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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Averroes

De Enciclopedia Católica

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Abū l-Walīd Muhammad ibn Ahmad ibn Muhammad ibn Ruschd. Filósofo árabe, astrónomo y escritor sobre jurisprudencia, nacido en Córdoba en 1126 y fallecido en Marruecos en 1198. Ibn Ruschd, o Averroes, como era llamado por los latinos, fue educado en su ciudad natal, donde su padre y abuelos tuvieron el oficio de cadi (juez de asuntos civiles) y habían jugado un papel importante en la historia política de Al-Andalus. Se dedicó a la jurisprudencia, medicina, matemáticas así como a la filosofía y teología. Bajo los califas Abu Jacub Jusuf y su hijo Jacub Almansur disfrutó de favor especial en la corte y se le encomendaron varias oficinas civiles importantes en Marruecos, Sevilla y Córdoba. Después cayó en desgracia y fue desterrado junto con otros representantes de los intelectuales. Poco antes de su muerte se retiró el edicto contra los filósofos. Muchas de sus obras sobre metafísica y lógica habían sido quemadas, así que no dejó escuela y al final del dominio de los moros en España, lo que ocurrió poco después, volvió el averroísmo a los canales hebreo y latino a través de los que influenció en la Europa cristiana hasta la víspera de la era moderna.

El gran trabajo médico de Averroes "Culliyyat" (de donde el título latino Colliget, que es una corrupción) se publicó como volumen décimo en la edición latina de la obras de Aristóteles, Venecia, 1527. Sus comentarios a Aristóteles, su obra filosófica original y sus tratados en teología han llegado a nosotros en las traducciones en latín o en hebreo. Sus “Comentarios “que le ganaron el título de “Comentador” fueron de tres clases: una paráfrasis corta o análisis, una exposición breve del texto y una exposición más amplia. Son conocidos como Comentarios Menor, Mediano y Mayor. Ninguno de ellos tiene valor para la crítica textual de Aristóteles, puesto que Averroes, que no conocía el griego ni el siríaco, basaba su exposición en una traducción imperfecta de siríaco al árabe. Sin embargo, tuvieron mucha influencia para determinar la interpretación filosófica y científica de Aristóteles.

Sus tratados filosóficos originales incluyen una obra titulada "Tehafot al Tchafot" o “Destrucción de Destrucciones” ( una refutación de la "Destructio Philosophorum" de Algazel”) publicada en edición latina, Venecia 1497 y 1527, dos tratados sobre la unión del Intelecto Activo y el Pasivo (Entendimiento Agente y Paciente) también publicados en latín en la edición de Venecia; tratados de lógica sobre las distintas partes de “Organon”, publicados en la edición de Venecia bajo el título "Quaesita in Libros Logicae Aristotelis"; tratados de física basados en la “Física” de Aristóteles (también en la edición de Venecia) un tratado en refutación de Avicena y otro sobre el acuerdo entre filosofía y teología. De éstos solo existen los textos hebreo y árabe.

Averroes profesó la más alta estima por Aristóteles. La palabra del Estagirita era para él la más alta expresión de la verdad en materia de ciencia y filosofía. Su exagerada veneración del filósofo fue más allá que la de los escolásticos. De hecho en los últimos períodos de la filosofía escolástica fueron los averroístas y no los seguidores del Aquino y de Escoto los que, cuando eran acusados de servilismo a la autoridad de un maestro, se gloriaban en al título de “mono de Aristóteles”.

Averroes defendía el principio de la doble verdad, manteniendo que la religión tiene una esfera y la filosofía otra. La religión, decía, es para la masa de los iletrados, la filosofía para unos pocos elegidos. La religión enseña por signo y símbolos, la filosofía presenta la verdad en sí misma. En la mente, por consiguiente, de los verdaderamente iluminados la filosofía sustituye a la religión. Pero aunque el filósofo vea que lo que es verdad en teología es falso en filosofía, no debe por ello condenar la instrucción religiosa, porque privaría a la multitud del único medio que tiene de lograr un conocimiento (simbólico) de la verdad. La filosofía de Averroes, como la de todos los otros árabes, es aristotelismo teñido de neoplatonismo. Allí encontramos la doctrina de la eternidad de la materia como principio positivo del ser, el concepto de multitud de espíritus que en una jerarquía escalonada entre Dios y la materia y mediando entre ellos. Hay una negación de la Providencia en el sentido comúnmente aceptado del término.

La doctrina de que cada una de las esferas celestiales es animada. La noción de emanación o extracción, como sustituto de creación y finalmente la glorificación del conocimiento místico (racional) como última aspiración del alma humana – en una palabra, todos los elementos neoplatónicos que los árabes añadieron al aristotelismo. Lo que es peculiar en Averroes sobre la interpretación de Aristóteles es el significado que da a la doctrina del Entendimiento Agente y Paciente. Su predecesor, Avicena, enseñó que mientras el Entendimiento Agente es universal y separado, el Entendimiento Paciente es individual e inherente al alma. Averroes sostiene que ambos, Agente y Paciente están separados del alma individual y son universales, es decir, uno en todos los hombres. Piensa que Alejandro de Afrodisias estaba equivocado al reducir el Entendimiento Paciente a una mera disposición y que “otros comentadores” (quizás Temistio y Teofrasto) erraban al describirlo como sustancia individual dotada una disposición; él mantiene que es más bien una disposición en nosotros pero que pertenece a un entendimiento exterior a nosotros.

Los términos Paciente, Posible, Material, son utilizados sucesivamente por Averroes para designar esta especie de entendimiento que, en último análisis, si se prescinde de las disposiciones de las que habla, el mismo Entendimiento Agente. En otras palabras, el mismo entendimiento que, cuando está en el acto de abstraer especies inteligibles se llama agente, y se llama paciente, posible o material mientras se actúa sobre él, está en potencia y proporciona aquello de lo que se fabrican las ideas Además, Averroes habla del Entendimiento Adquirido (intellectus acquisitus, adeptus), por el que quiere indicar la mente individual en comunicación con el Entendimiento agente. Así, mientras el Entendimiento agente es numéricamente uno, hay tantos entendimientos adquiridos como almas individuales con las que el entendimiento agente tiene contacto. (Los escolásticos hablan de continuatio de la mente universal con la individual, traduciendo la palabra árabe que aquí significa contigüidad más que unión).

El sol, por ejemplo, mientras permanece como una fuente de luz, se puede decir que se multiplica y que se convierte en muchas fuentes de luz en tanto en cuanto ilumina muchos cuerpos por los que se distribuye su luz. Así ocurre con la mente universal y las mentes individuales que se ponen en contacto con ella.

La debilidad de esta doctrina, como explicación sicológica del origen del conocimiento es su fallo de tener en cuenta de los hechos de la conciencia que, como notaron rápidamente los escolásticos, indica que es meramente una indisposición individual sino un principio activo individual el que entra en la acción que uno expresa con las palabras “yo pienso” . Otra debilidad de esta doctrina de monopsiquismo, o doctrina de que solo hay una mente, debilidad al menos a los ojos de los escolásticos, es que deja sin contestar la cuestión de la inmortalidad del alma individual. De hecho Averroes admitió abiertamente su incapacidad de mantener sobre bases filosóficas la doctrina de la inmortalidad individual, contentándose con mantenerla como una creencia religiosa. La más importante influencia de Averroes es la de comentador.

Sus doctrinas tuvieron distinta fortuna en las escuelas cristianas. Al principio tuvieron cierto éxito pero, gradualmente se fue viendo su incompatibilidad con las enseñanzas cristianas y finalmente, con la revuelta del Renacimiento contra todo lo escolástico consiguió temporalmente una nueva audiencia. Sus comentarios, sin embargo consiguieron éxito inmediato y duradero. Santo Tomás uso el “Gran Comentario” de Averroes como su modelo, siendo, aparentemente el primer escolástico en adoptar ese estilo de exposición y aunque refutó los errores de Averroes y dedicó tratados específicos a esa tarea, siempre habló del comentador árabe como alguien que había pervertido la tradición peripatética, pero cuyas palabras, a pesar de todo, debían ser tratadas con respeto y consideración. Lo mismo puede decirse de las referencia de Dante hacía él. Fue después de Santo Tomás y de Dante, que Averroes vino a ser considerado como “el archienemigo de la fe.”


Bibliografía: AVERROES, obras de la edición de Venecia, 1497, 1527, y en parte en MUNKS Melanges &c. (París, 18569); MUNK, en Dict. des sciences philosophiques (París, 1844-52), art. Ibn Roschd; RENAN, Averroes et l'Averroisme (París, 9na. ed., 1882); MANDONNET, Siger de Brabant et l'Averroisme latin au XIII siecle (Friburgo, 1899); EUBERWEG-HEINZE, Gesch. der Phil., (9na. ed. Berlín, 1905), VI 250 ss. (tr. I); TURNER, Hist. of Phil. (Boston, 1903), 313 sqq.; STOCKL, Gesch. der Phil. des Mittelalters, (Maguncia, 1865), II.

Fuente: Turner, William. "Averroes." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. <http://www.newadvent.org/cathen/02150c.htm>.

Traducido por Pedro Royo