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Domingo, 24 de noviembre de 2024

Bien

De Enciclopedia Católica

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Definición

Bien es una de esas ideas primarias que no pueden ser definidas estrictamente. Con el fin de fijar su significado filosófico debemos comenzar por observar que la palabra es usada primeramente como un adjetivo y segundamente como un sustantivo. Esta distinción, que está claramente marcada en francés por los dos términos diferentes bon y le bien, se puede conservar en inglés anteponiendo un artículo al término cuando se emplea sustantivamente. Llamamos buena a una herramienta o instrumento si sirve al propósito para el que está destinado. Es decir, es bueno porque es un medio eficaz para obtener un resultado deseado. El resultado, a su vez, puede ser deseable por sí mismo, o puede ser buscado como un medio para un fin ulterior. Si lo buscamos por sí mismo, es o estimamos que es un bien, y por lo tanto deseable por su propia cuenta. Cuando tomamos algún paso para obtenerlo, es el fin de nuestra acción. La serie de medios y fines ya sea se extiende indefinidamente, o debe terminar en algún objeto u objetos deseados que son fines en sí mismos. De nuevo, a veces llamamos buena a una cosa porque posee por completo, o en un alto grado, las perfecciones propias de su naturaleza, como una buena pintura, buena respiración. A veces, también, las cosas se denominan buenas porque son de tal índole que producen algo deseable; es decir, que son buenas casualmente. Por último, hablamos de buena conducta, un buen hombre, una buena intención, y aquí el adjetivo tiene para nosotros un sentido diferente de cualquiera de los anteriores, a menos que de hecho, seamos filósofos utilitaristas, para quienes moralmente bueno es sólo otro término para útil.

Entonces en todas estas locuciones la palabra transmite directa o indirectamente la idea de conveniencia. Lo simplemente útil se desea por el fin hacia el que se emplea; el fin se desea por su propia cuenta. Este último se concibe como poseedor de un poco de carácter, calidad, potencia, lo que lo convierte en un objeto de deseo. Ahora surgen dos preguntas: (1) ¿Qué es lo que, en la naturaleza o ser de cualquier objeto, lo convierte en deseable? O, en palabras más técnicas, metafísicamente hablando, qué constituye el bien o la bondad de una cosa, considerada absolutamente? (2) ¿Qué relación existe entre el bien así absolutamente constituido y el sujeto para quien es deseable? ¿O qué se implica por bien, considerado relativamente? Estas dos preguntas se pueden combinar en una sola: "¿Cuál es el bien en el orden ontológico?" En la exposición de la respuesta a esta pregunta trataremos sobre el bien moral y el aspecto ético del problema, que se tratará en segundo lugar.

Ontológico

En la filosofía griega ningún tema recibe más atención que la naturaleza del bien. Las especulaciones de Platón y Aristóteles especialmente han tenido una notable influencia en el pensamiento cristiano; fueron adoptadas, de manera ecléctica, por los primeros Padres, quienes combinaron muchas de las antiguas ideas filosóficas con la verdad revelada, mediante la corrección de algunas y la ampliación de otras. La síntesis fue llevada a cabo por los primeros escolásticos, y tomó forma definitiva de la mano de Santo Tomás. Algunos de sus predecesores, así como algunos de sus seguidores, discrepan de él en algunos puntos de menor importancia, la mayoría de los cuales, sin embargo, son de un carácter demasiado sutiles para llamar la atención en este artículo. Por lo tanto, presentaremos la doctrina de Santo Tomás en resumen como la enseñanza autorizada de nuestras escuelas.

PLATÓN

Según Platón, en el orden objetivo correspondiente a nuestro pensamiento, hay dos mundos diferentes: el mundo de las cosas, y el incomparablemente superior, más noble mundo de las ideas, que trasciende el mundo de las cosas. Los objetos que corresponden directamente a nuestros conceptos universales no son cosas, sino ideas. La idea objetiva no habita dentro de las esencias de las cosas que caen dentro del alcance de nuestro concepto universal correspondiente, sino que la cosa toma prestado o deriva algo de la idea. Mientras que el ser o existencia propia del mundo de las cosas es imperfecto, inestable, esencialmente transitorio, y por lo tanto no es verdaderamente merecedor del nombre de ser, el cual implica permanencia; las ideas, por el contrario, son incorruptibles, inmutables y verdaderamente existencia.

Entonces, entre las ideas la más noble y más alta es la idea bien: es la idea suprema y soberana. Cualquier cosa que posea bondad la tiene sólo porque participa en o la extrae de El Bien Supremo. Entonces su bondad es algo distinto de, y añadida a, su propia esencia o ser. No necesitamos explicar con más detalle lo que en la mente de Platón es la naturaleza de esta participación, que la hace consistir en esto, que la cosa es una copia o imitación de la idea. Esta idea soberana, el Bien, es idéntico a Dios. No es una síntesis de todas las otras ideas, sino que es única, trascendente e individual. No está bastante claro si Platón sostuvo que en Dios existen otras ideas como en su propia morada. Así interpretó Aristóteles a Platón; y es muy probable que Aristóteles estaba mejor cualificado para entender el significado de Platón de lo que lo estaban los filósofos posteriores que han disputado su interpretación. El Bien Supremo le imparte al intelecto el poder de percibir, y le da inteligibilidad a lo inteligible. Es, por lo tanto, la fuente de la verdad. Dios, el Bien Supremo y esencial, no puede impartir nada que no sea bueno. Este punto de vista conduce a la inferencia de que el origen del mal está más allá del control de Dios. La teoría se inclina, por lo tanto, al dualismo, y su influencia puede ser rastreada a través de las primeras herejías gnósticas y maniqueas, y, en menor grado, en las doctrinas de los priscilianistas y albigenses.

Ético

Bibliografía: S. Tomás, Summa Theol., I, QQ. V, VI, XLIV, XLVII, LXV; I-II, V, XVII-XX, XCIV; IDEM, Summa Contra Gentiles, tr. RICKABY, God and His Creatures (Londres, 1905). II, XXIII; III, I-XI LXXXI, CXVI; S. AGUSTÍN, De Natura Boni; IDEM, De Doctrina Christiana; IDEM, De Civitate Dei; PLATÓN, Republic, IV-X; IDEM, Phaero, 64 sqq,; IDEM, Theatetus; ARISTÓTELES, Metaphysics, I, II, IV, VI; IDEM, Nicomach. Ethics, I, I-IV; IX; X; BOUQUILLON, Theologia Fundamentalis, lib. I; lib, III, tract. I; lib. IV; todos los libros de texto de la filosofía escolástica-bien se trata en ontología y en ética; RICKABY, Moral Philosophy (Londres, 1901); MIVART, On Truth, sect. III, IV (Londres, 1889); TURNER, History of Philosophy (Boston y Londres, 1903), passim; JANET Y SEAILLES, History of the Problems of Philosophy, ed. JONES (Londres y Nueva York, 1902), II, I, II; FARGES, La liberte et le Devoir, pt. II, iii; MCDONALD, The principles of Moral Science, bk. I, chs I-VI, XL; HARPER, The Metaphysic of the School (Londres, 1884), vol. I, bk. II, ch. IV.

Fuente: Fox, James. "Good." The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909. 10 Aug. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/06636b.htm>.

Está siendo traducido por Luz María Hernández Medina