://www.newadvent.org/cathen/05010a.htm>.

Traducido por José Luis Fernández. L H M